Las reglas de la guerra han sido cuidadosamente estudiadas desde hace al menos 2.500 años, cuando Sun Tzu, el gran experto militar chino, escribió su famoso tratado: El arte de la guerra. Este texto ha sido estudiado meticulosamente desde entonces por los generales, incluidos los generales del ejército norteamericano, y es considerado como uno de los tratados más magistrales jamás escritos sobre el tema.
Sun Tzu y la estrategia fallida del imperialismo en Iraq
Las reglas de la guerra han sido cuidadosamente estudiadas desde hace al menos 2.500 años, cuando Sun Tzu, el gran experto militar chino, escribió su famoso tratado: El arte de la guerra. Este texto ha sido estudiado meticulosamente desde entonces por los generales, incluidos los generales del ejército norteamericano, y es considerado como uno de los tratados más magistrales jamás escritos sobre el tema. Y a pesar del inmenso desarrollo tecnológico desde los días de Sun Tzu, los conceptos básicos que él desarrollo son tan válidos hoy como cuando fueron escritos.
Sun Tzu dice:
“La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado; un asunto de vida o muerte, el camino hacia la supervivencia o la destrucción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente”.
Estas palabras son muy ciertas. Podrían provocar pesar a los moralistas, pero durante toda la historia humana los asuntos más serios siempre se han decidido por la fuerza de las armas. Esto se aplica tanto a las guerras como a las revoluciones. El estudio de la guerra, de las tácticas y estrategia militar tienen una gran importancia. El comportamiento de las fuerzas estadounidenses en Iraq ha revelado una completa ignorancia de incluso los principios más básicos establecidos hace 2.500 años con gran brillantez por el maestro Sun Tzu. Comencemos con los prolegómenos.
Sobre la preparación
Sun Tzu dice:
“El general que gana una batalla hace muchos cálculos en su templo, aquí gana la batalla.
El general que pierde una batalla hace pocos cálculos con antelación. Hacer muchos cálculos lleva a la victoria y pocos cálculos a la derrota: ¡cuánto más, ningún cálculo en absoluto! Por atención a este punto, yo pude prever que es probable ganar o perder”.
Los imperialistas norteamericanos, es verdad, hicieron muchos cálculos antes de invadir Iraq, pero todos estaban equivocados. La frase más famosa de Sun Tzu es:
“Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado. Si eres ignorante de tu enemigo pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla”.
Cuando lanzó su aventura iraquí, George Bush no comprendía el caos en el que se metería. No entendía al enemigo, no comprendía las limitaciones de sus propias fuerzas y la psicología de su propio pueblo. Asumía que la aplastante superioridad militar de sus fuerzas armadas sería suficiente para garantizar una victoria rápida y absoluta. Asumía que la población de Iraq saludaría a las fuerzas norteamericanas como libertadores, o al menos no serían capaces o estarían dispuestos a luchar contra ellas. Asumía que la población de EEUU continuaría apoyando la guerra tanto tiempo como fuera necesario. Todas estas presunciones estaban equivocadas.
Es verdad que a la mayoría de los iraquíes no les gustaba Sadam Hussein. Pero les gustan aún menos las fuerzas de ocupación norteamericanas. En todas las encuestas recientes la aplastante mayoría de los iraquíes piensan que con Sadam Hussein estaban mejor e incluso una mayoría más grande quiere que los estadounidenses y sus aliados se vayan. Pero los norteamericanos no tienen prisa por salir.
Por otro lado, el ocupante actual de la Casa Blanca y Comandante en Jefe del ejército norteamericano, fracasó en comprender la limitación de sus propias fuerzas. Toda la tecnología del mundo no servirá para un ejército desmoralizado que ha perdido toda confianza en su misión y que ya no tiene voluntad de luchar. Los soldados no quieren ir a Iraq, y esto es especialmente así en el caso de los reservistas. El hecho de que un porcentaje desproporcionado de las tropas norteamericanas sean pobres, negros o hispanos, se suma al descontento y al resentimiento. Esto puede crear una situación explosiva en las filas del ejército durante el próximo período.
Por último, pero no menos importante, está la opinión pública en EEUU, que nunca fue muy entusiasta con la aventura iraquí de Bush, pero que ahora ha girado decisivamente contra la guerra. Saben que han sido arrastrados a una guerra con excusas falsas y cada nueva muerte de un joven soldado estadounidense profundiza aún más esta animosidad hacia la guerra y contra el presidente que la inició. Las manifestaciones en las calles de las ciudades norteamericanas aumentarán en alcance y radicalización. Los Republicanos se enfrentan a la debacle en las próximas elecciones. Esto a su vez está provocando divisiones en las filas de los congresistas republicanos, que están muy vinculados a sus puestos en el Capitolio y a todos los privilegios que los acompañan. Como resultado, George W. Bush se está convirtiendo rápidamente en el presidente más impopular de la historia norteamericana.
