Nuevamente los sectores económicamente dominantes embaten violentamente contra el gobierno a través del sabotaje económico que se traduce en forma de especulación y corridas cambiarias. La presión insostenible apunta fundamentalmente a seguir profundizando la devaluación del peso argentino ante el dólar estadounidense.
Lo que pretenden estos sectores, donde podríamos ubicar a la oligarquía terrateniente y la burguesía exportadora, es un dólar alto que les permita asegurarse mayores ganancias a la vez que reducen los salarios de los trabajadores.
Empujan por un modelo que retrotraiga el reloj a la lógica neoliberal que llevó al país a estar de rodillas produciendo un genocidio social y cuyas consecuencias se sienten fuertemente todavía hoy. Desocupación, pobreza y miseria para los trabajadores y el pueblo pobre y suculentas millonadas para los empresarios, es lo que anhelan.
Para esta tarea necesitan, en primer lugar, desgastar el proyecto político del kirchnerismo, lo que les permitiría paulatinamente recuperar el control directo del aparato del Estado.
Cuentan con varios títeres para acometer esta tarea, Sergio Massa aparece como el mejor perfilado, para hacer realidad el proyecto de país desindustrializado con mano de obra barata y sometido a ser exportador de materias primas.
El reciente comportamiento especulativo imprimió un empuje del dólar hacia arriba lo más posible, incluso llegando a hablar de un dólar oficial a $13, lo que produciría automáticamente una baja, mayor aún, en el salario real de los trabajadores y comprometería seriamente la subsistencia de los sectores más postergados que verían sus magros ingresos licuarse rápidamente.
Ya es un hecho, que el salario se diluye con un dólar a $8,03. En términos objetivos, se ha producido una devaluación del peso en más de un 23%, sumado al proceso inflacionario del 2013 y de lo que va del año que ronda en un 30%.
Por otro lado, uno de los logros sobresalientes del gobierno ha sido el nivel inédito de cobertura social, el reciente anuncio del plan PROGRESAR es una extensión de este avance, que si bien no resuelve los problemas estructurales de la pobreza en Argentina, representa un paso adelante, que debe ser defendido de los ataques especulativos.
En nuestra nota Los marxistas y el movimiento kirchnerista anticipábamos: “El capitalismo se basa en la explotación de la mayoría por una minoría que vive del trabajo ajeno. Y la realidad es que, pese a los avances habidos, la economía argentina es más dependiente que nunca del mercado mundial y la crisis económica internacional está teniendo efectos. Por eso, estamos obligados a advertir que si la crisis se acentúa, el margen de maniobra del gobierno se reducirá y deberá enfrentar el dilema de avanzar sobre los privilegios, ganancias y derechos de propiedad de los grandes empresarios y monopolios, o acometer políticas de ajuste contra el pueblo trabajador”
Esto que decíamos se muestra hoy como una cruda realidad.
En este contexto debemos analizar causas y consecuencias de la situación política actual para poder evaluar qué pasos son necesarios para doblegar a los enemigos del pueblo que quieren arrasar lo conquistado en la última década. Es momento de decisiones firmes ante el peligro que acecha.
El dólar
En lo que va del año la divisa verde acumula un alza de 23% aproximadamente, llegando a picos de cotización de $8,40 para finalmente quedar flotando en torno a $8,03 producto de la intervención del Banco Central que bombea millones de dólares al mercado, para empujar para abajo su precio, al aumentar la oferta de billetes. Así el Central con su intervención o sin ella, va regulando el precio.
Esta situación se produce, como decíamos más arriba, producto de los problemas estructurales del capitalismo argentino agravado por la crisis capitalista mundial y una coyuntura de fuga de dólares de los países emergentes; como así también, por la presión especulativa que se deriva del parasitismo de empresarios, banqueros y terratenientes con los cuales se pretender generar artificialmente una “burguesía nacional progresista”
Uno de los factores que empuja con fuerza al dólar para arriba es la actitud de los terratenientes sojeros (que representan uno de los mayores caudales de entrada de dólares para el Estado) que se niegan a liquidar su cosecha, secando de divisas estadounidenses al país de manera extorsiva.
La maniobra aún no está clara, pero se relaciona con dos situaciones: los sojeros retienen la soja en silo bolsas y no la liquidan; o ya vendieron gran parte de la cosecha en negro y los dólares ya están en sus bolsillos esquivando los controles estatales.
Probablemente sea una combinación de ambas, lo que demuestra la ausencia de controles y la necesidad de nacionalizar el comercio exterior.
