Los trabajadores mostraron su disposición a la lucha
El paro nacional convocado por la CTA el 27 de mayo demostró la gran disposición de los trabajadores a dar la pelea por sus derechos, pero también las limitaciones que tiene la dirección nacional de la central, y en muchas provincias, para organizar una jornada de lucha de esta envergadura.
Los trabajadores mostraron su disposición a la lucha
El paro nacional convocado por la CTA el 27 de mayo demostró la gran disposición de los trabajadores a dar la pelea por sus derechos, pero también las limitaciones que tiene la dirección nacional de la central, y en muchas provincias, para organizar una jornada de lucha de esta envergadura.
Los aspectos positivos
De acuerdo a lo informado por la dirección de la CTA, un millón y medio de trabajadores pararon en todo el país y miles salieron a las calles y a los cortes de ruta para mostrar su rechazo a la paralización de las paritarias, a los despidos y suspensiones; y en apoyo a reclamos sociales y democráticos: como la extensión universal de las asignaciones familiares por hijo, el incremento y la extensión del seguro de desempleo, y el reconocimiento de la personería gremial para la CTA y los nuevos sindicatos, como el de los trabajadores del Subte en Buenos Aires.
Justamente, en Capital el paro tuvo una mayor relevancia pública por la adhesión al mismo, durante dos horas, de los trabajadores del Subte, cuyo nuevo sindicato adhirió a la CTA.
Es muy importante que una central como la CTA, a diferencia de la dirección de la CGT, se posicione abiertamente en contra de que los trabajadores paguemos la crisis, lo que establece una delimitación sindical y política con la burocracia sindical de la CGT, el gobierno y los patrones. Y además ofrece un cauce de lucha.
Las falencias del paro
Como se esperaba, el paro sólo alcanzó a los empleados públicos y privados enrolados en los gremios de la CTA: ATE, Ctera, neumáticos, y gremios menores.
Esto señala el aspecto débil de la convocatoria, como señaló El Militante desde el primer momento, no hubo ningún llamamiento a la CGT para que se sumara al paro, lo que desde el principio equivalía a aceptar la rebaja del alcance del paro nacional. Aunque era seguro el rechazo o el silencio de la dirigencia cegetista al ofrecimiento, la CTA habría realzado su autoridad ante el conjunto de los trabajadores, obligando a la dirección de CGT a tener que justificar su negativa a sumarse.
Y no obstante, existían condiciones para que un sector de activistas o de gremios de base de la CGT desoyeran a sus dirigentes, como lo demostró la concurrencia al acto en Rosario de obreros de empresas sometidas a ajuste y despidos, como Mahler, Cotar, Ruedas EB, Coto, etc. o la participación de delegados del sindicato de la municipalidad de Buenos Aires (SUTECBA, adscrito a la CGT) junto a trabajadores de ATE en el paro del Hospital Durand de la Capital.
En este sentido, el Secretario Adjunto de la CTA de Rosario, Gustavo Teres, afirmó en su discurso en el acto con cerca de 5.000 personas en esa ciudad que: "Nadie tiene que bajar sus banderas ni dejar sus programas o de apoyar a tal o cual candidato. Lo que no podemos dejar de hacer es formar una Coordinadora entre Centrales Sindicales en defensa del empleo y del salario, porque eso no nos lo van a perdonar los trabajadores". Ese debe ser el camino, de ahora en más.
En general, el paro fue lanzado desde los despachos pero, con excepciones, no fue trabajado en las empresas, oficinas y escuelas, ni se lo vinculó al inicio de un plan de lucha general de los trabajadores por sus reivindicaciones. El paro docente sólo fue convocado en 10 provincias y Capital Federal. Un sindicato tan relevante como la UOM de Villa Constitución, adherida a la CTA, tampoco convocó al paro.
El alcance de la medida de fuerza fue dispar, según las provincias y la implicación de los dirigentes. En Rosario y Neuquén, hubo actos centrales muy concurridos. Pero en la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal no hubo marchas ni actos unitarios para concentrar las fuerzas y dar confianza a los trabajadores, sino que se apostó a dispersar los esfuerzos (con grupos de 100, 200 ó 500 trabajadores) en marchas, actos y cortes aislados de calles, avenidas, rutas, etc. que dejaron una sensación de debilidad.
Hay que abrir un debate
Es necesario abrir en la CTA un debate sobre el balance de esta lucha, con asambleas de base en cada sector, que parta de los aspectos positivos habidos: como el rechazo al pacto social, la convocatoria de jornadas de lucha, un pliego mínimo de reclamos, delimitación política con el gobierno, etc., para superar los errores y debilidades: ninguneo a la CGT, limitaciones a la participación de las bases, tendencias burocráticas, entre otras, y plantear el relanzamiento de la Constituyente Social y del movimiento político de la CTA.