BOLIVIA: LA MOVILIZACIÓN DE MASAS ENTRA EN UNA FASE DECISIVA

0
174

Los trabajadores y campesinos bolivianos están desarrollando una formidable y heroica lucha contra el gobierno burgués y hambreador de Sánchez de Lozada, exigiendo su dimisión y la nacionalización del gas y el petróleo. La base social del gobierno se estrecha cada día más, quedando circunscrito su apoyo al que le prestan los grandes capitalistas y terratenientes bolivianos, el imperialismo estadounidense y las multinacionales extranjeras con intereses en el país. Es decir, los enemigos declarados delos trabajadores y los campesinos pobres de Bolivia. Los trabajadores y campesinos bolivianos están desarrollando una formidable y heroica lucha contra el gobierno burgués y hambreador de Sánchez de Lozada, exigiendo su dimisión y la nacionalización del gas y el petróleo. La base social del gobierno se estrecha cada día más, quedando circunscrito su apoyo al que le prestan los grandes capitalistas y terratenientes bolivianos, el imperialismo estadounidense y las multinacionales extranjeras con intereses en el país. Es decir, los enemigos declarados de los trabajadores y los campesinos pobres de Bolivia.

Un primer balance de la huelga

Han pasado 10 días desde que se inició la huelga por tiempo indeterminado decretada por la COB. Este es un tiempo más que suficiente para realizar un balance de la misma y plantear las perspectivas para la misma y las condiciones para su triunfo final.

Si bien la extensión de la huelga es desigual, en todo este tiempo se sucedieron manifestaciones y marchas casi diarias en las principales ciudades del país con la participación de decenas de miles de trabajadores, campesinos, estudiantes, cuentapropistas, amas de casa y jubilados en demanda de dichos reclamos. El país se encuentra en gran parte paralizado por el bloqueo de caminos llevados a cabo por los campesinos e indígenas en las zonas rurales, fundamentalmente en el Altiplano boliviano. Todo ello, a pesar de la represión policial y del ejército (dos muertos y decenas de detenidos y heridos por los enfrentamientos policiales), de las manipulaciones y mentiras constantes de los medios de comunicación que responden al gobierno y a los grandes empresarios para minimizar el alcance de la huelga y desprestigiar a la misma, y de la represión patronal con amenazas de despidos.

Toda la situación entra en una fase decisiva. Hasta el momento, la lucha de los trabajadores y campesinos no ha sido capaz de alcanzar una fuerza y una extensión determinante como para desafiar el poder de los capitalistas y terratenientes. Por su parte el Gobierno, a pesar de que ha conseguido resistir en estas primeras dos semanas de movilizaciones, se encuentra aislado de la inmensa mayoría de la población. Hoy, en la marcha minera en El Alto, la policía asesinó a un minero y un vecino. El gobierno evitó, hasta ese momento, una represión sangrienta e indiscriminada contra el movimiento por el miedo a que eso pudiera provocar un estallido generalizado de las masas de trabajadores y campesinos y por el peligro de que se fracturara el propio ejército. A pesar de la grave situación social del país ni siquiera se atrevió a declarar el “estado de sitio”. Pero si se lanza de nuevo por la represión sangrienta toda la situación se puede transformar en pocos días.

La preparación de la huelga

La huelga por tiempo indeterminado declarada por la COB es una medida necesaria para vencer la resistencia de la clase dominante y conseguir los reclamos. Pero como explicamos en nuestro último artículo:

“Una huelga general indefinida no es un juego de chicos. Indefectiblemente plantea la cuestión del poder, plantea quién gobierna realmente la sociedad y la economía. Se equivocarían gravemente los dirigentes de la COB, del MAS y de la CSUTCB si piensan que bastarán dos o tres días de huelga para hacer caer al gobierno corrupto y cipayo de Lozada o para que éste dé marcha atrás en sus planes sobre el gas… El peligro reside en que, en el momento decisivo, la dirección del movimiento (como ocurrió en febrero) vacile, transmita inseguridad, falta de decisión y carezca de un objetivo revolucionario definido. Lo que puede llevar a la derrota del movimiento” (Bolivia: entre la revolución y la contrarrevolución 27/9/03).

Para decir la verdad, en sus inicios la huelga no estuvo bien organizada ni tampoco fue preparada con la suficiente antelación. Si bien es verdad que un sector de la antigua dirigencia sindical burocrática de la COB (que fue desplazada de la conducción de la confederación sindical hace unos meses por dirigentes más combativos y luchadores) actuó como rompehuelgas en algunos departamentos como Santa Cruz y en algunos sindicatos y no hicieron nada para organizar la lucha, eso no lo explica todo.