Vale decir que en nuestro país el 2% de los propietarios (6.660 personas) posee la mitad de la tierra cultivable del país (88 millones de hectáreas).
Por otra parte, también se recurre a realizar compras masivas de dólares por encima del valor de cotización lo que genera un efecto de empuje hacia arriba. El ejemplo de esto, es la actitud de Shell Argentina que a través de bancos internacionales como el HSBC, BBVA Francés y City Bank operaron en este sentido saboteando la economía de manera descarada en perjuicio de los sectores populares.
El empresariado y la oposición política claman por una mega devaluación.
La situación internacional y el fenómeno alcista del dólar
Desde hace meses, se está produciendo una salida de capitales, en proceso de aceleración, de los llamados países “emergentes” (entre los que está Argentina), hacia EEUU; es decir, es algo general comprar dólares para llevar a EEUU lo que deprecia la moneda local. La razón de esto es que la Reserva Federal (el Banco Central de EEUU) lleva meses anunciando que dejará de imprimir dólares e inyectar dinero en el sistema comprando deuda pública de EEUU, lo que lleva haciendo varios años para evitar un derrumbe económico.
Es decir, que una menor emisión de dólares implicará una revalorización del dólar lo que haría ventajosa tener inversiones en esta moneda, por ejemplo, comprando deuda de EEUU.
Los capitales están abandonando los “emergentes” yéndose a EEUU, depreciando las monedas locales. En última instancia, expresa la enorme crisis de sobreproducción que existe a nivel mundial y que los grandes inversores no ven más negocio que con la compra-venta de divisas, comprar empresas, fondos de inversión, deudas públicas, etc. pero no invertir en la economía productiva.
Vemos así, en nuestro país, la expresión local de una tendencia mundial hacia la dolarización y la devaluación de las economías emergentes, que es independiente de las condiciones internas de Argentina.
La encrucijada del gobierno
La situación con la que hoy se encuentra el gobierno es una auténtica encrucijada que en definitiva muestra los límites de la política que intenta en vano conciliar intereses antagónicos de empresarios y trabajadores.
Esto es lo fundamental. En Alemania, Francia e Italia, no podemos negar que la burguesía, de manera desigual, no desarrolló su propia revolución, llevando adelante las tareas burguesas, entre las cuales se encuentra el desarrollo de las fuerzas productivas y de sus mercados internos, poniendo en pie sus industrias. Hoy, desmontan lo que realizaron: el Estado benefactor. Peor resulta en burguesías como la argentina que llegaron tarde a la formación del mercado mundial, y muestran su carácter parasitario.
Las dificultades que hoy enfrenta no son otra cosa que el producto de la debilidad estructural del capitalismo en nuestro país sumado a políticas propias. La restricción externa (falta de dólares) aparece nuevamente como un mal endémico, demostrando que la aceptación del capitalismo conlleva la aceptación inexorable de sus leyes internas y esto, va mucho más allá de las intenciones de un gobierno.
El gobierno se equivocó con el cepo cambiario, por un lado, golpeó a la pequeño burguesía y sectores de trabajadores que defienden sus magros ahorros con la compra del dólar, algo histórico en el país, -solo recordar el corralito en el 2001-; por otro lado, no tocó lo que sí debería haber tocado: los grandes especuladores, los capitalistas.
La reaparición del déficit comercial en el intercambio de manufacturas, sumado a los pagos de la deuda externa y el déficit energético producen una sangría constante al Estado que no puede hacerse de los dólares necesarios para sostener el modelo, lo que lleva a la erosión acelerada de las reservas del Banco Central.
Se suma a esto, que el gobierno no puede acceder en forma “barata” al crédito internacional debido a la situación producida tras el default de 2002 por lo cual encuentra esa alternativa bloqueada.
Ante esta coyuntura decide devaluar la moneda nacional buscando que los exportadores ingresen divisas al país debido a las condiciones más favorables que se le presentan. Como expusimos más arriba, esto fue respondido con sabotajes violentos y corridas cambiarias.
A su vez, todas las medidas que el gobierno va intentando para contener el fenómeno alcista del dólar son eludidas fácilmente por los capitalistas, que trasladan la suba del dólar convirtiéndola en inflación.
La escasa aplicación del plan “Precios Cuidados” muestra que a los empresarios no se los puede contener únicamente con medidas por arriba y nos alerta acerca de qué medidas debemos tomar para contener los precios tras la reciente devaluación. Devaluación que agrava el incremento del costo de la vida, la suba de alimentos, transporte, servicios: luz, gas y nafta, que ya venían en alza, perjudicando severamente a los trabajadores.
