Bill Gates, presidente de Microsoft, se comprometió recientemente a donar 750 millones de dólares a la Alianza Global para las Vacunas y la Inmunización. En el Foro Económico Mundial de Davos, Gates, junto a la estrella del rock Bono y Tony Blair, afirmaron que 2005 debe ser el punto de inflexión para la pobreza en África. Con estas palabras mesiánicas, el hombre más rico del mundo, con una riqueza neta de 46.500 millones de dólares, se intenta presentar como el salvador del mundo. Bill Gates, presidente de Microsoft, se comprometió recientemente a donar 750 millones de dólares a la Alianza Global para las Vacunas y la Inmunización. En el Foro Económico Mundial de Davos, Gates, junto a la estrella del rock Bono y Tony Blair, afirmaron que 2005 debe ser el punto de inflexión para la pobreza en África. Con estas palabras mesiánicas, el hombre más rico del mundo, con una riqueza neta de 46.500 millones de dólares, se intenta presentar como el salvador del mundo.
Se ha escrito mucho sobre la generosidad de Bill Gates y su fundación. En general se presenta a Gates como el mayor benefactor del planeta. The Times escribía lo siguiente:
El donativo de hoy sitúa a Bill Gates en una posición aún más elevada entre los mayores filántropos del mundo.
La Fundación Gates, que tiene un valor de 30.000 millones de dólares, es ahora la organización de caridad más grande creada por un solo benefactor o empresa privada… después de un anterior regalo de su fundador de 3.000 millones de dólares en el pasado mes de julio, Gates ha dicho que pretende dar el 90 por ciento de su fortuna, actualmente valorada en aproximadamente 50.000 millones de dólares.
Las causas a las que ha dedicado su riqueza -desigualdades sanitarias globales, programas educativos, bibliotecas públicas y proyectos cerca de su ciudad, Seattle- han cambiado mucho debido a sus contribuciones. (31/1/2005).
En realidad, la Fundación Gates es la organización de caridad más rica del mundo. Su ingreso anual supera al de muchos países pequeños. Debido a esta masiva riqueza, muchas personas sin duda han recibido ayuda de los donativos de Bill Gates y su fundación. Sin embargo, sería ingenuo considerar a Bill Gates como el benefactor de los oprimidos del mundo. Es verdad que durante un par de años ha dado cantidades significativas de su fortuna personal a los más pobres del mundo, más que cualquier otro empresario. Sin embargo, pensamos que eso no supone ninguna diferencia fundamental real.
En primer lugar tendríamos que preguntarnos: ¿por qué Bill Gates es el hombre más rico del planeta? ¿No existe un gran contraste entre el ingreso personal de este multimillonario y las pobres condiciones que sufren miles de millones de personas? Comenzaremos respondiendo a la primera pregunta.
El monopolio Micrososft
No tenemos espacio para tratar los detalles exactos del ascenso a la fama y la riqueza de Bill Gates. Basta con decir que, contrariamente al mito popular, su historia no es la del ascenso desde los harapos a la riqueza. El abuelo de Gates era un rico banquero, James Willard Maxwell, que creó un fondo fiduciario de un millón de dólares para su nieto. También era hijo de un adinerado fiscal de Seattle y por esa razón, era un joven de clase media alta, que tenía los fondos necesarios para fundar en primer lugar Microsoft.
Junto con Paul Allen, Bill Gates fundó Micro-Soft en 1975, más tarde llamada Microsoft Corporation. La empresa despegó después de comercializar su propia versión Microsoft de Basic, un lenguaje de programación. A principios de 1976, Gates escribió una carta abierta a los aficionados en la que decía que existía un mercado comercial para el software de ordenador. En esta época puede parecer algo obvio, pero es importante observar que el software en aquel momento apenas se vendía. Como todo el software se basaba en el software y las ideas de otros, se consideraba imposible ganar el mercado. Se trataba de desarrollar software para los aficionados que se pudiera prestar, pasar y compartir dentro de la comunidad. El capitalismo tiene su lógica y la comercialización del software despegó.