También fueron muy desalentadoras inicialmente las posiciones absolutamente insólitas de Evo Morales y de otros dirigentes del MAS. Morales, dirigente del grupo de izquierda más importante en el Congreso nacional, jugó un papel principal en la movilización del 19 de septiembre cuando consiguió reunir a 40.000 personas en Cochabamba y amenazó al gobierno de Lozada con una huelga por tiempo indeterminado si éste no daba marcha atrás en los planes del gas. Sin embargo, cuando esta huelga fue anunciada mediante la convocatoria de la COB a partir del 29 de septiembre, decidió marcharse del país durante 10 días para participar en reuniones y conferencias en Libia y Europa, y retrasar una semana la incorporación del MAS y los campesinos cocaleros a las movilizaciones. ¡En lugar de dedicar su tiempo a los trabajadores y campesinos bolivianos para agitar, concientizar y organizar la lucha más importante de los últimos 20 años, Morales decidió ausentarse del país en un momento decisivo para participar en reuniones parlamentarias absolutamente irrelevantes, mientras mantenía una postura ambigua y confusa de apoyo a la huelga!

Finalmente, Evo Morales declaró que los cocaleros se incorporarían a la lucha bloqueando los caminos en la región del Chaparé a partir del 6 de octubre. Sin embargo, el dirigente cocalero Feliciano Mamani declaró que “recién el viernes 10 de octubre se realizará un ampliado de la coordinadora de las seis federaciones del trópico en la que decidirán si van o no al bloqueo de caminos y si apoyan la huelga general dispuesta por la COB” (Gabriel Tabera. Econoticiasbolivia.com 2/10/02). Como muy bien dijo el minero Jaime Solares, principal dirigente de la COB “ ’Unos hablan y otros hacen la revolución en las calles’, demandando el apoyo del MAS y los dirigentes cocaleros a la huelga ‘no de boca para afuera’ sino en las calles” (Íbid.)

Por su parte, Felipe Quispe, dirigente del CSUTCB, la principal organización campesina de los indígenas del Altiplano boliviano, lleva un mes en huelga de hambre junto con cerca de 200 dirigentes de su organización en la localidad de El Alto. Honestamente consideramos que la eficacia de este método de lucha es muy dudosa. Lo que Felipe Quispe y los dirigentes que lo acompañan en esta huelga de hambre deberían hacer es estar mano a mano con los campesinos en los pueblos y caminos para organizar, alentar y fortalecer la heroica movilización de los indígenas del Altiplano, en lugar de permanecer decenas y cientos de kilómetros alejados de sus bases.

En estas condiciones, no se pueden pedir milagros a la clase trabajadora boliviana. Cuando los dirigentes del movimiento no transmiten firmeza, unidad, determinación, organización y objetivos claros es normal que los trabajadores muestren dudas sobre el éxito de la lucha, y en la utilidad de su sacrificio. Sobre todo en una huelga por tiempo indeterminado donde la represión policial y patronal, la pérdida del salario y las presiones familiares ejercen una presión importante.

Unido a esto existe otro factor que también explica las dificultades para una extensión generalizada de la huelga por el momento. Y es el decreto que permite despedir a un trabajador sin causa que lo justifique. Razonablemente, muchos trabajadores temen que participar en la huelga les lleve acarreado el despido de su fuente de trabajo. Y en el contexto que hemos explicado, este temor se acrecienta. Sin embargo, se da la circunstancia que aunque la huelga es parcial o limitada a sectores determinados de trabajadores la participación en marchas y manifestaciones es multitudinaria, que es el lugar en el que los trabajadores encuentran la mejor manera de expresarse sin miedo a la represión patronal.

La lucha se fortalece día a día

Siendo conscientes de todas estas deficiencias y limitaciones, quizás la dirección de la COB debió proceder de manera escalonada, organizando en primer lugar una huelga general de 24 horas, a la siguiente semana otra de 48 horas, y de esta manera incorporar progresivamente a todos los sectores hasta culminar en la huelga por tiempo indeterminado.

A pesar de todo, la iniciativa de los trabajadores y del resto de las capas oprimidas de la sociedad desde abajo, junto con el odio hacia el gobierno cipayo de Lozada, están supliendo las deficiencias en la organización de la lucha. Cada día nuevos sectores ingresan a la misma, particularmente con el bloqueo de caminos y rutas, y con manifestaciones masivas en las principales ciudades del país.

Sin duda, el centro del movimiento es la ciudad de El Alto, junto a La Paz, que con cerca de 800.000 habitantes resulta ser la tercera ciudad del país. Aquí se decretó la huelga indefinida desde el miércoles 8 de octubre y el acatamiento es casi total. En La Paz se manifestaron más de 50.000 personas el lunes 6. Los maestros rurales y urbanos también están en huelga, al igual que los trabajadores de las Universidades. También se incorporaron diversos centros mineros y los trabajadores de la carne. Los trabajadores de la salud decidieron hacer un paro por 48 horas. La Central Obrera Departamental (COD) de Chuquisaca (Sucre) convocó una huelga de 48 horas el jueves 9 y viernes 10, y hasta la reticente COD de Santa Cruz organizó una marcha hoy jueves 9 de octubre en la capital del departamento, Santa Cruz de la Sierra, segunda ciudad del país, empujada por diversos sindicatos que decidieron adherir a la huelga. El lunes 13 podrían ingresar a la huelga los choferes y transportistas, mayoritariamente cuentapropistas, que también apoyan la nacionalización del gas. También los estudiantes universitarios están jugando un protagonismo importante, acompañando a los trabajadores y campesinos en la lucha, las marchas y bloqueos.

