Hace unos días atrás la Ministra de Seguridad de la Nación había manifestado que estaba en proceso de renombrar a las escuelas de la Policía Federal Argentina (PFA) devolviéndole el nombre de Ramón Falcón a la escuela de cadetes; mientras que la escuela de suboficiales será conocida como Comisario General Alberto Villar.
Una de las principales “luchas ideológicas” del mileísmo consiste en intentar lavar la cara a las fuerzas represivas y promover una reforma historiográfica sobre la dictadura militar y el papel de las Fuerzas Armadas, presentándolas como víctimas o incluso como héroes. La figura de Villarroel dentro de La Libertad Avanza encarnaba esta orientación, aunque las relaciones internas hoy están desgastadas. Como fuerza política, Milei busca consolidar un pacto con las bases militares que respaldan a la actual vicepresidenta.
La lucha por los derechos humanos tras la dictadura fue una de las expresiones más profundas de la resistencia obrera y popular en Argentina. Ahora bien, su desarrollo posterior sólo puede comprenderse desde una perspectiva marxista. Los avances obtenidos en los años posteriores al Argentinazo no fueron concesiones espontáneas del Estado, sino fruto de la acción directa y la movilización de las masas, que impusieron la reapertura de juicios y la anulación de las leyes de impunidad.
Durante el kirchnerismo se concretaron avances parciales, como la condena de algunos responsables directos y la recuperación de espacios de memoria, que reflejaron la presión social acumulada desde abajo. Pero esa política no garantizó el juicio y castigo a todos los culpables ni desmanteló las estructuras represivas heredadas de la dictadura. Al institucionalizar la memoria de los 30.000 dentro de los márgenes del régimen democrático burgués, se la desligó de su contenido revolucionario y de su objetivo histórico: la transformación radical de la sociedad.
El mileísmo, por su parte, emprende la tarea inversa pero complementaria: reivindicar abiertamente a los genocidas, relativizar los crímenes de la dictadura y rescatar el papel “patriótico” de las Fuerzas Armadas. Con el pretexto de “restaurar el orden” o “revisar la historia”, busca rearmar ideológicamente el aparato represivo para justificar la represión futura contra las luchas obreras y populares. En uno y otro caso, el resultado es el mismo: la defensa del Estado capitalista y de sus instituciones coercitivas. Mientras el kirchnerismo integró a los organismos de derechos humanos al aparato estatal, el mileísmo pretende barrer con esas conquistas y eliminar incluso los límites democráticos que la movilización popular había impuesto.
En ese contexto se inscribe también la ministra Patricia Bullrich, que busca sostener la polarización con lo más rancio del kirchnerismo, acusando el cambio de nombre de la Escuela de Policía como una estrategia política.
El mileísmo busca generar un falso debate sobre el carácter de las fuerzas represivas, reduciéndolo a una cuestión de nombres o símbolos. Presenta el problema como si la formación de estas instituciones dependiera de su denominación y no de la propia naturaleza del Estado, que se erige por encima de la sociedad como un órgano de dominación y opresión de una clase sobre otra. Como explicó Lenin en El Estado y la revolución, el Estado “es un poder especial de represión; un destacamento especial de hombres armados, cárceles, etc.”. Es decir, una maquinaria creada para mantener sometida a una clase por otra. Desde esta perspectiva, las fuerzas armadas y de seguridad no pueden reformarse, porque su función esencial es garantizar los intereses del capital y reprimir toda forma de organización y resistencia de la clase trabajadora.
¿Qué representa Ramón Falcón en el Estado, sino el símbolo de la represión contra una de las huelgas generales más importantes de comienzos del siglo XX? En 1909, mientras los trabajadores se movilizaban por la reducción de la jornada laboral y por condiciones dignas frente a la explotación capitalista, Falcón ordenó una brutal masacre: 11 obreros fueron asesinados durante el acto del 1º de Mayo, y en los días siguientes la represión se extendió incluso a las familias obreras que acompañaban los entierros de sus compañeros caídos. Detrás de la reivindicación de su nombre se esconde la orientación represiva que pretende adoptar la burguesía para imponer las reformas laborales, previsionales e impositivas que exige el “patrón del Norte” y sus banqueros. Recuperar su figura no es un gesto histórico inocente: es una advertencia del tipo de orden que el capital pretende restaurar para garantizar sus ganancias.
Alberto Villar, comisario general de la Policía Federal, fue uno de los principales organizadores del terrorismo paraestatal previo a la dictadura. Participó en la represión del Viborazo cordobés de 1971 y en el secuestro de los fusilados de Trelew en 1972. Entre 1973 y 1974, bajo la tutela de José López Rega, impulsó la creación de la Triple A, que persiguió y asesinó a militantes obreros y de izquierda, anticipando los métodos represivos del terrorismo de Estado, impuesto a sangre y fuego, en 1976.
Si miramos unos meses atrás, el presidente Milei, la Ministra Bullrich, el ex jefe de gabinete Francos; habían impulsado el decreto Nº 383/2025. Allí planteaban la necesidad de reorientar la misión de la PFA hacia una fuerza de investigación haciendo el paralelo con el FBI de los yanquis.
