El acuerdo con el Club de París, el conflicto de Gestamp enmarcado en las suspensiones y despidos que tienen a miles de obreros afectados, el agigantamiento del empresariado para exigir ajuste y las 300.000 personas en la Plaza de Mayo el día 25 de Mayo, perfilan un escenario que debemos analizar observando la economía mundial.
Los límites de la economía Argentina y los despidos
La economía Argentina, a pesar de todos sus avances, ha profundizado en los últimos años su dependencia del mercado mundial. La necesidad de los dólares que aporta el sector primario, representado, en nuestro país, por la oligarquía terrateniente agro exportadora, es vital en el marco del capitalismo para alimentar a una burguesía industrial parásita con un alto nivel histórico de dependencia tecnológica.
A las debilidades históricas y estructurales del capitalismo argentino hay que sumarle el nivel de concentración que hoy se está viendo y el gran peso que adquirió el capital extranjero en las últimas dos décadas.
Son los monopolios y los oligopolios los que llevan la batuta y dirigen la economía. Algunos ejemplos:
En el mercado del pan elaborado, una sola firma (Fargo/Bimbo) concentra el 80% de la producción; las cervezas son producidas en un 82% por dos empresas (Quilmes con el 66% -incluyendo sus marcas Palermo, Andes, Norte y Bieckert-, y Brahma con el 16%); las galletitas son fabricadas en un 78% por tres empresas: Kraft, Arcor y Danone. En telecomunicaciones, tres firmas poseen casi 100% del mercado: Telefónica, Telecom y Telmex; en televisión por cable, una empresa (Cablevisión) concentra el 70%; en productos petroquímicos como fertilizantes sólo dos empresas: Profertil y Petrobas reúnen el 79%; en la producción de tolueno, dos empresas: Petrobras e YPF concentran el 100%, y en etileno una empresa: Polisur tiene el 93% del mercado. Otros sectores claves, por ser insumos de uso difundido en distintas cadenas de valor industriales, presentan las mismas características como el acero, el aluminio y el cemento. (Suplemento Cash, Pagina 12, 20/04/14)
Cabe remarcar también, que aquellos sectores que muestran mayor grado de concentración son los que más han influido en la suba de precios. A mayor concentración mayor es la suba del precio.
En el agro vemos la misma situación, un pequeño puñado de grandes exportadoras mayormente de capital extranjero controlan el negocio: según los datos que publica mensualmente el Ministerio de Agricultura en relación a 2013, Cargill (con sede en Estados Unidos), Bunge (subsidiaria de Bunge Limited, que tiene sede en Nueva York) y Dreyfus (gigante mundial de capitales privados de origen Francés); junto a la local Aceitera General Deheza (AGD) y a Toepfer (Alemana con sede en Hamburgo) son responsables del 47,8% de las ventas.
La realidad nos muestra que la economía de nuestro país es una economía que estructuralmente es atrasada, débil, sometida al capital extranjero, altamente concentrada y soldada firmemente al mercado mundial. Lo que evidencia la incapacidad orgánica de la burguesía y la oligarquía de desarrollar un fuerte aparato productivo, con un sólido mercado interno y el desarrollo de tecnologías que permitan poner en pie una industria de industrias.
Son claramente estas particularidades de la economía local las que exacerban un escenario de retroceso, a medida que la crisis mundial avanza. Y esto es, independiente de las intenciones buenas o no de cualquier gobierno que intente mantenerse dentro de los límites del capitalismo.
La actual crisis de sobreproducción a nivel mundial se traduce en una ralentización de la economía China, de la cual Argentina depende de sobremanera en relación a colocar la producción de soja y así obtener su mayor fuente de entrada en dólares. Si China compra menos la economía argentina retrocede.
Así mismo, si Brasil reduce su demanda de automóviles tenemos más de 12.000 obreros suspendidos, jubilaciones anticipadas y despidos. Lo que muestra el cinismo y desprecio con el que opera la burguesía, que en los últimos años obtuvo ganancias históricas, que rompieron todos los records de ganancia jamás vistos en el país, pero ante una reducción de su producción ataca a los trabajadores y sus familias en el afán de sostener su tasa de ganancia intacta.
Las empresas deben abrir sus libros de contabilidad para explicar a dónde fueron a parar los beneficios extraordinarios que obtuvieron.
