Una de las mayores preocupaciones de la clase trabajadora en una situación devaluatoria es la cuestión del salario. Si bien uno de los aspectos logrados en el modelo económico de la década ganada fue la recuperación del salario en una manera parcial, no se puede dejar de nombrar que los responsables directos de las corridas inflacionarias y de los actos de especulación son los principales promotores de la licuación del salario de todo trabajador. Lo que se consigue en un año en una discusión paritaria es aplastado por la especulación de unos pocos empresarios que poseen el monopolio de la producción y/o comercialización, y por lo tanto de la formación de precios (Molinos, COTO, Carrefour, Ledesma, etc.).
Los sectores más parásitos están crujiéndose los dedos apuntando y exigiendo al gobierno más ajuste y devaluación generando un deterioro en la distribución de los ingresos; el resultados más desfavorable es para la clase obrera con la caída de nuestro salario.
La respuesta del gobierno
La política económica del gobierno en estos últimos años fue siempre ir corrigiendo los conflictos al paso de cada coyuntura y tomando algunas veces la iniciativa al respecto. Una de las últimas, fue la nacionalización parcial de YPF, la cual consideramos una medida progresiva del gobierno para solucionar en parte la crisis energética.
Otra medida son “los precios cuidados” donde se ha intentado regular los márgenes de ganancia de los empresarios para lograr “ponerle un freno a la inflación”. Pero, ha demostrado, en estas últimas semanas, ser una medida insuficiente ya que los inescrupulosos empresarios nutren sus arcas a costa de la clase trabajadora, y solamente se ha cumplido en un 50%. Esto demuestra que con los capitalistas no se puede llegar a ningún acuerdo por arriba si no es de una manera firme, convocando y movilizando a los sectores populares.
La situación de los trabajadores
El escenario salarial se le presenta al gobierno, como en los últimos años, con la tarea de llegar a un común acuerdo con gremialistas y empresarios para pautar un techo de aumento salarial. Techo, que nunca logra aproximarse y contrarrestar la especulación de los grandes formadores de precios. En algunos sindicatos están hablando de no aceptar un incremento por debajo de los 30%, como en FOEVA en Mendoza, o la propuesta que realizó la CGT oficial de discutir paritarias más de un vez al año.
Aunque no se pueden negar los aciertos de este gobierno en exigir a empresarios y terratenientes el blanqueo de tantos trabajadores a los que no se les respeta sus derechos, todavía existe un porcentaje importante de trabajadores que se encuentran por fuera del sistema. Es así como más del 30% de los trabajadores están en negro y de éstos, el 70% cobra está por debajo del salario mínimo ($3.600). Además de ser el sector más vulnerable por no poseer ningún tipo de cobertura y donde no llegan a cubrir el costo de vida de una familia tipo que ha trepado a los $9.000 mensuales. La precariedad laboral es un sello de los noventa que todavía no fue saldado.
Por ello, es más que nunca necesario recomponer rápidamente el ingreso de todos trabajadores, por un salario mínimo acorde a la canasta familiar y escala móvil de precios-salario que se ajuste automáticamente ante el proceso devaluatorio.
Para ello, tenemos que organizarnos democráticamente en cada lugar de trabajo para discutir tanto sobre el salario y su movilidad como también por la defensa de las fuentes de trabajo ante el peligro de despidos. En el marco de una política frentista con aquellas medidas con las que el gobierno favorece a los trabajadores y sectores populares y, fundamentalmente centrar el debate en el rol que tenemos como trabajadores en el manejo de los resortes fundamentales de la economía del país.