Colombia en Rosario: Entrevista a Indalecio Cañas Medina

Foto de Colectivo Colombia En Rosario

Compartimos a continuación una entrevista al compañero Indalecio Cañas Medina, estudiante colombiano residente en Rosario que viene formando parte del movimiento de solidaridad con Colombia que se viene desarrollando en nuestra ciudad. En la misma Indalecio nos aporta su punto de vista, balance y perspectivas sobre el levantamiento popular desatado en Colombia tras el comienzo del paro nacional del 28 de abril. El contexto regional, la situación política colombiana, el terrorismo y la violencia del Estado, el papel y las tareas de la izquierda, la cuestión del partido revolucionario, entre otras, forman parte de este reportaje.
Invitamos a todas y todos a leerla y debatirla. A su vez compartimos la pagina web de “Colombia Marxista” (https://colombiamarxista.com/) junto con nuestro ultimo articulo “Colombia: Tesis sobre el Paro Nacional” donde desarrollamos nuestra posición en relación a los últimos acontecimientos.
La historia de nuestra región, y particularmente de Colombia, ha dado sobradas muestras de que ningún problema fundamental será resuelto mientras las palancas económicas fundamentales (monopolios, bancos y latifundios) permanezcan en manos de los oligarcas y las multinacionales. Es por esto que desde la Corriente Socialista Militante señalamos que es necesario que la clase trabajadora colombiana, al frente de todos los sectores oprimidos y agitando por la huelga general para que caiga Duque, tome el control de su propio destino a través de un gobierno de trabajadoras y trabajadores basado en las asambleas barriales y demás organismos de autoorganización de las masas en todo el país.
Solo sobre esta base es posible pensar en una nueva legalidad ya que ni la más democrática de las Constituciones permitirá la construcción de una sociedad igualitaria, si ésta se encuentra enmarcada en la institucionalidad burguesa.


CSM: La rebelión popular en Colombia no cae como un rayo en un cielo claro, sino que está enmarcada dentro de un proceso regional y mundial que tiene que ver con la crisis económica y sanitaria, que entrelazadas configuran la actual crisis capitalista mundial. Pero incluso antes de la pandemia nuestra región estaba recorrida por un viento insurreccional que se expresó en el octubre rojo latinoamericano, donde las masas irrumpieron a través de la acción directa en Ecuador, Honduras, Haití y Chile. Luego vino el impasse temporal, que representó el inicio de la pandemia, por la propia necesidad de preservar la vida. Aunque vimos también estallidos en Guatemala, Perú en 2020 y Paraguay en 2021. Ahora parece que la aceleración de la crisis capitalista sumada al criminal manejo de la pandemia amenazan con reatar el nudo de ese octubre rojo de 2019. Lo vemos en Chile o en Perú con sus particularidades.En Colombia las masas venían en un proceso de lucha que encuentra sus antecedentes en los paros y movilizaciones obreras, sindicales, estudiantiles, universitarias e indígenas de 2019 y 2020 contra el gobierno de Iván Duque y que hoy se expresa en este alzamiento de masas, que comenzó con el paro nacional contra la reforma tributaria el 28A y donde vemos a miles en las calles de todo el país a pesar de la pandemia, la prohibición legal y la represión salvaje. ¿Nos podés describir este proceso y como se llega al actual levantamiento popular?

ICM: Bueno, para empezar, nunca entendí ese nombre de “octubre rojo” si las protestas en Haití iniciaron en febrero del 2019 y las de Honduras en agosto de ese mismo año, y luego el levantamiento contra el Golpe de Estado en Bolivia fue a inicios de noviembre, para luego estallar el paro nacional en Colombia el #21N de ese mismo año, que se extendió por casi un mes, sería “2019 rojo” en ese orden de ideas. Y opino que la pandemia que declaró la OMS en marzo del 2020, se ha convertido en el chivo expiatorio de una crisis que venía agudizada desde hace décadas por este modelo hegemónico del capital por encima de la vida misma, como ya muchxs lo sabemos, una pandemia que pacificó  la inconformidad que se venía gestando en los últimos años en la región, teniendo como pico de inconformidad ese 2019 que prometía ser el preludio de protestas y revueltas populares como la que se está dando hoy en Colombia, una protesta histórica de un pueblo que por décadas venía siendo callado a peso de bala y genocidios, que por desgracia no paran, pero que gracias a los acuerdos de paz de La Habana, que permitieron desmantelar el sofisma del enemigo interno, que relacionaba con la insurgencia armada cualquier levantamiento social en las calles, la gente entonces ha ido transformando el temor en acción y resistencia pacífica tomándose masivamente las calles y plazas en los últimos paros nacionales, como lo vimos en aquel noviembre de 2019, gracias a la convocatoria a Paro Nacional  de sindicatos y gremios de toda índole que se fueron sumando, y que intentaron reactivarse en el 2020, aún con las medidas y biocontroles  de la pandemia que de sanitarios tenían muy poco, pero de policivos y militares lo tenían todo, y que terminaron beneficiando sólo al sector empresarial privado que maneja el poder económico del país.