Gestamp
En su reciente informe de mayo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indican que “el escenario económico en 2014, con una tasa de crecimiento estimada de 2,7%, es poco auspicioso para la evolución del mercado laboral regional y presenta grandes desafíos para las políticas del mercado del trabajo”. (Coyuntura laboral en América Latina y el Caribe – Mayo 2014)
Esto, se está viendo claramente en nuestro país, y el conflicto de la autopartista Gestamp en Escobar, es una prueba irrefutable de esto.
La planta Gestamp se encontraba en un proceso de lucha que incluyó la toma de la fábrica en reclamo de la reversión de suspensiones y despidos, y por mejores condiciones de trabajo.
El conflicto en la fábrica de estampados generó a su vez la parálisis de las fábricas de Volkswagen, Ford y PSA Peugeot de las cuales Gestamp es proveedora.
La patronal es la responsable absoluta de la situación y las medias tomadas por los trabajadores tienen como único objetivo defender sus puestos de trabajo.
En este sentido discrepamos con las declaraciones de Cristina Fernández de Kirchner quien afirmó que no es a través de las tomas de fábricas que se defienden los puestos de trabajo.
Esta cuestión ha sido resuelta por los propios hechos, ya que si los trabajadores no hubiesen procedido a la toma de la planta y a organizarse para defender sus puestos de trabajo, hoy estarían en la calle. La conciliación obligatoria que ha restituido temporalmente a los obreros a sus puestos es una consecuencia directa de la defensa intransigente que mantuvieron durante el conflicto.
El tono de la crítica de la Presidenta a los métodos de lucha y organización de la clase obrera, no tiene comparación con la “comprensión” (subsidios, etc.) hacia los empresarios que suspenden y despiden trabajadores de las automotrices y autopartistas.
¿Se puede realmente creer que tan sólo 9 obreros que tomaron un puente grúa, con Gendarmería en puerta de fábrica, pueden mantener en vilo a miles de trabajadores, como se dijo? Una medida de tal magnitud debió contar con el apoyo de trabajadores de Gestamp para retrotraer el conflicto mediante la conciliación obligatoria.
Puntualmente la Presidenta declaró:
“Yo quiero decirles: muchachos y compañeros trabajadores de todo el país, no hay toma del palacio de invierno [En relación a la Revolución Rusa de 1917 que significó una ruptura con el capitalismo]. ¿Saben por qué? Porque estamos en un mundo nuevo, lo dije el otro día en la Plaza, donde el capital financiero, que hoy domina el mundo, ya no necesita explotar a nadie; ya a nadie le importa cuando cierra una fábrica y quedan 5.000 trabajadores afuera. ¿Saben a quién le interesa? A nosotros, que hemos peleado por el empleo y por el trabajo como no lo ha hecho ningún gobierno argentino desde el general Perón”.
[…] Entonces, yo les digo a esos trabajadores, no solamente el Gobierno nacional tiene que defender sus fuentes de trabajo, que ellos también tienen que pedirles a sus dirigentes que defiendan las fuentes de trabajo. Y las fuentes de trabajo no se defienden tomando fábricas ni rompiendo fábricas; las fuentes de trabajo se defienden en un mundo que ha hecho de la exclusión, repito la palabra, de la exclusión y no de la explotación, el signo de época. No le hagan el juego a los que quieren cerrar las fábricas y dejarlos sin trabajo, porque esos dirigentes después se van, siguen y no se acuerdan de ustedes.
[…] Los que tienen que hacerse cargo, son nuevamente desde la política y desde el Estado, como lo hicimos en el año 2009 también”.
No acordamos con esa visión, en primer lugar, con el componente maccartista de las declaraciones. Por otro lado, con las conclusiones.
Para los marxistas, el sistema de producción capitalista, donde una minoría privilegiada ostenta la propiedad privada de los medios de producción, es justamente la explotación el elemento central en la creación de riqueza.
Somos los trabajadores los que con nuestras manos, brazos y cabezas creamos absolutamente todo lo que existe en el mundo. Por supuesto, que el capital financiero juega un rol preponderante y decisivo pero en definitiva esta forma de capital no deja de ser más que un complemento indispensable para el funcionamiento del único proceso que generariqueza real: La producción y venta de mercancías, lo que conlleva como factor fundamental la explotación de la fuerza de trabajo de la clase obrera.
Cuando los trabajadores producen mercancías incorporan a la misma el valor de su trabajo y ese valor, que el trabajador incorpora a la mercancía al trabajar, esmayor que lo que recibe el propio trabajador en concepto de salario.
