El derecho de autodeterminación es sólo un derecho relativo. Que la clase obrera apoye la reivindicación del derecho de autodeterminación depende de las circunstancias concretas de cada caso. Es una cuestión concreta. No es posible tener una posturageneral, válida para todos los casos. Lenin nunca lo consideró así. Es necesario examinar cada caso concreto y distinguir cuidadosamente entre lo que es reaccionario y lo que es progresista. "Las distintas reivindicaciones de la democracia, incluyendo la de la autodeterminación, no son algo absoluto, sino una partícula de todo el movimiento democrático (hoy socialista) mundial. Puede suceder que, en casos concretos individuales, la parte pueda contradecir el todo, entonces hay que desecharla. Es posible que en un país, el movimiento republicano no sea más que un arma de las intrigas clericales o financiero monárquicas de otros países; entonces, nosotros no deberemos apoyar ese movimiento concreto. Pero sería ridículo excluir por ese motivo del programa de la socialdemocracia internacional la consigna de la República" (Lenin. Problemas de política nacional e internacionalismo proletario. Moscú. Progreso. 1981. Pág. 151).
Estas palabras demuestran que el derecho de autodeterminación es sólo un derecho relativo. Que la clase obrera apoye la reivindicación del derecho de autodeterminación depende de las circunstancias concretas de cada caso. Es una cuestión concreta. No es posible tener una postura general, válida para todos los casos. Lenin nunca lo consideró así. Es necesario examinar cada caso concreto y distinguir cuidadosamente entre lo que es reaccionario y lo que es progresista. De otra manera acabaríamos hechos un lío. Y la posición de Lenin demostró su validez en la práctica de 1917. La cuestión nacional se resolvió en Rusia, no por la burguesía, sino por la revolución socialista. Este es un hecho que todos los calumniadores del Bolchevismo se niegan a reconocer. Es de enorme importancia desde el punto de vista de aquellos que desean comprender realmente la postura marxista sobre la cuestión nacional.
Como Lenin había previsto, los polacos sólo consiguieron la independencia como resultado de una revolución en Rusia. La revolución de Octubre creó las condiciones para la ruptura de Polonia. El ala de derechas del PSP se vio propulsada al gobierno, allí se dio prisa por entregar el poder a la burguesía polaca. La última incitó a Francia y Gran Bretaña a declarar la guerra contra Rusia en 1920. Los Bolcheviques no sólo se defendieron contra la reaccionaria burguesía polaca, sino que libraron una guerra con Polonia ¿Significaba esto que negaban el derecho de autodeterminación polaco? Lenin respondió a la pregunta:
"Si la situación concreta ante la que se hallaba Marx en la época de la influencia predominante del zarismo en la política internacional volviera a repetirse bajo otra forma, por ejemplo, si varios pueblos iniciasen la revolución socialista (como en 1848 iniciaron en Europa la revolución democrático burguesa), y otros pueblos resultasen ser los pilares principales de la reacción burguesa, nosotros también deberiamos ser partidarios de la guerra revolucionaria contra ellos, abogar por aplastarlos, por destruir todos sus puestos de avanzada, cualesquiera que fuesen los movimientos de las pequeñas naciones que allí surgiesen.". (Ibíd. Pág. 150).
Estas líneas expresan perfectamente la verdadera actitud de Lenin hacia la autodeterminación. La cuestión nacional (incluida la autodeterminación) siempre está subordinada a los intereses generales del proletariado y la revolución mundial. El proletariado debe apoyar las luchas de liberación nacional de las naciones oprimidas, en la medida que vayan dirigidas contra el imperialismo y el zarismo. En este sentido el movimiento nacional, igual que el campesinado, deben ser aliados del proletariado. Pero cuando estos movimientos nacionales van dirigidos contra la revolución, cuando las pequeñas naciones son utilizadas como instrumentos del imperialismo y de la reacción (como ocurre con frecuencia en la historia), entonces la actitud del movimiento obrero debe ser de total hostilidad, incluso hasta el punto de librar una guerra contra estos movimientos. Eso está perfectamente claro en las palabras de Lenin.
El programa Bolchevique de la cuestión nacional estaba destinado a unir a los trabajadores y campesinos de todas las nacionalidades de la Rusia zarista para el derrocamiento revolucionario del zarismo. Una vez tomaron el poder los trabajadores rusos, ofrecieron el derecho de autodeterminación a las nacionalidades oprimidas, pero en la gran mayoría de los casos los pueblos decidieron permanecer juntos y participar voluntariamente en la Federación soviética. Es verdad que Polonia y Finlandia se separaron, y ambos establecieron dictaduras reaccionarias hostiles al poder soviético. Ucrania cayó bajo el control alemán. Los Bolcheviques no intervinieron contra Finlandia o Polonia, no por su derecho a la autodeterminación, sino porque eran demasiado débiles para hacerlo. Más tarde sí que tuvieron que intervenir en Polonia, Ucrania y Georgia.
Después de la Revolución de Octubre, en más de una ocasión el gobierno Bolchevique se vio obligado a declarar una guerra contra movimientos nacionalistas reaccionarios, por ejemplo el Dashnaks Armenio y el Rada Ucraniano, que eran simplemente una tapadera de la intervención imperialista extranjera contra la República Soviética. En 1920, Lenin estaba a favor de librar una guerra revolucionaria contra Polonia, Trotsky se opuso a esta guerra, no por razones de principio, ni por la autodeterminación polaca (el reaccionario régimen de Pilsudski en Polonia simplemente actuaba como un títere del imperialismo francés y británico que estimulaba su postura agresiva hacia la Rusia Soviética), sino sólo por razones prácticas.
Cuando la burguesía nacionalista finesa, por sus propias razones reaccionarias, rompió después de la revolución con Rusia, los Bolcheviques no intervinieron, en ese momento era el reflejo de la debilidad del estado soviético. El gobierno obrero estaba librando una lucha de vida o muerte en muchos frentes. Trotsky tuvo que improvisar el Ejército Rojo de la nada. En Finlandia estalló una guerra civil sangrienta entre la burguesía nacionalista los Guardias Blancos y los trabajadores. Si los Bolcheviques hubieran tenido el Ejército Rojo, habrían intervenido para apoyar a los trabajadores fineses contra la contrarrevolucionaria burguesía nacionalista finesa. La intervención era materialmente imposible, pero no tenía nada ver con el "derecho de autodeterminación" que, como Lenin explicó una y otra vez, sólo era una parte -una parte relativamente pequeña- de la estrategia general de la revolución proletaria mundial. Lo primero siempre estaba subordinado al objetivo final, la revolución proletaria mundial, de la misma forma que la parte siempre está subordinada al todo.
