La reforma laboral de Milei, ¿cómo tenemos que prepararnos para enfrentarla y derrotarla?

La ofensiva del gobierno y los capitalistas

Después del triunfo relativo del gobierno de la LLA en las últimas elecciones legislativas, Milei y sus secuaces salieron en coro y con los botines de punta a intentar imponer una contrarreforma laboral que parcialmente en los hechos ya se venía aplicando desde hace varios años. Si ellos salen con los botines de punta, nosotros tenemos que prepararnos para salir con los botines de punta y con los puños apretados. Nunca como hoy la frase “la debilidad invita a la agresión” es más correcta.

En diálogo con LN+, Caputo precisó que el primer eje apunta a incentivar la formalización del empleo mediante la reducción de cargas patronales. “Bajar las cargas patronales y reemplazarlas por un fondo de cese” es un eufemismo para decir que las indemnizaciones nos las vamos a tener que pagar los trabajadores.

Lo que la burguesía realmente busca

Si queremos echar un vistazo a cómo la burguesía industrial nacional concibe la reforma propuesta, podemos remitirnos a las declaraciones de Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos IPA.

En “modo Fontevecchia” afirmó “la reforma laboral propuesta por el Gobierno podría tener efectos contraproducentes si no se acompaña de un proyecto industrial sólido”. Reconoció que el sector requiere una modernización de las leyes laborales para fomentar la productividad y la competitividad, pero advirtió que en un contexto de caída de la industria la reforma podría terminar generando más desempleo en lugar de empleo.

Al menos Rosato reconoce que ellos también quieren una reforma laboral o utilizando un eufemismo una modernización de las leyes laborales, pero advierte que sus representados la van a usar para despedir trabajadores.

Podemos afirmar que la reforma laboral que quieren imponer el gobierno de Milei, los capitalistas y el FMI va a dar como resultado más desempleo, más explotación y un empeoramiento de las condiciones ya precarias de la clase obrera. En otra parte Rosato señala “en la situación actual una reforma laboral podría transformarse en una herramienta para despedir personal a menor costo en lugar de promover nuevos puestos de trabajo. Con tarifas energéticas en aumento y caída de la demanda muchas empresas están por debajo del punto de equilibrio”.

Hay algo que Rosato no dice, que la contrarreforma laboral que está proponiendo el gobierno también prepara las condiciones para que, si en algún momento lejano la actividad económica repunta cosa que ahora no se ve en el corto plazo, la burguesía tenga las herramientas legales para contratar de vuelta en condiciones de explotación laboral profundizada.

Todo esto encaja con el negocio que pretenden montar alrededor del fondo de cese, armado para que cuatro vivos hagan plata manejando mesas de dinero y fondos privados mientras nuestras indemnizaciones dejan de ser un derecho y pasan a la timba financiera.

Pero Rosato sigue diciendo y con este extracto de la entrevista ya directamente plantea las cosas de frente sin sonrojarse. “Cuál es la herramienta que tengo para despedir gente a bajo costo. Va a ser la reforma laboral. Entonces en vez de transformarse en una manera para generar empleo, esa reforma laboral se va a transformar en una manera para generar desempleo”.

Para completar el cuadro, el gobierno ya adelantó cambios en vacaciones, salarios y horas de trabajo, siempre con la misma lógica de abaratar costos y extender la explotación. Se habla de fragmentar las vacaciones, de imponer bancos de horas y de reemplazar la actualización salarial por productividad, un viejo sueño patronal. Otro punto gravísimo es el invento de las paritarias por mérito, un mecanismo abiertamente fraudulento para bajar los sueldos y romper la negociación colectiva. Con ese sistema cada trabajador queda librado a la evaluación patronal, se pierde la escala salarial común y se convierte el salario en un premio para obedientes en vez de un derecho conquistado en décadas de lucha. Es la forma más burda de dividir a los trabajadores y de imponer aumentos a cuentagotas mientras nuestros sueldos se pulverizan.

Lo que ya está ocurriendo en las fábricas del país confirma todo esto. En Santiago del Estero, Coteminas echó a 56 trabajadores y frenó la producción 45 días con la excusa del sobrestock. Coteminas no es una empresa en apuros sino la filial local de Springs Global, el conglomerado textil de capitales brasileños que, como cualquier capitalista, mueve los hilos desde sus cómodos despachos y descarga su crisis sobre la mesa de las familias obreras. La planta de La Banda, integrada al circuito algodonero de la zona, muestra sin filtro el mazazo que recorre el país. Coteminas deja al desnudo la “modernización” que quieren imponer.

