Es el triunfo de los pobres, de los obreros y de los campesinos. Así celebraba, rodeado por la multitud, Roberto de la Cruz, el dirigente de la Central Obrera Regional del Alto, la renuncia del odiado presidente Matagentes Sánchez de Lozada en latarde del viernes 17 de octubre.
Bolivia
Es el triunfo de los pobres, de los obreros y de los campesinos. Así celebraba, rodeado por la multitud, Roberto de la Cruz, el dirigente de la Central Obrera Regional del Alto, la renuncia del odiado presidente Matagentes Sánchez de Lozada en la tarde del viernes 17 de octubre.
Finalmente la insurrección de masas que sacude Bolivia desde hace casi un mes lograba derrocar al gringo Goni. Enfrentada a una movilización de masas que crecía a pesar de la brutal represión que ha dejado más de 80 muertos, la Embajada de Estados Unidos abandonó a su títere. El embajador David Greenlee, se reunió en la tarde del jueves con el ex vicepresidente Carlos Mesa para acordar una salida constitucional, es decir un cambio de fachada para que no se caiga el edificio entero.
Las masas reunidas en las calles de la capital y de las principales ciudades del país, paralizadas por la huelga general decretada por la Central Obrera Boliviana desde el 29 de septiembre, celebraban con júbilo y con rabia la marcha del odiado presidente. Una vez más un odiado presidente burgués tiene que huir de su residencia en helicóptero para escapar a la furia de trabajadores y campesinos. Sánchez de Lozada pasa a engrosar una lista cada vez más larga de presidentes latinoamericanos que han sido víctimas de la movilización de las masas obreras y campesinas contra sus políticas capitalistas de ajuste.
Se podía haber tomado el poder
La renuncia de Sánchez de Lozada llegó en el último momento. No está claro que hubiera pasado si se demora incluso unas horas más. De hecho desde el miércoles estaba cada vez más claro que todas las condiciones estaban dadas para la toma del poder por parte de trabajadores y campesinos. Sólo la falta de decisión de los dirigentes dio un pequeño margen de maniobra a la burguesía para organizar el recambio.
La huelga general crecía y se extendía por todo el país, se empezaban a crear elementos de doble poder, las masas estaban decididas a ir hasta el final, se profundizaban las divisiones en el ejército y la policía, las capas medias se sumaban a las protestas, y los obreros se empezaban a dotar de comités de autodefensa.
El propio jueves por la noche la Federación de Juntas Vecinales de El Alto, la organización que organiza el poder democrático obrero y popular en esta ciudad de un millón de habitantes, instruyó la conformación de "Brigadas de Autodefensa Armada". Un instructivo de la Comisión Política de la FEJUVE, señala que los dirigentes de las 562 juntas vecinales deben conformar brigadas de autodefensa ante los constantes asesinatos que sufren de parte de las fuerzas represivas del gobierno. "Estas Brigadas deberán ser conformadas por vecinos voluntarios para realizar bombas molotov (explosivos caseros) y cazabobos (trampas explosivas)".
Por otra parte la llegada de la columna de miles de mineros de Huanuní, armados con miles de cachorros de dinamita, precipitó las maniobras de la clase dominante y la embajada gringa. Los mineros habían sido detenidos por el ejército en Patacamaya el jueves en unos duros enfrentamientos en los que tres mineros resultaron muertos. Pero el viernes los mineros, gremiales y campesinos detenidos en Patacamaya tomaron una decisión. "Vivos o muertos vamos a pasar, pero vamos a La Paz a sacar al gringo". Muchos lograron llegar a La Paz cruzando los cerros y finalmente en la tarde el ejército dejó pasar a los 58 camiones en los que venía.
Cuando ya la Plaza San Francisco estaba llena de rumores sobre la renuncia del presidente llegaron los mineros, explotando la dinamita. Así lo describe un testigo presencial: Casi a la misma hora en que los mineros avanzaban hacia La Paz, la ciudad de El Alto estaba desierta. Miles de personas habían bajado marchado, caminando por el autopista que se ofrecía a los recién llegados era de una ciudad desierta, con puentes volados, vagones de tren cruzados sobre el autopista y piedras a lo largo de todo el camino.