De esas protestas surgió el Comité Nacional de Paro, que también convocó el pasado 28 de abril de 2021, a una nueva movilización masiva contra un paquetazo de reformas recesivas que ponen en evidencia el sin fondo del modelo neoliberal enquistado en Colombia desde finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado, y es que en un país donde más de la mitad de la población trabaja en la informalidad, en el país con más desigualdad social de  toda Latinoamérica según el Índice de Desarrollo Regional de América Latina (IDERE LATAM), donde la pobreza se estima del 42,5%, es decir unas 21 millones de personas sin poder comer 3 veces al día, y donde alrededor de un 70% de la gente que trabaja en la informalidad gana menos de un salario mínimo $908.526 pesos mensuales , menos de  255 USD, y donde 1% de la población gana el 20% de la riqueza total, es decir que sigue abriéndose la brecha de esa desigualdad social, las medidas tomadas para hacerle frente a esa declaratoria de pandemia de la OMS sólo agudizaron más dicha desigualdad, y no viceversa como nos han querido vender de chivo expiatorio, aunado a eso, el presidente ilegítimo  Iván Duque, presenta un proyecto de reforma tributaria, donde pretendía recaudar uno 6,700 millones de dólares, porque supuestamente el país ya no podía solventarse por más de 2 semanas (aproximadas), luego de haberse gastado 5 millones de dólares en pauta y publicidad para mejorar su cada vez más decaída imagen, y 11 millones en seguridad y dotación de armamentos para la guerra, en pleno post acuerdo de paz, no podía haber mejor motivo para movilizarse masivamente en las calles porque tocaba el bolsillo de la gran mayoría de colombianxs y eximía una vez más quienes manejan el poder económico, motivos para movilizarse como el cúmulo de inconformidades históricas no resueltas, cosas básicas como salud y educación, y la urgencia de que en Colombia nos están matando por liderar procesos de transformación estructural en las regiones de todo el país, van más de 1 .100 líderes y lideresas sociales asesinados con la mayor impunidad, y no bastando con eso, el narcoestado en cabeza de Duque y toda la clase oligarca, sigue rompiendo récord en violaciones a los derechos humanos cómo lo hemos podido ver en este último paro iniciado el #28A, que se ha ido transformando en una verdadera revuelta popular que está recogiendo ya tantas insatisfacciones, que el Comité Nacional de Paro está dejando de ser la única representación ante una nueva posible mesa nacional de diálogos, diálogos a los que Iván Duque y todo su gabinete le está sacando el cuerpo, y es que el diálogo es lo último que le interesa a un régimen dictatorial como el del uribismo, que de la forma más seviciosa y cruenta, ha dado un tratamiento de guerra a la legítima protesta amparada constitucionalmente, lo que está ocurriendo en las calles de Colombia contra este paro o levantamiento popular, es un verdadero genocidio, tanto así que  la misma ONG internacional de derecho humanos, Human Rights Watch, declaró sorprendida que los tanques de guerra y helicópteros disparando a la gente en protesta, era algo que nunca  antes se había visto en América hasta ahora, lo que ocurre ya no tiene comparación con ningún levantamiento en la historia reciente del continente, van más de 47 personas asesinadas, jóvenes, y alrededor de 548 personas desaparecidas y unos 1 .786 hechos violentos a manos de la policía y el ESMAD, según Temblores ONG, sólo en los 15 días del paro, y las cifras reales no se podrían estimar bien porque por desgracia se modifican a diario, así como por desgracia el régimen paramilitar y narcodictatorial de Duque, sigue llamando a militarizar las ciudades y dar la espalda a los diálogos como ocurrió ayer 12 de mayo en Santiago de Cali, con la Unión de Resistencias Cali (UCR) nacida en el marco de las últimas movilizaciones y que en este paro tomó fuerza y puso a Cali como referente nacional de resistencia y dignidad, que terminó contagiando a todo el país, el cual no ha dejado de movilizarse en los últimos 15 días a pesar de toda la represión y muerte paraestatal, la famosa “generación de cristal” es la que está rompiendo todo y dándonos lecciones de dignidad, es la juventud la que ha mantenido en pie toda esta reivindicación en las ciudades, como lo han venido haciendo el campesinado, negritudes y los indígenas en los territorios apartados del país, que han vivido este tipo de represiones y exterminio por décadas. Ellos sí no habían tenido la suerte de registrarlo en los en vivo de Facebook e Instagram, que han ayudado a romper el cerco mediático de los medios masivos de “información”, y todavía así, están censurando las redes sociales también.

