De la película de Néstor Kirchner hacia el protagonismo del Héroe Colectivo

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Argentinazo, kirchnerismo y profundización

 

El documental sobre el ex presidente Kirchner es un homenaje, con un gran componente emotivo, acerca de su vida y su obra política. Viejas imágenes caseras, testimonios de su hijo Máximo y de otros familiares, de allegados y de anónimos beneficiados por su acción política, filmaciones de actos y discursos, la impresionante fotografía patagónica de Marcelo Iaccarino y la música de Gustavo Santaolalla e Iván Wyszogrod, constituyen un buen marco para un repaso de las últimas décadas del país.

La película recorre la vida de Néstor Kirchner en paralelo a las grandes etapas históricas argentinas, desde la juventud setentista hasta su gobierno y los posteriores de Cristina, pasando por los oscuros años de reacción dictatorial y la recuperación democrática.

La directora Paula de Luque resalta algunos ejes de la política kirchnerista: límites al poder militar y enjuiciamiento a los genocidas, enfrentamiento con el FMI y otros organismos financieros internacionales, rechazo al proyecto imperialista del ALCA, conflicto con las patronales agropecuarias y con los grandes medios de comunicación, recuperación del empleo, democratización y conquista de derechos sociales. Todos en abierto desafío a los grandes poderes establecidos.

Ahora bien, ¿cómo es que un poco conocido gobernador de una pequeña provincia muy alejada de la capital llegó al gobierno y a encabezar un movimiento de masas como el kirchnerismo? Creemos que en esto tuvo un papel central la rebelión popular que hizo eclosión en las jornadas del 19 y 20 de diciembre y de la que en estos días se cumplen 11 años.

El papel del Argentinazo

Esas jornadas de 2001 significaron la irrupción de las masas en las calles, tratando de tomar su destino en sus propias manos. Luego de una década de reacción menemista (desempleo, privatizaciones, pérdida de derechos y represión) las resistencias regionales aisladas se unificaron ante las reiteradas medidas de ajuste de De la Rúa y su ministro Cavallo.

Cuatro presidentes caídos en una semana y un quinto meses después (a raíz de la movilización en protesta por los asesinatos de Darío y Maxi) marcaron el comienzo de una nueva época histórica en la vida nacional. Estaban cuestionadas todas las instituciones: parlamento, justicia, fuerzas armadas, etc. Los políticos no podían salir a calle sin ser atacados. Las masas no sabían bien lo que hacía falta, pero estaba claro que no se soportarían más políticas de ajuste pro mercado, apoyadas en la represión. Además, el reclamo democrático, de mayor protagonismo popular, debía ser atendido.

Diversos sectores tuvieron la posibilidad de construir un movimiento de masas nuevo, con un programa de profundización democrática y de recuperación de las palancas fundamentales de la economía (banca, latifundios, grandes empresas y recursos naturales) y su puesta bajo control obrero. Podemos mencionar a Luis Zamora, que huyó de la escena, a la izquierda que mostró su sectarismo y divisionismo incapaz de encarar prácticas genuinas de frente único y a la CTA de De Gennaro que ya en diciembre de 2002 proclamó el objetivo de construir un Partido de los Trabajadores y nada hizo en los meses subsiguientes. Todos estos actores profundizaron sus vicios e incapacidad política en estos años quedando cada vez más aislados y desprestigiados antes las masas.

Ante la falta de una alternativa política que recogiera los reclamos populares, y con el desgaste de meses de movilizaciones, se llega a las elecciones presidenciales de abril de 2003, donde se expresa la fragmentación del apoyo popular. Néstor Kirchner obtuvo el segundo lugar a pocos puntos de Carlos Menem (22,24 a 24,45%). Y entonces canalizó gran parte de la voluntad popular para la segunda vuelta (las encuestas daban cerca de 70 a 30%), frustrada por la retirada del riojano.

Tímidamente primero (con compromisos con el duhaldismo y el viejo PJ) el kirchnerismo, de todas maneras, se mostraba como la opción más de izquierda entre las que aparecían como posibles para gobernar. Luego iría profundizando sus medidas: renovación de la Corte, recuperación del sistema previsional de reparto, la extensión de la AUH y de las jubilaciones, nacionalización de correo, aguas, aerolíneas, parcial de YPF, ley de medios. Todas apoyadas entusiastamente por las masas, que una y otra vez se muestran dispuestas a defender lo conquistado e ir por más.

Organización de masas para avanzar

Es esta continuidad del ambiente social del Argentinazo la que marca el carácter particular del kirchnerismo. Su innegable base militante, obrera y popular, lo lleva a adoptar esas importantes medidas, a la vez que intenta conciliar los intereses opuestos de obreros y patrones, lo que ha podido sobrellevar mientras se desarrolló un ciclo económico favorable para el país y la región.

Cuando los vientos de la crisis mundial se hicieron sentir fuerte (y con la amenaza de venir para largo en una economía capitalista cada vez más internacionalizada), el kirchnerismo debió profundizar su rumbo para sobrevivir frente a los ataques desestabilizadores (como los de la patronal agropecuaria, los gendarmes, el grupo Clarín, los cacerolazos, etc.)

El kirchnerismo salió fortalecido cuando retomó la iniciativa y fue por más, apelando a esa base popular, como en las mencionadas ley de medios o recuperación parcial de YPF. Y en los últimos meses con el importantísimo paso organizativo de confluencia de numerosos grupos sociales, políticos y territoriales en Unidos y Organizados, por fuera del PJ y de la esfera de gobernadores e intendentes.

Para encarar lo que falta, hay que avanzar en este proceso de protagonismo de los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares que son los únicos que pueden dar la fuerza necesaria para terminar de una vez con el poder de los de siempre (los grandes propietarios extranjeros y nacionales) siempre dispuestos a sabotear o destituir a los gobiernos populares latinoamericanos.

Como se expresa en Néstor Kirchner, la película, es necesario que ese Héroe Colectivo del que hablaba Oesterheld retome el legado de las grandes luchas populares como el Argentinazo. Y lo haga para protagonizar no ya un film, sino el proceso de transformación irreversible que asegure el futuro de democracia e igualdad que para nosotros significa Socialismo.