La situación del transporte en Berlín confirma que, como ya hemos dicho en otras ocasiones, se está produciendo un giro a la izquierda en Alemania, no sólo en el frente político, como se ha demostrado en el incremento del voto a Die Linke en varias elecciones locales, sino también en el frente económico con una creciente militancia sindical y reivindicaciones salariales más altas. Durante casi dos semanas, desde el 5 al 16 de marzo, todas las ruedas en Berlín han estado paradas. No había colectivos, subte ni tranvías. No sólo los conductores estaban en huelga, también los trabajadores de mantenimiento y administrativos de BVG (Empresa de Tranportes de Berlín) participaron en los piquetes. Un total de casi 12.000 trabajadores han participado en la huelga.
Lo que desencadenó la protesta fueron las negociaciones sobre el nuevo convenio colectivo entre BVG, propiedad del ayuntamiento de Berlín, y el sindicato Verdi (sindicato del sector público). El sindicato exigía un aumento salarial del 12 por ciento, insistiendo en un mínimo de 250 euros al mes antes de impuestos, para todos los trabajadores. Pero la empresa sólo estaba dispuesta a conceder el 3 por ciento a los trabajadores contratados a partir de 2005 y nada para los más antiguos. Un conductor de colectivos de Berlín contratado después de 2005 gana aproximadamente 1.600 euros al mes antes de impuestos. Incluso en Alemania del Este, donde los precios son un poco más baratos que en Alemania Occidental, tampoco significa mucho. Después de algunas huelgas en febrero era inevitable la huelga total.
Ahora los conductores han regresado al trabajo, pero el personal administrativo y de mantenimiento sigue en huelga. El efecto es que no se repara ni un colectivo ni un subte, eso hará que las líneas en funcionamiento disminuirán durante las próximas semanas. El sindicato y la empresa han regresado a la mesa negociadora y el responsable de las negociaciones del sindicato ha ofrecido un "pasillo" a la empresa, discutir posibles aumentos salariales entre el 3 y el 9 por ciento, mucho más bajo que la reivindicación original.
Los trabajadores están muy enfadados y están dispuestos a luchar después los relativamente modestos convenios colectivos de estos últimos años, y de las concesiones hechas a la empresa por el ayuntamiento de Berlín.
En realidad, esta huelga se ha convertido en una cuestión política porque el gobierno municipal de Berlín está formado por el Partido Socialdemócrata (SPD) y el Die Linke (Partido de la Izquierda). No han hecho nada para apoyar a los trabajadores y Die Linke, que ha apoyado todo tipo de huelgas en el resto de Alemania, se ha opuesto a la huelga en Berlín, al menos la dirección local del partido está en contra de la huelga. La base del partido y la organización juvenil es otra cuestión y apoyan la huelga.
La coalición SPD-Die Linke tomó el control del ayuntamiento de Berlín después de un largo período con la CDU (la derecha) en el poder. Mientras gobernó la CDU el ayuntamiento se endeudó enormemente. Después llegó el Die Linke para limpiar el caos dejado por la CDU. Y fue la administración de "izquierda" junto con los sindicatos, los que han hecho concesiones en el conjunto del sector público. Incluso se aceptó una baja salarial o reducción de la jornada laboral simplemente para evitar las privatizaciones y las pérdidas de empleo.
Ahora, sin embargo, el ambiente en el conjunto de la clase obrera en Alemania está cambiando; se ha terminado la época de moderación salarial. Existe un espíritu de lucha en todo sector público y en las frecuentes huelgas, además también se puede ver en el nivel de las reivindicaciones que ha aumentado estos últimos años.
Hay que decir, que el "caos y el desorden" en el sistema de transporte de Berlín pronosticado por la prensa burguesa no se ha materializado durante la huelga. Los trenes suburbanos, que los gestiona Deutsche Bahn, aún funcionan y muchas personas han recurrido a la bicicleta o a caminar. Entre la población de Berlín no hay ambiente de furia hacia los huelguistas, por supuesto, siempre hay unos cuantos que se quejan, la mayoría de éstos llevan trajes caros y maletines.
La mayoría de la clase obrera, que depende del sistema de transporte público para trabajar cada día, ha demostrado un gran nivel de simpatía hacia los trabajadores en huelga. Muchos dijeron que apoyaban la huelga y que "sería bueno que pudiéramos hacer una huelga similar en mi lugar de trabajo…". En realidad, ha habido muchas muestras de solidaridad de la gente corriente, además de todo tipo de organizaciones de izquierda, que han llevado café y dulces a los piquetes, organizando acontecimientos sociales y fiestas para los trabajadores en huelga, etc.,
La situación del transporte en Berlín confirma que, como ya hemos dicho en otras ocasiones, se está produciendo un giro a la izquierda en Alemania, no sólo en el frente político, como se ha demostrado en el incremento del voto a Die Linke en varias elecciones locales, sino también en el frente económico con una creciente militancia sindical y reivindicaciones salariales más altas.