El mundo Árabe se ha puesto de pie. Día a día la revolución se extiende como fuego en un cañaveral calentando miles de corazones revolucionarios que luchan contra la tiranía, la miseria y la explotación que el capitalismo les impone.
El mundo Árabe se ha puesto de pie. Día a día la revolución se extiende como fuego en un cañaveral calentando miles de corazones revolucionarios que luchan contra la tiranía, la miseria y la explotación que el capitalismo les impone.
Burlándose en la cara de aquellos quienes se quejaban del bajo nivel de conciencia de las masas oprimidas, están ellos: Los jóvenes y trabajadores de Oriente Medio y África del Norte resistiendo a las brutales represiones de quienes se aferran a un poder que ya no les pertenece.
Mientras escribimos esta nota el poder, en gran parte de Libia, ya no esta en manos de Muamar el Gadafi, si no en manos de los “Comités Populares”
Poder popular
A medida que las masas revolucionarias fueron ganando terreno sobre la reacción, haciendo retroceder a la represión estatal, surgió la necesidad de auto-organizarse para asegurar el reparto equitativo de víveres, medicinas y por supuesto la seguridad en calles y rutas.
Desde la frontera con Egipto hasta Bengasi (segunda ciudad del país con más de 1,5 millones de habitantes), los comités populares se han adueñado de la situación.Existe uno por cada zona liberada y han jugado un papel trascendental al facilitar la logística y el transporte de la ayuda humanitaria desde la frontera con Egipto.
Los mismos no solo autogestionan las ciudades en lo respectivo a las tareas cotidianas como la limpieza o mantener la seguridad si no también organizan tareas tales como la recuperación de las armas utilizadas por algunos manifestantes en asaltos contra los cuarteles leales a Gadafi y comisarías de policía.
Observadores han informado que muchos soldados revolucionarios se han unido a los comités populares despojándose de su uniforme oficial ayudando a controlar las calles en las ciudades de Libia.
En la ciudad de Tobruk comisarías y edificios gubernamentales son vigilados por manifestantes, mientras que en la vecina Bengasi el edificio de los tribunales ha pasado a ser la sede del poder revolucionario donde el pueblo se reúne para discutir los asuntos relacionados con el control de la ciudad.
En la práctica estos comités populares o vecinales representan órganos de doble poder que surgieron a gran velocidad y desde el movimiento mismo como forma de organización natural de los jóvenes y trabajadores de las distintas ciudades de Libia.
Sin lugar a duda estos órganos embrionarios de poder revolucionario constituyen un paso adelante en la organización del pueblo y deben servir para expandir y acelerar la Revolución en todo el mundo Árabe.
Lamentablemente la ausencia de un fuerte partido revolucionario, como el partido Bolchevique que condujo la situación prerrevolucionaria en dirección hacia la victoria en la Rusia de 1917, jugara como un retardante pero esta situación para nada evitara que los instintos revolucionarios de las masas empujen el movimiento hacia adelante.
La caída del tirano
Los días de Gadafi están contados, mas temprano que tarde los manifestantes tomaran la ciudad de Trípoli (Último bastión del dictador).
Pero la lucha no habrá terminado sino mas bien todo lo contrario. El odio de las masas no es solo contra la individualidad de Muamar el Gadafi si no contra todo el sistema sobre el cual se erige.
Luego de la caída del tirano el imperialismo a través de sus agentes locales utilizaran la astucia y el engaño. Intentaran que de la revolución surja algún gobierno que llegue a cambiar algo para que nada cambie.
Ante esto la consigna debe ser:
¡TODO EL PODER A LOS COMITES REVOLUCIONARIOS, TODO EL PODER AL PUEBLO!