Crisis en Pakistán

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El gobierno actual del Partido del Pueblo de Pakistán, que es el partido tradicional de los trabajadores de Pakistán, rápidamente están desenmascarándose a los ojos de las masas. Existe un profundo y creciente resentimiento en las filas del partido y los trabajadores buscan una dirección alternativa. Los marxistas de Pakistán están defendiendo las ideas del socialismo revolucionario ante los trabajadores y campesinos dentro del partido. Están desenmascarando abiertamente la política de derecha de la dirección, al gobierno y la corrupción en la que están implicados.

Pakistán siente el calor de la crisis económica mundial junto con la devastación del monstruo moribundo del capitalismo. Uno de los eslabones más débiles de la cadena del capitalismo mundial, Pakistán, está al borde de la bancarrota. Sus reservas económicas se agotan rápidamente y el déficit de la economía estatal aumenta de manera exponencial. La rupia pierde valor frente al dólar y el euro a saltos agigantados, aunque la inyección de 20.000 millones de dólares que ha hecho el Banco Central ha permitido un respiro temporal, pero en los próximos días la rupia sufrirá otra devaluación.

La crisis económica que se ha ido desarrollando durante estos últimos años ha preparado las bases para el colapso de las infraestructuras en todo el país. La crisis de suministro de trigo y otros productos alimenticios básicos de estos últimos meses ha destrozado la estructura básica de la sociedad y ahora comprar un saco de trigo a un precio astronómico es una tarea desalentadora.

El último colapso de las infraestructuras es el suministro eléctrico. Cada día se corta la electricidad durante 18 horas en las pequeñas ciudades y pueblos, mientras que en las grandes como Lahore, Karachi e Islamabad no hay electricidad durante 14 o 16 horas diarias. A pesar de eso, el precio de la electricidad ha aumentado un 75 por ciento.

Esta situación ha alimentado la furia de las masas, han estallado disturbios contra los cortes de electricidad y su elevado precio en cada uno de los rincones del país. Las mujeres han salido de sus casas para protestar contra el alto precio de la factura eléctrica. Han quemado las facturas en las calles, jóvenes y trabajadores furiosos han saqueado y destrozado las instalaciones de WAPDA (Empresa de Agua y Electricidad). Han quemado sus oficinas en distintas ciudades y cada día hay bloqueos de carreteras.

Aquí podemos ver todo un sistema social y económico en situación de colapso. Esta situación ya lo pronosticamos los marxistas hace unos meses. Es el resultado de la llamada "economía de filtración", donde nada excepto los males del sistema capitalista se ha filtrado a las masas explotadas.

Muchos intelectuales y economistas burgueses hasta el día de ayer alababan el neoliberalismo y la economía de mercado. Estos intelectuales burgueses vulgares ahora tienen que comerse sus palabras. Los predicadores del desarrollo eterno y el boom del capitalismo ahora buscan donde esconderse. Los que defendieron la teoría del "fin de la historia" tras al colapso de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, pueden ver ahora la bancarrota de sus ideas y teorías. La burbuja financiera mundial ha estallado. El ascenso ilógico del capitalismo contra las leyes de la gravedad está ahora llegando a su final lógico. Las monstruosas instituciones financieras imperialistas están en bancarrota. Billones de dólares del capital ficticio creado ahora han desaparecido.

El injusto edificio del capitalismo ahora parece una casa fantasmal. Pero a pesar de esta crisis, el capitalismo no caerá por sí mismo y derramará más sangre de la civilización humana, de las sociedades y las culturas. Tendremos que cavar su tumba mediante nuestra lucha consciente, algo para lo que está trabajando la Corriente Marxista en Pakistán y en todo el mundo.