En 1922 en su libro "La Socialdemocracia y las Guerras de Intervención" (también conocido como Entre el imperialismo y la revolución), León Trotsky escribía lo siguiente: "El desarrollo económico de la sociedad actual tiene un carácter enormemente centralista. El capitalismo ha establecido las bases preliminares para la economía organizada a escala mundial. El imperialismo es sólo la expresión capitalista rapaz de este deseo de tener el papel dirigente en la dirección de la economía mundial. Todos los países imperialistas poderosos sienten que no tienen espacio suficiente dentro de los estrechos límites de la economía nacional, y buscan mercados más amplios. Su objetivo es el monopolio de la economía mundial…
La tarea fundamental de nuestra época consiste en establecer relaciones más próximas entre los sistemas económicos de las distintas zonas del mundo, en beneficio de los intereses de toda la humanidad, la coordinación de la producción mundial basada en el uso más económico de todas las fuerzas y recursos. Esta es precisamente la tarea del socialismo. Es evidente que el principio de autodeterminación en ningún caso suplanta la unificación de tendencias de la construcción económica socialista. A este respecto, la autodeterminación ocupa en el proceso del desarrollo histórico, la misma posición subordinada que se asigna a la democracia en general. El centralismo socialista, no puede reemplazar el centralismo imperialista, sin una transición, las nacionalidades oprimidas deben estirar los músculos rígidos hasta ahora por las cadenas de coerción capitalistas.
La tarea y los métodos de la revolución proletaria no consisten en la eliminación mecánica de las características nacionales o la introducción a la fuerza de una amalgama. La intromisión en el idioma, la educación, la literatura y la cultura de las distintas nacionalidades es algo ajeno al proletariado. Eso está relacionado con otras cosas que los intereses profesionales de los intelectuales y los intereses nacionales de la clase obrera. La revolución social triunfante dará plena libertad a todos los grupos nacionales para resolver por sí mismos todas las cuestiones de la cultura nacional, mientras centralizan (para el bien común y con el consentimiento de los trabajadores) las tareas económicas, que requieren manejar correctamente y de una manera conmesurada las condiciones naturales, históricas y técnica de los agrupamientos nacionales. La Federación Soviética representa la forma de estado más adaptada y flexible para la coordinación nacionales de las necesidades económicas.
Los políticos de la Segunda Internacional, en armonía con sus mentores de la burguesía, los diplomáticos, rien con sorna ante nuestro reconocimiento de los derechos de autodeterminación nacional, debemos explicar a las masas su significado histórico limitado y no ponerlo por encima de los intereses de la revolución proletaria".
Lenin y el nacionalismo Gran Ruso
Lenin conocía y amaba las tradiciones nacionales, la historia, la literatura y la cultura de Rusia. Era un internacionalista de corazón, pero firmemente unido a la vida y cultura rusa. Lenin nunca hizo las más mínima concesión al chauvinismo Gran Ruso, frente al que libró una lucha sin piedad durante toda su vida. La victoria de la revolución proletaria no significa la desaparición inmediata de los viejos prejuicios y costumbres mentales, o la liquidación de la tradición, que en palabras de Marx pesan sobre la conciencia humana "como los Alpes". No se cambia la mente de los hombres y mujeres de la noche a la mañana simplemente eliminando el dominio de los explotadores y nacionalizando los medios de producción. La sociedad aún soporta las cicatrices y las deformaciones del antiguo orden, no sólo sobre la espalda sino sobre la mente.
La creación de verdaderas relaciones humanas entre hombres y mujeres, entre las antiguas naciones oprimidas y las opresoras, requiere un período y la duración del mismo estará determinado por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, la duración de la jornada laboral y el nivel cultural de las masas. Ese es precisamente el significado del período transicional entre el capitalismo y el socialismo. En el caso de Rusia, donde la revolución se encontraba aislada en condiciones de atraso horribles, los problemas que afrontaba el poder soviético eran inmensos. Esto afecta directamente a la cuestión nacional. En vísperas de la Primera Guerra Mundial Lenin escribió: "La democracia proletaria debe tener en cuenta el nacionalismo de los campesinos rusos (no en el sentido de concesiones, sino en el sentido de lucha). (Lenin. El derecho de las naciones a la autodeterminación. Pág. 61).
(…)
Semejante estado de cosas plantea al proletariado de Rusia una tarea doble, o mejor dicho, bilateral: luchar contra todo nacionalismo y, en primer término, contra el nacionalismo ruso; reconocer no sólo la completa igualdad de derechos de todas las naciones en general, sino también la igualdad de derechos respecto a la edificación estatal, es decir, el derecho de las naciones a la autodeterminación, a la separación; y, al mismo tiempo, y precisamente en interés del éxito en la lucha contra toda clase de nacionalismos de todas las naciones, propugnar la unidad de la lucha proletaria y de las organizaciones proletarias, su más íntima fusión en una comunidad internacional, a despecho de las tendencias burguesas al aislamiento nacional.
Completa igualdad de derechos de las naciones; derecho de autodeterminación de las naciones; fusión de los obreros de todas las naciones: tal es el programa nacional que enseña a los obreros el marxismo, que enseña la experiencia del mundo entero y la experiencia de Rusia. (Ibíd.)
Lenin siempre demostró una gran sensibilidad en sus relaciones con las nacionalidades del estado soviético. Los Bolcheviques cumplieron con todas sus obligaciones con las naciones oprimidas del antiguo imperio zarista. Al principio desapareció el nombre de Rusia de todos los documentos oficiales, y lo sustituyeron por el de "Estado Obrero". Más tarde formaron la Unión de Repúblicas Soviéticas. Mientras obviamente estaba a favor de una federación voluntaria, formada inmediatamente después de la Revolución de Octubre, Lenin también estaba ansioso por evitar dar la impresión a las nacionalidades no rusas de que los Bolcheviques simplemente deseaban reconstituir el antiguo imperio zarista con un nombre nuevo. Exigía cautela y paciencia. Sin embargo Stalin que era Comisario de las Nacionalidades porque era georgiano, tenía otras ideas. Es un hecho conocido que los miembros de las pequeñas naciones que llegaban a posiciones dirigentes en el gobierno de una nación mayoritaria opresora tendían a convertirse en los peores chauvinistas. Por ejemplo Napoleón Bonaparte aunque corso, se convirtió en el más destacada fanático del centralismo francés.