Las enormes dificultades con las que se topa el gobierno y que producen su debilitamiento son una muestra clara de los efectos negativos que tiene administrar el capitalismo en tiempo de crisis.
La actitud del gabinete económico de ceder y devaluar va en contra de los intereses de los sectores populares y envalentona a los dueños de la Argentina para golpear con más fuerza. La debilidad invita a la agresión.
La claudicación ante la presión de los capitalistas no solucionará el problema de fondo, por cada paso atrás se exigirán dos más.
En primer lugar, de manera urgente, serian acertadas medidas tendientes a recomponer rápidamente el ingreso de los trabajadores y los sectores populares ante el retroceso del peso. Si se tiene una política de administración controlada del tipo de cambio se deben desplegar acciones que sostengan los ingresos de los sectores más vulnerables para que no seamos justamente nosotros los que paguemos el costo de la devaluación.
A su vez, es una necesidad suspender inmediatamente el pago de la deuda externa, ilegítima, ilegal y fraudulenta contraída por los gobiernos antipopulares y que permitiría obtener una masa importante de dólares indispensables para avanzar en el desarrollo del país.
Es también un paso necesario, renacionalizar los hidrocarburos bajo control democrático de los trabajadores y así comenzar a resolver la masiva salida de dólares por importación de energía.
El sabotaje de la oligarquía debe ser combatido de manera decidida y con firmeza estableciendo el monopolio estatal del comercio exterior
Estas medidas solo pueden ser impulsadas basándose en la organización popular y fundamentalmente en el poder de movilización de los millones trabajadores y jóvenes que sostienen al movimiento kirchnerista.
¿Qué hacer?
La actual situación de retroceso, del campo nacional y popular puede estar enmarcada en los avances y retrocesos propios de toda construcción política, pero es la acción militante, si cuenta con las ideas y el programa correcto, la que puede convertirse en la fuerza que ponga coto a esta situación y empuje nuevamente hacia adelante.
Por este motivo, creemos que es necesario avanzar y plantear acciones políticas que permitan profundizar el rumbo de este proceso político.
En este sentido, se debe debatir claramente la necesidad de luchar por un programa que contrarreste las tendencias conciliatorias que imponen los sectores conservadores del movimiento kirchnerista.
La actual situación nos muestra que el rumbo escogido representa un serio peligro para las inmensas conquistas que se han logrado en la última década y que pueden ser revertidas por los sectores dominantes sino somos capaces de avanzar.
Es por eso, que se presenta como una necesidad la idea de conformar un polo de militancia que supere la dispersión y concentre al activismo, organizando democráticamente a miles de jóvenes y trabajadores en los barrios, las fabricas y las universidades para dar una respuesta a los capitalistas.
La propia realidad nos enseña que los empresarios y terratenientes no pararan un segundo hasta hacernos desbarrancar, es debido a esto que se debe poner en debate la manera de superar la actual situación.
La conducta de los capitalistas de empujar la devaluación y fomentar la inflación deja ver que no se puede controlar lo que no se tiene, no se puede planificar lo que no poseemos. Son ellos los dueños de la economía y esto hace prácticamente imposible regular su comportamiento.
Esto nos marca que el debate debe estar atravesado por la necesidad de romper el poder económico de la oligarquía y de la burguesía que utilizan para golpear al pueblo.
Para evitar la dependencia de la llegada de dólares y de la inversión privada en general, en manos siempre de capitalistas que pretenden imponer sus condiciones a la economía del país y hasta en las políticas de Estado, es necesario recuperar las palancas fundamentales de la economía bajo control de los trabajadores:
- nacionalizar totalmente YPF y las mineras,
- expropiar las grandes extensiones de tierra,
- establecer el monopolio estatal del comercio exterior,
- estatizar la totalidad de la banca y creación de una Única Banca Estatal, centralizando la política financiera y el crédito, abolición del secreto bancario, apertura de las contabilidades de los bancos.
- nacionalización sin indemnización de las empresas que evadan capitales o escondan mercaderías y provoquen desabastecimiento,
- nacionalización gran capital de comercio (Coto, Carrefour, etc.);
- escala móvil precios-salarios que se ajuste automáticamente ante el proceso devaluatorio.
Se podría entonces, desarrollar la industria pesada y las ramas necesarias para satisfacer las necesidades sociales: vivienda, obra pública, redes de agua y cloacas.
La necesidad de romper con el capitalismo y organizar la economía de manera democrática y en base a las necesidades de la inmensa mayoría de la población se presenta hoy no como una utopía sino como una necesidad imperiosa para no ser arrastrados por el capitalismo.
Solo el pueblo salvara al pueblo.