La economía balanceándose al borde del precipicio

Pakistán es un estado fracasado y la actual crisis económica global ha incrementado sus sufrimientos. La economía pakistaní está al borde de la bancarrota. Sus reservas de divisas sólo sirven para el funcionamiento de la economía durante dos meses. Los funcionarios gubernamentales en Pakistán mendigan ayudas a las instituciones financieras mundiales, pero hasta ahora no han conseguido ninguna respuesta satisfactoria. Han recibido muchas promesas y garantías pero nada de ello ha llegado aún. La economía pakistaní durante los últimos años se ha vuelto muy dependiente de la inversión extranjera de las distintas multinacionales y empresas mediante la privatización de sectores vitales de la economía. Esta IDE (Inversión Directa Extranjera) fue una de las principales razones para el aumento del PIB que alcanzó casi el 7 por ciento estos años. Pero toda esta inversión tenía como propósito hacer estragos en esos sectores. Las multinacionales consiguieron grandes beneficios dejando a miles de trabajadores sin empleo y toda la infraestructura en ruinas.

La deuda externa y el pasivo han aumentado más de 705.000 millones de rupias en seis meses como consecuencia del aumento del valor de la rupia, más de un 25 por ciento o 15 rupias por dólar. La deuda externa total ha aumentado 7.000 millones de dólares desde junio de 2007, situándose ahora en 47.000 millones de dólares.

La deuda total del país alcanza ahora los 7 billones de rupias, aproximadamente 1,4 billones más que en marzo de 2008, cuando el endeudamiento se situaba en 5.600 millones de rupias. Aquí se incluyen los 3.4 billones de rupias en préstamos domésticos y los 3,6 billones de rupias en préstamos externos.

El costo de proteger los bonos soberanos de la bancarrota ha pasado de 788,8 puntos básicos el 22 de agosto a 975 puntos básicos, superando en el primer lugar del ranking a Argentina, convirtiéndose en el país de más riesgo para la inversión. Las reservas de divisas han pasado de su pico de octubre de 16.500 millones de dólares a sólo 7.320 millones de dólares, menos de tres meses de importaciones, mientras que los déficits comercial y por cuenta corriente se amplían.

Mientras tanto, las cuentas federales consolidadas del año pasado mostraban que el déficit presupuestario había aumentado hasta el récord de 777.200 millones de rupias o el 7,4 por ciento del PIB durante 2007-2008, para ello tuvo que recurrir a préstamos bancarios por valor de 635.000 millones de rupias y reducir el gasto en desarrollo en más de 75.000 millones de rupias. La característica más deprimente fue una masiva reducción de la recaudación que pasó de 14.3 por ciento del PIB comparado con el 14,9 por ciento en 2006-2007, a pesar de haber tenido más ingresos en términos absolutos.

Durante la visita que la semana pasada hicieron al país dos funcionarios de los bancos imperialistas pidieron a Pakistán que introdujera decisiones para la estabilización macroeconómica eliminando, entre otros, los subsidios a los productos derivados del petróleo, reducir el préstamo interno y un tipo de cambio flexible, algo necesariamente doloroso para dominar el enorme déficit fiscal.

El precio del petróleo se subió cuando el coste del barril estaba a 150 dólares en el mercado internacional. Pero desde entonces el precio ha caído debido a la crisis económica mundial y está en casi 65 dólares barril, pero los precios en Pakistán aún siguen iguales. Este es uno de los pequeños ejemplos del nivel del saqueo que llevan a cabo las multinacionales en Pakistán.

A pesar de ser un país agrícola Pakistán tienen que importar todos sus principales alimentos para satisfacer las necesidades del país, al mismo tiempo, la tasa de crecimiento de la agricultura pasó del 6,5% al 1,5% desde 2005 al año actual.

En los últimos años hemos visto el declive la gran industria manufacturera debido a las enormes inversiones dedicadas a sectores no productivos.

En esta situación crítica el Banco Central, imitando a las potencias imperialistas, ha lanzado un plan de rescate por valor de 270.000 millones de rupias. Correrá la misma suerte que los de Gran Bretaña o EEUU. Otras medidas han sido la implantado ya han fracasado antes, una de ellas es la privatización agresiva.

La privatización del sector energético y el creciente papel de los PPI (Productores Independientes de Energía) son los responsables de la crisis energética y del colapso de la infraestructura eléctrica básica. La escasez de 4.500 a 6.000 megavatios provoca serios cortes que no sólo afectan a las grandes unidades industriales sino que también devastan la pequeña industria. Debido a la actual crisis energética millones de trabajadores industriales se han quedado sin empleo y obligados a vivir en condiciones miserables.