En el capitalismo, las ganancias y la fuente de riqueza de los capitalistas no es más que la parte excedente que produce el trabajador y que se apropia el empresario en forma de plusvalía. Por lo tanto la explotación sigue siendo el elemento central aunque nos encontremos en un mundo nuevo como afirma la Presidenta.
La Presidenta presenta a la exclusión como el signo de la época, negando de esta manera la explotación que es la razón de existir del sistema capitalista, como fue explicado más arriba.
Si observamos detenidamente, tanto la exclusión como la explotación, ambas, son inmanentes al sistema capitalista y sobre todo en momentos de crisis orgánica como la que estamos viviendo. Ya Marx explicó que el proceso de concentración y anarquía capitalista en la producción tiene como consecuencia entre otras, la desocupación. La misma, juega de manera objetiva y subjetiva, como un elemento de presión sobre la clase obrera, para aceptar las condiciones que impone el capitalismo, en el salario, condiciones de trabajo, aumento de la carga horaria, desocupación, etc.
Entonces, no acordamos con que el signo de la época sólo sea la exclusión. Sin embargo esta idea que presenta la Presidenta CFK, se liga con otra: que el Estado es de Todos. De esta manera, no hay explotación ya que el Estado garantiza la inclusión de todos, borrando de manera discursiva la explotación. El Estado que garantiza el trabajo/inclusión, el mismo que niega la explotación y que al mismo tiempo arbitra entre los intereses antagónicos de trabajadores y capitalistas.
Claro que la realidad se empecina y los millones de trabajadores que creamos el mundo con nuestras manos, padecemos en nuestros cuerpos y nervios la explotación de una minoría: los patrones nacionales o extranjeros. Se desprende de acá que el Estado no es de Todos, sino de una clase social bien definida: la burguesía.
En la conciencia de los avances habidos, no caemos seducidos en los cantos de sirena de que haya sido el “Estado de Todos”, el que impulsó medidas progresivas para las mayorías. En el artículo “Argentina. Los marxistas y el movimiento kirchnerista” (Web Corriente Socialista Militante – febrero de 2013) decíamos: “…Fue el Argentinazo, empapado en la sangre generosa derramada por la juventud y los trabajadores en las jornadas heroicas del 19 y 20 de diciembre de 2001, y las incesantes movilizaciones de masas que siguieron durante semanas y meses, los que demolieron el viejo estado de cosas decrépito y transformaron de arriba hasta abajo la conciencia colectiva y, por lo tanto, posibilitaron el advenimiento de una política diferente. No fueron los Kirchner, sino las masas trabajadoras las verdaderas responsables del punto de inflexión histórico de la Argentina desde el 2003 en adelante. Como suele ocurrir, las reformas progresistas y los avances sociales son un subproducto de una situación revolucionaria o de un proceso revolucionario desviado con éxito hacia los canales seguros del parlamentarismo burgués.”
La Presidenta CFK incurre en otro error en la medida en que produce una disociación entre el sector industrial y el sector financiero, como si el primero estuviera sometido a las apetencias de la oligarquía financiera que no les permitiría producir como ellos quisieran. Pero, tanto uno como otro están conectados por múltiples vasos comunicantes, como explicaremos más adelante sobre la empresa Mitsubishi, el gobierno japonés y el Club de París.
Lenin explicaba en su obra “El Imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916)
“La concentración de la producción y de los monopolios:
El colosal incremento de la industria y el proceso rapidísimo de concentración de la producción en empresas cada vez más grandes son una de las peculiaridades más características del capitalismo”.
Sigue diciendo en relación a Norte América: “¡Casi la mitad de la producción global de todas las empresas del país se encuentra en las manos de una centésima parte del total de las empresas! De ahí se infiere claramente que la concentración, al llegar a un grado determinado de su desarrollo, puede afirmarse que conduce por sí misma de lleno al monopolio, ya que a unas cuantas decenas de empresas gigantescas les resulta fácil ponerse de acuerdo entre sí y, por otra parte, la competencia se hace cada vez más difícil, o sea, la tendencia al monopolio, nacen precisamente de las grandes proporciones de las empresas.”
Sigue diciendo: “El viejo capitalismo ha caducado. El nuevo constituye una etapa de transición hacia algo distinto. Encontrar “principios firmes y fines concretos” para la “conciliación” del monopolio con la libre competencia es, naturalmente, una empresa llamada a fracasar.”
