Derrumbes en la Ciudad de Buenos Aires

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GOBIERNAN PARA LOS RICOS

 

El 5 de noviembre el derrumbe del edificio ubicado en Bartolomé Mitre al 1232 (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) puso, una vez más, al descubierto la verdadera política del PRO: Gobernar para los amigos y asegurarles ganancias astronómicas a las constructoras con total desinterés por las necesidades de los trabajadores y un total desprecio por la vida.

El boom inmobiliario que garantiza el gobierno macrista provoca que los ritmos de las obras sean cada vez mayores y los controles cada vez más insuficientes teniendo como resultados derrumbes, catástrofe y muerte como ya ha ocurrido en situaciones anteriores.

Mientras Macri y las constructoras se llenan los bolsillos de manera obscena los trabajadores pagamos alquileres altísimos (cuando podemos), o lo que es peor se nos obliga a vivir hacinados en asentamientos precarios.

Esto es lo que nos quiere imponer la derecha tanto política como empresarial. Testaferros como Mauricio Macri sólo pueden ofrecer beneficios a los capitalistas y desprecio a los trabajadores como lo ha demostrado largamente en su gestión. Las patotas de la UCEP, la asociación ilícita conformada para espiar ciudadanos, el desfinancimiento de la educación, la salud y la cultura son la otra cara de los grandes negociados que se cocinan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

Contra la derecha: Organización y Control obrero

 

El debate que han dado distintos representantes políticos en los medios hegemónicos (que cubren y protegen a Macri) apunta a reforzar los controles sobre las obras. Desde luego, sería muy positivo que se incrementaran los controles de las obras y el número de inspectores, claramente insuficiente. Pero esto tiene efectos limitados ya que los grandes empresarios cuentan con recursos varios para apoyarse en la corrupción y evadir estos controles de la mano de gobiernos adictos como el del PRO.

¿Entonces qué podemos hacer los vecinos y trabajadores de la Ciudad? Creemos que lo necesario es impulsar el control obrero sobre las obras en construcción, así como fomentar la constitución de comités de jóvenes y vecinos en los barrios que supervisen las condiciones de seguridad e higiene.

Si los trabajadores de la construcción tuvieran un sindicato que sea digno de llevar ese nombre debería ser este quien fomente que sean los trabajadores de las propias obras quienes controlen y denuncien las condiciones de trabajo en las construcciones en que se desempeñan para, de esta manera, poder dar una respuesta masiva basada en la movilización contra quienes violen las medidas de seguridad. Un sindicato fuerte y democrático lucharía contra la plaga de la subcontratación en el sector, que precariza la mano de obra y fomenta la accidentalidad laboral, y no limitaría su labor a presentar denuncias, como dicen los dirigentes de la UOCRA que hicieron en relación al edificio derrumbado en la calle Bartolomé Mitre, sino que movilizaría y paralizaría las obras hasta forzar la solución de las deficiencias.

No podemos permitir que la sed irrefrenable de ganancias de unos pocos nos pongan en peligro a todos.

A su vez las organizaciones sociales y populares de la Ciudad deberían unir fuerzas para, de manera conjunta, impulsar e incentivar la formación de comités de control conformados por los vecinos de los barrios. Debemos confiar sólo en nuestras fuerzas y en nuestra capacidad de organización para poner límite a esta situación y evitar más tragedias.

Alentamos a todos los vecinos, trabajadores, organizaciones políticas, sociales y sindicales de la Ciudad a comenzar un debate que tenga como eje el Control Obrero y los Comités vecinales como única alternativa real y efectiva para terminar con este grave problema que nos afecta a todos.