Stalin, la criatura de la burocracia, se convirtió en un rabioso chauvinista Gran Ruso, a pesar de que hablaba un ruso bastante pobre y con un destacado acento georgiano. En 1921 a pesar de las objeciones de Lenin, Stalin organizó la invasión de Georgia, que era (teóricamente) un estado independiente. Presentada como un hecho consumado a Lenin no le quedó más remedio que aceptarlo. Pero insistió en tratar a los georgianos con cautela y sensibilidad, y así evitar cualquier referencia a la bravuconería rusa. En esa época Georgia era un país predominantemente campesino y pequeñoburgués, estaba gobernado por los Mencheviques. Lenin estaba a favor de una política conciliadora, con la intención de ganar la confianza de los georgianos. Daba mucha importancia al mantenimiento de relaciones fraternales entre las nacionalidades, e insistía en el carácter voluntario de cualquier unión o federación. Stalin por el contrario, deseaba a toda costa empujar a Georgia a la Federación Socialista Rusa (RSFSR) con la Federación Transcaucasiana, el SSR Ucraniana y la Bielorrusa. Cuando Stalin pasó su borrador al Comité Central, Lenin lo criticó con dureza y propuso una alternativa diferente al borrador de Stalin. Lenin insistía en la igualdad y la naturaleza voluntaria de la federación: "Reconocemos la igualdad con la RSS Ucraniana y las demás, junto a ellas en términos de igualdad, formar una nueva unión, una nueva federación". (Lenin. Cuestiones de política nacional e internacionalismo proletario. Pág. 223. En la edición inglesa).
Mientras, al margen de la dirección del partido, Stalin con la ayuda de su secuaz Ordzhonikidze (otro georgiano rusificado como él), y Dzherzinski (polaco) organizaron un golpe en Georgia. Purgaron a los mencheviques georgianos, y cuando los líderes bolcheviques georgianos protestaron, se los echó a un lado sin piedad. Stalin y Ordzhonikidze pisotearon todas las críticas. En otras palabras llevaron adelante una política que era precisamente la contraria de la que Lenin defendía en Georgia. Intimidaron a los Bolcheviques georgianos e incluso llegaron a utilizar la violencia física, Ordzhonikidze llegó a golpear a un bolchevique georgiano. Cuando Lenin, incapacitado por su enfermedad, finalmente se enteró de los hechos se horrorizó, y dictó una serie de cartas a sus secretarias en las que denunciaba la conducta e Stalin en los términos más duros posibles y exigía un castigo severo para Ordzhonikidze.
En un texto dictado el 24-25 de diciembre de 1922, Lenin marcaba a Stalin: "un auténtico nacional socialista y un vulgar rufián Gran Ruso". (Buranov. El testamento de Lenin). Escribió lo siguiente: "Temo también que el camarada Dzherzinski, que viajó al Cáucaso para investigar los crímenes de esos social chauvinistas se haya también distinguido en eso, sólo por un sentimiento auténtico ruso (se sabe que la gente rusificada de otras nacionalidades exagera siempre la nota del sentimiento auténticamente ruso), y que la imparcialidad de toda su comisión se caracterice en alto grado por las vías de hecho de Ordzhonikidze. (Lenin. Contra la burocracia. Buenos Aires. Siglo XXI. 1974. Pág. 142).
Lenin echó la culpa de este incidente a Stalin: "Pienso que aquí desempeñó un papel fatal el apresuramiento de Stalin y su posición administrativa, así como su encono contra el famoso "social nacionalismo". Por lo general el encono desempeña en política un papel de lo más desastroso. (Ibíd.)
Lenin unía el comportamiento de Stalin en Georgia, directamente al problema de la degeneración burocrática del aparado del estado soviético en condiciones de horrible atraso. Condenó particularmente la prisa de Stalin en forzar la entrada en la Unión de Repúblicas Soviéticas, sin tener en cuenta la opinión de los pueblos implicados, con el pretexto de la necesidad de tener un "aparato del estado unido". Lenin se oponía a este argumento, y lo caracterizaba como el podrido chauvinismo Gran Ruso que emanaba de la burocracia, y que en gran medida era una herencia del zarismo:
"Se afirma que era necesaria la unidad del aparato ¿De dónde emanaban esas afirmaciones? ¿No provenían acaso del mismo aparato de Rusia, que, como ya lo dije en un número anterior de mi diario, tomamos del zarismo, limitándonos a recubrirlo ligeramente con un barniz soviético?.
Sin duda alguna, habríamos debido esperar con esa medida hasta el día en que pudiéramos decir que respondemos de nuestro aparato porque es nuestro. Pero ahora, en conciencia, debemos decir lo contrario: que denominamos nuestro a un aparato que, en los hechos, nos es fundamentalmente extraño y que representa una mezcolanza de supervivencias burguesas y zaristas; que nos fue en absoluto imposible transformarlo en cinco años, ya que no contábamos con la ayuda de otros países y predominaban las "ocupaciones" militares y la lucha contra el hambre.
En tales condiciones es muy natural que la libertad de salir de la unión, que nos sirve de justificación, aparezca como una fórmula burocrática incapaz de defender a los miembros de otras nacionalidades de Rusia contra la invasión del hombre auténticamente ruso, del chauvinista gran ruso, de ese canalla y ese opresor que es en el fondo el burócrata ruso. No es dudoso que los obreros soviéticos y sovietizados, que se encuentran en proporción ínfima, lleguen a ahogarse en ese océano de la morralla gran rusa chauvinista, como una mosca en la leche". (Ibíd. Pág. 141).
