HAITÍ: No hay solución bajo el capitalismo

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Desde hace dos semanas antiguos dirigentes del ejército y de los escuadrones de la muerte de los períodos más oscuros del pasado haitiano lideran una lucha armada contra el gobierno de Jean-Bertrand Aristide. Los grupos paramilitares, anteriormente llamados los caníbales, han tomado docenas de ciudades en el norte de Haití y controlan varias rutas de suministro claves. Aunque los militares son pocos en número, están muy bien armados y controlan el norte con el uso del terror. Aristide ha respondido a la crisis pidiendo ayuda internacional para evitar un golpe de estado. Desde hace dos semanas antiguos dirigentes del ejército y de los escuadrones de la muerte de los períodos más oscuros del pasado haitiano lideran una lucha armada contra el gobierno de Jean-Bertrand Aristide. Los grupos paramilitares, anteriormente llamados los caníbales, han tomado docenas de ciudades en el norte de Haití y controlan varias rutas de suministro claves. Aunque los militares son pocos en número, están muy bien armados y controlan el norte con el uso del terror. La “principal corriente” de la oposición burguesa es la que ha estado alentando a estos grupos con la intención de derrocar a Aristide y tomar el poder. Este último ha respondido a la crisis pidiendo ayuda internacional para evitar un golpe de estado.

Aristide aceptó este sábado pasado un plan de paz patrocinado por diplomáticos de EEUU, Canadá, Francia y el CARICOM. No está claro si la “principal corriente” de oposición burguesa en la capital, Puerto Príncipe, estará de acuerdo en esto. Parece baste improbable que lo acepte porque lo que exigen es la dimisión de Aristide.

La oposición

Los antiguos líderes militares del desbandado ejército haitiano y de los escuadrones de la muerte continúan con su campaña armada contra el gobierno, el domingo tomaron Cap-Haïtien, la segunda ciudad más grande del país. Estos grupos armados, conocidos anteriormente como “los caníbales” ahora se llaman Frente de Resistencia Gonaïves (FRG), han tomado la ciudad de Gonaïves y declararon el país independiente de l’Arbonite. El nuevo gobierno está encabezado por Buter Métayer, antiguo seguidor de Aristide. Guy Philippe, antiguo jefe de policía de Cap-Haïtien y de los escuadrones de la muerte de Duvalier en los años ochenta, ha sido nombrado jefe de las fuerzas armadas de l’Arbonite. Philippe huyó desde Haití a la República Dominicana en 2002 después de descubrirse que estaba conspirando para dar un golpe de estado. Philippe regresó a Haití con el antiguo dirigente de los escuadrones de la muerte, el general Tatoune, éste último fue quien dirigió la marcha en la ciudad. Él fue uno de los líderes de la insurrección que derrocó a Jean-Claude (Papá Doc) Duvalier en 1986. Bajo el régimen militar de principios de los años noventa, se unió al grupo paramilitar FRAPH (Frente para el Avance y el Progreso de Haití) y estuvo en prisión por su papel en la masacre de 1994. Un socio cercano de Chamblain, Emmanuel ‘Toto’ Constante, dirigió el golpe contra Aristide en 1991 y admitió que la CIA está financiando el movimiento. También parece que estos paramilitares han recibido “algún tipo” de entrenamiento en la República Dominicana. Estos bandas paramilitares controlan la mayor parte del norte de Haití y ahora amenazan con tomar Puerto Príncipe.

La oposición, incluidos grupos como el Grupo de 184 y Convergencia Democrática, se ha distanciado del FRG, aunque anteriormente lo apoyaban. También hay rumores de que el FRG es un ala armada del grupo fundado y apoyado por EEUU, Convergencia Democrática. Han aumentado las tensiones entre la mayoría negra de habla criolla, que vive en la más absoluta miseria, y la minoría de mulatos de habla francesa, el uno por ciento de los mulatos poseen aproximadamente el 45% de la riqueza del país. Según un haitiano “la clase dominante habla francés, pero todos los haitianos hablan criollo”. La congresista estadounidense Maxine Waters, después de regresar de una visita a Haití calificó al dirigente de la oposición, André Apaid Jr., como un “seguidor de Duvalier” y que él, junto a su Grupo de 184, está “intentando provocar un baño de sangre en Haití y culpar al gobierno del desastre, con la creencia de que EEUU los ayudará contra el presidente Aristide”.

