Después de casi dos años de perseguirlos judicialmente y de reprimirlos violentamente mediante la policía, el estado debió traspasar la empresa Brukman a los trabajadores. Este es el triunfo de una larga lucha que comenzó con reclamos salariales y de condiciones de trabajo dignas contra la patronal esclavista.
La Legislatura porteña expropió la fábrica a los antiguos dueños
Después de casi dos años de perseguirlos judicialmente y de reprimirlos violentamente mediante la policía, el estado debió traspasar la empresa Brukman a los trabajadores.
Este es el triunfo de una larga lucha que comenzó con reclamos salariales y de condiciones de trabajo dignas contra la patronal esclavista. A partir de los intentos de vaciamiento, quiebra fraudulenta y cierre por parte de los propietarios, los obreros debieron tomar en sus manos el control de la empresa en defensa de las fuentes de trabajo.
A través de una durísima lucha crecieron en solidaridad, conciencia y organización, y mostraron que las consecuencias de la propiedad privada de los medios de producción (hambre, enfermedad, incertidumbre) pueden ser evitadas con la decisión de los trabajadores de tomar su destino en sus propias manos. Junto a otras experiencias de empresas recuperadas por sus obreros, los trabajadores de Brukman muestran el camino a la clase obrera de todos los países: el control obrero de la producción es la única alternativa para derrotar la explotación y la miseria.
La lucha de los trabajadores de Brukman recibió el apoyo de toda la militancia y de los sectores más concientes: partidos de izquierda, piqueteros, grupos estudiantiles, de derechos humanos, asambleas barriales, seccionales combativas de algunos sindicatos y obreros de otras empresas recuperadas. Sin embargo hay que reconocer que no pudo contactar con la gran mayoría de los trabajadores, ni siquiera de su propia rama, en la que abundan similares condiciones de explotación. Además del notorio incumplimiento en sus obligaciones por parte de los dirigentes de las centrales sindicales, creemos que ese aislamiento de la masa es también, en parte, una deficiencia de la conducción política de la lucha.
A eso se le sumó el cansancio de los participantes tras largos meses de durísimos combates frente a todo el aparato del estado: fallos judiciales adversos, persecución, represión, etc. Como consecuencia no se pudieron lograr todas las demandas que se reclamaban: propiedad estatal bajo control obrero (quedó como cooperativa), entrega sin cargo de edificio y maquinaria (se deberán pagar estas últimas aunque con ciertas facilidades y quitas). A esto hay que añadir la decisión de la legislatura porteña que obliga a incorporar al 100% de los trabajadores originales de la plantilla, incluidos los carneros que colaboraron con la represión patronal.
De créditos y protección de la producción poco se habla. Las condiciones. entonces, son duras ya que habrá que enfrentar el salvaje contexto capitalista de la economía nacional, donde el pago de salarios dignos como los que abona la cooperativa de los trabajadores no es norma.
De todas maneras la lucha de Brukman abre una tendencia que debe profundizarse entre todos los trabajadores: defensa sin concesiones de las fuentes de trabajo, ocupación de las fábricas abandonadas o en peligro de cierre y puesta en marcha en manos de los propios obreros. Además, después de un respiro, se puede volver a la lucha por la estatización bajo control obrero.