Construir desde lo social

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Esta tercera entrega de artículos, cedidos por el compañero Federico Vocos sobre aspectos vinculados con la acción sindical, trata sobre la reconstrucción de los lazos sociales entre trabajadores.

Buena parte de los temas que en este espacio volcamos, son fruto de diferentes actividades de formación sindical, que hemos realizado con trabajadores y gremios de diferentes sectores (metalúrgico, autopartistas, subterráneos, ferroviarios, aeronáuticos, costureros y otros). En este sentido, estas reflexiones son producto de un aprendizaje en conjunto con los propios trabajadores.

Es por ello que nos interesa problematizar y transmitir distintos aspectos que hacen a la actividad gremial, como una forma de compartir inquietudes sobre esta compleja tarea.

No podemos interpretar que lo aquí planteado se trata de recetas a implementar, sino que tan sólo son posibles líneas de acción, que en cada lugar de trabajo asumirán un contenido especial en base a una situación particular y una determinada relación de fuerzas con la patronal.

La propuesta para esta entrega, es la de abordar la cuestión de la construcción sindical en los lugares de trabajo desde lo social.

Son centenares los lugares de trabajo, en los que, por tradición o por imposición, lo gremial está relegado, es un tema que no se trata o es un asunto de unos pocos. Son asuntos que se plantean en el sindicato, o que el sindicato informa y comunica cuando viene a la empresa.

Incluso en algunos establecimientos la patronal ha generado las condiciones para que los trabajadores no se conozcan entre sí a partir de una política de amedrentamiento abierto, en la que no es posible conversar, y por lo tanto no se puede conformar un colectivo que emprenda acciones comunes en defensa de sus derechos.

En muchos establecimientos el inicio de la resistencia fue justamente la creación de lazos entre los propios trabajadores que permitiera desarticular la desconfianza que buscaba instaurar la patronal.

Un ejemplo de ello se ha generado en el subte, donde jóvenes sin experiencia gremial -y que no habían sufrido en carne propia las consecuencias de la privatización- comenzaban a juntarse en reuniones y fiestas. También lo hacían cuando cobraban el sueldo, en algunas líneas se organizaban verdaderas “comilonas” el día de cobro. Era una forma de poder agruparse en un contexto sumamente difícil a mediados de los 90’, en el que se vivían despidos a diario en la empresa.

Los asados y los partidos de futbol, también son un buen momento para poder juntarse solos o junto a las familias.

Pero en muchas ocasiones, cuando se organizan las empresas se proponen intervenir. Ofrecen costear los gastos, pagar la comida o la cancha de futbol. Eso sí, hay una condición (implícita o explicita)… hay nuevos comensales o jugadores, ahora los mandos medios y/o gerentes se suman a la actividad.

De esta forma se inhiben los comentarios de fastidio frente a tal o cual supervisor, se dificulta contar la nueva arbitrariedad de un jefe. No sólo se trata de controlar lo que allí sucede, sino que fundamentalmente se busca impedir cualquier forma de unidad obrera.

En estas instancias las empresas invierten cuantiosas sumas con el propósito de acentuar las divisiones entre los trabajadores.

Tal es el caso de una importante empresa metalúrgica, que organizaba torneos de futbol con equipos que estaban conformados por los distintos sectores de la fábrica. Durante el campeonato cada equipo era el responsable de aplicarle las sanciones a su rival, con lo que a medida que se desarrollaba el torneo las tensiones se incrementaban en la planta, y con este mecanismo la empresa lograba fomentar la rivalidad entre los propios trabajadores.

En cambio, desde el Sindicato de Trabajadores de las Telecomunicaciones de Rosario (SITRATEL) generaron estos espacios para poder llegar a aquellos sectores que no se encontraban convencionados. Desde el sindicato se convocó a un campeonato de trabajadores telefónicos tanto de Telecom como de las empresas contratistas. Este hecho fue un factor clave para poder organizar en las empresas tercerizadas, y empezar a generar una respuesta articulada desde el sindicato a esta problemática.

Otras actividades en las que los trabajadores se autoorganizan son los festejos de un día en particular (por ejemplo: el día del niño, de la familia, del gremio, de fin de año). Cuando los trabajadores se reúnen, las distinciones que procuran realizar las empresas se desvanecen. Por esta razón, en muchas ocasiones desde los departamentos de Recursos Humanos de las empresas se proponen ocupar estos espacios. A partir de una propuesta “superadora” se ofrecen lugares con mayores comodidades y equipamientos para realizar las actividades, regalos (muchos de ellos con la inscripción de la empresa) que los trabajadores no pueden costear e incluso se contrata a artistas renombrados como invitados especiales.

Está claro que la intención de las empresas es desactivar la iniciativa obrera y ensombrecer lo que pueda haberse generado desde los trabajadores. Pero también, nos interesa resaltar que estas actividades se proponen que los trabajadores y sus familias se identifiquen con la empresa a partir de emociones y sentimientos.

Por ello decimos que lo social también es un territorio en disputa con la patronal y que puede resultar muy importante en la conformación de la unidad entre los trabajadores.