CONTRA LA CRIMINALIZACIÓN DEL MOVIMIENTO PIQUETERO

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Desde hace semanas que el gobierno de Kirchner y los capitalistas argentinos iniciaron una campaña feroz criminalizando la protesta social y al movimiento piquetero combativo. Millones de trabajadores, jóvenes y desocupados que depositaron expectativas sinceras en el gobierno de Kirchner permanecen perplejos y desorientados, buscando una explicación a este cambio en la actitud del gobierno.

El gobierno de Kirchner revela su carácter de clase

Desde hace semanas que el gobierno de Kirchner y los capitalistas argentinos iniciaron una campaña feroz criminalizando la protesta social y al movimiento piquetero combativo. Millones de trabajadores, jóvenes y desocupados que depositaron expectativas sinceras en el gobierno de Kirchner permanecen perplejos y desorientados, buscando una explicación a este cambio en la actitud del gobierno. Aunque Kirchner ofreció en un primer momento gestos, discursos y actuaciones "radicales" que despertaron una importante expectativa de apoyo social, esto obedecía a la necesidad que tenía la burguesía argentina de restaurar la confianza de la población en las instituciones del Estado para así alejar el fantasma de una nueva rebelión popular. Pero una vez que consideraron esta tarea cumplida, el gobierno de Kirchner no ha hecho otra cosa que mostrar su auténtico carácter de clase, es decir, servir a los intereses de la clase a la que representa, a los capitalistas argentinos.

Primero firmó el acuerdo con el FMI para reanudar el pago de $12.000 millones de la deuda externa en el 2004 a los banqueros y financieros internacionales. Después aprobó los Presupuestos de la nación para el próximo año que contemplan pagar más de $16.000 millones a los bancos en "compensación" por la pesificación y $5.000 millones a los grandes capitalistas nacionales que se beneficiarán de los contratos de las obras públicas y de infraestructura. Kirchner, que llegó al gobierno criticando ferozmente la etapa privatizadora menemista, ya declaró que no va a reestatizar ni una sola de las empresas privatizadas. Es más, continúa subsidiando a la mayoría de las empresas privatizadas con cientos de millones de pesos con el fin de garantizar beneficios millonarios a sus dueños. Y todo ello mientras mantiene congelados los salarios de los trabajadores estatales y a los jubilados con pensiones de hambre, e insiste en que no hay dinero para dar trabajo a los desocupados.

Mientras que el 60% de la población está por debajo de la línea de pobreza, mientras que el 45% de los trabajadores están en negro, mientras que nuestro poder adquisitivo es devorado por la suba de los precios, mientras que la sociedad asiste aterrada a la extorsión y a la labor criminal de una policía corrupta, parece que no existe problema social más grave que las protestas de los piqueteros ¡Cuanta hipocresía y mentira!

A pesar de la aparente calma superficial, se sigue acumulando bronca y frustración entre los millones de trabajadores y desocupados en la medida que sus condiciones de vida no han cambiado en lo fundamental. Inevitablemente pasarán a la acción para obligar al gobierno y a los empresarios a que se concreten sus promesas por mejores salarios, empleo digno, construcción de viviendas, etc. Esto ya se empezó a ver con el aumento de las luchas de los trabajadores por reclamos salariales.

Es por esto que el gobierno y los capitalistas argentinos consideran un estorbo y un peligro la existencia de organizaciones obreras y populares independientes del Estado y la patronal, como es el caso de las organizaciones piqueteras combativas. Por eso necesitan criminalizarlas, dividirlas y hostigarlas para debilitar su capacidad de respuesta. Pero el objetivo de esta campaña de criminalización también obedece a los intereses de los empresarios que reclaman un recorte brutal de los planes sociales para disponer de mano de obra barata con salarios de miseria de $300 ó $400 y así frenar los crecientes reclamos salariales de los trabajadores privados.

Es pura hipocresía afirmar, como lo hacen Kirchner y Aníbal Fernández, que el gobierno no va a reprimir a los piqueteros, mientras que estimulan las condiciones "ambientales" entre la población y los cuerpos represivos para que dicha represión se justifique. Todas las fuerzas materiales, ideológicas y espirituales de la clase dominante se han unido a coro para exigir un castigo ejemplar contra el movimiento piquetero combativo: la casta de obispos de la Iglesia, los empresarios "industrialistas" de la UIA, los medios de comunicación burgueses, elaborando encuestas truchas confeccionadas en los despachos oficiales para moldear a la "opinión pública", etc. Vergonzosamente, Kirchner acusa a la izquierda de utilizar a los piqueteros "como base de sustentación política" cuando fue esa la labor principal de los punteros peronistas y del gobierno durante el último año y medio. La actitud de D"Elía y Alderete, dirigentes de la FTV-CTA y la CCC, es escandalosa y merece la reprobación de sus bases, al aparecer al lado del gobierno y no salir pública y valientemente a contestar sus mentiras y calumnias. Esta actitud no salvará a sus organizaciones de los ataques del gobierno, particularmente cuando sus bases los fuercen a movilizarse por reclamos. Los acontecimientos de Neuquén y Salta representan un serio aviso de los planes futuros de la burguesía argentina.

Los activistas y luchadores populares debemos afrontar las tareas que se derivan de esta situación. Lo primero es organizar el más consecuente FRENTE ÚNICO de las organizaciones piqueteras y de la izquierda en todos los aspectos para enfrentar esta arremetida del gobierno y la burguesía, como ocurrió el 4 de noviembre cuando más de 40.000 piqueteros marcharon juntos en Capital. El 20 de diciembre tenemos que llenar las plazas de todo el país. Por eso es necesario una reflexión profunda en todas las organizaciones piqueteras para garantizar actos lo más unitarios posibles, y es de lamentar que se hayan programado tres actos distintos en Buenos Aires. Para El Militante, debemos confluir al acto programado en Plaza de Mayo a las 17 horas.