La importancia de la dirección
Sobre la cuestión de la dirección Sun Tzu dice lo siguiente:
“Y el general que comprende cómo emplear las tropas, es el árbitro del destino de la nación, el hombre de quien depende si la nación estará en paz o en peligro”.
Con sus acciones George W. Bush ha puesto realmente la nación en peligro. La excusa original para invadir Iraq fue el atentado terrorista del 11 de septiembre. La población estadounidense fue engañada para que creyera que Iraq albergaba a al Qaeda, a pesar de que el régimen baathista secular de Bagdad y al Qaeda eran enemigos acérrimos. En Iraq antes de la invasión no existían células de al Qaeda. Ahora hay muchas. El Iraq ocupado se ha convertido en un imán para todos los yihadistas del mundo y está actuando como centro de operaciones para al Qaeda y organizaciones similares en Oriente Medio. De este modo, lejos de aumentar la seguridad de EEUU y Oriente Medio, la invasión de Iraq ha tenido exactamente el efecto contrario. Debemos recordar otro de los aforismos de Sun Tzu: “Haces desaparecer la energía de sus ejércitos y desmoralizas a sus generales”.
Algunas frases de Sun Tzu se pueden tomar como una crítica directa a George W. Bush. Él dice:
“Sopesa la situación antes de efectuar movimiento alguno (…) Tras prestar atención a mi consejo y planes, el general debe crear una situación que contribuya a su cumplimiento. Por situación quiero decir que debe tomar en consideración la situación del campo, y actuar de acuerdo con lo que le es ventajoso”.
George Bush no reflexiona. Reacciona a los acontecimientos y lo ha estado haciendo desde el principio. Pero aún, ignora el consejo que le han dado personas más capaces y los representantes inteligentes de la clase dominante (Por ej. el Grupo de Estudios Iraquíes), que le pidieron que hiciera una retirada escalonada de Iraq y llegara a un acuerdo con Siria e Irán.
En lugar de seguir este sano consejo, George W. Bush propone la táctica de la “oleada”, es decir, enviar aún más tropas para que mueran en Iraq. Esto no derrotará a los insurgentes sino que empeorará aún más la situación. Esta última política tiene toda la apariencia de algo que no ha sido sopesado, sino rápidamente improvisado. La prensa burguesa lo ha descrito correctamente como una apuesta irresponsable, un último intento desesperado de evitar una derrota. No tendrá el efecto deseado. No resolverá el caos en Iraq sino que extenderá la inestabilidad a toda la región.
Sun Tzu continúa:
“En la guerra los estrategas victoriosos sólo buscan la batalla después de haber obtenido la victoria, mientras el que está destinado a la derrota primero lucha y después busca la victoria”.
La segunda variante también es exactamente aplicable a George Bush.
La economía de la guerra
Sun Tzu dice: “En operaciones bélicas, cuando se requieren mil carros rápidos de cuatro caballos, mil carros pesados, y mil soldados; cuando han de transportarse provisiones para un millar; cuando existen gastos en casa y en el frente, y estipendios para enviados y consejeros, el costo de materiales como goma y laca, carros y armaduras, asciende fácilmente a mil piezas de oro al día. Un ejército de cien mil hombres puede ser puesto en campaña solo cuando este dinero está en la mano”.
Sun Tzu dedicó una gran parte del estudio a la economía de la guerra y hoy la cantidad necesaria para mantener un ejército moderno en el terreno de batalla es muchas, muchas veces mayor que en su época. El gasto es más ruinoso si la guerra se prolonga, por eso Sun Tzu insistía en que se debían evitar las campañas largas:
“Una victoria rápida es el principal objetivo de la guerra. Si la victoria tarda en llegar, las armas pierden el filo y la moral decae. Si las tropas atacan ciudades, su fuerza se desgasta. Cuando un ejército se implica en una campaña prolongada, los recursos del estado disminuyen rápidamente. Cuando tus armas están melladas y el ardor decae, tu fuerza exhausta y el tesoro gastado, los jefes de los estados vecinos tomarán ventaja de la crisis para actuar. En ese caso, ningún hombre, por sabio que sea, será capaz de evitar las desastrosas consecuencias que de ello resulten. Por todo ello, mientras que hemos oído mucho acerca de despilfarros estúpidos en tiempo de guerra, no hemos visto aún una operación inteligente que fuese prolongada. Nunca ha existido una guerra larga que haya beneficiado al país”.