Después del asunto de Georgia, Lenin utilizó todo el peso de su autoridad en la lucha para quitar a Stalin de su puesto de Secretario General del partido, cargo que ocupaba desde 1922, tras la muerte de Sverdlov. Sin embargo, Lenin temía ahora más que antes una escisión abierta en la dirección, que en las condiciones existentes podría llevar a la ruptura del partido en líneas de clase. Por lo tanto intentó mantener la lucha en los confines de la dirección, y no se publicaron las notas ni otro material. Lenin escribía en secreto a los Bolcheviques Leninistas de Georgia (enviando copias a Kámenev y Trotsky) tomó la causa contra Stalin "con todo su corazón". Como no podía seguir el asunto en persona, escribió a Trotsky para pedirle que se encargara de la defensa de los georgianos en el Comité Central.
La prueba documental de la última lucha de Lenin contra Stalin y la burocracia estuvo prohibida durante décadas por Moscú. Se ocultaron a la base del Partido Comunista ruso y al resto del mundo los últimos escritos de Lenin. La última carta de Lenin al Congreso del partido, a pesar de las protestas de su viuda, nunca se leyó en el Congreso y permaneció encerrada bajo siete llaves hasta 1956 cuando Kruschev y compañía la publicaron junto con otras cartas sobre Georgia y la cuestión nacional. De esta forma la lucha de Lenin para defender la auténtica política del Bolchevismo y el internacionalismo proletario estuvo destinada al olvido.
"El socialismo en un solo país"
El nacionalismo y el marxismo son incompatibles. Pero el nacionalismo es el siamés inseparable del estalinismo en todas su variantes. En el fondo de la ideología estalinista está la teoría del socialismo en un solo país. Esta noción anti marxista nunca habría sido apoyada por Marx o Lenin. A finales de 1924 Stalin aún apoyaba la posición internacionalista de Lenin. En febrero de ese año en su "Fundamentos del Leninismo", Stalin resumía las opiniones de Lenin sobre la construcción del socialismo:
"Acabar con el poder de la burguesía y formar un gobierno proletario en un país no es garantía para la completa victoria del socialismo. La tarea principal del socialismo -la organización de la producción socialista- sigue pendiente. ¿Se puede llevar adelante esta tarea con la victoria del socialismo en un país, sin contar con el esfuerzo y apoyo del proletariado de los distintos países desarrollados?. No, eso es imposible. Para derrocar a la burguesía no bastan los esfuerzos de un solo país, la historia de nuestra revolución lo confirma. Para la victoria final del socialismo, para la organización de la producción socialista, no bastan los esfuerzos de un país, en particular de un país campesino como Rusia. Para esta tarea se requieren los efuerzos del proletariado de los países desarrollados. Esta es la característica principal de la teoría leninista de la revolución proletaria".
Esta es precisamente "la característica principal de la teoría leninista de la revolución proletaria", era lo que Lenin había repetido en cientos de discursos, artículos y documentos desde 1905. Pero a finales de 1924 se revisó el libro de Stalin y en su lugar se puso exactamente la idea contraria. En noviembre de 1926 Stalin afirmaba exactamente lo contrario: "El partido siempre toma como punto de partida la idea de que la victoria del socialismo en un país, y que esa tarea puede ser llevada adelante con las fuerzas de un solo país".
Estas líneas suponen una ruptura total con la política de Lenin del internacionalismo proletario. Stalin, mientras Lenin vivía, nunca se habría atravido a decir esas palabras. Al principio la "teoría" del socialismo en un solo país reflejaba el ambiente de la casta ascendente de burócratas que habían prosperado con la Revolución de Octubre y ahora deseaban poner fin al período de vendaval revolucionario. Era la expresión teórica de una reacción pequeñoburguesa contra Octubre. Bajo la bandera del socialismo en un país, la burocracia estalinista libró una guerra civil unilateral contra el Bolchevismo que finalizó con la destrucción física del Partido de Lenin y la creación de un régimen totalitario monstruoso.
El régimen edificado sobre los huesos del Partido Bolchevique finalmente destruyó todos los vestigios de la Revolución de Octubre. Pero eso no se podía prever. Después de la Revolución Rusa, la Internacional Comunista de nuevo defendía una posición correcta sobre la cuestión nacional. Pero con el desarrollo del estalinismo y la degeneración de la Tercera Internacional se perdieron todas las ideas básicas. La mayoría de los dirigentes de los Partidos Comunistas extranjeros siguieron ciegamente la línea de Moscú. Aquellos que intentaron mantener una posición independiente fueron expulsados. La Komintern pasó de ser un vehículo de la revolución proletaria mundial a ser un instrumento pasivo de la política exterior de Stalin. Cuando ya no era útil, Stalin desdeñosamente en 1943 la disolvió, sin ningún congreso.
Sólo un hombre fue capaz de anticipar a donde llevaría la teoría del socialismo en un solo país. A principios de 1928, León Trotsky avisó que si la Komintern adoptaba esta teoría, no hay duda de que empezaría un proceso que sólo llevaría a la degeneración reformista nacional de todos los Partidos Comunistas del mundo, estuvieran o no en el poder. Tres generaciones después, la URSS y la Internacional Comunista se han hecho añicos, y los Partidos Comunistas han abandonado cualquier pretensión de defender una política auténticamente leninista.
Trotsky la cuestión ucraniana
Para Trotsky, igual que para Lenin, la cuestión de cómo apoyar la demanda del derecho de autodeterminación era una cuestión concreta, la respuesta estaba totalmente determinada por los intereses del proletariado y la revolución mundial. Un buen ejemplo del método de Trotsky fue su actitud hacia Ucrania en los años treinta. El monstruoso comportamiento de la burocracia estalinista hacia Ucrania dañó seriamente los vínculos de solidaridad entre Rusia y Ucrania creados con la Revolución de Octubre.
Como Georgia, Ucrania era un país predominantemente agrícola con una aplastante mayoría de población campesina. Un país grande, con una población y tamaño comparable a Francia, tenía una importancia estratégica para los Bolcheviques. El éxito de la revolución en Ucrania era crucial para extender la revolución a Polonia, los Balcanes y lo más importante de todo, a Alemania. En enero de 1919 Christian Rakovsky, Presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo de la República Soviética de Ucrania declaraba: "Ucrania es realmente el punto nodal estratégico del socialismo. Crear una Ucrania revolucionaria significaría desencadenar la revolución en los Balcanes y dar al proletariado alemán la posibilidad de resistir el hambre y el imperialismo mundial. La revolución ucraniana es el factor decisivo en la revolución mundial". (Christian Rakovsky. Obras Escogidas. Pág. 24. En la edición inglesa).