Si observamos a todos los actores que hoy están en danza queda claro que esto no es solo una iniciativa de Milei sino un proyecto que compromete al régimen político y a la clase dominante. Empresarios de la UIA y de las cámaras pymes celebran cualquier flexibilización que abarate costos; gobernadores peronistas, radicales y del PRO se sientan a negociar la letra chica para asegurarse su parte del acuerdo; bloques parlamentarios de la oposición tradicional acompañan los ejes centrales usando el relato de la modernización. Esta convergencia muestra que la reforma laboral es una iniciativa del conjunto de la clase dominante y no una ocurrencia aislada del presidente. En este proceso se mete la cúpula de la CGT, participando de las reuniones del Consejo de Mayo aun sabiendo que allí se discute cómo avanzar sobre derechos históricos.

El rol de las direcciones gremiales

Bueno, ya concluimos cuál es el fondo de la reforma laboral. Ahora tenemos que ponernos a pensar cómo hacemos para oponernos y derrotar esta arremetida del reaccionario gobierno de Milei.

Hay un proverbio antiguo que dice “esperá lo mejor, pero prepárate para lo peor”.

Cualquier trabajador debería concluir que los máximos dirigentes gremiales, sea la CGT o la CTA, están organizando una lucha sin cuartel para defender las pocas conquistas que le quedan a la clase obrera argentina.

Con cierta desazón queremos informarles que no es así. Es más, los más altos dirigentes de la clase obrera organizada están dialogando con el gobierno, o eso dicen por lo menos. Qué diálogo están teniendo no sabemos, porque se la pasan quejándose de que ni el teléfono les contestan.

Vale recordar que estos dirigentes gremiales no son conocidos por su defensa intransigente de nuestros derechos laborales. Más bien lo contrario, siempre tendieron a negociar sus propios privilegios como casta utilizando el discurso demagógico de la defensa de los derechos del conjunto de la clase obrera. No creemos que en esta ocasión sea distinto.

Ahora llegan a la hipocresía total planteando que todavía no hay ningún proyecto de reforma laboral presentado, pero al mismo tiempo hablan de que están dispuestos a dialogar con el gobierno.

La clase dominante, los capitalistas, no pueden ser convencidos con una charla amistosa. Debemos recordar que la clase obrera y la clase burguesa tenemos intereses opuestos e irreconciliables, sobre todo en una situación de crisis capitalista mundial como la que hoy vivimos.

En 1989 el gobierno de Alfonsín estaba en una situación extremadamente delicada, hiperinflación, crisis económica y una corrida cambiaria que hacía tambalear al gobierno. En medio de esa situación el entonces ministro de Economía pronunció una frase que quedó en el recuerdo “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Parece ser que esta frase la van a poder repetir varios dirigentes gremiales.

Entonces salen un día a gritar que son dialoguistas y otro día a decir que no hay nada que dialogar y así sucesivamente. Llegamos así a la conclusión de que intentan confundir a los laburantes. La verdad es clara como el agua, los dirigentes gremiales ya tienen el proyecto de reforma laboral sobre sus despachos. Y en estos últimos días está saliendo a la luz pública como sus últimas declaraciones lo atestiguan.

TN informó “La nueva conducción de la Confederación General del Trabajo CGT iniciará esta semana una ronda de conversaciones entre áreas y secretarías para delinear la estrategia sindical y definir la postura frente a la reforma laboral que impulsa el Gobierno de Javier Milei. Será mientras prepara para la semana próxima la primera reunión del Consejo Directivo”. Qué grandes estrategas tenemos los trabajadores en nuestras direcciones sindicales, TN se esfuerza por presentarlos como unos grandes luchadores. Y sigue la nota “los dirigentes sindicales definieron que el eje de las próximas semanas será el proyecto de reforma laboral que el Gobierno libertario buscará discutir cuando asuma el nuevo Congreso”.

Tomando estos extractos periodísticos podemos concluir que la dirigencia gremial ya cuenta con el proyecto de reforma laboral aunque juega a las escondidas con el mismo. ¿Por qué juegan al escondite con el proyecto? Podemos concluir que es a todas luces un proyecto muy agresivo contra las conquistas laborales. Si no, no estarían jugando a las escondidas con él. Se ve que el diálogo no está generando un efecto muy disuasorio.