El desarrollo de leyes antiterroristas, antipiquetes y toda forma de regulación de la protesta, arman el engranaje para la inmersión de las fuerzas de la policía federal en los conflictos internos del país, además de tener la capacidad de infiltración y espionaje sin necesidad de orden judicial. Para ello el estado otorga la conformación del Departamento Federal de Investigaciones (DFI) y el Departamento Federal de Coordinación (DFC).
Bajo la presidencia de Trump, el imperialismo norteamericano profundiza la militarización en América Latina. En nombre de la “lucha contra el narcotráfico” y las “nuevas amenazas”, impulsa que las Fuerzas Armadas asuman tareas de seguridad interior. En México se refuerza la cooperación militar, en Colombia se reactiva el Plan Colombia y en el Caribe se despliegan fuerzas navales. Esta política busca garantizar el control político y económico de Estados Unidos sobre la región.
El ingreso de La Libertad Avanza en la dirección del Estado responde a la necesidad de crear las condiciones políticas y coercitivas para implementar la agenda de las grandes corporaciones capitalistas. La burguesía es consciente de que el mileísmo representa un arma de doble filo, ya que su carácter autoritario e inestable puede desatar un proceso de lucha de masas que ponga en riesgo la estabilidad del propio régimen, pero lo considera una herramienta necesaria para imponer sus intereses. Por un lado, la burguesía nacional exige la reforma laboral para abaratar costos y aumentar la explotación; por otro, esa misma política choca con la apertura irrestricta de importaciones que amenaza a sectores de la producción local. En este marco, asistimos a una reorganización de las Fuerzas Armadas orientada a garantizar, mediante la represión, la aplicación del programa del FMI y el ajuste sobre la clase trabajadora.
Debemos tener en cuenta la necesidad de consolidar los comités de autodefensa. A lo largo de la historia del movimiento obrero argentino existen antecedentes concretos de organización para la autodefensa frente a la represión estatal y patronal. Desde los piquetes armados de la FORA a comienzos del siglo XX y las barricadas obreras de la Semana Trágica de 1919, hasta las guardias rurales de la Patagonia Rebelde y las huelgas del norte santafesino, los trabajadores recurrieron a la acción colectiva para resistir el terror del Estado. Más tarde, durante la resistencia peronista y el auge clasista de los años setenta, surgieron comisiones y brigadas de autodefensa en fábricas y sindicatos que enfrentaron a la policía y a las bandas de la Triple A.
Estas experiencias muestran que, en cada etapa de la lucha de clases, cuando la represión se intensifica, la clase trabajadora tiende a organizar sus propias formas de defensa, expresión embrionaria de un poder obrero que desafía el monopolio de la violencia del Estado capitalista. Son antecedentes de los cuales podemos aprender y sacar conclusiones para el presente, En los últimos años, las insurrecciones en Ecuador, Chile, Colombia y otros países mostraron la capacidad de las masas para organizarse frente a la represión estatal y paralizar al régimen mediante la acción directa. En muchos casos surgieron organismos de autodefensa espontáneos, coordinaciones barriales y asambleas populares que enfrentaron al ejército y a la policía en las calles. Estos procesos, protagonizados por trabajadores y jóvenes, demostraron que la clase obrera conserva cuando se pone en marcha, puede poner en cuestión el poder mismo del Estado burgués.
El Estado avanza contra todas las conquistas obreras y democráticas, preparando un terreno de confrontación directa con la clase trabajadora. Frente a esto, los trabajadores cuentan con sus propios métodos de lucha: asambleas en los lugares de trabajo, huelgas, piquetes, ocupaciones de fábricas y movilizaciones. Si Milei y Bullrich pretenden utilizar las fuerzas del Estado para reprimir estos intentos en un contexto de auge de la lucha de clases, la clase obrera estará obligada a desarrollar las medidas necesarias para garantizar su propia seguridad y defensa mediante la acción organizada desde las bases.
Ningún aparato represivo, por más grande y poderoso que sea, puede mantenerse en pie frente a la fuerza de la clase trabajadora y la juventud cuando se movilizan y organizan.
Estamos viendo procesos revolucionarios abiertos en Nepal, Sri Lanka, Bangladesh e Indonesia que expresan una tendencia mundial: la irrupción de una nueva generación que enfrenta la crisis del capitalismo y pone en cuestión la capacidad represiva de los Estados.
La respuesta debe ser salir a golpear con un solo puño. A Milei, Trump y sus políticas los enfrentamos con los métodos de organización clasista.
¡Desmantelamiento del aparato represivo!
¡Justicia para Pablo Grillo y para El Tigre, víctimas de la represión por defender a los jubilados!
¡Abajo la reforma laboral, previsional y tributaria!
¡Fuera Milei, los capitalistas y los represores!
¡A preparar la Huelga General!
¡Que gobierne la clase obrera!








