AGRADECIMIENTO DE CELIA HART POR LA PUBLICACIÓN DE SU LIBRO

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A la Fundación Federico Engels y la tendencia comunista “El Militante” mi mayor agradecimiento. Por haber creído en mí cuando nadie lo hacía, por su amor a primera vista, que el trabajo continuo ha ennoblecido, por haber publicado mi primer artículo, realizado mi primera entrevista, por regalarme los primeros libros de Trotsky, por haber trabajado conmigo intensamente. Por haberme ayudado a colocar juntas en la Cabaña las imágenes de León Trotsky y el Che Guevara, salvando tantas y tantas discrepancipancias. Esas imágenes no lograrán separarlas nunca más. Ahora “El Militante” publica mi primer libro. A la Fundación Federico Engels y la tendencia comunista “El Militante” mi mayor agradecimiento. Por haber creído en mí cuando nadie lo hacía, por su amor a primera vista, que el trabajo continuo ha ennoblecido, por haber publicado mi primer artículo, realizado mi primera entrevista, por regalarme los primeros libros de Trotsky, por haber trabajado conmigo intensamente. Por haberme ayudado a colocar juntas en la Cabaña las imágenes de León Trotsky y el Che Guevara, salvando tantas y tantas discrepancias. Esas imágenes no lograrán separarlas nunca más. Ahora “El Militante” publica mi primer libro.

Con “El Militante” se comprueba la máxima de Betances que más o menos reza que “trabajando juntos cualquier trapo sirve de bandera”.

A Alan Woods un afecto especial. Por haberme apoyado de manera incondicional y hacerme sentir que, a pesar de mis limitaciones, podría ser útil. A Juan Ignacio Ramos, que tuvo la paciencia de ser mi primer portavoz, y que decididamente seguirá siendo “Mi Jefe”.

A “Rebelión”, por prestarme sus blancas páginas y permitir que toda esta furia interior se desdoblara en letras. Por prestarme su prestigio revolucionario y su rigor. A Zbigniew Marcin Kowalewski, por lograr ofrecerme su invaluable ayuda en mis textos y reflexiones, siendo simultáneamente mi mejor corrector y mi más severo crítico. A Luciano Alziaga, por su inapreciable concurso, consuelo y tolerancia. A Néstor Kohan, por ser mi primer “médium” con el Che.

A Carlos Tablada y Orlando Borrego, por haber confiado en mí y constituir verdaderos maestros. A Froilán, Adys, Roberto Massari y Antonio Moscato, por ser las hadas madrinas que hicieron de Ernesto Guevara la bandera que yo andaba necesitando.

A Esteban Volkov, por su cariño y por saber trascender la bendita sangre que corre por sus venas y, mucho más allá de León Trosky o Haydee Santamaría de un lado y del otro… haber podido dejarme construir una profunda amistad.

A Jan Malewski (Cyril Smuga), por sus colaboración silenciosa y oportuna. A Ydalberto Ferrera, por su consecuencia revolucionaria y por mantener su optimismo a pesar de tantos avatares Por seguir fiel a la revolución y por convertirse a sus 87 años en uno de mis mejores camaradas.

A Frank Josué y Luis Alberto, Dimtri y Juan Miguel, por prestarme de vez en cuando su desbordante juventud. A Antonio Guerrero por haber estado mucho más libre de espíritu que yo en una cárcel y ser para mí un verdadero talismán.

A Chela Rodríguez, por su amor, que ha podido mucho más que mil estigmas estalinistas y por haber logrado la rara mezcla de militar conmigo sin estar en el mismo partido. A Joaquín Ávila, por su honestidad y compromiso. A Guillermina Krausse, por su convencida amistad. A Mercy Villada, Lolita García, Rolando Carbonell y a todos los compañeros de la Oficina del Programa Martiano, por su inestimable apoyo.

A Walter Lippmann y Gérald Jugant, por difundir mis textos al inglés y francés y ser tan buenos compañeros. A Ernesto Herrera de “Correspondencia de Prensa”, por su complicidad informativa. A Toto e Irene del Museo Che Guevara de Argentina, por su estímulo continuo y la divulgación de mis escritos.

A mis compañeros de vida, Abel Hart Santamaría, José Julián Picans Hart y Oscar Ernesto Arés Hart, por haber sabido constituir para mí esta organización de igualdad jerárquica y militancia continua, que gracias a Dios dista por principios fundacionales y de intención de ser “un hogar” o “una familia”.

A todas las tendencias trotskistas del mundo y a todos los partidos de la izquierda radical… Gracias por haber cuidado celosamente las banderas del Socialismo con la mayor autenticidad. Ahora podrán reírse de ustedes… de nosotros más bien. Mas basta asomarnos a la ventana del mundo para ver el paisaje… y saber quién llevaba razón.

La unidad la lograremos algún amanecer. Lo contrario de lo que los reformistas creen que hacen en esa amorfa uniformidad, que de poco sirve a esta humanidad desesperada.

A todos mis lectores, por su indulgencia.

Celia Hart, La Habana 16 de diciembre de 2005