“Concentración de la producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o engarce de los bancos con la industria; tal es la historia de la aparición del capital financiero y lo que dicho concepto encierra”.
Para concluir, el Imperialismo es el capitalismo en su fase superior y última de desarrollo; es el capitalismo en descomposición, agonizante, umbral de la revolución socialista. La peculiaridad distintiva fundamental del imperialismo respecto al período pre imperialista del capitalismo estriba en que el gran capital monopolista domina en las esferas económica, política e ideológica. De ahí que el imperialismo se denomine también capitalismo monopolista. Lenin fue el primero en someter a un análisis científico multilateral el imperialismo y en determinar sus rasgos económicos principales. Son estos: 1. La concentración de la producción y del capital ha llegado a un punto tan alto de desarrollo, que ha hecho surgir los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica. 2. La fusión del capital bancario con el industrial, sobre cuya base surgen el capital y la oligarquía financieros. 3. La exportación de capitales, a diferencia de la de mercancías, adquiere singular importancia. 4. La formación de agrupaciones monopolistas internacionales de capitalistas, que se reparten el mundo. 5. La culminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. El imperialismo no abroga los fundamentos del régimen burgués, como afirman machaconamente los defensores del capitalismo. Bajo el imperialismo se conservan las bases generales del modo capitalista de producción.
Los límites de la economía argentina y el Club de París
El anuncio de un acuerdo con el Club de París indica que la iniciativa política del gobierno está orientándose hacia el financiamiento vía capital financiero internacional como manera de superar los límites que presenta el capitalismo argentino y las dificultades derivadas de la crisis capitalista mundial.
La cifra acordada de deuda reconocida es de U$S 9.700 millones a pagar en 5 años.
La restricción externa agravada por la desaceleración de los precios de los principales commodities, una menor demanda externa por parte de socios comerciales de peso como Brasil, pone al gobierno en una encrucijada.
La intención es regularizar la situación con los acreedores internacionales para conseguir dólares que permitan confrontar la caída de reservas del Banco Central. Es interesante observar que todos los partidos de oposición y las corporaciones celebraron este paso.
En el 2005, en la IV Cumbre de las Américas Néstor Kirchner junto a Hugo Chávez rechazaron el pretendido avance del ALCA y de las imposiciones del imperialismo yanky en la persona de George Bush hijo. Hoy, el gobierno nacional cede ante la imposición de multinacionales como Mitsubishi, que para llevar adelante la inversión para construir el Paso Binacional en Mendoza, reclama que el gobierno primero arregle con el Club de París, ya que Japón es el primer acreedor argentino del Club.
Desde la Corriente Socialista Militante no acordamos con el pago de una deuda que ha sido una y mil veces comprobada como ilegitima, fraudulenta e ilegal ya que representa deuda privada transferida irregularmente al Estado.
Creemos que es necesario advertir que los argumentos esgrimidos para llevar adelante el acuerdo se verán en contradicción en el mediano plazo. En la actualidad, el endeudamiento podría jugar un papel de paliativo transitorio a los límites del capitalismo pero a la larga se volverá en su contrario.
Por un lado, se argumenta que el endeudamiento se destinará al crecimiento productivo, lo que se presenta como una opción poco probable, por la propia naturaleza de la burguesía y la oligarquía que analizamos más arriba. Esto se suma a que en un escenario de sobreproducción de mercancías y caída global de la demanda no se observa viable poder fortalecer el aparato productivo si este continúa en manos de los capitalistas.
Por otro lado, se argumenta que el acuerdo con los buitres internacionales atraerá en corto plazo la inversión extranjera directa, produciendo beneficios al conjunto de la economía.
Pero en este punto debemos visualizar que los antecedentes muestran que la inversión extranjera hacia el país no se direccionó hacia los sectores de la economía que permitan una relevante sustitución de importaciones, o que impulsen las exportaciones no tradicionales, sino que se han dirigido a actividades de tipo extractivas (explotación de recursos naturales con escaso valor agregado) o bien orientadas al rubro servicios o bienes para el mercado interno con escasa integración nacional.
Por lo tanto, la inversión extranjera que pueda entrar al país lo hará de manera parasitaria y a la larga terminará convirtiéndose en un dolor de cabeza cuando esos capitales vuelen hacia negocios más rentables, contribuyendo así a la fuga de capitales y a la salida de divisas vía utilidades, ganancias u honorarios hacia sus casas matrices en los países centrales.