Incluso la CTA Autónoma, lejos de llamar a organizar la resistencia, anunció que se suma a la discusión, como si la reforma fuera un trámite técnico y no un ataque frontal a la clase obrera. Todo esto confirma lo que ya sabemos de sobra, que este tipo de reformas no se negocian ni se moderan, se derrotan con la fuerza organizada de los trabajadores a través de medidas de acción directa.

Los trabajadores no podemos esperar que estas conducciones, por más declaraciones altisonantes que hagan, organicen la resistencia que hace falta. Pero tampoco podemos ignorar que dentro de esos aparatos hay sectores de base que sí quieren pelear. De ahí se desprende la necesidad urgente de construir instancias organizativas amplias capaces de involucrar al conjunto de la clase obrera y evitar que la lucha quede atada a las maniobras o a la pasividad de las cúpulas.

La tarea de la clase obrera

La clase obrera no puede depositar ninguna confianza en los dirigentes de las organizaciones gremiales. Tenemos que prepararnos concienzudamente para la batalla que nos presenta el gobierno.

¿Cómo nos preparamos? En primer lugar, en los lugares de trabajo tenemos que imponer la discusión, meter el debate, pero no solo en las fábricas. También tenemos que involucrar a los estudiantes que en fin de cuentas son los futuros trabajadores. Tenemos que apostar a la autoorganización, impulsar las asambleas en los lugares de trabajo, en las facultades también, en todos los espacios donde tengamos la oportunidad de intervenir. Nuestra agitación central debe ser denunciar abiertamente esta contrarreforma laboral y apuntar a no generar ninguna confianza en los dirigentes gremiales ni en el Parlamento, esa banda de cretinos que lo único que hace es parlar para confundir y desviar a la clase obrera de su objetivo histórico: el derrocamiento del sistema capitalista.

Donde los representantes gremiales planteen el debate tenemos que intervenir agitando la movilización general de la clase obrera como un primer paso para construir un plan de lucha que incorpore a todos los sectores que vienen luchando contra el brutal ajuste del gobierno y frenar este nuevo intento de flexibilización laboral.

Si logramos vencer al gobierno y a los capitalistas en este nuevo intento de flexibilización laboral estaríamos logrando volcar la correlación de fuerzas más a nuestro favor. Y eso nos traería la posibilidad cierta y concreta de derrotar al gobierno en la calle. Esa es la tarea, derrotar al gobierno en la calle.

Es imprescindible incorporar a la pelea a los trabajadores precarizados, tercerizados, fuera de convenio y de las aplicaciones digitales. Esta reforma no solo apunta a destruir derechos formales de los trabajadores registrados. Su finalidad es generalizar a toda la clase obrera las condiciones de los sectores más explotados y empujar hacia abajo los ingresos de todos los trabajadores sin distinción. Romper la división artificial entre trabajadores “con derechos” y trabajadores “sin derechos” es una condición indispensable para que la clase trabajadora intervenga como un solo puño frente al ataque del gobierno y los capitalistas.

Y para unir de verdad a toda la clase obrera necesitamos incorporar en nuestro programa las demandas específicas de estos sectores. Solo así vamos a poder atraerlos a la pelea común y transformar la lucha contra la contrarreforma laboral en una batalla de toda la clase trabajadora.

Por eso los sectores con autoridad política y sindical de izquierda deberían impulsar un paro activo nacional de treinta y seis horas con una gran movilización al Congreso en la primera semana de diciembre, convertir esa fecha en un punto de apoyo para impedir con la presencia masiva de los trabajadores cualquier intento de tratar la reforma en sesiones extraordinarias. 

Esto debe ir acompañado por un plenario nacional de delegados con mandato de base antes de las primeras semanas de diciembre, capaz impulsar la huelga general por tiempo indeterminado si el proyecto avanza un centímetro más. Solo un movimiento de esta magnitud puede transformar la bronca acumulada en una fuerza real que frene este ataque.

Organicémonos para una gran movilización que unifique a todos los sectores en lucha contra la reforma laboral.

Que la reforma laboral sea la tumba del gobierno de Milei y Trump.

¡Abajo la reforma laboral!

¡Por la huelga general!

¡Ruptura inmediata con el FMI y no pago de la deuda externa!

¡Que se vayan todos!

¡Que gobierne la clase obrera!

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