Abajo, en La Paz, la plaza explotaba. La movilización era tan imponente como la de ayer, y nosotros llegamos justo en el momento en que se anunciaba el rumor de que Goni estaba a punto de renunciar. Como si hubiera explotado una bomba, la concentración se dividió en decenas de pedazos para agolparse contra la Plaza Murillo, custodiada por cientos de policías y militares. El primer cordón policial fue como una barrera de papel; no tardaron nada en correrse, y terminaron dándole la mano a los manifestantes. Pero atrás los tanques no se movían, y el pueblo desarmado no podía pasar.
(…)Y entonces llegaron mineros, atravesando también ellos todo El Alto; eran rostros salidos del fondo de la tierra, cascos, cachorros de dinamita, formados en escuadra y cargando coca y frazadas. "Goni cabrón, llegaron los mineros" y las detonaciones retumbaban aún antes de que se los pueda ver. La movilización se volvió a armar, esta vez para aplaudir, para cantar con ellos, para abrazarlos o simplemente para darles un refresco.
Serían las cuatro de la tarde y era una marcha triunfal. "Si se pudo carajo" y "fusil, metralla, el pueblo no se calla". Los cachorros ahora no eran para defenderse, sino para festejar que el presidente comenzaba a escapar.
Ninguna confianza en el gobierno de Carlos Mesa
Sin embargo la celebración no es completa, el movimiento es consciente que no se han alcanzado los objetivos, es decir el fin de la privatización del gas y los hidrocarburos, la reforma agraria, el respeto a los derechos de los indios, el fin de la persecución a los cultivadores de coca, etc.
Así la COB decidió no dar ninguna confianza al gobierno de Carlos Mesa y acordó mantener la huelga general indefinida hasta que el próximo gobierno se comprometa ante esa organización a no exportar el gas ni por Chile ni por Perú y a derogar la Ley de Hidrocarburos. Un ampliado nacional de emergencia de la central obrera, reunido bajo la presión de las decenas de miles de manifestantes en las calles acordaba un programa mínimo de gobierno que el nuevo presidente debe cumplir. Así lo informaba bolpress.com:
La central obrera decidió no respaldar al nuevo gobierno porque considera que la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada es sólo el cambio de una persona y no la modificación del modelo económico. Además prefiere mantener su independencia de clase, es decir no comprometerse con un gobierno que no corresponde a la clase obrera.
El programa que la COB exige incluye entre otros puntos: la revisión en el congreso de todos los contratos de capitalización, de riesgo compartido y arrendamiento de los yacimientos petrolíferos, mineros y empresas estatales, haciendo respetar la Constitución Política del Estado. (…) la anulación de la Ley INRA que mercantiliza la tierra. La redistribución de la Tierra. Y el respeto a la propiedad comunitaria y de origen. (…) la restitución de los derechos sociales de los trabajadores bolivianos. Y la anulación inmediata de la libre contratación. Y además la reactivación del aparato productivo nacional, rechazando el libre comercio, como el que establece el ALCA. Finalmente plantea un juicio por genocidio a la población boliviana que se alzó en defensa de los recursos naturales y de la democracia. Y la anulación de la Ley de Seguridad Ciudadana.
El comunicado del ampliado de la COB concluye con la advertencia de que Cualquiera que sea el gobierno, tiene la obligación de cumplir con el clamor del pueblo. De lo contrario, las calles y los caminos de la patria se convertirán nuevamente en nuestra barricada. La Central Obrera ha convocado a una nueva masiva asamblea popular para el sábado 19 para decidir los pasos a tomar.
El nuevo gobierno pues, nace extremadamente débil. El nuevo presidente tuvo que pedir permiso a los dirigentes obreros para que dejasen pasar a los parlamentarios que se dirigían a la sesión del congreso. Esto confirma una vez más lo que hemos afirmado anteriormente: el poder estaba en la calle, en manos de trabajadores y campesinos movilizados, si eso no se hizo efectivo fue porque los propios dirigentes no dieron la consigna de lanzar la ofensiva final.