El despegue de Microsoft llegó cuando IBM decidió entrar en el mercado de ordenadores personales a finales de los años setenta. IBM necesitaba dos cosas: un sistema operativo y un lenguaje de programación. La empresa contactó con Bill Gates por el Basic y al mismo tiempo necesitaba un sistema operativo. Firmaron un importante contrato en 1980, a pesar de que Gates todavía no tenía un sistema operativo. Por lo tanto, Microsoft simplemente tuvo que conseguir una licencia de PC clónico de aquella época. Este software, que no lo había escrito Microsoft, fue renombrado como QDOS (Quick and Dirty Operating System). Como Bill Gates y su empresa apenas necesitaban costos de inversión (esto lo hacían otras empresas como Digital Research, Seattle Computers e IBM) y no tenían costos de producción (IBM financiaba la producción), Microsoft fue capaz de vender su producto por debajo del precio de mercado y poco a poco fue echando del negocio a sus competidores. Lo único que le quedaba por hacer es conseguir todos los derechos de QDOS, lo hizo por sólo 50.000 dólares y le cambió el nombre a MS-DOS. Consiguieron un producto en el que no habían jugado ningún papel en su innovación y que era muy rentable. Así son los negocios.
Así es como Microsoft consiguió sus primeros millones. La empresa acumulaba cada vez más capital y, con sus crecientes recursos a finales de los ochenta, fue acorralando a sus competidores, como Word Perfect y Lotus 1-2-3. Bill Gates incluso fue capaz de rivalizar con otro gigante: IBM. Esta empresa se arrepintió de la firma de su contrato con Bill Gates, que en cierto sentido fue su sentencia de muerte como monopolista en la industria informática. Los millones de beneficios en los años noventa se convirtieron en miles de millones y Microsoft consiguió convertirse en un monopolio. En el punto álgido del boom de las empresas punto.com, en 1999, se estimaba que la riqueza de Bill Gates era de 90.000 millones de dólares (según Forbes). Se convirtió en (y aún es) una de las empresas más rentables del mundo e inundaba el mercado con sus productos.
Tácticas depredadoras
A pesar de todas las campañas de marketing, Microsoft no creció gracias a la innovación u ofreciendo el mejor producto disponible. Para un monopolista es mucho más barato esperar a que una pequeña empresa cree un producto bueno y después simplemente comprárselo. Una empresa llamada WebTV llevó Internet a las pantallas de televisión. Ante el temor de un cambio de mercado de los ordenadores personales a los televisores digitales, Microsoft compró en 1997 WebTV por 425 millones de dólares, de este modo eliminó un competidor en potencia. Unos meses después Microsoft vio amenazado los servicios gratuitos de correo electrónico, en concreto por Hotmail, así que lo compraron.
Otra cuestión fue la famosa guerra de los navegadores entre Microsoft y su entonces competidor Nestcape. Incluso hoy, a pesar de los enormes problemas de seguridad con el navegador de Microsoft, Internet Explorer, (virus, espías…), muchas personas asumen que Internet Explorer es Internet, no conociendo otros navegadores alternativos disponibles para navegar por el World Wide Web. Sin embargo, el aplastante dominio del Internet Explorer de Microsoft es sólo un fenómeno reciente. A principios de los años noventa otra empresa, Nestcape, controlaba el 90 por ciento del mercado y era el navegador habitual. Microsoft vio en el éxito de Nestcape una amenaza para su sistema operativo dominante, Windows, y en 1995 lanzó una campaña agresiva para conseguir el control del mercado de navegadores. Consiguieron la licencia de Mosaic, otro navegador de la época, y lo utilizaron como base para Internet Explorer 1.0.
Como monopolio con mucho dinero en efectivo, tenía dos importantes ventajas en la guerra de navegadores. Una era simplemente una cuestión de recursos: Netscape podía tener ya casi el 90 por ciento de cuota de mercado, pero como era una empresa relativamente pequeña carecía del apoyo financiero. Otra ventaja significativa era que Microsoft Windows tenía el monopolio de los sistemas operativos en el mercado laboral y se utilizó esto para conseguir que Internet Explorer consiguiera una posición dominante. El truco era incluir Internet Explorer con cada copia de Windows. De este modo, aunque se tratara de un navegador tecnológicamente inferior, Microsoft fue capaz de ampliar su cuota de mercado con astutas tácticas de marketing y con mucho dinero. Al final, Netscape fue expulsado del mercado. Internet Explorer se convirtió en el principal navegador y a pesar de estar plagado de problemas de seguridad, todavía es el navegador más utilizado debido al dominio de Microsoft. Es tal el poder del monopolio que una vez ha tomado el control del mercado se puede permitir no desarrollar más su producto. Eso es lo que ha ocurrido con Internet Explorer de Microsoft y hasta cierto punto con su sistema operativo Windows. Se han perdido, literalmente, millones de dólares y horas de trabajo debido a la necesidad constante de actualizar, crear parches, eliminar virus y espías. Sólo muy recientemente, con Mozilla, uno de los sucesores de Nestcape, ha aparecido algo de competencia a Microsoft y eso lo ha obligado a desarrollar más su navegador.