Así, el movimiento de a poco va ganando en extensión, incorporando sectores nuevos cada día, si bien no con huelgas por tiempo indeterminado, sí con huelgas parciales y participando en las innumerables y masivas marchas convocadas a lo largo y ancho del país.

Mejorar la organización de la lucha

Una lucha tan seria debe organizarse minuciosamente y no dejar ningún detalle a la improvisación. No basta con la honestidad o la dedicación sincera de la mayoría de los dirigentes de la COB. Es necesario implicar activamente a los trabajadores por medio de asambleas de trabajadores en cada centro de trabajo, donde se expliquen los reclamos, se vote el acatamiento a la huelga y se forme un comité de huelga elegido por los propios trabajadores para organizar y coordinar la lucha con el resto de trabajadores del barrio, ciudad o pueblo.

Habría que formar además comités de lucha en cada barrio para dar entrada en ellos a las mujeres, estudiantes y pequeños comerciantes. Los diferentes comités de huelga de cada empresa y barrio deberían enviar delegados para formar un comité de huelga local en cada ciudad. Estos Comités de huelga locales a su vez deberían enviar delegados para formar un Comité de Huelga departamental y, finalmente, un Comité Central de Huelga nacional. En cada uno de estos Comités a nivel local, departamental y nacional también deberían estar las organizaciones populares que están impulsando la lucha: la COB, la CSUTCB, la Coordinadora del Gas y otras organizaciones populares. Todo esto facilitaría la coordinación, agilizaría la información, las consignas, la preparación y organización, etc, además de garantizar un funcionamiento democrático de la lucha.

Sin embargo, los comités de huelga se han formado sólo a nivel departamental (provincial) o local y están compuestos exclusivamente por los dirigentes sindicales territoriales, sin representación directa de los trabajadores de las fábricas y empresas.

Junto a esto hay que dotarse de un pliego de reclamos los suficientemente amplio como para atraer a todos los sectores oprimidos de la sociedad para a la lucha. Las principales demandas planteadas por la COB y el resto de organizaciones son la nacionalización e industrialización del gas y el derrocamiento de Goñi, además de la derogación de la Ley de Hidrocarburos, la solución definitiva a la problemática de la tierra, el territorio y la coca, el rechazo a la Ley Tributaria, la derogación del decreto 21060 que contempla el despido sin causa y otras.

Pero, como hemos repetido a lo largo de éste y otros artículos, ninguna de estas demandas se puede conseguir sin poner en peligro la continuidad del sistema capitalista en Bolivia ¿Qué o quién sustituiría al gobierno corrupto de Goñi y para implementar qué política y a favor de quién? Al mismo tiempo, la lucha contra la derogación de la Ley de Hidrocarburos y la privatización del gas ha llevado al país al umbral de la revolución, debido a los intereses enfrentados que están en juego.

La problemática de la tierra no es otra cosa que la Reforma Agraria y la entrega de la tierra, mayoritariamente inculta en el oriente del país donde se concentran los latifundios, a los campesinos pobres y sin tierra. Sería el peor de los utopismos pensar que los terratenientes van a entregar gentilmente la tierra y se la van a dar a los campesinos pobres. La historia de Bolivia y de otros países nos enseña que la apropiación de la tierra por los campesinos pobres sólo se puede llevar a cabo con métodos revolucionarios.

El decreto 21060, que contempla el despido sin causa que lo justifique, resulta vital para los capitalistas bolivianos, quienes sólo pueden sobrevivir a la competencia exterior sobreexplotando a los trabajadores y dejándolos con el mínimo de derechos. La burguesía boliviana es tan débil que le va en ello su supervivencia. La ley Tributaria también es una herramienta del capitalismo boliviano para sacar recursos de los trabajadores y jubilados para hacer frente al déficit fiscal, ya que dada la situación de aguda crisis del capitalismo boliviano los capitalistas necesitan incrementar sus beneficios para invertir en sus negocios y mantener sus privilegios, lo que implica la reducción y la condonación de los impuestos a los capitalistas.

Es por ello que los dirigentes de la COB, la CSUTCB y el MAS deberían ligar la lucha por todas estas demandas a la lucha por el socialismo, planteando la necesidad de derribar al gobierno de Goñi y de instaurar un gobierno obrero y popular que expropie los latifundios, los monopolios, los bancos y las grandes empresas bajo el control democrático de los trabajadores y campesinos.

El papel de los dirigentes del MAS y el CSUTCB

En el proceso revolucionario que vemos desarrollarse en Bolivia se nota fatalmente la ausencia de un partido y una dirección marxista revolucionaria. Esto no es un detalle. Es vital para el triunfo de la revolución. Los dirigentes de las principales organizaciones políticas de izquierda y populares, como el MAS y el MIP (Movimiento Indígena Pachakutik) están demostrando en la práctica las limitaciones de la política del reformismo en todo este movimiento, es decir, la política de crear la ilusión de que es posible “reformar” el capitalismo de a poco para mejorar las condiciones de vida de las masas y llegar al socialismo sin que casi nos demos cuenta.

