Hoy, como ayer, levantemos la bandera del Socialismo
Hoy, como ayer, levantemos la bandera del Socialismo
Este 24 de marzo se cumplen 30 años del mayor genocidio perpetrado contra el pueblo trabajador en la historia de nuestro país.
El golpe venía a poner fin a un proceso revolucionario iniciado a fines de los 60, donde la rica experiencia de miles de activistas y mi-litantes ponían en debate la revolución en el camino al Socialismo.
Se suele afirmar que el golpe militar pretendía instaurar un modelo económico cuyo fin era transferir recursos e ingresos de los sectores populares a las clases dominantes, y entregar la riqueza nacional a los países ricos, haciendo crecer exponencialmente la deuda externa; Y que, concretar todo esto, fue necesaria la aplicación del Terrorismo de Estado. Aquí, creemos que se confunden los efectos con las causas.
Realmente, el golpe del `76 vino a poner fin a una etapa revolucionaria. Se intentaba quebrar el proceso de evolución política del proletariado argentino como expresión de un proceso que se vivía a escala internacional. Las tendencias a la independencia política de los trabajadores, el surgimiento de organismos que apuntaban a forjar el poder paralelo de la clase obrera (las coordinadoras interfa-briles), las huelgas políticas que planteaban quién era el dueño del poder: el proletariado o la burguesía; todo eso era lo que estaba en juego en 1976. El hecho de que la mayoría de los desaparecidos fueran obreros rompe con la idea de que el golpe fue contra la guerrilla, que ya estaba prácticamente derrotada y desarticulada.
Lo otro, las consecuencias económicas que trajo el golpe, se dio después como un resultado necesario de la terrible derrota que sufrió la clase obrera argentina, consecuencias que se prolongaron por un período de 30 años con la participación y colaboración de la burguesía nacional con el imperialismo, junto a los políticos burgueses locales.
24 de marzo de 2006, 30 años después
En este nuevo aniversario del golpe genocida, la clase obrera y los trabajadores, las nuevas y viejas camadas de activistas, han puesto en debate nuevamente la lucha por el salario, por nuevas y mejores condiciones de trabajo.
La situación revolucionaria abierta en Bolivia, Venezuela, Ecuador que, junto a procesos electorales donde las masas señalan con su actitud un corrimiento hacia la izquierda, insuflan vientos frescos en toda América Latina contra la podredumbre del régimen capitalista.
El gobierno de Kirchner, inteligentemente, se ha presentado como el campeón de la lucha contra la impunidad. Y aunque se dieron toda una serie de acciones que fueron interpretadas por las masas trabajadoras como pasos adelante en este sentido, y en la rehabilitación de la memoria de los caídos durante el genocidio militar (nulidad de las leyes del perdón, expropiación de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, etc), en la práctica no se avanzó en el procesamiento, juzgamiento y castigo de todos los responsables, participantes y colaboradores de los crímenes: milicos y policías, empre- sarios, obispos, burócratas sindicales, los partidos del régimen, etc.
En realidad, el gobierno de Kirchner pretende utilizar estos hechos para cerrar, ante los ojos del pueblo trabajador, un período histórico que compromete decisivamente a la clase dominante como cómplice y diseñadora del terrorismo de Estado en el que las fuerzas de represión simplemente actuaron como sus agentes ejecutores.
La verdadera justicia vendrá de la movilización popular, de los trabajadores y sus organizaciones. Las banderas de: "Ni olvido, Ni perdón" siguen plenamente vigentes.
La brutal represión en Las Heras, con el apoyo explícito del gobierno, o el reciente descubrimiento de una red de espionaje militar contra dirigentes y organizaciones populares, con base en la Armada, demuestran que la burguesía mantiene su conspiración represiva contra los trabajadores. Por eso, la mejor manera de prevenir nuevas amenazas de golpes militares es vincular nuestras luchas cotidianas a la lucha por la transformación socialista de la sociedad, que culmine con la disolución del viejo aparato represivo del Estado capitalista y su sustitución por un nuevo poder obrero y popular que responda a los intereses de los trabajadores.
De ahí que, nuestro mejor y más sentido homenaje a nuestros 30.000 hermanos de clase, debe ser recoger las banderas del Socialismo.
30.000 Compañeros detenidos y desaparecidos….
¡¡¡Presentes, ahora y siempre!!!
Corriente Socialista El Militante – Buenos Aires, 23 de marzo 2006