El poder soviético se estableció en Ucrania con algunas dificultades. La mayor dificultad era el aplastante predominio del campesinado. La situación se agravó por la cuestión nacional. Aunque el idioma ucraniano es muy parecido al ruso, y son dos pueblos con una historia de siglos común (Kiev fue al principio la capital del antiguo Rus), sin embargo, los ucranianos forman un pueblo separado con su propia idioma, cultura e identidad nacional, un hecho no siempre reconocido por los chauvinistas rusos que tradicionalmente se referían a los ucranianos como los "pequeños rusos".
La división nacional en Ucrania coincidía con la división de clases en la sociedad ucraniana. Mientras que el 80 por ciento de la población eran campesinos que hablaban ucraniano, una gran parte de la población urbana eran rusos. Los bolcheviques tenían una base fuerte en las ciudades, pero eran muy débiles en el campo. De la resolución de este problema dependía el destino de la revolución ucraniana. La debilidad de los Bolcheviques se debía a que se presentaban como un partido "ruso y judío". Sin embargo como la revolución llegó inevitablemente a Ucrania, inevitablemente apareció la diferenciación de clase entre el campesinado que se reflejó en escisiones en las antiguas organizaciones tradicionales ucranianas. El acontecimiento más importante fue la evolución de los Borotbits -el equivalente ucraniano a los Socialrevolucionarios de Izquierda rusos. Durante la Guerra Civil, los Borotbists se unieron con los Bolcheviques para luchar contra los Blancos (Petlyura). A pesar de las dudas de los Bolcheviques Ucranianos, Lenin exigía insistentemente que se unificaran con los Bortbists. Después de muchas dificultades, los Borotbists finalmente se fusionaron con el Partido Comunista, que dieron al partido por primera vez una base de masas en el campesinado ucraniano. Esto fue decisivo para la victoria de la revolución en Ucrania.
Es verdad que después existieron muchos problemas con la desviación "nacionalista" en el partido ucraniano. Pero se superaron con la paciencia y el tacto que siempre caracterizaron la política de Lenin y Trotsky sobre la cuestión nacional. Sin embargo, la llegada de Stalin y la degeneración burocrática del estado soviético exacerbó el creciente descontento en Ucrania. En el Veinte Congreso del partido en 1923, Rakovsky dirigió la lucha contra la creciente tendencia hacia la burocracia y el chauvinismo Gran Ruso. En un discurso valiente al Congreso, Rakovsky identificó claramente las raíces del problema, Lenin se haría eco de ello: "Stalin sólo ha dado media explicación. Existe una segunda explicación más importante, la diferencia por un lado entre nuestro partido y nuestro programa, y por el otro lado nuestro aparato del estado. Esta es la cuestión central y crucial". (Ibíd.. Pág. 33).
"Nuestras autoridades centrales comienzan a ver la administración del país desde el punto de vista de la conveniencia. Naturalmente que es aburrido administrar veinte repúblicas y sería más útil que todo el país estuviera unido. Desde el punto de vista burocrático esto sería más simple, fácil y agradable". (Ibíd..).
La concentración de poder en manos de una nueva aristocracia privilegiada de burócratas tuvo un efecto desastroso sobre la cuestión nacional en la URSS. La aventura burocrática de la colectivización forzosa tuvo consecuencias devastadoras en la Unión Soviética, pero sobre todo en Ucrania. Las purgas de Stalin comenzaron antes en Ucrania que en el resto del país debido a la oposición de los campesinos ucranianos a esa locura. A su vez se reflejaba la oposición existente en las propias filas del Partido Comunista Ucraniano. Entre 1933 y 1936, el Partido ucraniano fue diezmado por Stalin. En un solo un año, 1933, más de la mitad de todos los secretarios regionales del Partido fueron purgados. Muchos eran partidarios de Stalin, como Skrypnik, el viejo bolchevique y destacado dirigente del Partido ucraniano que se suicidó en 1933, para protestar por las purgas. Esto fue sólo el primer golpe. En 1938, en el punto álgido de las Purgas de Moscú, casi la mitad de todos los secretarios de las organizaciones del partido fueron de nuevo purgados. Esto era una advertencia para que comprendieran que sólo se toleraría la completa servidumbre a la burocracia de Moscú.
Desde su exilio Trotsky seguía estos acontecimientos con gran alarma. Observó que las Purgas habían golpeado más duramente a Ucrania que a otra república, y señaló que las medidas opresivas de la burocracia rusa pondrían una tensión intolerable en los lazos entre Ucrania y el resto de la Unión Soviética. El peligro de una resurgimiento del nacionalismo burgués contrarrevolucionario ucraniano era evidente para él. En esas circunstancias esa tendencia encontraría un poderoso eco en el campesinado. Trotsky también advertía de la inevitabilidad de una nueva guerra mundial si Hitler intentaba conquistar la Unión Soviética. En estas circunstancias la cuestión ucraniana adquiría una importancia fundamental para el futuro del mundo.
Fue en estas condiciones específicas en las que Trotsky anticipó la consigna de una Ucrania Soviética Socialista e independiente. Su intención era clara: cortar el terreno debajo de los pies de los nacionalistas burgueses ucranianos que querían la separación de Ucrania de la URSS sobre bases reaccionarias, y que inevitablemente significaría entregar Ucrania con su colosal potencial agrícola e industrial a Hitler. Trotsky comprendía que una revolución política en Ucrania inevitablemente situaría en el orden del día la cuestión nacional. Y comprendía que las cosas habían llegado demasiado lejos para evitar que Ucrania se separase de una unión forzosa que ahora en las mentes de los campesino estaba asociada a la violencia, el sufrimiento y la humillación nacional. La tarea de los BolcheviquesLeninistas ucranianos era por tanto dar al movimiento nacional ucraniano un contenido socialista y no burgués.