Creo que esto resolvería a grosso modo la pregunta de cómo se llega al actual levantamiento popular en Colombia.

CSM: La clase dominante colombiana tiene una larga y siniestra lista de antecedentes criminales y de lesa humanidad contra las trabajadoras y trabajadores, las campesinas, campesinos, y estudiantes. Desde la masacre de las bananeras, el aplastamiento brutal del Bogotazo, la masacre de Trujillo, hasta las actuales ejecuciones a manos de la ESMAD. Recientemente Uribe reclamó el uso de munición contra el pueblo y se habla de una ley de “Conmoción interna”. Es claro que los intereses del capitalismo colombiano y su Estado son los intereses del latifundio, el paramilitarismo, el narcotráfico y la causa de la pobreza, la violencia y la desigualdad de la sociedad colombiana ¿Cuál es tu reflexión sobre esto?

ICM: Luego de la respuesta anterior, sólo queda decir que en Colombia ya hay un estado de conmoción interior de facto por todo el tratamiento de guerra que se le está dando a la legítima protesta en las calles, urge ayuda y veeduría internacional para que la narcodictadura Duque-Uribe y toda la clase oligarca, sientan los ojos del mundo y frenen esta nueva masacre que sigue superando las cifras macabras de toda esa historia genocida que la gente está intentando transformar en las calles, y es que ya no hay nada que perder, literal, escuchar historias como que muchxs  jóvenes están comiendo mejor en las ollas comunitarias del paro, que en sus propias casas, es la muestra de ello, y a pesar de todo esa juventud sigue llenando de esperanza al país, bien podría ser el fin del uribismo y el linaje oligarca de 2 siglos en la Casa de Nariño, si tan sólo en las urnas eligiera el pueblo y no la Registraduría Nacional, por fortuna en las calles se están desempolvando temas como la asamblea nacional constituyente, que justamente pedían las organizaciones sociales y políticas agrarias, para refrendar los acuerdos de paz de La Habana, y que tenía insumos de un trabajo previo en las Constituyentes por la Paz que se hicieron a lo largo y ancho del país, en los años previos a la firma de la paz en el 2016, y no el plebiscito innecesario al que nos empujaron para comenzar a hacer trizas dichos acuerdos, como bien lo dijeron los del partido de gobierno en una convención que tuvieron hace unos años .

CSM: Dirigentes de las Centrales Obreras, o del Comité del Paro hablan de poner fin al Uribismo o de poner fin al modelo neoliberal. Pero tanto el Uribismo y el neoliberalismo no son otra cosa que el rostro actual del capitalismo. La historia muestra que las tendencias depredadoras, bárbaras e irracionales del capitalismo, que se sustentan en la propiedad privada de los medios de producción y en la codicia individual, son irreformables y no pueden ser cambiadas a voluntad. Por lo tanto, pensamos que la caída de Duque y el fin del uribismo deben estar ligados a la perspectiva de la huelga general y orientada a la puesta en pie de un gobierno propio, de los de abajo, sobre la base de los comités barriales o de lucha y demás organismos de autoorganización similares a los que vimos en la huelga general de noviembre de 2019. De lo contrario el peligro es que la caída de Duque termine con otro gobierno que, de manera directa o indirecta, represente los intereses del latifundio y el capitalismo. ¿Cómo ves este escenario?

ICM: Como decía antes, la misma descentralización de las exigencias, en movimientos como el UCR en Santiago de Cali, mostrando que el Comité Nacional de Paro ya no dirige en su totalidad la ruta de las movilizaciones y tomas de espacios públicos como tal, son muestra que estamos ante la gesta de una revuelta popular que perfectamente puede desembocar en un cambio estructural, sino es pronto, lo será a mediano plazo. La historia es cíclica y estamos de nuevo en momentos de transformación profunda como hace 2 siglos lo fueron las gestas independentistas de nuestros países, y Colombia siendo eje geoestratégico para toda la región, faltaba que se sacudiera con tal fuerza que el mundo entero por fin volteara a ver lo que por décadas ha estado ocurriendo en uno de los laboratorios experimentales predilectos del neoliberalismo. Pienso, siento y opino que, si Colombia se sacude, el efecto dominó puede ser liberador para toda la región, un contagio como el que hizo Santiago de Cali con su resistencia a todo el país, ya que somos sociedades de urbes, y la lucha en el campo ya no podía tener la misma incidencia que antes, pues habrá que seguir cultivando ahora modelos más sinérgicos con la sustentabilidad que nos pongan en transición hacia el cambio profundo que queremos ver por fin.