Más del 45 por ciento de la industria textil en Karachi está cerrada y también muchas otras industrias como el acero, productos deportivos, prendas de vestir, etc., Esta escasez de electricidad no sólo afecta a la industria sino que también obstaculiza la vida normal, por ejemplo provoca escasez de agua utilizada en las casas y para otras actividades cotidianas básicas.

El dolor de la privatización

El gobierno encabezado por el PPP está infligiendo el dolor de la privatización sobre la clase obrera incluso a un nivel superior al de sus predecesores. Sin embargo, los trabajadores están respondiendo a este ataque con todas sus fuerzas. KESC (Empresa de Suministro Eléctrico de Karachi) fue privatizada por el anterior gobierno debe suministrar todas las necesidades eléctricas de Karachi, pero desde que se privatizó la situación ha ido a peor. Los propietarios privados han aumentado el costo de la electricidad para conseguir mantener su tasa de beneficio y en menos tiempo. La actual situación calamitosa del suministro eléctrico en Karachi es consecuencia de la privatización. La furia de las masas en todo el país se ha podido ver en violentas protestas contra el gobierno actual. Estos enfrentamientos entre las masas y el Estado está provocando malestar social, pero el gobierno no ofrece ninguna solución excepto celebrar reuniones y ruedas de prensa.

Justo antes del comienzo del invierno la población se enfrenta a cortes de gas natural que aumentarán en los próximos meses creando más frustración y mayor malestar. En muchas industrias ya se ha cortado el suministro de gas lo que provocará una gran caída de la industria.

Sin embargo, el gobierno de Zardari está aplicando una política antiobrera siguiendo los dictados de las instituciones financieras imperialistas. Una de las principales características de esta política draconiana es la privatización.

Actualmente está en proceso la privatización de la reserva de gas natural de Qadirpur de la que Zardari quiere quedarse una buena parte. En 2002 Merrill Lynch propuso la venta del campo de gas Qadirpur de OGDCL (Empresa para el Desarrollo del Gas y el Petróleo) como una entidad separada, en aquel momento fue rechazado por la dirección de la empresa. Pero ahora de nuevo se ha propuesto su venta y parece que no ahora no hay obstáculo a este acto criminal, excepto las protestas de los trabajadores OGDCL a los que se han unido los activistas de la Campaña por la Defensa de los Sindicatos de Pakistán (PTUDC).

Situado a ocho kilómetros de Ghotki en Sindh, este campo de gas fue descubierto por OGDCL en 1990 y comenzó a suministrar gas al sistema nacional en septiembre de 1995. Sus reservas le convierten en el mayor campo de gas de Pakistán. Suminsitra 550 mmcfd de gas procesado a SNFPL y 48 mmcfd a Liberty Power Ltd, así contribuye al 18 por ciento de la producción total de gas del país. También produce 950 barriles diarios de gas condensado. Los ingresos anuales netos para el gobierno, que cuenta con el 75 por ciento de las acciones, son de 451 millones de dólares. Con la ampliación de su capacidad a 640 mmcfd a finales de octubre de 2008 este ingreso neto se espera que pase a 542 millones de dólares.

Técnicamente, el campo de gas de Qadirpur tiene siete reservas distintas de las que sólo tres: Alto Sui, Sui principal y Habib Rahi, tienen unas reservas probadas de gas natural de 3,7 billones de pies cúbicos. De las otras cuatro reservas todavía no se conoce la capacidad total. Con las tres ya comprobadas se estima que el valor de este campo es de 5.000 millones de dólares. No obstante, el gobierno planea venderlo a "precio de saldo", aunque  planea quedarse con una parte  y así contener la furia de los trabajadores.

Incluso desde un punto de vista burgués supone vender una mina de oro por menos de la mitad de su precio, además de las instalaciones, una gran porción de tierra y toda la red de desarrollo. La clase dominante actual ha  nacido del pantano del capitalismo y es la peor manifestación de la economía de mercado. Los futuros propietarios de este campo de gas conseguirán un 100 por ciento de reembolso de su inversión en menos de tres años, con el consiguiente aumento de la factura para los consumidores.

