Myanmar: barbarie, crimen, guerra y la necesidad urgente del socialismo

Han pasado dos años desde el golpe militar de Myanmar (Birmania) de 2021, que derrocó al gobierno liberal burgués de Aung San Suu Kyi. Las masas se levantaron heroicamente contra el golpe, pero la traición de los liberales condujo a una dolorosa derrota. Hoy, el régimen golpista está creando condiciones infernales y bárbaras: a economía en caída libre, el crimen organizado fuera de control y la trata de personas que afecta a cientos de miles,  y el régimen bélico de la junta que enfrenta una posible guerra civil. El capitalismo ha proporcionado otro caso sangriento que demuestra la necesidad del socialismo.

Desde que la junta dirigida por el general Min Aung Hlaing se hizo cargo durante la pandemia de COVID-19, la economía de Myanmar se ha deteriorado significativamente. Un informe reciente del Banco Mundial reveló que Myanmar enfrenta un déficit de empleo de aproximadamente 2,5 millones en el 2023, los trabajadores jóvenes y sin educación luchan por encontrar trabajo.

Todas las capas de la clase trabajadora están sufriendo significativamente. Los salarios reales han disminuido al menos un 50 por ciento entre 2017 y 2022. Las regiones que tradicionalmente han disfrutado de salarios más altos han experimentado las caídas más grandes, en el contexto de una fuerte inflación.

El precio del aceite de cocina se ha aumentado de tres a cuatro veces, el precio del arroz también se ha triplicado y el precio del diésel ha aumentado de 700 kyats por litro antes del golpe a 3.000 kyats por litro después del golpe.

El régimen ha tratado de controlar los precios del aceite de cocina saturado de baja calidad y el combustible mediante la regulación de los precios de mercado, pero debido a la fortaleza del dólar, la debilidad del Kyat de Myanmar y el déficit presupuestario de mil millones de dólares, esto resulta imposible. Todo lo que ha logrado es agravar la escasez.

La junta ha mostrado desesperación en su intento de conseguir dólares, incluso amenazando con no renovar los pasaportes de los emigrantes a menos que demuestren que han pagado sus impuestos.

Mientras tanto, la producción agrícola se ha desplomado como resultado del alto costo de los insumos (por ejemplo, el aumento de los precios de fertilizante) y debido a las operaciones militares, que han provocado el sacrificio de campesinos rurales y la quema de sus casas, así como de sus instrumentos de trabajo, incluidos los animales domésticos. Además, el alto nivel de desempleo ha fomentado altas tasas de emigración (ilegal) a los países vecinos, principalmente a Tailandia y China.

La Inversión Extranjera Directa (IED) ha disminuido completamente en comparación con los niveles previos a la pandemia. Los cortes de energía, el alto coste de importación de algunas materias primas semielaboradas, el aumento de los precios del petróleo y el gas, y no menos importante, el resultado caótico de las sanciones occidentales: todos estos factores, entre otros, se combinan para reducir el crecimiento industrial y aumentar el desempleo.

Aparte del desempleo, el caos en los servicios básicos perturba la vida de la gente común. Las zonas industriales y residenciales sufren apagones cada vez más prolongados. Los ataques regulares por el régimen, el cierre e incluso el bombardeo de hospitales, ya que muchos trabajadores en el sector de la salud están involucrados en movimientos de oposición, han derrumbado el sistema de salud. Esto ha llevado a una crisis inminente de tratamientos para enfermedades como el VIH y muchas otras.

Crimen y esclavitud

En medio del caos, el crimen ha crecido significativamente en Myanmar. Muchas partes del país son ahora refugios para empresas estafadoras de Internet y telecomunicaciones, cuyas actividades han defraudado a víctimas de todo el mundo (muchas de ellas chinas) que suman decenas de miles de millones de dólares. El problema es tan grave que se discutió específicamente en la cumbre de la ASEAN en septiembre.

Peor aún, la mayoría de los que realizaban estas estafas eran en realidad cautivos traficados por las bandas criminales. Según las Naciones Unidas, hasta 120.000 personas dentro de Myanmar fueron traficadas y obligadas a realizar llamadas fraudulentas en nombre de estas bandas criminales. ¡En algunos casos, aquellos que se niegan a hacer las llamadas o fueron considerados inútiles por las pandillas, fueron condenados a trabajos forzados en minas o incluso les han sustraído sus órganos para traficarlos!