CSM: El octubre rojo latinoamericano dejó muchas lecciones valiosas que hoy sirven para pensar en la situación abierta en Colombia. Por un lado, quedó en evidencia el desprestigio de las instituciones de la democracia burguesa, por otro lado, vemos una enorme capacidad de lucha de las masas que no retroceden ni con la represión. Pero a pesar de esta correlación de fuerzas favorable existe una notoria ausencia de una dirección revolucionaria que pueda hacer avanzar a la clase trabajadora hacia la toma del poder permitiendo, así, a la clase dominante reconducir el malestar dentro de los estrechos márgenes de la democracia formal. Por lo tanto, pensamos que la tarea del momento es resolver precisamente esta última cuestión. En este sentido ¿Qué pensás sobre esto y cuál es el papel que viene jugando la izquierda en Colombia?

ICM: En Colombia luego del “2019 rojo latinoamericano”, había quedado prendida una  llama de inconformidad que intermitentemente se tomó las calles en varias oportunidades del año 2020, y antes del llamamiento a este nuevo paro nacional iniciado el #28A del 2021, se había abierto oficialmente un diálogo desde las izquierdas, independientes y movimientos sociales y populares llamado Pacto Histórico, donde el pre candidato con más fuerza es Gustavo Petro, pero que igual se elegiría con una consulta interna votada por la gente, la idea de este Pacto Histórico, es que converjan todas las diversidades históricamente marginadas en el país, movimiento campesino, afro, indígena, mujeres, juvenil, disidencias sexuales y todo lo que esté dispuesto a concretar y llegar a acuerdos en común, en miras a las elecciones parlamentarias y presidenciales del 2022, también surgió una supuesta contraparte “independiente” a la que llamaron “coalición de la esperanza”, pero en la cual la ficha más fuerte a ser candidato presidencial es Sergio Fajardo, un uribista más diplomático con fachada de independiente, pero igual de peligroso, y al cual cada vez menos personas del común cree en su discurso, el punto central vendría siendo entonces lo mismo que intento plantear en las preguntas anteriores, y es que un cambio estructural con un sistema electoral viciado por el fraude hecho institución estatal, con un intento de democracia donde la constitución ha sufrido cambios para favorecer al régimen narcodictadorial, donde recién se estrenó el estatuto de oposición en 2018 luego de la fuerte correlación de fuerzas en las pasadas elecciones, va a complicar mucho el panorama de ver reflejado en las urnas el cambio que exige el pueblo ahora mismo en las calles con este paro o revuelta popular, aunque en las pasadas elecciones regionales, donde la compra de votos, el fraude, las amenazas de grupos armados para votar, se redujeron sobremanera y la ciudadanía salió a votas más en masa que antes, pudieron seguir midiendo fuerzas y ganarle terreno a la hegemonía de los clanes y gamonales regionales financiados por la mafia y el mismo narcoestado, sigue estando pendiente esa asamblea nacional constituyente con la que muchas organizaciones sociales y políticas del campo, y varios gremios, estuvieron exigiendo en principio para refrendar los acuerdos de paz de La Habana. No se justifica invertir energía y fuerza de lucha en un sistema no sólo electoral, sino el sistema entero, el intento de democracia entero que es Colombia, donde casi todo está dispuesto para que las mayorías que hoy apoyan el paro nacional y la resistencia en las calles, siga siendo minoría en las votaciones al Congreso de la República y las urnas en general.

CSM: Pensamos es necesario continuar este paro y esta lucha impulsando la consigna de ponerle fin al gobierno de Duque, pero a su vez nos parece que esto debe ir ligado de manera indisoluble a la construcción de un partido revolucionario, ya que como ha demostrado la historia una revolución no puede convertirse en victoriosa sin un partido que dirija a las masas hacia la liquidación de las relaciones de producción capitalistas, transformando la revolución política en una revolución social. Nos parece que el movimiento espontáneo de masas es una de las condiciones previas para la revolución socialista, pero sin un partido revolucionario con autoridad de masas que pueda mostrar el camino a seguir para derrocar al capitalismo esta no puede triunfar. Desde la Corriente Socialista Militante creemos que es necesario orientarnos hacia una perspectiva internacionalista que plantee que la única salida para evitar las décadas de ajuste y miseria que intentan imponernos es la revolución y para ello, como señalamos más arriba, es necesario dar pasos concretos en la construcción del partido revolucionario. En relación a este análisis ¿Cuáles crees que son las tareas de la vanguardia, es decir de los sectores mas avanzados y consientes, en Colombia?

