Los trabajadores del volante están expuestos a numerosas presiones. Trabajan muchas horas, deben cumplir estrictos horarios, las obras públicas que permitan una infraestructura cómoda para conducir seguros, brillan por su ausencia, muchas de las unidades que deben manejar están obsoletas, no tienen el descanso necesario. En estas condiciones es imposible no cometer faltas.
Nota extraída del periódico El Roble, con permiso del autor
No tenemos el proyecto que trata la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires a la vista y, aun así, estamos convencidos que es digno de rechazarse. Pero, conociendo lo que es público, un sistema de puntajes [cada falta sancionada añade puntos, cuya cota máxima implica el retiro del carnet de manejo. Nota de EM] que desciende según las infracciones de tránsito que se cometan, nos preguntamos: ¿a quién le interesa que no se implemente?
Los trabajadores del volante están expuestos a numerosas presiones. Trabajan muchas horas, deben cumplir estrictos horarios, las obras públicas que permitan una infraestructura cómoda para conducir seguros, brillan por su ausencia, muchas de las unidades que deben manejar están obsoletas, no tienen el descanso necesario.
En estas condiciones es imposible no cometer faltas.
Ahora bien, hemos visto cómo, dirigentes del gremio de taxistas, se enfrentaban con la policía para impedir el tratamiento del proyecto, pero no les hemos escuchado propuestas que se refieran a la situación de los trabajadores antes planteada. Estos es porque los que dirigen los distintos gremios de choferes son, a su vez, patrones, dueños de colectivos, taxis y camiones. Si los trabajadores cumplieran a rajatabla con las normas de tránsito atentarían contra los intereses de esa patronal que se ha apoderado de nuestros gremios. Por otro lado, si se cumpliera con el Convenio Colectivo, ese que implementan cuando protestan trabajando a reglamento, tampoco cometerían tantas faltas que produzcan el temor de perder el Registro. Ese trabajo a reglamento les hace perder plata a los patrones como se la hará perder el proyecto que trata la Legislatura. Por lo tanto, la lucha contra el proyecto es una lucha de las patronales y sus socios, los burócratas sindicales que, otra vez, utilizan a los trabajadores para defender sus intereses que nada tienen que ver con los nuestros.
Los trabajadores del volante tienen una lucha dura por delante. Deben sacarse de encima a esos gremialistas que dicen defender sus intereses cuando defienden los de los patrones y deben exigir al Gobierno que, antes de presentar proyectos para recaudar más, se ocupen de realizar las obras necesarias para un ordenamiento del tránsito seguro. Deben exigir que se cumpla con el Convenio Colectivo, que se implementen los guardas en los colectivos, acompañantes en los camiones, que se reduzca la jornada laboral sin afectar el salario. Todo esto se puede lograr si se organizan con los métodos de nuestra clase: asambleas de base donde elegir delegados revocables. Coordinación con otros sectores. Luchar para recuperar nuestras organizaciones para defender nuestros intereses.