Evo Morales y la mayoría de los diputados del MAS sufren de lo que Marx denominó el “cretinismo parlamentario”. En lugar de jugar un papel protagónico para impulsar la lucha y hacer honor al nombre del partido propagandizando las ideas del socialismo, se limitan a proponer todo tipo de iniciativas parlamentarias que nadie toma en cuenta. Así, “el MAS propuso una ‘consulta vinculante’ cuyos resultados sean tomados en cuenta por el gobierno [sobre sus planes sobre el gas], para lo que anunció la realización de una consulta organizada por su partido contando para ello con instituciones reconocidas entre la población como la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDHB)” (Bolpress.com 6/10/03). ¿Cree realmente el compañero Morales que este gobierno cipayo y asesino de Sánchez de Lozada se va a arriesgar a jugarse el negocio del gas de sus amos en un referéndum con el gran riesgo de perder la consulta? ¿Es que el compañero Morales no es consciente de lo que el imperialismo norteamericano se está jugando en todo esto y de que intentará a través del gobierno de Lozada todo lo que esté en su mano para salirse con la suya, incluyendo un intento de golpe de estado sangriento? Si el gobierno de Lozada fuera tan sensible a la opinión del pueblo, como imagina Morales, hace tiempo que habría dado marcha atrás en sus planes sobre el gas boliviano. Si Morales actuara como un verdadero socialista su obligación, y la del resto de los dirigentes del MAS, sería explicar al pueblo que Lozada representa a las multinacionales, a los grandes capitalistas, banqueros y terratenientes bolivianos y que por lo tanto jamás gobernará a favor de la mayoría del pueblo oprimido y que por lo tanto se hace necesario derribarlo por medio de la movilización y la lucha revolucionaria como están intentando hacer los trabajadores y campesinos de Bolivia.

Incluso peor: “Así también, el líder del MAS propuso que los técnicos de las Naciones Unidas intervengan en debates acerca del gas en Bolivia, pues –según dijo- existe gente profesional y entendida en la materia que podría contribuir a la discusión, incluso sostuvo que hay predisposición en los personeros de Naciones Unidas de aportar 450 millones de dólares para iniciar la construcción de los nueve polos de desarrollo en base al gas, en los nueve departamentos del país”. (Bolpress.com. 6/10/03) O sea, que la alternativa que nos propone el compañero Morales es apelar ¡a la ONU! para ayudar a resolver la cuestión del gas, esa agencia del imperialismo que terminó aceptando con una resolución el control del imperialismo norteamericano sobre Irak después de la guerra, la que mantuvo durante 12 años el bloqueo comercial criminal contra ese país y que llevó a la muerte a cerca de 1 millón de chicos, la misma ONU que mira para el otro lado ante los crímenes del Estado de Israel contra el pueblo palestino, la ONU cuyas decisiones están sometidas al veto de las principales potencias imperialistas del mundo, algunas de ellas con intereses directos en el negocio del gas boliviano (como son EEUU y Gran Bretaña (British Petroleum)), y de la cual España (Repsol-YPF) es miembro de su Consejo de Seguridad. Todo esto es suficiente para darnos una idea de la pérdida del horizonte político del compañero Morales y de gran parte de la dirigencia del MAS.

La actitud de Felipe Quispe, dirigente del MIP y la CSUTCB no es mucho mejor. Quispe, lejos de llamar a desconfiar completamente de Sánchez de Lozada, insiste en querer negociar con él. “Así también Quispe propuso que se conformen mesas de trabajo que analicen temas como los 72 puntos del pliego campesino, gas, ALCA, ley 21060 [despido sin causa ], Código Tributario y otras demandas de los sectores”. (Bolpress.com 6/10/03). La única condición que plantea es que los representantes del gobierno se acerquen hasta El Alto para hablar con él. Como la condición que propone el gobierno es dejar fuera a la COB de las negociaciones por su postura combativa, astutamente Quispe no quiere quedar en evidencia delante de sus bases, por eso insiste en incluir a la COB en las negociaciones, en las que ésta, correctamente, se ha negado a participar, exigiendo en cambio la dimisión del gobierno.

La imaginación de los dirigentes del MAS y la CSUTCB es fantástica. Al parecer, ellos creen que podrían conseguir todos los objetivos populares (echar para atrás los planes del gas, no ingresar al ALCA, derogar las leyes antisindicales y antiobreras, conseguir la reforma agraria y la tierra para los campesinos sin tierra, etc, etc) negociando con este gobierno lo que solamente se puede conseguir con la heroica movilización de las masas.

Una cosa debemos advertir, si la política que defienda la dirección del movimiento obrero y campesino boliviano sigue siendo la misma que plantean los actuales dirigentes del MAS y el MIP, la derrota será segura.