El gobierno de Mesa ha hecho todo tipo de promesas, no puede en realidad hacer otra cosa si quiere ganar tiempo para poder establecer alguna base social. Por el momento sólo se mantiene por el apoyo precario del ejército, la embajada de EEUU y un puñado de empresarios y latifundistas. Así el nuevo presidente ha prometido someter la venta del gas a referéndum, el apoyo económico a la ciudad de El Alto (el centro más radical de las protestas) y la convocatoria de una asamblea constituyente o elecciones anticipadas.
Pero las organizaciones obreras y campesinas no deberían dar ningún margen de maniobra a este nuevo gobierno. Mesa era al fin y al cabo el vicepresidente de Sánchez de Lozada hasta hace sólo una semana y es por lo tanto co-responsable de todas sus políticas de privatización y ataques a trabajadores y campesinos. Lo mismo se puede decir de todos los partidos de la coalición de gobierno anterior que solamente se desmarcaron del presidente matagentes para salvar su propio pellejo.
Pero dirigentes como Evo Morales, el jueves por la noche proponían como solución la formación de un gobierno provisional encabezado por Mesa, es decir la misma propuesta que hacia la embajada de EEUU para salvar el régimen capitalista en Bolivia. El propio Evo Morales, máximo dirigente del MAS, ya ha declarado: "Le daremos un respiro al presidente Carlos Mesa, una tregua, para que se organice y cumpla sus promesas al país.
La táctica de la burguesía va a ser la de tratar de ganar tiempo, prolongar los plazos de la convocatoria del referéndum y de una posible asamblea constituyente, y al mismo tiempo intensificar los llamamientos a la calma, a la unidad nacional, la reconstrucción del país con el objetivo de desmovilizar a las masas y esperar el momento más oportuno para pasar de nuevo a la ofensiva. Lamentablemente en esta tarea cuentan con la colaboración de algunos de los dirigentes de las masas como Evo Morales que piensan que se puede transformar el país por la vía de la legalidad institucional.
Sin embargo Bolivia ha vivido ya 21 años de democracia bajo el capitalismo con gobiernos de todo tipo y el resultado está a la vista de todos: el 70% de la población vive bajo el nivel de la pobreza y un 30% son ingentes, y los recursos naturales y la riqueza del país han sido vendidos al mejor postor. Este es el único futuro que el capitalismo puede ofrecer a las masas de trabajadores y campesinos pobres en Bolivia, y son precisamente estas condiciones las que les han empujado a la lucha.
Cambios en la estructura política del poder no van a resolver los problemas más acuciantes de las masas. Solamente el control de la economía por parte de trabajadores y campesinos puede ofrecer una salida. La renacionalización del gas, la expropiación sin indemnización de las minas (empezando por las que son propiedad del asesino Lozada), una reforma agraria profunda que acabe con el latifundismo, estas son el tipo de medidas que pueden poner en manos de la mayoría los recursos necesarios para empezar a mejorar sus condiciones de vida. La lucha tiene que ser por el socialismo, por una auténtica democracia de trabajadores y campesinos. Instintivamente, en estas jornadas gloriosas, los obreros fabriles, los mineros, los cocaleros, los habitantes de El Alto, el pueblo trabajador de Bolivia en su conjunto se ha orientado en esa dirección.
Es posible que ante la falta de una dirección revolucionaria que tenga como principal objetivo la toma del poder por parte de los trabajadores y campesinos, el movimiento revolucionario retroceda temporalmente ante las maniobras parlamentarias de la clase dominante. Sin embargo, las masas se sienten fuertes, en estas jornadas se han hecho conscientes de su propio poder y le va a ser muy difícil al nuevo gobierno restablecer la legalidad burguesa.
El propio resolutivo de la COB lo señala claramente: En el camino han quedado 140 vidas que han regado con su sangre generosa nuestra Patria mostrando que con nuestra fuerza somos capaces de tumbar las dictaduras, así utilicen los afeites de la democracia. Los gobiernos por muy sanguinarios que sean caen tras los golpes que certeramente da e! pueblo. Ahora sabemos que con nuestra organización y lucha podemos y debemos derrotar al neoliberalismo
Una vez más, la tarea más urgente es la de construir una auténtica dirigencia marxista que garantice la victoria.