En otras palabras, Microsoft sistemáticamente ha dedicado dinero a un producto o tecnología, en muchos casos comprando a sus competidores, sólo para acumular capital, generar más beneficios y fortalecer su posición monopolista. Más que nunca se puede ver cómo, cuando se fracasa en la creación de un software competitivo y viable, se utilizan los recursos financieros para comprar empresas y tecnología clave, de esta forma puede mantener un grillete de hierro sobre la industria. Han adquirido empresas de animación en 3D, herramientas de desarrollo de Internet, reconocimiento de voz, seguridad en el pago por Internet, empresas de servicios de noticias, etc.
Con esto, Microsoft ha ayudado a asegurar que empresas e incluso gobiernos que podrían haber desarrollado toda una serie de sistemas y formatos diferentes, incluidos los competidores de Microsoft, estén atados a su empresa, incluso comprando formatos como Windows Media Audio para archivos de audio y Microsoft Word para archivos de texto. Esto se llama proveedor cerrado, hace que personas dependan de un proveedor sin tener la posibilidad de recurrir a otro sin que eso suponga aumentar significativamente los costos. Debido al formato cerrado de estos archivos, no existe información pública y disponible sobre ellos, en la práctica significa que Windows Media Player o Microsoft Word sólo serán compatibles con el software que Microsoft quiera y si no tendrás que gastarte dinero en una licencia para poder escuchar o leer archivos. Esa también es la razón por la cual Microsoft está orgullosa de donar su software a muchas escuelas, que no tienen recursos para comprar software, pero esto hace que las futuras generaciones dependan del monopolio del software. En un próximo artículo analizaremos el tema del software libre y Linux/GNU.
De este modo, vemos que Bill Gates y sus socios saben cómo hacer negocios. Saben que un producto tecnológicamente superior es poco probable que se convierta en el producto ganador. Una y otra vez su estrategia depredadora ha sido entrar en el mercado con un producto inferior para poner un pie en él, crear un modelo cerrado, atar a las personas a su sistema y conseguir cuotas de mercado. Este el camino a seguir si se quieren conseguir grandes beneficios.
Las grandes empresas y la caridad
Por nuestra parte, no culpamos a Bill Gates personalmente de su fortuna conseguida a lo largo de años. Después de todo, el capitalismo es conseguir beneficios en un sistema económico que recompensa a los jugadores más agresivos. En ese sentido, Bill Gates no está haciendo nada nuevo. Simplemente está continuando con las tácticas empresariales de sus predecesores. Algunos de los hombres más poderosos de la historia norteamericana actuaron en los negocios exactamente de la misma manera despiadada. Hombres como J. P. Morgan, John D. Rockefeller, Cornelius Venderbilt, Andrew Carnegie fueron todos monopolistas. Ahora son figuras históricas respetadas cuyas familias se encuentran entre las más ricas del mundo. Lo interesante es que todos eran industriales muy ricos, cada uno de ellos acabó con sus competidores y donaron parte de sus fortunas a todo tipo de obras de caridad. ¿No existe aquí una contradicción?
Consideremos el caso de J. D. Rockefeller. En el transcurso de los años, su Rockefeller & Company comenzó a tener cada vez más beneficios. Paso a paso, Standard Oil (su nuevo nombre) consiguió el control de la producción petrolera en EEUU y se convirtió en el primer gran trust estadounidense. Si Rockefeller se sintió culpable por su acumulación de capital es algo que aquí no nos importa. La realidad es que con el cambio de siglo se convirtió en uno de los hombres más odiados de EEUU. Probablemente eso es lo que llevó a cambiar su imagen, Rockefeller ahora es presentado como un empresario filantrópico que comenzó dando millones a la caridad. Como Bill Gates se puede permitir dar grandes sumas de dinero. Tampoco es coincidencia que se viera implicado varias veces en juicios anti-trust. Un siglo después de Rockefeller, Bill Gates se puede permitir dar donativos récord porque a lo largo de años también a conseguido beneficios record.
Cuidado sanitario y caridad
Dejando a un lado los posible motivos para donar cantidades significativas de su fortuna personal, deberíamos preguntarnos por qué precisamente multimillonarios como Bill Gates se dedican en primer lugar a proporcionar vacunas básicas para África. Hay algo seriamente equivocado cuando las vacunas y otros cuidados sanitarios básicos recaen sobre los hombros de empresarios que se han enriquecido siguiendo la lógica capitalista, primero los beneficios, ¡con todos los medios a su disposición! La ironía es que mientras millones de personas en el llamado Tercer Mundo están agonizando de hambre y por enfermedades fácilmente curables, las empresas farmacéuticas en la zona consiguen miles de millones de beneficios mientras apenas invierten en investigar las medicinas que tan desesperadamente se necesitan. Como Microsoft, las empresas farmacéuticas se rigen por el beneficio. Simplemente no están interesadas en desarrollar tratamientos para curar enfermedades porque los pobres no tienen el poder adquisitivo para pagar las medidas necesarias. Por esa razón, los programas de investigación de las gigantescas farmacéuticas están dedicados principalmente a productos destinados a tratar problemas típicamente occidentales como la calvicie, la obesidad y la impotencia.