Lo que se necesita es una dirección marxista y revolucionaria. Los activistas obreros, populares y campesinos pobres de Bolivia deben sacar todas las conclusiones. Es urgente organizar una tendencia marxista en el interior de las organizaciones obreras y populares, particularmente en la COB, la CSUTCB y el MAS, como principales organizaciones de masas del país, para construir la organización y la dirección revolucionaria que necesitan los trabajadores y campesinos pobres de Bolivia. No hay otra alternativa.

Las maniobras de la clase dominante

El gobierno de Sánchez de Lozada y la clase dominante están en una situación muy apurada. Lo que los salva por ahora es la insuficiente organización de las masas y la falta de claridad en sus objetivos políticos revolucionarios. Es precisamente esto lo que justifica la necesidad del partido revolucionario: ayudar a las masas sacar todas las conclusiones de su experiencia revolucionaria.

Como explicábamos en nuestro artículo anterior (Bolivia: Entre la revolución y la contrarrevolución) la clase dominante boliviana, y detrás de ella las multinacionales y el imperialismo norteamericano, intentarán utilizar todo tipo de maniobras y trucos para desviar la atención de las masas. A corto plazo, no pueden recurrir a un golpe de estado mientras el movimiento elemental de las masas siga en auge, porque sería jugárselo todo a una carta. Esperarán a que el movimiento dé signos de cansancio tras semanas o meses de dura lucha sin un resultado decisivo para intentarlo.

Esto es lo que explica su intento de pactar y llegar a acuerdos con diferentes los sectores periféricos en lucha (rentistas jubilados, trabajadores de universidad, choferes, la CSUTCB, etc) para escindir y debilitar el movimiento y sobre todo al que consideran su enemigo principal, el movimiento obrero y su expresión organizada más consciente en estos momentos, la COB. Por ahora, todos estos intentos tienen un efecto muy limitado ya que, como decíamos antes, el pulso general del movimiento es ascendente.

Otra de las maniobras que pueden intentar es cancelar el proyecto de salida del gas por Chile y hacerlo por Perú. Es verdad que para las multinacionales implicadas en el proyecto, esto encarecería el negocio. Pero aún así, los beneficios sería suculentos. Para ellos sería preferible esto a perderlo todo si el movimiento revolucionario avanza y se lo lleva todo por delante. Pero en realidad, para los trabajadores y campesinos nada cambiaría. El gas se mantendría bajo el control de las multinacionales y el país se mantendría en la miseria

Por último, siempre quedaría la posibilidad de que la clase dominante sustituya a Goñi por otro político burgués, para ganar un tiempo mientras que, entre bambalinas, se prepara para organizar un golpe reaccionario cuando sorprenda a las masas con la guardia baja.

Por eso, como dijimos en otra parte, la consigna debe seguir siendo: ¡Ninguna confianza en las maniobras de la clase dominante! ¡Los trabajadores y campesinos pobres sólo deben confiar en su propia fuerza, organización y conciencia!

La “Refundación” del país

Hay sectores de la burguesía boliviana que, ante la gravedad de la situación, han decidido dar un paso al frente y participar de lleno en estas maniobras, saltando incluso por arriba del gobierno de Lozada. Haciéndose eco de algunas consignas vagas y ambiguas del MAS y el MIP, sectores crecientes de la burguesía, y muy especialmente de los grandes empresarios y terratenientes del departamento de Santa Cruz, una de las zonas más ricas de Bolivia, donde se concentran las tierras más fértiles del país y se ubican las principales reservas del petróleo boliviano, están planteando la idea descentralizar el Estado. Así, están hablando de la necesidad de dar “autonomía” a las diferentes zonas del país, de crear un estado “federal”, e incluso están amenazando con la “secesión”.

Estas ideas representan un peligro mortal para la revolución y para la unidad de la clase obrera y de los campesinos pobres bolivianos. Los marxistas nos oponemos frontalmente a estos planes de la clase dominante que tienen como único objetivo hacer descarrilar el proceso revolucionario y salvaguardar los privilegios de la clase dominante en cada zona.

Con un Estado federal, la clase dominante boliviana y el imperialismo podrían conseguir por la “puerta de atrás” lo que no pueden conseguir ahora. Podrían diseñar un estado federal dividiendo el país en tres zonas: la zona noroeste del altiplano boliviano, la zona oriental de Santa Cruz, y la zona sur alrededor de Tarija, donde se concentra gran parte de las reservas del gas. Cada zona tendría sus leyes particulares que, en la práctica les permitiría disponer de los recursos naturales para sus propios intereses y para ofrecerlos libremente al imperialismo y las multinacionales sin necesidad de dar cuenta al resto de la nación.