La junta ha sido cómplice activa de esta trata de personas que ha alcanzado una escala horrible dentro de su dominio. Por ejemplo, la junta gobierna la región de Kokang del estado de Shan a través de cuatro familias criminales de origen étnico chino, que a su vez han convertido la zona en un semillero de estafas y tráfico.  Está de más decir que la junta, con problemas de liquidez, al menos algunos de ellos, están disfrutando de sobornos de los miles de millones que las víctimas de la trata le han traído a estos pandilleros.

Ese crimen ha infectado a la sociedad birmana hasta tal punto que es solo un síntoma de una profunda crisis que se está desarrollando, y ahora está afectando a la cúpula del régimen en más de un sentido.

Grietas en la cima

A medida que se desarrolla esta crisis, la junta parece estar tratando con profundas divisiones internas. El ex miembro del consejo militar, el teniente general Moe Myint Tun, fue condenado por un tribunal militar a cadena perpetua por traición y muchos otros delitos. Moe Myint Tun fue uno de los discípulos más confiables del jefe de la junta Min Aung Hlaing y dirigió la Comisión de Inversiones de Myanmar del régimen, el Comité de Supervisión de Divisas y el Comité Central para Garantizar un Flujo Suave de Comercio y Mercancías.

Fue el quinto miembro de más alto rango del consejo militar de 18 miembros formado después del golpe de 2021, pero fue destituido de la administración tras su arresto en septiembre.

Que un miembro de tan alto rango de la junta tuviera una caída en desgracia tan espectacular, naturalmente, ha tomado a muchos por sorpresa. Puede que no sepamos la verdadera razón detrás de su destitución durante algún tiempo, pero el cargo de traición es particularmente notable.

Sin poder frente al deterioro de las contradicciones en la sociedad, las divisiones surgirán inevitablemente dentro de la dictadura militar gobernante, comenzando con las diferencias entre los propios generales sobre cómo avanzar. Este es un indicador clásico de las explosiones sociales por venir. De hecho, a menudo son las grietas por arriba las que impulsan a las masas hacia adelante.

Muchos países, sobre todo China, están profundamente preocupados por la creciente inestabilidad en Myanmar. Si las divisiones entre los generales se amplían, es muy posible que veamos intentos de intervención de potencias extranjeras. Como hemos dicho en julio de 2021:

“Si, en algún momento, el gobierno militar continuo se vuelve insostenible, algunos de estos oficiales pueden volverse más susceptibles a las presiones externas de una potencia como China. En el próximo período, estas potencias extranjeras pueden llegar a favorecer a un ala de la junta sobre las que consideran demasiado poco fiables”.

Esta perspectiva es cada día más probable.

Abusos

Cualquiera que sean las divisiones que puedan haber entre los altos mandos del ejército, están unidos en su propensión a la brutalidad extrema contra cualquier y toda oposición.

Las fuerzas de la junta han estado lanzando operaciones militares en Birmania Central contra las Fuerzas de Defensa Local (FDL) organizadas independientemente y las Fuerzas de Defensa Popular (FDP), las milicias armadas organizadas por antiguos participantes del movimiento de masas contra el golpe. Los ataques aéreos se convocan con frecuencia cada vez que los militares se sienten inmovilizados o atrapados por la guerrilla. Esta táctica preferida es cada vez más común. Este año, el New York Times estimó que la junta birmana ha llevado a cabo un promedio de 30 ataques aéreos por mes. En otras palabras, los civiles en Myanmar son bombardeados casi todos los días.

A veces, la junta ha llevado a cabo brutales crímenes de guerra sin ninguna provocación previa o enfrentamiento armado, como en el caso de una reciente masacre cerca de la frontera entre China y Myanmar:

“Era poco antes de la medianoche del 9 de octubre cuando llovieron explosivos sobre Mung Lai Hkyet, una aldea en el estado de Kachin, al norte de Myanmar, donde se refugiaban cientos de civiles desplazados. Al menos 28 civiles murieron, entre ellos 10 mujeres, 10 niñas, siete hombres y un niño de 3 años. Más de 60 resultaron heridos.”

Al igual que el estado de Israel, la junta no duda en matar niños. Myanmar Now informa que la junta ha matado a casi 500 niños desde que tomó el poder hace más de dos años y medio. Este número solo se basa en informes verificados, y el número real puede ser mucho mayor dada la conducta del régimen.