Como ocurre en la industria del software y en la industria en general, durante años se ha ido produciendo un proceso de concentración. Una gigantesca farmacéutica se ha fusionado con otra, sólo para acumular más capital en manos de unos pocos individuos. Varias fusiones han creado enormes empresas como Pfizer Inc., con un PIB anual mayor que el de muchos países del Tercer Mundo. Las alternativas genéricas más baratas de las medicinas caras son continuamente bloqueadas por un violento lobby farmacéutico al que no le importa la salud de las personas cuando no pueden conseguir beneficios. Además hay que añadir los corruptos regímenes del mundo ex colonial que comen en las manos de sus maestros imperialistas occidentales, está claro que los donativos de Bill Gates para las buenas causas son simplemente un parche para un sistema que no puede proporcionar cuidado sanitario universal y que condena a millones de personas a la muerte desde el mismo momento de su nacimiento.
La acumulación de capital
No hace falta decir que no culpamos personalmente a Bill Gates de toda la miseria del mundo, como tampoco vemos a esta o aquella empresa farmacéutica o incluso a George W. Bush como los Grandes Satanes que atormentan al mundo. Puede que Bill Gates alivie algo de miseria en casos concretos en África (en realidad es sólo un gesto paliativo). Lo importante es que no importa cuanto dinero done a la caridad porque los problemas fundamentales nunca se resolverán sobre la base del actual sistema económico, un sistema basado en la producción para el beneficio y no para la necesidad. Gates es sólo un elemento en este capitalismo global, como ya lo describieron Marx y Engels en El Manifiesto Comunista hace más de ciento cincuenta años. Obviamente la cara del capitalismo ha cambiado, como describió Lenin en su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo. Sin embargo, las leyes fundamentales que gobiernan el sistema de beneficio siguen siendo válidas y siguen en vigencia, así que no se pueden separar los miles de millones de beneficios conseguidos por las empresas de las espantosas condiciones de vida que sufre la mayoría de la población sobre este planeta. Los dos polos contrarios están intrínsicamente interrelacionados. La acumulación de cantidades nunca vistas de riqueza va acompañada por la espantosa pobreza que sufren miles de millones de personas.
Al principio del siglo XXI, vivimos más que nunca en una época de capitalismo monopolista. El llamado libre comercio no ha existido realmente en los últimos cien años. A pesar de todas las habladurías sobre el libre comercio y la liberalización, en la política mundial siempre ha existido una lucha feroz por los mercados entre las principales naciones capitalistas (un proceso llamado imperialismo), y se aplica igualmente a las empresas como a sus competidores. Marx y Engels explicaron en El Capital que bajo el capitalismo la libre competencia siempre lleva a la concentración de la producción, y que a su vez, en determinada etapa de su desarrollo, lleva al monopolio. Contrariamente a las primeras formas de capitalismo, el capitalismo de los últimos cien años siempre ha tenido una tendencia a sofocar la libre competencia. A eso es lo que hacía referencia Lenin cuando decía:
Ahora el monopolio es un hecho. Los economistas escriben montañas de libros en los cuales describen manifestaciones aisladas del monopolio y siguen declarando a coro que el marxismo ha sido refutado. Pero los hechos son testarudos, como dice un refrán inglés, nos guste o no hay que tenerlos en cuenta. Los hechos demuestran que las diferencias entre los diversos países capitalistas, por ejemplo, en lo que se refiere al proteccionismo o al librecambio, condicionan únicamente diferencias no esenciales en la forma de los monopolios o en el momento de su aparición, pero que el engendramiento del monopolio por la concentración de la producción es una ley general y fundamental de la fase actual de desarrollo del capitalismo. (Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo).