Un ejemplo reciente, que refleja este comportamiento, es el proceso devaluatorio de enero de 2014, como producto de la retirada masiva de capitales de inversión extranjera que escapan tras negocios más rentables en Estados Unidos como producto del anuncio de la Reserva Federal (el Banco Central de EEUU) de la disminución de la emisión de dólares lo que hacía ventajoso la compra de deuda de EEUU.
Vemos así un caso concreto en que el ingreso de inversión extranjera directa no contribuye al mejoramiento de la situación económica, sino que sólo puede actuar como un paliativo transitorio que a la larga termina convirtiéndose en un problema más que empuja hacia abajo.
El endeudamiento hace, a largo plazo, que las divisas que salen sean mayores de las que entran, lo cual deja a la vista la volatilidad de la vía del endeudamiento como manera de paliar las dificultades de la economía argentina.
Es relativo que la no participación del FMI en las negociaciones haya sido un acto de soberanía, en la medida que desde junio próximo el organismo internacional podrá verificar la consistencia de las cuentas nacionales y de los balances financieros en el INDEC.
Los límites de la economía argentina y las 300.000 personas en la plaza
El espiral descendente en el que se encuentra sumida la economía muestra los límites para avanzar bajo el capitalismo.
No se puede controlar lo que no se posee y es evidente en manos de quiénes está realmente la economía. Son las grandes corporaciones, los oligopólicos y monopolios nacionales o extranjeros los que determinan los movimientos de la economía argentina.
Los desajustes económicos como producto del comportamiento natural del empresariado amenazan las conquistas logradas en la última década.
Esto nos debe marcar por dónde deben pasar los debates y la acción política de la militancia que apoya y acompaña los pasos adelante que hemos conseguido teniendo como punto de partida el Argentinazo de diciembre de 2001 y toda la gestión kirchnerista.
El retroceso en materia económica se derivará tarde o temprano en un retroceso político, ya que si no se dan pasos concretos en estructurar una alternativa política que levante en su programa la necesidad de nacionalizar las palancas fundamentales de la economía para planificarla en base a los intereses de los trabajadores y bajo su control (que no sólo somos la aplastante mayoría de la sociedad sino también la principal y decisiva base de apoyo social y electoral del kirchnerismo) seremos arrastrados por el propio capitalismo.
Las 300.000 personas, entre trabajadores y jóvenes, que colmaron la Plaza de Mayo este 25 de Mayo, deja a la vista el enorme potencial que sigue ostentando el movimiento kirchnerista y las ganas que hay entre la base de ir por más, de avanzar, de profundizar, de no retroceder. La correlación de fuerzas sigue estando de nuestro campo, el de los trabajadores y el pueblo pobre.
Sigue siendo el kirchnerismo la única fuerza del país con capacidad para movilizar políticamente a organizaciones sindicales, políticas, juveniles, estudiantiles, barriales, culturales y gente que no participa orgánicamente pero se moviliza.
Es innegable que sonconquistas enormes las que hemos conseguido, a la vez que también conseguimos mantener fuera del aparato del Estado nacional a la derecha abiertamente reaccionaria del PRO, el Frente Renovador, el FAUNEN y demás variantes patronales. Pero de lo que se trata ahora es dar un salto de calidad en nuestros debates para poner en el centro de la escena al debate acerca de la inviabilidad de avanzar junto a los capitalistas.
La militancia kirchnerista, junto a los sectores honestos de la izquierda y demás sectores progresistas debemos avanzar en la conformación de un espacio político de frente único que tenga como objetivo impulsar estos debates y perfilar una opción política que dé pelea a cualquier intento de hacer retroceder el reloj a la lógica neoliberal. Esto implica organizarnos para enfrentar a la oposición de derecha y a los sectores que buscan frenar el proceso por dentro del mismo movimiento kirchnerista como lo sería la elección de Scioli o algún otro Caballo de Troya de la derecha peronista, como candidato a 2015.
La crisis capitalista amenaza con tirar por la borda todo lo construido hasta la fecha, y sólo el debate, la acción y la organización nos puede ayudar para avanzar: La inviabilidad del capitalismo y la necesidad de superarlo hacia el Socialismo no resulta una utopía sino una necesidad.