Ante los últimos acontecimientos, la radicalización de la huelga general convocada por la Central Obrera Boliviana y las movilizaciones en defensa del proceso de cambio convocadas por el MAS y organizaciones sociales, la sección boliviana de Corriente Marxista Internacional emitió la siguiente declaración.
Condenamos e invitamos a todas las trabajadoras y todos los trabajadores de base a alejar de sus filas a aquellos dirigentes sindicales que llaman a “tumbar” al gobierno, “tomar instituciones públicas” o invocan motines de la policía con el intento de desestabilizar el país y su gobierno, provocando reacciones de las cuales la clase obrera tiene solo que perder. Estos llamados son un favor a la derecha y son totalmente ajenos al movimiento obrero organizado que ha sido y es un motor fundamental del proceso de cambio, comenzando por los mismos compañeros mineros de Huanuni quienes fueron las primeras víctimas de la Masacre de Octubre de 2003.
El derecho a la jubilación plena es parte irrenunciable de la lucha de la clase trabajadora contra la explotación capitalista. De hecho el colapso del antiguo sistema de reparto y los recortes a las rentas de los trabajadores de todo el mundo demuestran que el derecho social a la jubilación no es sostenible ni compatible en el marco del capitalismo. Sin embargo en esta huelga no está en juego sólo la legítima lucha de la clase obrera.
La flexibilización del pliego petitorio de los mineros demuestra que entre los sectores avanzados de la clase obrera hay conciencia que, en ausencia de movilizaciones populares amplias en respaldo a la huelga, la misma está expuesta a falsificaciones e infiltraciones de la derecha. Pedimos al gobierno igual flexibilidad para instalar el diálogo y preservar la unidad de trabajadores y campesinos, sin la cual no se debilita a un sector o a dirigentes opositores, sino al mismo proceso de cambio.
Rechazamos y condenamos los enfrentamientos entre campesinos y trabajadores. Responsabilizamos de estos hechos a los sectarios y reformistas en el movimiento sindical y el MAS. Aprovechando la frustración acumulada en el movimiento obrero sindicalizado tras los conflictos en salud y por la nacionalización de Colquiri, los sectarios han precipitado una huelga general sobre el terreno más de retaguardia, desinteresándose de que esta no fuese entendida por las masas, que sea vista por ellas no como ocasión de profundización de sus conquistas sociales sino como amenaza a las mismas. Sectarismo y reformismo son dos caras de la misma medalla. Los sectarios que ladran contra el reformismo son el mejor aliado de este último, con el cual comparten el objetivo de marginalizar al movimiento obrero organizado y alejar a las masas y al MAS de su influencia.
Esta huelga demuestra una vez más que el único espacio político posible para afirmar el papel dirigente de la clase trabajadora es en la construcción de terrenos de luchas populares para la defensa y profundización socialista del proceso y su ruptura con las compatibilidades capitalistas. Es en la lucha por la expropiación de las multinacionales y la oligarquía saboteadoras, por tierra, vivienda, educación, salud y empleo dignos, de calidad y para todos y por la afirmación de auténticos espacios de conducción popular del proceso, que se soldará la alianza obrero campesina hoy seriamente amenazada por los anuncios de “refundación” de la COB por la vía del paralelismo sindical.
A quien piensa que un debilitamiento de la COB pueda dar mayor estabilidad al gobierno, le decimos que está confundiendo la defensa del proceso con la versión histórica de los golpistas, de Barrientos, Banzer y García Meza, cuyos golpes fueron para “restituir el orden amenazado por la conflictividad social”. La huelga de 1959, la Asamblea Popular de 1971 y la caída de la UDP demuestran en cambio que, cuando los gobiernos que se reivindican progresistas y populares buscan contener la movilización de masas a lo contrario que utilizarla para romper con el capitalismo y sus compatibilidades, están cortando la rama sobre la cual están sentados. Es esto lo que prepara el terreno social al retorno de la derecha.