Estas palabras reflejan claramente la naturaleza burguesa, pro-imperialista y reaccionaria de estos dirigentes de la oposición “democrática”. El propio Apaid no renunció nunca a su ciudadanía estadounidense y es el propietario de una fábrica importante.

El gobierno de Aristide corre un serio peligro de ser derrocado por un golpe sangriento. Su gobierno sólo cuenta con una fuerza policial de 4.000 miembros y según algunos informes los policías están desmoralizados y mal armados. Un golpe triunfante obviamente sería una pesadilla para la población haitiana, los antiguos paramilitares que instauraron un régimen asesino a principios de los años noventa se vengarían de Aristide, de sus seguidores, de los trabajadores y pobres urbanos haitianos. En respuesta a las amenazas de golpe e intentos de asesinato, Aristide dijo la semana pasada que se quedaría y lucharía, dice que está dispuesto a dar la vida por su país. El primer ministro haitiano, Yvon Neptune, hizo un llamamiento para que envíen tropas internacionales a Haití para aplastar la “insurrección” y que ayude a la policía nacional.

El imperialismo USA

Miembros de la oposición haitiana dicen que si EEUU, con Clinton, fue responsable de la vuelta de Aristide, entonces la administración Bush es al responsable de corregir el error y derrocarlo. Muchos en el Departamento de Estado estadounidense ven a Aristide como un “Castro imberbe” y es odiado por Jesse Helms y su camarilla de extrema derecha que son aliados de Noriega y Otto Reich (todos implicados en anteriores intervenciones estadounidenses en países como Nicaragua y más recientemente en Venezuela).

Después de que Aristide fuera derrocado, su regreso a la presidencia apoyado con la invasión USA de la isla en 1994, sólo fue posible cuando él aceptó a la clase dominante haitiana y los dictados de Washington y el FMI. Para mantener el apoyo de EEUU y recibir ayuda Aristide tuvo que mantener el actual “paquete de ajuste estructural”, teniendo que recurrir a préstamos exteriores para repagar la deuda y sufragar las necesidades de la burguesía, así como el mantenimiento de una política favorable a la inversión extranjera.

Esto fue una receta para el desastre del país. Por supuesto se privatizaron muchas empresas e industrias públicas provocando una mayor concentración de la riqueza. A finales de los años noventa la producción de arroz de Haití se había reducido a la mitad y las importaciones de arroz procedentes de EEUU equivalían a más de la mitad de las ventas de arroz local. La población agrícola local quedó devastada y el precio del arroz subió de forma dramática.

Por otro lado, para apaciguar a las masas el gobierno de Haití ha invertido mucho en agricultura, transporte público e infraestructura. El salario mínimo recientemente se dobló pasando de 36 a 70 gourdes diarios. La asistencia sanitaria y la educación también se han convertido en prioridades importantes. Se construyeron más escuelas en el país entre 1994 y 2000 que entre 1804 y 1994. El gobierno subvenciona la alimentación, el transporte público para niños en edad escolar y ha mantenido el controvertido subsidio al combustible ¿Quizás por esto vemos en Haití esta oposición tan decidida de las fuerzas burguesas e imperialistas?

Estas políticas sociales, que realmente son concesiones menores, son intolerables para el imperialismo estadounidense. Demuestra que la situación actual de crisis capitalista no puede aceptar reformas de ningún tipo, ni siquiera menores. Cuando Aristide ganó las elecciones en febrero de 2000, la ayuda congelada de cientos de millones de dólares no apareció.

Aunque parece claro que EEUU está implicado de alguna forma en el conflicto armado, la administración Bush es reticente a participar abiertamente porque la consejera de seguridad nacional, Condoleezza Rice, dijo hace unos años que la administración estadounidense sólo intervendría militarmente cuando estén en juego directamente los intereses de la clase dominante estadounidense. La administración Bush tampoco quiere correr riesgos en la política exterior en un año electoral. Además está la cuestión del costo económico, durante los últimos años el presupuesto de defensa en EEUU se ha disparado con la “guerra contra el terrorismo” y la invasión de Iraq.

