¡Hacemos un llamado internacionalista a las y los trabajadores del mundo para que defiendan la Revolución venezolana en sus respectivos países!
El Gobierno de Argentina, junto con otros 21 países, votó en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU una declaración, impulsada por el reaccionario Grupo de Lima, en la que se cabalga hipócritamente sobre la situación de los derechos humanos bajo el mandato de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. La votación formó parte de la 45ª sesión ordinaria del Comité de Derechos Humanos de la ONU y contó con 22 votos a favor, 22 abstenciones y 3 en contra.
En la práctica, con este voto, Argentina se suma a la continua presión contra el presidente Nicolás Maduro que impulsan Trump, Bolsonaro y Piñera. El Estado venezolano ha sido víctima de criminales sanciones ilegalmente impuestas por parte del imperialismo norteamericano, que causan estragos y consecuencias nefastas para la clase trabajadora, las campesinas y campesinos y la juventud venezolana, y es en este marco que el Grupo de Lima arremete contra Venezuela.
El voto del Frente de Todos deja a la vista el peso del Fondo Monetario Internacional y el imperialismo estadounidense marcando la agenda del Gobierno, ya que este giro en política exterior se produce después de una reunión de Felipe Solá con el embajador de los Estados Unidos, Edward Prado y en vísperas de las negociaciones con el FMI cuyos funcionarios se encuentran en el país.
Mientras el Gobierno de Argentina y Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, se pronuncian contra la supuesta violación de los derechos humanos en Venezuela, ignoran las sistemáticas violaciones de los derechos humanos que tienen lugar en nuestro país vecino, Chile, como es el caso de los carabineros que arrojaron a un joven de 16 años al río Mapocho desde el Puente Pio Nono, y también muchos otros casos de represión, violencia, torturas y disparos a manifestantes. En realidad, no solo se trata de la violación de los derechos humanos, sino de la constante subordinación de varios países, a los que ahora se suma Argentina, a la política exterior del imperialismo norteamericano.
Este voto a favor del Grupo de Lima, por parte de los funcionarios de Alberto Fernández, desnuda las contradicciones y los límites de clase de un gobierno que dice defender la vida y los derechos humanos, pero que cede a la voluntad de las grandes empresas que presionan por la finalización total de la cuarentena, como del aislamiento, combinado con la devaluación de la moneda. Poco se hace ante la creciente crisis habitacional que atraviesa el país y que está llevando a cientos de personas a ocupar tierras, como en el caso de Guernica, que lleva meses sin resolverse, y tiene a cientos de familias viviendo en condiciones extremadamente precarias. Sin mencionar los incendios en 14 provincias de Argentina, llegando a los lugares de hábitat que deben ser desocupados por el peligro de perder la vida, todo este flagelo se produce con el dejar hacer o la omisión de los gobiernos provinciales y del gobierno nacional.
Desde la Corriente Socialista Militante y la campaña Manos Fuera de Venezuela en Argentina nos posicionamos firmemente contra el asedio de la derecha internacional contra el pueblo venezolano que viene siendo sometido a un criminal bloqueo, agravado por la pandemia, por esto rechazamos el voto de la Cancillería argentina.
A su vez señalamos que mientras el imperialismo arremete de manera salvaje contra la clase obrera venezolana el gobierno de Nicolas Maduro prioriza los intereses de empresarios, terratenientes y banqueros por sobre los de quienes realmente trabajan, producen, siembran, creando toda la riqueza social: las obreras y obreros, campesinas y campesinos, comuneras y comuneros.
Las calamidades que padecen los sectores populares en Venezuela responden a la crisis estructural del propio capitalismo venezolano, en el marco de la crisis mundial capitalista, junto a la asfixia económica del imperialismo estadounidense a la que el Gobierno de Maduro responde con una política de ajuste burgués y políticas anti-obreras y anti-populares que han llevado el salario mínimo a menos de un dólar dejando a la vista de quien quiera ver la pulverización del salario y la destrucción de las conquistas alcanzadas en el gobierno de Chávez.
Ante esto queda claro que las maniobras desestabilizadoras y golpistas de la derecha pro-imperialista solo pueden ser enfrentadas con un programa socialista. Solo una política revolucionaria, que impulse la demolición revolucionaria del sistema capitalista, puede sacar al país de la crisis, transformando todo el continente y poniendo a la clase obrera venezolana nuevamente como punta de lanza de la revolución mundial.
¡Por una Alternativa Popular Revolucionaria!