Se podría decir con cierta razón que Microsoft no es un verdadero monopolio porque por ejemplo en el frente del sistema operativo tienen cierta competencia procedente de Apple Macintosh. Es cierto, pero los monopolios casi nunca tienen una posición monopolista absoluta. Se calcula que Apple y los distintos sistemas operativos de Linux tienen en total una cuota de mercado del 3 por ciento. Eso aún deja más del 90 por ciento del mercado en manos de Microsoft. Lo que importa es el dominio general y el comportamiento sobre el mercado. Microsoft ha utilizado agresivamente su cuota de mercado para entrar en nuevos mercados como la tecnología de Internet y los video juegos, ha integrado su navegador de Internet en su sistema operativo y ha firmado acuerdos con fabricantes de hardware para incluir los productos de Microsoft y no los de sus competidores. Una vez más, aquí no hay nada nuevo. Como decía Lenin.
Por ejemplo: en Estados Unidos, un tal Owens inventó una máquina que produjo una revolución en la fabricación de botellas. El cartel alemán de fabricantes de botellas compró la patente a Owens y la guardó bajo llave, retrasando su aplicación. Naturalmente, bajo el capitalismo, el monopolio no puede nunca eliminar del mercado mundial de un modo completo y por un período muy prolongado la competencia (en esto consiste, dicho sea de paso, una de las causas de lo absurdo de la teoría del ultra-imperialismo). Desde luego, la posibilidad de disminuir los gastos de producción y de aumentar los beneficios por medio de la introducción de mejoras técnicas obra en favor de las modificaciones. Pero la tendencia al estancamiento y a la descomposición inherente al monopolio, sigue obrando a su vez, y en ciertas ramas de la industria, en ciertos países, por períodos determinados llega a imponerse. (Ibíd.)
El futuro de la tecnología informática
Algunas personas ven una solución al monopolio de Microsoft dividiéndola en empresas más pequeñas, con la idea de impedir el monopolio y así poder ser controlado por otros competidores. Por supuesto esto es lo que quieren los actuales competidores, la fuerza motriz de las empresas es buscar beneficios. Empresas como Apple se comportaría de la misma forma, si no de una forma más despiadada si se encontrasen en esta posición tan poderosa. Además, en el contexto de un sistema económico global e interrelacionado, dividir una empresa para preservar un pedazo de mercado para los competidores de Microsoft sólo sería un intento de dar marcha atrás al reloj, una medida reaccionaria. Como comentario hay que decir que John D. Rockefeller se enriqueció aún más después de que el gobierno dividiera su empresa Standard Oil en 1911.
Más importante aún, es una realidad que a pesar del dominio de Microsoft sobre algunos mercado, su dominio ha llevado de facto a la estandarización. Por sí misma, la estandarización es algo muy positivo. Cuando se compra un nuevo ordenador tiene sentido poder tener todo el software disponible necesario sin costos adicionales. En ese sentido, acumular software en el sistema operativo es un proceso positivo. El problema es que se trata de una empresa privada la que decide qué software introducir, es decir, el suyo propio. Como hemos visto, este software normalmente tiene una calidad inferior comparado con otro software hecho por otras empresas o con el software libre, de este modo, se crea el famoso proveedor cerrado, la personas se hacen dependientes de los productos de una empresa particular.
Vemos como el control de una tecnología vital para millones de personas y para una parte significativa de la economía mundial, depende actualmente de un puñado de personas. Que las decisiones críticas, que afectan a productos esenciales para el funcionamiento de oficinas, escuelas y hospitales, las tomen individuos privados no tiene ninguna explicación en absoluto. No hace falta tener demasiada imaginación para ver lo que se podría hacer con los extraordinarios dividendos que reciben los accionistas de Microsoft.
La situación actual en el mundo de la tecnología deja claro que uno no se puede oponer a Microsoft de una manera abstracta. Lo que hace falta es una oposición que vaya más allá de la superficie del problema. Microsoft, en realidad, también ha hecho un software útil a lo largo de años (aunque fuese el resultado de comprar software ya existente) y tiene en nómina programadores muy capacitados. Todos estos recursos no están puestos al servicio del bien público. Las personas pagan una licencia muy costosa de su software pero realmente no lo poseen. Para eliminar el actual freno que existe en el desarrollo tecnológico, el código fuente de Microsoft y otras empresas privadas de Software deberían ser de dominio público, de esta manera, todo el software podría ser distribuido gratuitamente para al beneficio de toda la humanidad. ¿Por qué no debería aplicarse la consigna de nacionalización bajo control obrero a Microsoft y todas las demás grandes empresas de software?
Lo que hace falta es transferir toda la tecnología informática disponible a una forma de propiedad social, vinculada con un gobierno socialista mundial democrático que ponga todos los recursos y tecnología disponible al servicio de la humanidad. Eso, a su vez, requiere la transformación socialista de la sociedad que elimine el sistema de beneficio y establezca un sistema mundial controlado democráticamente donde la producción se base en las necesidades de la humanidad.
17 de marzo de 2005