Una revolución triunfante en Ucrania tendría un tremendo impacto en Rusia y en los estados vecinos -sobre todo en Ucrania occidental- que languidecía bajo la rueda de la dictadura Bonapartista de Pilsudski en Polonia. La reunificación de Ucrania sobre la base de un régimen socialista soviético independiente habría llevado a la caída de Pilsudski y el principio de la revolución socialista en Polonia. Esto a su vez habría animado a la clase obrera alemana a levantarse contra Hitler. En 1919 por esa razón se consideraba a Ucrania la "llave de la revolución mundial", si la clase obrera hubiera llegado al poder, incluso separada de Rusia, ya que la puerta para una federación con Rusia se abriría más tarde. Sin embargo las cosas salieron de forma diferente a lo esperado por Trotsky. La Segunda Guerra Mundial cortó estas perspectivas.
Cuando Stalin en 1939 firmó el célebre Pacto con Hitler y envió al Ejército Rojo a ocupar parte de Polonia, incluida Ucrania Occidental. Trotsky avisó que Hitler rompería su acuerdo y atacaría la URSS. En esta situación el descontento nacional en Ucrania sería una amenaza mortal para la Unión Soviética. "Con esto Hitler cumple dos objetivos: primero, arrastrar a la URSS a su órbita militar; segundo, avanzar un paso más en la solución de su programa de una Gran Ucrania. La política de Hitler es la siguiente: establecer un orden determinado para sus conquistas, una después de la otra, y crear, con cada nueva conquista, un nuevo sistema de amistades. En la etapa actual Hitler concede la Gran Ucrania a su amigo Stalin como depositario interino. En la próxima etapa planteará el problema de quién es el propietario de Ucrania, él o Stalin. (Trotsky. Escritos. Buenos Aires. Pluma. 1976. Tomo XI. Vol. 1. Pág. 125).
Trotsky advirtió que la opresión nacional de Ucrania por la gran burocracia estalinista rusa empujaría a los ucranianos a los brazos de Hitler. Precisamente por esta razón, y en un contexto histórico en particular, Trotsky adelantó la consigna de una Ucrania soviética e independiente, como una forma de combatir el reaccionario nacionalismo burgués ucraniano y ganar a los trabajadores y campesinos ucranianos a la idea del poder soviético. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial escribía:
"La orientación pro alemana de un sector de la opinión ucraniana se mostrará ahora en su carácter reaccionario y su utopismo. Sólo queda la orientación revolucionaria. La guerra hará marchar el proceso a paso redoblado. Para que éste no nos tome desprevenidos hay que adoptar una posición clara y oportuna sobre la cuestión ucraniana". (Ibíd. Pág. 117).
En 1941 exactamente un año después de que Trotsky fuera asesinado por un agente de Stalin, Hitler invadió la Unión Soviética, tal como Trotsky había pronosticado. Y como él temía, muchos ucranianos, en especial los campesinos, al principio miraron hacia Alemania con cierto grado de esperanza, o al menos resignación. Pero pronto cambió fruto de la demente política racista de los nazis, con su locura de "razas inferiores". Si la Unión Soviética hubiese sido invadida por tropas americanas con mercancías americanas el resultado habría sido diferente. Pero las tropas de Hitler no llegaron con mercancías baratas sino con cámaras de gas. El resultado fue que la población, no sólo la ucraniana sino en toda la URSS se levantó para luchar contra los invasores nazis. Al final el número de colaboradores era muy pequeño, incluso en Ucrania. A pesar de todos los crímenes del estalinismo, lo veían como el mal menor.
Es importante comprender que Trotsky veía a Ucrania como un caso especial. Lanzó la consigna provisional de una "Ucrania socialista soviética" independiente por razones especiales. No ocurrió igual con las demás repúblicas de la URSS. Es más, esta consigna ya no es aplicable a Ucrania. Después del colapso de la URSS, Ucrania -junto con las demás antiguas repúblicas- ha conseguido la independencia. Pero diez años después la experiencia de las bendiciones tanto de la independencia como del capitalismo, las masas en Ucrania ahora no tienen nada. Han extraído las conclusiones del colapso espantoso de su economía y su cultura. Ahora hay un ambiente cada vez más importante a favor de la reunificación de la Unión Soviética. Desde luego, los Ucranianos quieren los derechos democráticos, entre ellos la autonomía para gestionar sus propios asuntos y el respeto a sus justas aspiraciones nacionales, el idioma y la cultura. Quieren ser tratados como iguales, no como "pequeños rusos" de segunda clase. En otras palabras, quieren una auténtica Federación Socialista, basada en los principios leninistas. Ese es también nuestro programa. En estas circunstancias concretas plantear la antigua consigna de una "Ucrania soviética independiente" sería ridículo. Iríamos por detrás del ucraniano medio que comprende que la independencia no ofrece solución.
Más estúpido aún es intentar aplicar la antigua consigna de Trotsky de una forma mecánica a Kosovo, como las sectas intentan hacer. Han tropezado con una frase de los escritos de Trotsky de los años treinta, y la repiten como papagayos, sin la más mínima comprensión de por qué Trotsky planteó esta consigna y su significado. El método dialéctico, utilizado tanto por Lenin como por Trotsky, parte de la proposición elemental de que "la verdad es siempre concreta". Ya hemos explicado las razones específicas por las que Trotsky en ese caso particular (y sólo en ese caso) defendía una consigna particular. Pero el caso de Kosovo, más de medio siglo después, no guarda ninguna relación con ese caso.
Explicaremos en otra parta nuestra actitud hacia la cuestión de Kosovo (ya la hemos explicado muchas veces antes). La disolución de Yugoslavia -como la de la URSS- fue un acontecimiento totalmente reaccionario, que no podemos apoyar. Y como siempre en los Balcanes, detrás de cada movimiento nacional está una gran potencia moviendo los hilos. Para las grandes potencias las pequeñas naciones son una pequeña moneda que puede ser utilizada y tirada a su voluntad. El elemento decisivo en la ecuación fueron las maniobras del imperialismo USA, disfrazado con la bandera de la OTAN. El ELK es un movimiento completamente reaccionario que, en este caso, actuó como una agencia local del imperialismo americano. En las circunstancias dadas, como hemos repetido una y otra vez, desde el principio la guerra en Kosovo -en teoría bajo la bandera de la "autodeterminación" de Kosovo- sólo podía terminar con la creación de un protectorado americano en Kosovo. Y eso es lo que ha ocurrido. Si todavía hay alguien que está tan ciego que es incapaz de ver esto lo sentimos por él.
