La convocatoria del Sindicato de Estudiantes (SE) de tres días de huelga el 5, 6 y 7 de febrero, ha vuelto a tener un impacto importante, tras la similar movilización anterior de los días 16, 17 y 18 de octubre.
Ahora se han celebrado movilizaciones en casi un centenar de localidades. Nuevamente, el 7 de febrero asistimos a manifestaciones convocadas por la Plataforma Estatal en Defensa de la Enseñanza Pública (CEAPA, más el SE, más sindicatos de clase del profesorado), apoyadas en muchas ciudades por la Marea Verde. También se añadieron a ella colectivos estudiantiles de izquierda, como por ejemplo los ligados a la UJCE y a Estudiantes en Movimiento, lo cual es muy positivo.
En este preciso momento, con el escándalo de corrupción y la lucha contra los recortes, que los trabajadores vean cómo decenas de miles de jóvenes se movilizan por su futuro y pidiendo acabar con el gobierno del PP, resulta bastante alentador.
Dicho esto, los que han podido asistir a unas manifestaciones y otras (octubre de 2012 y febrero de 2013) han podido constatar cómo, generalmente, en la mayor parte de ciudades, la asistencia a las mismas tendió a decaer de manera importante.
En octubre tuvimos unas jornadas de manifestaciones en las que participamos (porque podíamos participar) los estudiantes de enseñanzas medias y de universidad. A principios de febrero un 99% de los estudiantes de universidad, sencillamente no podíamos participar físicamente, por encontrarnos en plena temporada de exámenes.
Desde mediados de octubre hasta principios de febrero median 3 meses y 3 semanas. Si en octubre se generó un ambiente importante de lucha ¿De verdad que hay que esperar casi 4 meses para volver a movilizar?
Muchas veces escuchamos una crítica a los dirigentes sindicales, que viene a decir cómo “una lucha no es un grifo de agua, que se cierra o se abre a voluntad”. Si ya en septiembre se desencadena una convocatoria para octubre, si se generan unas expectativas, si decenas de estudiantes se apuntan a un ‘comité de lucha’ en docenas de institutos,…, lógicamente, una vez que pasa la convocatoria de huelga y el propio movimiento ha alcanzado un nivel de organización mayor (hay centenares de “nuevos” estudiantes que se organizaron en comités y están dispuestos a dar el siguiente paso en la lucha), hay que aprovechar el momento para desencadenar una movilización que garantice que el movimiento de lucha que se ha iniciado no se agote.
Es verdad que la convocatoria de Huelga General del 14-N sirvió para dar ‘el siguiente paso’, pero también es cierto que, como propusieron diferentes facultades y universidades madrileñas, se podía haber convocado una movilización específicamente estudiantil que preparase el camino hacia el 14-N. Por último, de cara a continuar la lucha después de las Navidades, con una buena preparación y publicidad desde diciembre, la segunda o tercera semana de enero garantizaba una mejor respuesta de universitarios que la primera semana de febrero.
Esto tiene importancia, pues no nos da igual que en diferentes activistas haya cundido cierto desánimo al constatar cómo en febrero las manifestaciones han sido más pequeñas que en octubre. Todo esto implica que las organizaciones con presencia estatal (el SE y Estudiantes en Movimiento) tienen que llegar a un acuerdo claro sobre fechas de convocatorias de movilización unitarias. El movimiento estudiantil lo necesita.
Estudiantes en Movimiento sí hizo en octubre un llamado a la unidad de toda la comunidad educativa, convocando con bastante antelación una reunión en Barcelona para los días 23, 24 y 25 de noviembre.
Otro problema importante para el movimiento estudiantil se da en las regiones del Estado español con sindicatos estudiantiles de carácter independentista, al haber una falta de coordinación y entendimiento con las organizaciones estatales. Creemos que, en una lucha donde los motivos son idénticos en Andalucía, Catalunya o Galicia, el dividir el marco geográfico de lucha no ayuda, sino que debilita. Creemos que podemos superar nuestras diferencias con un debate amistoso y sin sectarismos ni descalificativos. La mayoría de los militantes del SE o de Estudiantes en Movimiento (sin ser independentistas) compartimos la defensa de los derechos democráticos de las nacionalidades históricas y creemos que nos hace fuertes también defender las mismas en Andalucía o Madrid: la unidad en la lucha ayuda en los dos sentidos.
De cara a estructurar y generar tradiciones democráticas que ayuden al movimiento estudiantil a organizarse, habría que adoptar las siguientes medidas para movilizarnos unitariamente en marzo:
– Debemos organizarnos democráticamente en cada instituto o facultad por medio de Asambleas masivas y democráticas.
– Debemos de tomar medidas prácticas que faciliten que el máximo de estudiantes asistan a cada actividad, permitiendo tomar un respiro entre las diferentes protestas que se realicen, para que las mismas sean lo más efectivas y masivas posibles. Por ejemplo, lo peor que puede suceder es que centenares de estudiantes dejen de asistir en una facultad a las asambleas porque éstas se celebran a diario en sesiones larguísimas de 5 o 6 horas a las que finalmente acaban quedándose tan solo “cuatro gatos”. Esto, en vez de organizar y ayudar al movimiento estudiantil, lo desorganiza, dándose al final la paradoja de que las decisiones las toman esos 4.
El que existan comités de huelga revocables ante las asambleas es prioritario para llevar adelante las decisiones tomadas en asamblea. Para ayudar al movimiento estudiantil, Estudiantes en Movimiento y el SE deberían de ponerse de acuerdo en una fecha unitaria para celebrar movilizaciones conjuntas y una Asamblea estatal de representantes de centros de estudio, que apruebe los pasos a dar en la lucha contra las contrarreformas del ministro Wert y del PP.
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