Aparte de estas atrocidades, los militares están haciendo movimientos extraños pero aún crueles. En el campo de batalla que es el estado de Shan, se informa que los militares “rescataron” a más de 500 extranjeros que fueron traficados allí por delincuentes, solo para enviarlos a campamentos del ejército para ser utilizados como trabajadores forzados y escudos humanos.

Oposición liberal anémica

Por otro lado, los diversos grupos armados bajo el mando del Gobierno de Unidad Nacional (GUN), formado como gobierno en el exilio por los liberales después del golpe de 2021, están cada vez más degenerados o en bancarrota. Algunos grupos locales sin armas ni apoyo logístico del GUN están destrozados. La combinación de corrupción desenfrenada en el nivel superior del GUN, las fuerzas mal armadas a nivel terrestre y las fuerzas superiores de la junta con el apoyo de la fuerza aérea han causado una pérdida innecesaria de vidas tanto de civiles como de fuerzas de resistencia..

Esto está muy lejos de los días en que el GUN anunció su formación y comenzaron a surgir las FDP en muchos lugares, cuando, al menos entre las filas de las FDP, había una cierta confianza en la lucha armada.

Sin embargo, como hemos explicado repetidamente, el GUN sufría de una debilidad política fundamental: ser liberales burgueses. Fundamentalmente comparten con la camarilla militar el mismo interés en defender el capitalismo birmano. Con ellos al frente de esta resistencia armada, y dada su falta de interés en usar estas fuerzas para organizar a la clase trabajadora para hacerse cargo de la sociedad, la resistencia armada inevitablemente no iba a un callejón sin salida.

Esto es exactamente lo que ha sucedido, y la mayoría de la gente se ha desilusionado con la dirección liberal y se ha agotado con la llamada “revolución armada”. Desde que comenzó la lucha armada, la “política de tres partes” del régimen – “matar a todos, quemar a todos, saquear a todos” – ha llevado a más de un millón de desplazados internos, ha llevado a la hambruna y a la aniquilación de numerosos hogares.

La dirección burguesa liberal intenta apuntalar su posición sembrando constantemente ilusiones y difundiendo falsas esperanzas de que la victoria militar es inminente. Sin embargo, dado su estado débil, esto se está desgastando.

El ejército es muy consciente de que una elección podría llevar a las masas a reunirse una vez más detrás del GUN y Aung San Suu Kyi, que ahora está en prisión, pero el GUN ya no tiene nada que ofrecer a los generales. Por lo tanto, no hay perspectivas de que la junta convoque unas “elecciones generales”, a pesar de lo que prometieron una vez. Toda la situación política ha llegado a un punto muerto.

Contradicciones con China

Como hemos dicho en muchas ocasiones anteriores, la potencia imperialista que domina Myanmar es China. Occidente se ha retirado más o menos. Tanto los liberales burgueses liderados por Aung San Suu Kyi como los militares están profundamente a favor de la alineación con China, ya que las inversiones de China y Hong Kong representan alrededor del 38 por ciento de las inversiones extranjeras en el país. La sucursal de Yangon del banco estatal chino BICC está promoviendo activamente el uso del RMB en el comercio exterior de Myanmar. Occidente ha sido decisivamente desplazado.

El imperialismo chino tiene importantes intereses en Myanmar, no solo como país fronterizo, sino también como ruta directa al Océano Índico. Myanmar también es un contrapeso importante contra Vietnam, el principal competidor de China en la península de Indochina.

El régimen chino no estaba contento con el golpe, ya que era profundamente desestabilizador y corría el riesgo de propagar el caos en China, donde las masas están en creciente efervescencia. Sin embargo, como los militares triunfaron claramente sobre el GUN, China no tuvo más remedio que apoyar a los militares con la esperanza de estabilizar el país una vez más y salvaguardar los intereses capitalistas chinos, especialmente los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda.

Si bien la junta birmana sigue siendo en general respetuosa con Pekín, este último ha puesto en marcha una serie de controles como advertencia al régimen, como el Ejército Unido Wa, que está abiertamente financiado y apoyado por China, y a través del cual apoya indirectamente a otras grandes milicias étnicas de su elección, en varios momentos y por sus propios intereses.