EEUU tiene que hacer una distinción entre la oposición política burguesa y las bandas armadas que han tomado el control del norte. Para evitar que la política exterior sea un desastre en la cuestión del “cambio de régimen”, como está ocurriendo en Iraq, Colin Powell dice que el plan estadounidense para Haití no incluye la destitución de Aristide, aunque EEUU tampoco se opondrá a su salida si esto entra dentro de las negociación con la oposición. Ahora parece ser que EEUU planea enviar un equipo de inspectores para investigar la seguridad de su embajada. Sólo es una excusa para enviar un equipo militar a Haití para estudiar las condiciones para una intervención militar.

Una de las principales preocupaciones del gobierno estadounidense es la amenaza de un éxodo masivo de haitianos similar al ocurrido en 1991. La población ha comenzado a huir a las vecinas República Dominicana y Jamaica. EEUU ha dejado más espacio en Guantánamo para alojar a los refugiados, pero lo que no quiere es un éxodo masivo a EEUU. Está llegando mucha presión desde el Estado de Florida, donde el gobernador Bush está preocupado por la posible llegada en masa de los refugiados. Esto también ha obligado a actuar a EEUU.

Los estadounidenses están preocupados porque Aristide no sea capaz de controlar la situación. Ya hay abiertos procesos revolucionarios en países del Caribe y América Latina. Les gustaría ver fuera a Aristide y poner en su lugar a alguien de más confianza. Preferirían que llegara al poder la oposición burguesa, pero no lo ven muy probable. Parece obvio que EEUU no quiere ver en Haití bandas armadas que podrían llevar a una guerra civil. Preferirían llegar a un acuerdo con la oposición, y por supuesto lo mejor para EEUU es que Aristide se fuera. El problema es que la oposición burguesa cree que no puede llegar al poder si no es con un golpe de los paramilitares. La oposición burguesa tampoco se fía demasiado de estos grupos ya que están fuera de control y no cumplen órdenes de nadie.

Francia

El gobierno de EEUU no respondió hasta que Francia no expresó su interés en el envío de tropas a Haití. Con una maniobra diplomática el ministro francés de exteriores, De Villepin, dijo que estaban considerando el envío de tropas a Haití, aunque no lo mencionó unos días antes cuando recibió la visita de Colin Powell. Esto tomó por sorpresa a EEUU, añadiendo más tensión a las difíciles relaciones entre los dos países. Naturalmente EEUU no quiere que Francia lleve a cabo operaciones militares en su patio trasero. Esto refleja una vez más la profunda crisis de la economía mundial y las contradicciones entre las potencias imperialistas. La economía mundial está balanceándose al borde de la crisis y hay una lucha feroz por los mercados, para Francia esta sería una buena oportunidad de poner su mano en los intereses de EEUU en el Caribe y América Latina, quizá en venganza por la pérdida de los intereses franceses en Iraq.

Los franceses dicen que en Haití viven 2.000 ciudadanos franceses y que deben enviar una “misión de rescate” para protegerlos de la violencia. Esta historia nos resulta familiar. Los franceses utilizaron este pretexto en el Congo, Costa de Marfil, Chad y allá donde necesitaron instalar a un dictador amigo que protejiera los intereses franceses.

Francia, antiguo colonizador de Haití, tiene unos 3.000 soldados en las Antillas, además de aeropuertos, helicópteros y barcos de guerra.

Para evitar un enfrentamiento entre los dos países, EEUU está de acuerdo en una intervención diplomática que incluye a Francia, Canadá y CARICOM. Muchos dicen que esta es una forma de cicatrizar las heridas provocadas por la invasión de Iraq y reafirmar el compromiso estadounidense con la ONU. Sin embargo sólo es un movimiento egoísta cínico para evitar una acción unilateral de Francia. Se ha invitado a Canadá debido a su “larga lista” de “ayuda” a Haití, y también porque en el gobierno estadounidense se piensa que Canadá tiene una imagen más neutral y menos imperialista. También es un intento de “compartir” los costos y los riesgos de una intervención militar en el extranjero. Esto podría evitar una reacción anti-estadounidense en Haití y facilitar las negociaciones con Aristide, relaciones que obviamente hasta ahora son muy tensas. Esto proporciona a EEUU una cobertura diplomática adecuada y protege sus propios intereses en Haití.