Pero los trabajadores del campo de gas de Qadirpur están luchando en contra de esta privatización. A la protesta se han unido trabajadores de otras industrias de la región y se ha formado un comité de trabajadores a nivel de distrito. Ha habido también protestas y huelgas en otros campos de OGDCL en Pakistán. El 22 de octubre hubo una gran manifestación frente al parlamento en Islamabad con casi mil trabajadores personal de administración. Este movimiento está inspirando a otros trabajadores de distintas instituciones e industrias de Sindh y el sur del Punjab.

Los imperialistas y la clase dominante pakistaní intenta perpetuar las fuerzas oscuras del fundamentalismo y el fascismo para contrarrestar la rabia de los trabajadores, para ello inyectan grandes sumas de dinero para extender el terrorismo y asustar a los oprimidos y parados, pero no van a tener éxito.

Los imperialistas, el ejército y los talibán. ¿Amigos o enemigos?

Ahora es un secreto a voces que la guerra contra el terrorismo realmente es una guerra contra la clase obrera. Específicamente, si hablamos del carácter de la guerra en las fronteras occidentales de Pakistán aparentemente se puede ver inestabilidad y fracciones dentro de los servicios de inteligencia y seguridad pakistaníes. Pero en general, la clase dominante de Pakistán, el ejército y el imperialismo norteamericano utilizan esta guerra contra la lucha de clases y para aterrorizar a la clase obrera. Uno de los principios básicos de la dialéctica es que todo tiene su negación. Por esa razón temen llegar a un punto que los trabajadores vayan más lejos y entren en la escena de la historia con sus luchas revolucionarias, y que finalmente este movimiento afecte a toda la sociedad.

El nivel consciente de las masas en estas zonas fronterizas está directamente afectado por la guerra y cada vez es mayor la agresión del Estado, el imperialismo y el extremismo religioso son lo mismo. ¿Por qué estos enormes batallones de las fuerzas armadas no han conseguido controlar una fuerza de sólo 500 o 2.000 extremistas religiosos en Malakand? Lo mismo ha ocurrido en las zonas tribales fronterizas con Afganistán. Los combatientes de ambos lados están equipados con el mismo tipo de armas y en cantidades muy similares.

Ni el ejército pakistaní ni las fuerzas imperialistas pueden ganar la guerra ni terminar con el terrorismo. Ganan miles de millones de dólares en el tráfico de drogas procedente de las plantaciones de opio de Afganistán. Su relación real es la del dinero y son amigos o no dependiendo de este comercio de narcóticos. No obstante, allí donde están amenazados sus intereses de clase, los imperialistas se unen con los generales del ejército pakistaní y utilizan a fundamentalistas a sueldo para reprimir a la clase obrera.

Aumenta la resistencia de la población en estas zonas contra estas fuerzas reaccionarias y no tardará mucho en llegar el momento en que la población llegue a la conclusión de que ambas partes son realmente representantes por igual de este sistema capitalista. Esta guerra fue impuesta de una manera dramática para tener el control sobre los recursos y garantizar el capital financiero de los imperialistas. León Trotsky dijo en cierta ocasión que las fuerzas fascistas dentro de la sociedad pueden parecer dominantes debido a la ausencia de la participación del proletariado en la política y con la debilidad de la burguesía. Pero cuando la guerra de clase comience y demuestre su fuerza, será el fin de estas fuerzas conservadoras y fascistas. Esto va a suceder muy pronto en Pakistán. Las entrevistas a los refugiados de Bajur y las protestas de masas en Mingora dan una imagen de lo que está ocurriendo en esas zonas.

En esta situación tan crítica para el país y con el vacío político que  reina en la sociedad, el ala de extrema derecha del aparato del Estado utiliza el dinero del narcotráfico para llenar este vacío con campañas políticas que no tienen apoyo público. Mientras tanto, la conciencia de clase de los trabajadores está sufriendo una rápida transformación debido a las crueles condiciones objetivas, no están ya dispuestos a aceptar ningún tipo de demagogia.

Todos los partidos de derecha y la Liga Musulmana se han unido a los partidos nacionalistas, forman parte del gobierno pero al mismo tiempo juegan el papel de oposición. Intentan soltar vapor pero no hay solución a la crisis. La burla del movimiento de abogados llegó a su final lógico y ahora sólo el Jamat-i-Islami y otros partidos de extrema derecha apoyan su causa.