Pero es evidente que la junta no solo no ha logrado mantener las cosas bajo control, sino que ha demostrado ser impotente para evitar que las actividades delictivas se agraven en Myanmar. Según se informa, los centros de estas actividades se encuentran en las regiones del norte que limitan con China o en el Parque KK, un complejo comercial en la frontera con Tailandia dirigido por la capitalista china She Lun Kai. Si bien se sospecha, por un lado, que participa en actividades delictivas que irritan al régimen chino… ¡Su otro proyecto en Myanmar fue catalogado como un proyecto clave de la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda en el país!

Parece que China ha perdido la paciencia con la falta de control de la junta sobre la situación en el norte del país. Este año, después de que el ministro de Comercio de la junta minimizara públicamente la solicitud de China de frenar los delitos cibernéticos, China llevó a cabo directamente operaciones policiales en el estado de Shan en Myanmar en septiembre, lo que resultó en 269 arrestos.

Posteriormente, las milicias étnicas regionales en el norte, tres de las cuales formaron la Alianza de los Tres Hermanos, con el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA) de etnia china a la cabeza, lanzaron repentinamente una ofensiva en el estado de Shan bajo la bandera de “acabar con las operaciones de estafa“. En efecto, esto significaba deponer a los cuatro señores del crimen que gobiernan la región en nombre de los militares, que a su vez están profundamente arraigados en la actividad criminal que China quiere eliminar.

En el momento de redactar este informe, los rebeldes han capturado más de 138 bases de la junta en la zona, una hazaña lograda gracias al hecho de que los rebeldes han adquirido misteriosamente armamento avanzado al que nunca antes habían tenido acceso. Diez milicias más han anunciado que se han unido a la Alianza de los Tres Hermanos.

Si bien la rebelión armada es una afrenta a la junta, parece que se ha ganado la simpatía de China, si no el apoyo indirecto. El MNDAA ha sido armado y entrenado durante mucho tiempo por el representante de China, el Ejército Unido Wa, y los medios estatales chinos han estado informando activamente sobre las derrotas de la junta de Myanmar en el estado de Shan.

Por supuesto, en última instancia, el régimen de Myanmar es incapaz de desobedecer a China. Por otro lado, la paciencia de China con la junta se está agotando rápidamente, y puede muy bien recurrir a diferentes facciones dentro del ejército u otras fuerzas para apuntalar como un freno o incluso reemplazar a la camarilla actual dirigida por el general Min Aung Hlaing.

Se está preparando la lucha de clases

En un contexto de crisis económica, dictadura brutal, guerra y falta de liderazgo, la clase trabajadora birmana en las ciudades se enfrenta a condiciones que una vez más los empujan hacia la lucha.

Un ejemplo notable fue la ocupación por parte de los trabajadores de una fábrica de prendas de vestir de propiedad china en Yangon a principios de octubre, cuando la gerencia informó a los trabajadores que la fábrica se cerraría después de solo un año y medio en funcionamiento.

Dado que los militares aplastaron a los sindicatos después del golpe, esta lucha es heroica. Tampoco es una ocurrencia rara. En los últimos meses se han producido una serie de huelgas y esfuerzos de organización sindical desde abajo en las ciudades.

El período inicial en el que la clase obrera recobre una vez más sus fuerzas no será un proceso sin problemas. Sin embargo, eventualmente sucederá. Las condiciones no permiten que el proletariado de Myanmar se quede sentado indefinidamente mientras la barbarie se arrastra a su alrededor. En un momento u otro, comenzarán a moverse una vez más.

La tarea más urgente para los comunistas en este período es refundar nuestras fuerzas sobre la base de una teoría correcta. El período pasado ha expuesto la naturaleza inherentemente traidora de los liberales y reformistas del GUN, pero las ilusiones en la guerra de guerrillas como sustituto de la lucha de clases, o participar en este o aquel frente popular con los liberales, todavía abundan entre los jóvenes. Los partidarios de la revista The Struggle (La Lucha), los birmanos partidarios de las ideas de la Corriente Marxista Internacional, defenderemos firmemente las ideas marxistas frente a estos errores teóricos. Invitamos a todos los jóvenes revolucionarios sinceros a unirse a nosotros.


[Nota del editor: la situación en Myanmar se está desarrollando rápidamente. Este artículo se escribió hace varios días y explica los procesos que se están desarrollando, pero ya hay nuevos acontecimientos, sobre los que seguiremos reportando.]