Nos gustaría saber ¿qué tiene que ver esto con la autodeterminación? ¿De qué forma la actual abominación ayuda a la causa de la clase obrera y del socialismo?. El ELK, que es una organización fundamentalmente de gánsters, involucrada en el tráfico de drogas, estafas y el asesinato sistemático de serbios, gitanos y otras minorías nacionales, está intentando instalarse en el poder con la esperanza de conseguir la independencia después. Pero esto es imposible. Un Kosovo independiente significaría una guerra en los Balcanes, en la que estaría involucrada no sólo Yugoslavia, sino también Albania, Macedonia, Grecia, Bulgaria y Turquía. Por eso los imperialistas americanos se oponen a ella. Pero como continúa el refrán: "los locos corren raudos allí donde los ángeles temen pisar". Los sectarios dicen ¿qué importa si esto conduce a una guerra Balcánica? Lo que importa es ¡un Kosovo independiente!. Esto sería una locura. Pero entonces otros sectarios, aún más locos, añaden un nuevo giro aún más original: "Independencia, sí, pero debe ser soviética y socialista".
Es una lástima que los escritos de estos sabelotodos no estén disponibles para el cuartel general de la OTAN, que sin duda necesita un poco de luz y diversión de vez en cuando. El ELK no tiene nada que hacer sin el ejército americano detrás. En realidad, es un brazo auxiliar del ejército americano. Como tal, no tiene un significado independiente. Sólo sobre los lomos del ejército USA el "heroico" ELK entró en Kosovo. Y sólo con el consentimiento americano pueden funcionar. Si, como es posible, el ELK se sale de la raya, pronto se ocuparán de ellos. La realidad es que el imperialismo ahora domina Kosovo, y que permanecerá allí por mucho tiempo, porque no se puede retirar fácilmente. Esa es la realidad concreta en Kosovo. Esta es la "autodeterminación" que han traído las bombas americanas. Esperar algo diferente era una estupidez. Aquellos que se autodenominan marxistas no sólo apoyaron esta actuación, más aún, la exigían. Uno de estos caballeros (un "teórico marxista" ) escribió a Robin Cook, el Ministro de Exteriores británico, exigiendo que la OTAN bombardeara Yugoslavia. Ellos estaban a favor de la "autodeterminación", de la "independencia" e incluso de un Kosovo "socialista independiente". Pero ahora cuando se enfrentan a la realidad concreta de un nuevo enclave imperialista en los Balcanes y el horrible espectáculo de una antigua nacionalidad oprimida asesinando y oprimiendo a otras nacionalidades, ¿qué pueden decir?.
La cuestión nacional precisamente es una trampa para aquellos que no piensan las cosas hasta el final. A menos que mantengas una posición firme de clase, siempre acabarás cambiando una opresión por otra. Kosovo es otro ejemplo de esto.
La cuestión nacional y el estalinismo
Lenin explicaba que la cuestión nacional, en el fondo, es una cuestión de pan. El desarrollo económico rápido de la URSS, posible gracias a la economía nacionalizada y planificada, significó un aumento importante del nivel de vida y cultural de todos los pueblos de la Unión Soviética. La mayor conquista se logró en las repúblicas más atrasadas del Cáucaso y Asia Central. Entre 1917 y 1956, la producción industrial en la URSS aumentó en más de 30 veces. Pero la de Kazajstán creció 37 veces, Kirghizia 42 veces y Armenia 45 veces. Lo mismo ocurrió en Uzbekistán, Tadzhiskistán, etc., Y a pesar de estos logros impresionantes, la opresión nacional aún existía en la Unión Soviética. Los alardes de la burocracia estaban infundados. El siguiente pasaje es típico de la época:
"La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es un tipo de estado multinacional nunca antes conocido en la historia, está fundada sobre los principios de la cooperación fraternal y la ayuda mutua. Está formada por naciones socialistas (¿) -rusos, ucranianos, georgianos, uzbecos y demás. Estas son naciones de una clase nueva (¿) sin paralelo en la historia. Son naciones de personas trabajadoras libres de cualquier tipo de opresión y explotación. Están unidas por la unidad moral y política, y por la auténtica amistad de los pueblos para construir una nueva sociedad. Estas naciones tienen una nueva naturaleza moral y política que se manifiesta en una cultura común, de contenido socialista y nacional en su forma. Han sido educados por el Partido Comunista con el espíritu del patriotismo, la amistad entre los pueblos y el respeto por los derechos de los otros pueblos, con el espíritu del internacionalismo". (Introducción a las Cuestiones de Política Nacional e Internacionalismo Proletario de Lenin. Pág. 11.).
Los mitos edulcorados por la burocracia que presentaba las relaciones entre los pueblos de la URSS de una forma idealizada guardaba poca relación con la situación real. Este no es el lugar de tratar en detalle la evolución de la Unión Soviética después de la muerte de Lenin. Remitimos al lector al libro "Rusia: de la revolución a la contrarrevolución", de Ted Grant, en donde se trata con gran detalle la cuestión nacional en la URSS. Basta decir que el chauvinismo monstruoso de Stalin y la burocracia sirvió para minar la solidaridad que existía entre los diferentes pueblos de la Unión Soviética, y preparó el camino para la ruptura de la URSS en detrimento de todos los pueblos. Es imposible explicar el rápido colapso de la URSS si se acepta la propaganda estalinista de que todo era perfecto. La verdad es muy diferente.
Bajo Stalin se cometieron los actos más monstruosos contra las minorías nacionales en la URSS. Las purgas terminaron la tarea comenzada por Stalin en 1922,la liquidación de lo que quedaba del Partido Bolchevique. A mediados de 1937 lanzaron un ataque contra los Partidos Comunistas de todas las repúblicas nacionales. Se incluyeron dirigentes de los partidos nacionales en el famoso juicio a Bujarin en marzo de 1938. Los dirigentes eran con frecuencia acusados de "nacionalismo burgués" y ejecutados. Después comenzaba el arresto en masa y las deportaciones. El número exacto de las víctimas de las Purgas de Stalin con toda probabilidad nunca se conocerá, pero lo cierto es que sumaron millones. A ucranianos, armenios y georgianos no les servía de consuelo ver que el pueblo ruso sufría de la misma forma. El extremo nacionalismo ruso de Stalin se resume en un discurso reeditado por Pravda el 25 de mayo de 1945, donde declaraba que el pueblo ruso era "la nación más excepcional de todas las naciones de la Unión Soviética… La guía y la fuerza de la URSS". Por implicación todas las demás nacionalidades eran pueblos de segunda categoría que debían aceptar la "guía" de Moscú. Esta concepción viola la letra y el espíritu de la política leninista sobre la cuestión nacional.