La República Dominicana y la amenaza de la guerra

También aumentaron las tensiones en la frontera entre la República Dominicana y Haití. El gobierno haitiano ha exigido que el gobierno dominicano explique por qué permitió que sus tropas armaran a las bandas criminales haitianas. Es obvio que no podrían haber cruzado la frontera sin la complicidad del ejército dominicano. Este último dijo que no tenía información sobre cómo los exiliados pudieron cruzar los 362 kilómetros de frontera que apenas están patrullados. Mientras tanto, el ejército dominicano está intentando resolver la emboscada en la que murieron dos soldados dominicanos en una zona de la frontera. El asesinato de estos dos soldados fronterizos obviamente es una provocación y podría perfectamente ser un pretexto para la guerra.

El gobierno dominicano también ha expresado sus quejas sobre los inmigrantes ilegales haitianos. Se calcula que más de un millón de haitianos, principalmente trabajadores, están viviendo en la República Dominicana.

Otro punto serio de fricción es que los dirigentes paramilitares exiliados que acaban de regresar a Haití desde la República Dominicana estaban armados con M16 nuevos. ¿Es una coincidencia que, como es conocido, la República Dominicana recientemente haya comprado un cargamento de 20.000 M16 a EEUU?

Existe el peligro de que EEUU, si con la diplomacia no consigue salvaguardar sus intereses, pueda basarse en su aliado colonial dominicano para imponer un “cambio de régimen” en Haití. Esto proporcionaría una cortina de humo para ocultar el papel y la implicación de EEUU, y también podría ser visto en la República Dominicana como una herramienta útil para apaciguar el creciente malestar social que invade el país. Como ya informamos a finales de enero, en la República Dominicana ha habido dos huelgas generales contra la privatización, los salarios bajos, el aumento de los precios del combustible y el desempleo, que ahora está en el 17%. Estas dos huelgas llegaron después de otra huelga general el pasado 11 de noviembre. La inestabilidad en Haití y la oleada de refugiados, podrían proporcionar la excusa necesaria al gobierno dominicano para invadir Haití y utilizar al ejército para aplastar a la clase obrera y sofocar la situación revolucionaria que se está desarrollando en su propio país.

El “plan de paz”

Aristide está de acuerdo con el plan de paz propuesto por EEUU, Canadá, Francia y los países del CARICOM. Los rebeldes deben desarmarse y se formará un nuevo gobierno con un nuevo primer ministro. El plan de paz requiere que el nuevo gobierno y la oposición acepten una comisión tripartita, incluido un representante internacional que controle la formación del nuevo gobierno y la elección del parlamento, que lleva sin funcionar desde enero. El gobierno canadiense también ha ofrecido enviar policías para reforzar a la fuerza policial haitiana.

El verdadero significado de este plan de paz es mantener a Aristide arriba para contener a sus seguidores entre las masas, pero al mismo tiempo dar un poder real a los representantes de la oposición burguesa, y mientras ganar tiempo para desarmar a las bandas paramilitares que están fuera de todo control. Pero si este “acuerdo” sigue adelante significaría el suicidio político de Aristide ya que por segunda vez se comprometería con los odiados imperialistas y con la elite local.

Mientras tanto, las bandas paramilitares continúan con su ofensiva. Cap-Haïtien cayó el domingo y se dice que es inminente el ataque a Puerto Príncipe. Todavía no está claro, pero la fuerza policial, la gran mayoría localizada en la capital, puede estar bastante desmoralizada. Antes de la caída de Cap-Haïtien era muy evidente que la policía estaba demasiado asustada para patrullar por las calles. Se metieron en sus comisarías y no resistieron el asalto. La policía ha sido el objetivo de los paramilitares durante bastante tiempo, parece que fue incapaz, y posiblemente no quiso, defenderse. Lo único que tiene Aristide de su parte es su popularidad entre la clase obrera y los pobres urbanos. Pierre Frandley, un carpintero, dijo lo siguiente a la agencia Associated Press: “Tenemos machetes y pistolas, resistiremos. La policía pude que esté asustada, pero la población está unida y organizada… Bloquearemos las calles”. (22/2/2004).

En el periódico The Observer decía que “en las chabolas desparramadas de Puerto Príncipe, a Aristide se le continúa viendo como un héroe luchando contra una elite minúscula y poderosa, y sus seguidores internacionales”. Los medios de comunicación burgueses han informado durante algún tiempo de manifestaciones de la oposición contra Aristide, pero se han olvidado mencionar que estas protestas se encontraban con contra-manifestaciones de masas a favor de Aristide. Cuando llegaron rumores de que las bandas paramilitares se acercaban a Puerto Príncipe, los trabajadores de los chabolas y los barrios obreros, el “bastión” de Aristide en Puerto Príncipe, se armaron y levantaron barricadas para apoyar al gobierno. Parece que las masas de trabajadores y de los pobres urbanos aunque probablemente estén desilusionados con Aristide, ahora están alrededor de él para defenderlo ante la amenaza del regreso de las bandas paramilitares que gobernaron el país con Duvalier. Con esto las masas están demostrando un evidente instinto de clase. Como dijo Marx, algunas veces la revolución necesita el látigo de la contrarrevolución.