Podrían incluso atraer a los dirigentes del MIP con la idea de que ellos podrían disponer de la mitad norte del país para hacer realidad la “autodeterminación” de la nación Aymara. Esto sería una trampa cruel para los indígenas porque tendrían asignada la zona más pobre en recursos del país sin la posibilidad de compartir y beneficiarse de los recursos (petróleo, gas, industria, tierras fértiles, etc) del resto de Bolivia que les permitiera avanzar en su efectiva emancipación social y nacional. Lo más trágico es que la clase obrera y los campesinos se enfrentarían a nuevas trabas legales y divisiones administrativas artificiales que serían utilizadas para mantenerlos divididos y enfrentados.

Independientemente que estos proyectos se lleven a la práctica o no, la burguesía boliviana podría jugar con éstas u otras maniobras similares en el parlamento para desviar la atención de la población durante un tiempo con la promesa falsa de cambios constitucionales que mejorarían las condiciones de vida de las masas. Los trabajadores y campesinos pobres tienen que exigir a los dirigentes del MAS y del MIP que no entren en esta trampa que les tiende la burguesía boliviana, sería un error fatal que se pagaría muy caro.

Sobre la Asamblea Constituyente

Dentro de estas maniobras también estaría como última válvula de seguridad la convocatoria de una Asamblea Constituyente. La prueba de que la convocatoria de un órgano de este tipo no preocupa decisivamente a la clase dominante es que uno de los partidos del gobierno, el NFR, reivindica la convocatoria de este órgano para salir de la crisis.

El asunto de la Asamblea Constituyente es algo que ha llevado a la mayor de las confusiones a todas las organizaciones de izquierda y populares de Bolivia. El MAS plantea que el país necesita “cambios estructurales”, y en eso estamos totalmente de acuerdo. ¿Cuáles son estos cambios estructurales que demandan los dirigentes del MAS? La abrogación de la Ley de Hidrocarburos, la solución definitiva a la problemática de la tierra, el territorio y la coca, el rechazo a la Ley Tributaria, la derogación del decreto 21060 que contempla el despido sin causa. Para conseguir todo ello propone la convocatoria de una Asamblea Popular Constituyente.

Pero ya vimos que todas y cada una de las demandas “estructurales” que demanda el MAS chocan con la existencia del capitalismo en Bolivia. Los intereses de los trabajadores y campesinos pobres chocan frontalmente con los de los capitalistas y las multinacionales. Luego, no va a ser una Asamblea Constituyente la que va a resolver los problemas de los mismos, ni una “refundación” de la república, sino una revolución que lleve a la expropiación de los grandes empresarios, banqueros, monopolios y terratenientes y permita a los trabajadores y campesinos bolivianos (la aplastante mayoría de la población) controlar las palancas económicas de las cuales dependen para vivir y trabajar.

Como explicábamos en el artículo antes citado: “Históricamente la convocatoria de una Asamblea Constituyente se justificaba para conseguir derechos democráticos básicos para la población: libertad de expresión, derecho de manifestación, de organización, etc. Todos estos derechos existen ya en Bolivia. ¿Qué papel puede jugar la agitación de la consigna de una Asamblea Constituyente en esta situación? Solamente el de confundir y desorientar a las masas de sus verdaderos objetivos revolucionarios. Con esta consigna lo que se hace es derivar a una solución parlamentaria lo que sólo se puede resolver de una forma revolucionaria con las masas en la calle, y como si una nueva Constitución (que es para lo único que tiene sentido demandar un organismo de este tipo) pudiera resolver los problemas sociales sin la expropiación previa de la tierra, los monopolios y los bancos en poder de la oligarquía, la burguesía nacional y las multinacionales extranjeras, lo que igualmente nos lleva a la necesidad de la toma del poder por la clase obrera y los campesinos pobres” (Bolivia: entre la revolución y la contrarrevolución).

Jugar con esta consigna puede favorecer a la burguesía que no tendría ningún problema en convocar un organismo de este tipo mediante sufragio universal con el fin de hacer algunas reformas “constitucionales” por arriba, mientras que en lo fundamental nada cambiaría, engañando a las masas.

Una Asamblea Constituyente “revolucionaria”

Lamentablemente a este juego de la confusión también se han prestado algunos grupos y organizaciones que se reclaman marxistas. Este tema es de gran importancia en América Latina y no solamente en Bolivia, ya que durante los acontecimientos convulsivos habidos en los últimos tiempos en la Argentina, Perú y otros países, la mayoría de los grupos de izquierda también defendieron equivocadamente esta consigna.

En principio, estos compañeros reconocen que la única alternativa en Bolivia es un gobierno de los trabajadores y campesinos, pero que como la mayoría de los mismos aún no reconoce la necesidad del socialismo, es necesario agitar por una Asamblea Constituyente “revolucionaria”. ¿Para qué? “para ayudar a obreros y campesinos a acercarse al convencimiento de que sólo tomando el poder en sus propias manos se acabará con la opresión, la explotación y el sometimiento al imperialismo” (Lucha Obrera, vocero de la LOR-CI de Bolivia 29/9/03). Esta es una forma muy peculiar de razonar, puesto que: ¿No ayudaría mejor a los obreros y campesinos bolivianos a acercarse al convencimiento de la necesidad de la toma del poder hablándoles franca y honestamente de cuáles deben ser sus tareas, de la necesidad de formar su propios órganos de poder obrero y popular (Comités) en cada empresa, fábrica, mina, pueblo y comunidad campesina?