El crimen más monstruoso cometido por Stalin fue la deportación en masa de las nacionalidades, puesta en práctica durante la Segunda Guerra Mundial. En el transcurso de la guerra no menos de siete pueblos fueron deportados a Siberia y Asia Central en condiciones inhumanas. Este fue el destino de los Tártaros de Crimea, los Germanos del Volga, los Kalmyks, Quarachais, Balcares, Cherkeses, y los chechenios. La NKVD, la policía secreta de Stalin, rondaba a todos -hombres, mujeres, niños, ancianos, enfermos, comunistas y sindicalistas- y les ordenaba entrar a los vagones a punta de pistola con las pocas posesiones que les daba tiempo a recoger. Un gran número murieron en el trayecto o a la llegada, de frío, hambre y agotamiento. Los soldados luchaban en el frente, incluso aquellos condecorados por su valentía eran arrestados y deportados. El legado de amargura creado por estos actos de crueldad, barbarie y opresión nacional persisten hoy en día. Se expresó en la ruptura de la Unión Soviética y la pesadilla de Chechenia.
La rusificación de los pueblos no rusos también se comprobó en la composición de los órganos de dirección de los Partidos "Comunistas" de las Repúblicas. En 1952, sólo la mitad de los oficiales dirigentes en las Repúblicas Bálticas y de Asia Central eran de la nacionalidad local. En otras partes la proporción era aún peor. Por ejemplo en el Partido de Moldavia sólo el 24,7 por ciento eran moldavos, mientras que sólo el 38% de los reclutas del Partido Tadjik en 1948 eran Tadjiks.
Una de las características más repulsivas del estalinismo fue el antisemitismo. El Partido Bolchevique siempre había luchado contra el antisemitismo. Consecuentemente los judíos miraron hacia la Revolución de Octubre como su salvación. Los Bolcheviques concedieron a los judíos los mismos derechos y plena libertad. Su idioma y cultura fueron estimulados. Incluso formaron su propia república autónoma, los judíos que querían una patria separada la tendrían. Pero con Stalin todos las antiguas suciedades racistas resurgieron. Los judíos comenzaron de nuevo a convertirse en chivos expiatorios. Ya en los años veinte, Stalin utilizó el antisemitismo contra Trotsky. Como los judíos formaban una parte importante de los antiguos Bolcheviques, sufrieron desproporcionadamente las purgas. Después de la Segunda Guerra Mundial, empezó una campaña antisemita, medicos acusados de intentar envenenar a Stalin fue la señal que comenzó una campaña antisemita contra los médicos que en gran parte eran judíos. Después de formar el estado de Israel en 1948 (al principio apoyado por Moscú), la cultura judía, hasta entonces tolerada, fue prohibida. Todas las publicaciones en Yiddish se cerraron, lo mismo ocurrió con los teatros yiddish. En 1952, un año antes de la muerte de Stalin, asesinaron a prácticamente todos los líderes de la cultura judía, y un gran número de judíos fueron arrestados. Sólo la muerte de Stalin evitó una nueva purga. Incluso hoy, están presentes elementos de antisemitismo en el llamado Partido "Comunista" de Zyugánov. Eso en sí mismo es suficiente para demostrar el abismo que separa al estalinismo (y neo estalinismo) del auténtico leninismo.
La URSS ha colapsado en una mezcolanza de guerras y conflictos. "La vida enseña", le gustaba decir a Lenin. Y la vida ha enseñado a los pueblos de la Unión Soviética algunas lecciones muy crueles. El fracaso del socialismo en un solo país ha estallado ante las narices de la burocracia que ahora está ocupada transformándose en una nueva clase de explotadores capitalistas. Nadie puede ignorar el hecho de que en la época moderna la economía mundial es el factor determinante. "El socialismo en un solo país" ha quedado como una utopía reaccionaria.
La actual pesadilla del colapso económico, las guerras y los conflictos étnicos son la herencia envenenada de décadas de dominio burocrático totalitario de Moscú. Sin embargo el capitalismo no ofrece salida a las antiguas repúblicas de la URSS. La independencia formal no ha solucionado nada. Todo lo contrario. La ruptura de los lazos que las conectaban a un plan común de producción ha llevado al colapso del crecimiento económico y comercial, con resultados terribles para las masas. La reconstrucción de la URSS sería un paso progresista, pero el regreso al antiguo sistema burocrático no sería una solución duradera. Todas las antiguas contradicciones saldrían a la luz y el resultado sería una nueva crisis. Es necesario regresar a las ideas y programa originales de Lenin y Trotsky: un régimen democrático de poder obrero (soviético) en el que la clase obrera de todas las repúblicas pueda formar una Federación Socialista basada en la genuina igualdad y fraternidad y no en el predominio de una nación sobre las demás.
A pesar de todo, la perspectiva para la transformación socialista aún permanece. A pesar del espantoso colapso del período pasado, Rusia ya no es el país campesino atrasado y analfabeto de 1917. Una vez que la clase obrera tome el poder en sus manos se moverá en dirección al socialismo, aunque la victoria final sólo se puede dar a escala mundial. Sin embargo Rusia y los países del CEI tienen un potencial productivo gigantesco, y no menos una fuerza laboral poderosa y educada -un factor clave para el desarrollo de una tecnología basada en la nueva información. El capitalismo ha demostrado que es incapaz de aprovechar este potencial. Pero una economía planificada y nacionalizada puede transformar rápidamente toda la situación.
Sobre la base de una economía moderna, donde la clase obrera es ahora la aplastante mayoría de la sociedad, un plan socialista y democrático de la producción aprovecharía los inmensos recursos naturales, humanos y tecnológicos de un territorio que producirá tal abundancia que en un período de tiempo relativamente corto todas las antiguas rivalidades y sospechas quedarían en insignificancias, como un mal recuerdo del pasado. El camino se abriría para la mezcla de los pueblos en una mancomunidad socialista, con todo lo que significaría en términos de desarrollo cultural humano. Tal visión de futuro es mucho más inspiradora que las ideas misantrópicas del nacionalismo.