ICM: Colombia tiene una diversidad enorme, tanto en su biodiversidad como en su composición social y política, y esa diversidad no necesariamente está ligada a la atomización que se acostumbra en las militancias de izquierda, y sabemos bien que la teoría sin la praxis es letra muerta, y como dirían en medicina, la clínica es soberana, la bibliografía puede decir  dar las pautas para cierto tratamiento pero cada paciente es un universo de variantes que no se pueden medir sólo con dicha bibliografía, por muchas evidencias científicas que hayan incluso, porque justamente cuando se habla de “pruebas” en la ciencia, se refieren más a observaciones experimentales o no, que avalan hipótesis o teorías y por lo tanto no tiene carácter definitivo, cosa que se ha olvidado en la coyuntura de esta declaratoria de pandemia por la OMS, por ejemplo, el caso es que esta analogía sirve para mostrar que en la lucha de clases y resistencia popular en las calles, nada está escrito de forma definitiva y en Colombia se está demostrando que el poder organizativo desde abajo, como lo hacen la juventud en la Unión de Resistencias Cali (URC), se sigue construyendo en el andar, y en lo último que quisiera verse representada esa juventud combativa es en un partido cuadriculado que quiera dirigir su forma asamblearia de hacerle frente a la hegemonía latifundista-capitalista-narcoparamilitar que padece su país, por citar un ejemplo, reiterando que ello no traduce a ir como rueda suelta sin una unidad desde las bases con miras a la toma del poder popular un día, el Pacto Histórico por su carácter plural está teniendo mucha simpatía entre los distintos sectores sociales y políticos del país, quizá ahí en ese espacio se pueda cuajar algo determinante que ayude a seguir rompiendo y liberando el poder que secuestraron en la Casa de Nariño hace 2 siglos, cuando se trata de direccionar masas no se puede ser muy teórico si lo que queremos es ir superando esta era de caudillismos y esclavitud disfrazada de libertades dando más metros a nuestras cadenas. Se sigue aprendiendo en el andar y la finalidad siempre será transformarlo todo de raíz, revoluciones de fondo y no sólo de forma, no burguesa sino populares y plurales.

CSM: Por último ¿Qué te gustaría decir a las colombianas y colombianos que viven en Argentina?

ICM: Pues les diría que se sumen a esta nueva etapa que está atravesando Colombia como nación, que se está pensando como país mirándose hacia adentro por fin, sin las distracciones que nos vendieron por décadas de la insurgencia como culpable de todos los males, que la otra Colombia, la olvidada por la urbe ya venía replanteándose desde sus territorios aún con el ruido de las bombas y las metralletas sobre el techo de sus casa en los pueblos, corregimientos y veredas (las veredas son caseríos de la zona rural), que esos insumos humanos no se pueden ignorar y por el contrario sirven para la construcción colectiva de país que viene dándose con más fuerza en los últimos años de movilizaciones populares y fortalecida tras la firma de los acuerdos de paz, memoria, resistencia y dignidad es lo que se está cultivando, y que aún con el  tratamiento de guerra que se le da a la protesta legítima de civiles en las calles, esto ya no tiene freno y estaríamos en la obligación de aportar a ese cambio desde afuera como mejor podamos, desde nuestras trincheras en la vida diaria.
Muy seguramente mucha gente joven se vea recogida en la palabra “autoexilio”, por falta de acceso a educación gratuita o posgrados con precios asequibles, y no al punto de que salga igual de caro la suma de los pasajes de avión, hospedaje, comida y gastos varios, entre esos el pago de impuestos y servicios públicos en otro país, que pagar una maestría en Colombia, como la que estoy haciendo yo en la UNR en Rosario, Santa Fe, por ejemplo. Somos más de 6 millones de colombianxs por fuera del país y la gran mayoría son por razones relacionadas a la falta de oportunidades o al conflicto social y armado, las migraciones también nos unen, gracias a eso la cumbia por ejemplo, ahora puede darse el lujo de unir culturalmente a casi todos los pueblos de nuestra Abya Yala, las cosas están cambiando allá por fin, y no es casual que la posición geoestratégica haya hecho de ese territorio uno macabro laboratorio experimental del neoliberalismo , así como tampoco será casual que cuando nos quitemos de encima la bota opresora de ese territorio, el continente entero se sacuda también, será histórico y bello cuando eso pase, y ya comenzamos.