El PPP en el gobierno

El gobierno actual del Partido del Pueblo de Pakistán, que es el partido tradicional de los trabajadores de Pakistán, rápidamente están desenmascarándose a los ojos de las masas. Los marxistas siempre ha dicho que la clase obrera aprende de la experiencia y durante este gobierno del PPP han comenzado a comprender una dura lección de la historia: que la dirección que ellos han seguido y confiando durante tanto tiempo realmente se ha convertido en un obstáculo para su luchar por el derrocamiento de este sistema. Zardari, el segundo hombre más rico del país, ahora es el hombre más detestado del país. Aplicando una política imperialista agresiva ha demostrado el carácter real de la actual dirección del PPP.

Después de llegar al poder, la dirección del PPP ha hecho mucho para desacreditarse ante los ojos de las masas. La capacidad de la dirección del PPP de contener a las masas ya no es la misma que en el pasado.

Existe un profundo y creciente resentimiento en las filas del partido y los trabajadores buscan una dirección alternativa dentro del partido. El único programa que puede sacarles de la miseria actual es el que está escrito en los documentos fundacionales del partido. Los marxistas de Pakistán están defendiendo las ideas del socialismo revolucionario ante los trabajadores y campesinos dentro del partido. Están desenmascarando abiertamente la política de derecha de la dirección, al gobierno y la corrupción en la que están implicados.

Los marxistas comprenden que las masas han considerado al PPP "su" partido durante décadas, desde el momento de su creación. Han explicado también pacientemente que los dirigentes del partido no tenían ni tienen un programa que pueda sacar a las masas de la crisis actual. Sólo un programa basado en la expropiación de los terratenientes, los capitalistas locales y los imperialistas, podrá comenzar a solucionar los problemas de cada día.

La dirección del PPP siempre han intentado resolver los problemas sin romper con el capitalismo. Aquí está su debilidad. En las condiciones actuales cualquier intento por parte de la dirección de buscar soluciones dentro de los límites del capitalismo les empujará más a la derecha. Eso significa que el partido sufrirá una enorme presión tanto desde la derecha, es decir, de los capitalistas y terratenientes, como de la izquierda, es decir, los trabajadores y campesinos. No pueden servir a dos amos y, por tanto, estas condiciones los apartarán de la base proletaria y campesina.

En estas condiciones el deber de los marxistas es mantenerse firmes. No asumimos ninguna responsabilidad por la política del gobierno del PPP. Defendemos un programa audaz y marxista revolucionario, explicamos a las masas dentro y fuera del PPP cuál es la única salida a la crisis.

Este gobierno ahora ha pedido préstamos al Banco Mundial y al FMI, pero estos organismos son reticentes debido la situación arriesgada que existe. La economía pakistaní necesita urgentemente 4.000 millones de dólares o colapsará. Los imperialistas sólo darán este dinero imponiendo sus propias condiciones, entre ellas acabar con todas las subvenciones a los productos básicos. También exigen la privatización que generará más desempleo y colapso de las infraestructuras. Todo esto obligará a millones de trabajadores y campesinos a salir a las calles para encontrar una solución a su miseria.

En los próximos meses veremos grandes manifestaciones y agitaciones de la clase obrera por cuestiones como los cortes de electricidad, el desempleo o las subidas de precios. Los marxistas estarán con la clase obrera. La experiencia enseñará que la única respuesta está en el derrocamiento de este sistema podrido, en la revolución socialista.

Hemos entrado en una época de crisis mundial del capitalismo. Esto significa lucha de clases a nivel mundial. La época en la que entramos dará a los trabajadores y campesinos otra oportunidad histórica de liberarse de una vez por todas de este sistema. Lo que hace falta es la dirección revolucionaria que pueda transformar este potencial en realidad.

La corriente marxista The Struggle, sección pakistaní de la Corriente Marxista Internacional (CMI), como en muchos otros países, está preparada para participar en estos acontecimientos, para que el próximo movimiento llegue a su final lógico y abra la puerta del socialismo en el sur de Asia y en el resto del mundo.