Como explicamos en otro momento sobre la organización de la huelga general, lo que fortalecería la lucha sería la organización de Comités de Lucha coordinados entre sí a nivel local, provincial, regional y, finalmente, a nivel nacional. Es la obligación de los dirigentes de la COB y la CSUTCB impulsar este tipo de organismos. Estos comités deberían ser los encargados de coordinar la lucha en cada zona y de asegurar la coordinación y la unidad del movimiento a nivel general. En estos comités deberían distribuirse las tareas para asegurar los suministros y que no haya desabastecimiento en los barrios obreros o en las comunidades campesinas, así como para patrullar las calles y caminos para evitar desórdenes y bandidaje, desembarazarse de los provocadores, etc.

Es necesaria también una política revolucionaria hacia el ejército, particularmente hacia los soldados, que son hijos de trabajadores y campesinos, invitándolos a que asistan a las asambleas de los trabajadores y campesinos y a que formen sus propios comités de soldados donde denuncien las provocaciones de los oficiales, y para que se nieguen a ser utilizados para reprimir al pueblo trabajador. Estos comités de soldados deben estar vinculados a los comités de trabajadores y campesinos de cada zona. La generalización de estos comités de soldados garantizarían que el grueso del ejército se pasara al lado del pueblo en el momento decisivo. El éxito de esta política revolucionaria hacia el ejército vendría favorecida además por el descontento que existe hacia la política del gobierno de Lozada, incluso entre capas amplias de suboficiales y de algunos oficiales que simpatizan con las demandas populares.

Una verdadera huelga general revolucionaria, plantearía la cuestión del poder. Durante el curso de la lucha estos Comités de Lucha deberían desempeñar el papel del poder obrero y campesino en Bolivia, llamando a las masas a que se organicen a través de los mismos. Una vez garantizado el apoyo aplastante de la mayoría de la población (los obreros, los campesinos pobres, los empleados, desocupados, mujeres y jóvenes) a este nuevo poder, junto a la masa de los soldados, la cuestión de la toma del poder quedaría resuelta. Bastaría con organizar manifestaciones de masas en las principales ciudades y ocupar los edificios oficiales. El poder obrero y popular se “institucionalizaría” con la convocatoria de un Congreso nacional de Comités que asumiría la conducción del país para llevar a la práctica el programa revolucionario y coronar de esta manera el triunfo de la revolución socialista. La transformación socialista de la sociedad se podría llevar con un mínimo costo y de manera relativamente pacífica.

¿No está esto suficientemente claro para cualquier obrero o campesino explicado de esta manera? ¿Por qué hay que subestimar la capacidad de comprensión de los trabajadores y campesinos, cuya conciencia crece a pasos agigantados con la lucha de masas y la extensión del movimiento revolucionario? Debemos explicar sincera y pacientemente la necesidad de la toma del poder y el socialismo a los trabajadores y campesinos pobres como única salida a la barbarie capitalista.

Para añadir más confusión, estos mismos compañeros afirman un poco antes: “Creemos que en la actual situación la misma puede sintetizarse en la lucha por una Asamblea Constituyente revolucionaria, es decir, realmente libre y soberana, no atada por la reaccionaria Constitución actual ni por las leyes de esta “democracia para ricos”, sino impuesta sobre las ruinas del régimen existente y sus podridas instituciones, en las que los representantes democráticamente elegidos de los trabajadores, los campesinos, los pueblos originarios, los pobres de las ciudades, puedan debatir y decidir sobre todos los grandes problemas nacionales: la recuperación del gas y los recursos nacionales, así como de las empresas públicas “capitalizadas”, el salario y el empleo, la tierra y el territorio, la coca, que los impuestos los paguen los ricos y la ruptura de las cadenas que nos someten al imperialismo” (Íbid.)

Pero si esta Asamblea Constituyente que propugnan los compañeros debe ser “impuesta sobre las ruinas del régimen existente y sus podridas instituciones, en las que los representantes democráticamente elegidos de los trabajadores, los campesinos, los pueblos originarios, los pobres de las ciudades, puedan debatir y decidir sobre todos los grandes problemas nacionales”, entonces ya no estamos hablando de una Asamblea Constituyente, al menos como siempre se entendió en el pasado, sino del poder revolucionario de los trabajadores y campesinos pobres derrocando a los capitalistas y terratenientes, como explicamos antes. Parece ser que aquí los compañeros identifican el poder obrero y popular con la Asamblea Constituyente. Pero de ningún modo son la misma cosa ¿No sería entonces mejor llamar las cosas por su verdadero nombre y no participar de esta ceremonia de la confusión?