El caso de que se produzca un ataque sobre Puerto Príncipe, la única defensa de Aristide será armar a la clase obrera y pedir su apoyo para derrotar el golpe. El problema de esto es que si arma a los trabajadores eso significaría una revolución, creando las condiciones para que el poder pasara a manos de la clase obrera y pondría en el orden del día la transformación socialista de la sociedad haitiana.

La crisis de la economía mundial ha provocado acontecimientos revolucionarios en el Caribe y América Latina. Se están desarrollando situaciones revolucionarias en la República Dominicana, Venezuela, Bolivia y Brasil. EEUU está intentando contener el despertar revolucionario de las masas. EEUU está obligado a responder para impedir la extensión de la revolución. En algunos casos, como en Venezuela no han intervenido militarmente para derrocar a regímenes “no colaboradores”, pero sí lo han hecho de forma indirecta para provocar una insurrección “popular”, en realidad una contrarrevolución. En realidad la situación haitiana nos recuerda mucho a la situación que llevó al golpe contra Chávez en abril de 2002 en Venezuela, donde una coalición de la clase dominante y el imperialismo estadounidenses, utilizaron a las masas de clase media como carne de cañón e intentaron derrocar al gobierno. En el caso de Venezuela las masas respondieron inmediatamente y derrotaron al golpe. Lo que está por ver es si esto podrá ocurrir en Haití, donde la imagen de Aristide ya está bastante deslucida ante los ojos de las masas por su colaboración con EEUU después de su regreso en 1994.

Ahora, EEUU no necesariamente quiere destituir a Aristide, más bien quiere utilizarlo para impedir el desarrollo de una situación revolucionaria. No están seguros de que Aristide pueda controlar la situación. Puede que se sienten y observen los acontecimientos y las batallas, y cuando llegue el momento adecuado pueden basarse en el ejército dominicano, con el pretexto de “detener el baño de sangre” y una “misión humanitaria internacional” para aplastar el movimiento de las masas. Como estamos ante un año electoral y debido a la pérdida de vidas estadounidenses en Iraq, EEUU está bastante reticente a enviar sus tropas para arriesgar la vida de más soldados.

El mundo ha entrado en una crisis tan tremenda de la economía y la política mundial que, sobre bases capitalistas, no puede haber solución a los problemas de Haití, ni en cualquier otro país como Venezuela o Argentina. Las contradicciones son tan grandes y las divisiones en la sociedad son demasiado profundas. Por eso Aristide y su gobierno se encuentran en esta situación. La única solución es expropiar los intereses imperialistas y de la burguesía haitiana. Pero es poco probable que un político reformista como Aristide ponga en práctica este programa.

Contrariamente a la opinión de la administración estadounidense, Aristide no es un comunista ni un socialista, en realidad apenas es un reformista y para la clase obrera sólo es un freno para conseguir el socialismo y la liberación del imperialismo y la pobreza. Los trabajadores y pobres urbanos, junto con los campesinos pobres, deben organizarse en comités de defensa, organizados y unidos democráticamente por todo el país, para defenderse contra el regreso de los odiados macoutistes y tomar el futuro en sus propias manos. El armamento de los trabajadores y la población, la derrota del golpe de estado, podría efectivamente poner el poder en manos de los trabajadores. Ellos deberían utilizar este poder para seguir adelante con la transformación socialista de la sociedad. Sin embargo, esto por sí solo no es suficiente. Haití es un país pequeño, pobre y aislado, que nunca podrá sobrevivir por sí solo. Una revolución socialista en Haití debería servir de catalizador para el inicio de la revolución en la República dominicana, esta es la única forma de solucionar la crisis actual a la que se enfrentan los trabajadores de ambos países. Los trabajadores haitianos deben hacer un llamamiento a todos los trabajadores del Caribe y América Latina, para que se unan con ellos en la lucha por el socialismo.

23/2/2004