En otra declaración de estos mismos compañeros se desprende una afirmación interesante: “… sostenemos la perspectiva de la Constituyente Revolucionaria, con el objetivo de agotar todas las ilusiones democráticas que amplios sectores populares aún tienen. La lucha por una Asamblea Constituyente de este tipo, es la única que permite ir preparando el terreno para un verdadero gobierno obrero y campesino, en la construcción de una sociedad socialista…” (Por una asamblea constituyente revolucionaria LOR-CI 6/10/03). Nosotros repetimos que “La lucha por una Asamblea Constituyente de este tipo” sólo profundiza la confusión sobre la tarea fundamental que es luchar por “un verdadero gobierno obrero y campesino”, dándose la impresión de que existe una “tercera vía”, una especie de etapa intermedia entre el capitalismo y el poder obrero y popular, lo cual es falso de cabo a rabo. Imaginamos que los compañeros no quieren decir esto, pero es lo que se desprende del planteo de su consigna.

Finalmente, para estos compañeros la verdadera justificación de esta consigna se debe a que las masas todavía tienen “ilusiones democráticas” en la democracia burguesa. Sobre las “ilusiones democráticas” de las masas bolivianas hacia el régimen que representa Sánchez de Lozada habría mucho que hablar ¡Como si el capitalismo pudiera ofrecer algún tipo de capitalismo "más humano" y "civilizado" a las masas de Bolivia o en cualquier otro país latinoamericano! Pero de esta afirmación se desprenden otras consecuencias. Si este es el criterio (las “ilusiones democráticas”) entonces los compañeros deberían ser consecuentes y defender la consigna de una Asamblea Constituyente también para los países capitalistas más desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Francia, etc., porque allí las ilusiones democráticas de las masas en la democracia burguesa en estos momentos están más desarrolladas que en ninguna otra parte. Pero se supone que en estos países las tareas de la revolución democrático-burguesa están completamente desarrolladas y en todos ellos funcionan regímenes democrático-burgueses avanzados, y el marxismo (comenzando por los clásicos Marx, Engels, Lenin o Trotsky) jamás defendió esta consigna en estos países, sino consignas de transición al socialismo que es la única tarea pendiente por resolver por la clase obrera de estos países. Aquí podemos ver el tipo de errores al que conduce la defensa de una consigna equivocada.

Conclusiones

Como decíamos al principio, la lucha de las masas trabajadoras y campesinas en Bolivia entra en una fase decisiva. A pesar de los errores observados en la conducción de las masas en los primeros días de la lucha, la situación no está perdida en absoluto. Al contrario, las masas están respondiendo audazmente al pedido de lucha de sus dirigentes. Al gobierno de Sánchez de Lozada se lo puede derrotar y derrocar. Pero la condición es que los dirigentes del movimiento, particularmente de la COB, y los activistas y dirigentes revolucionarios del MAS y la CSUTCB saquen todas las lecciones de los acontecimientos de las últimas semanas.

Sin embargo, hay que advertir que una situación revolucionaria no puede durar indefinidamente. Si después de intensas luchas las masas no advierten un resultado decisivo, la poderosa ola que ahora las empuja hacia delante se puede volver en su contrario, empezando por las capas más vacilantes y menos firmes. El cansancio, la frustración y el ambiente de derrota puede extenderse, lo que será aprovechado por la clase dominante para recuperar su control sobre la sociedad y hacer descargar sobre las masas el golpe de la reacción.

En el Ampliado Nacional de Emergencia convocado por la COB el 3 de octubre, decenas de activistas y dirigentes denunciaron las fallas y debilidades del movimiento, pero al mismo tiempo también entendieron las tareas a desarrollar: “ Los maestros urbanos y rurales, los campesinos, los constructores, los trabajadores de salud, los mineros, los fabriles, los carniceros, los gremiales, las Centrales Obreras Departamentales, los universitarios, los periodistas y otros sectores sociales identificaron que la ‘dispersión’ del conflicto, que aún se nota, es producto, en el fondo, de la falta de una ‘estrategia revolucionaria de poder’ con dirección única, coherente y nacional” (Econoticiasbolivia.com 5/10/03)

Acordamos plenamente con las palabras del compañero Jaime Solares, Secretario Ejecutivo de la COB, en la entrevista que concedió a la emisora de radio Paralelo 21: “ … ellos [los empresarios ] andan callados, sabemos que estamos afectando intereses multimillonarios porque acá los empresarios no dicen nada y al final son aliados del gobierno. Pero tarde o temprano estoy muy seguro que los medios de producción hoy privados caerán en manos de la misma producción social de parte de los trabajadores, porque los empresarios nunca han hecho nada por este país” (Paulina Castro y Jorge Souza. Paralelo 21)

Para ello, la tarea más urgente es organizar una tendencia marxista de masas basada en los activistas obreros, juveniles y campesinos al interior de las organizaciones de masas que sea capaz de dar una orientación y una dirección correcta y firme al movimiento.

Confiamos en que la clase obrera y los campesinos pobres de Bolivia serán capaces de encontrar el camino correcto hacia la revolución y el poder obrero y campesino en Bolivia, lo que servirá de preámbulo para un movimiento más grandioso aún, la revolución socialista en toda América Latina.