Sun Tzu decía: “dado que lo único valioso en la guerra es la victoria, no prolonguéis las operaciones”. Bush y Rumsfeld pensaban que la guerra de Iraq rápidamente terminaría y basaron sus cálculos económicos en esta variante. Pero como la guerra se ha prolongado, los costos económicos se han disparado. La “solución” de George Bush al atolladero iraquí es enviar más tropas. Esto inevitablemente llevará a nuevas bajas norteamericanas (y, por supuesto, iraquíes). Eso tendrá un efecto serio sobre el ambiente de la opinión pública norteamericana, como ya señalé en mi artículo: Tambores de guerra en Washington, la última oportunidad de Bush. Pero también existe un enorme costo en términos puramente monetarios.
El costo de la guerra es ya ruinoso. Las estimaciones originales variaban pero eran algo similar a 50-60 mil millones de dólares. Pero el costo real ya está en 350.000 millones de dólares. Según la última investigación del Congreso, la guerra está costando 2.000 millones de dólares semanales y la cifra final nadie la sabe. Un cálculo reciente sitúa la factura final en la región en los 2 billones de dólares, si se incluyen los costos a largo plazo de los heridos en la guerra. La conclusión es inapelable: ni el país más rico del planeta puede soportar esta hemorragia de dinero y sangre. Tarde o temprano, EEUU tendrá que abandonar Iraq. Dejará tras de si una situación infinitamente peor a la que tenían antes de invadir.
La forma en que los ejércitos de la antigüedad tenían de hacer frente a este drenaje era vivir a costa de la tierra, es decir, vivir saqueando el país del enemigo. Esta también era la intención original de George W. Bush y de las grandes empresas norteamericanas que le apoyaron.
Sobre este tema Sun Tzu decía:
“El soldado habilidoso no pone un segundo impuesto, ni carga sus carros de suministro en más de dos ocasiones. Trae el material de guerra de su propia casa, pero usa el forraje del enemigo. De este modo el ejército tendrá alimentos suficientes para sus necesidades. Cuando saqueas un territorio, deja que el botín se divida entre tus hombres, cuando capturas nuevo territorio, divídelo en parcelas para el beneficio de la soldadesca”.
De que existían planes para el saqueo de Iraq, en particular sus ricos recursos petroleros, no hay ninguna duda. Desgraciadamente, los planes no salieron como estaban planificados. La reconstrucción es otra forma de saqueo. Las grandes empresas norteamericanas como Halliburton han sido recompensadas con lucrativos contratos valorados en miles de millones de dólares. Pero con el aumento del número de contratistas asesinados y secuestrados, esto se ha convertido en una proposición arriesgada. En cuanto a los soldados, la única recompensa que pueden encontrar es la pérdida de la vida, de un brazo o una pierna. Las guerras no son tan rentables como solían ser, ¡en particular para los soldados que son los que realmente combaten!
La idea era saquear los enormes suministros petroleros de Iraq para financiar la ocupación y pagar las facturas de las grandes empresas norteamericanas implicadas en la estafa de la “reconstrucción”. Desafortunadamente, la normalización de la producción petrolera ha sido imposible debido a la insurgencia, y cosas como los oleoductos son objetivos tentadores para los rebeldes.
Sun Tzu advirtió enérgicamente contra las guerras lejos de casa:
“Cuando un país se empobrece a causa de las operaciones militares, se debe al transporte de provisiones desde un lugar distante. Si las transportas desde un lugar distante, el pueblo se empobrecerá. Los que habitan cerca de donde está el ejército pueden vender sus cosechas a precios elevados, pero se acaba de este modo el bienestar de la mayoría de la población. Cuando se transportan las provisiones muy lejos, la gente se arruina a causa del alto costo. En los mercados cercanos al ejército, los precios de las mercancías aumentan. Por lo tanto, las largas campañas militares constituyen una lacra para el país.¨
“Con la pérdida de base y el agostamiento de la fuerza, las casas de la población quedarán al descubierto y tres décimas partes de sus ingresos desaparecerán; mientras que los gastos del gobierno por carros rotos, caballos cansados, cascos, arcos y flechas, lanzas y escudos, mantos protectores… supondrá cuatro décimas partes de su ingreso total”
Los costos prohibitivos de enviar a grandes números de soldados a largas distancias y para después mantener el suministro durante un período prolongado, se ha convertido en una pesadilla logística. El drenaje de recursos de EEUU ya está teniendo un efecto sobre el presupuesto federal, que ya sufría un déficit sustancial incluso antes del inicio de la guerra. El gobierno está ya hablando de reducir el gasto en sanidad y pensiones. Esta es una variante de la política de Goehring de “armas en lugar de mantequilla”. Y la carga de las armas aumenta en la medida que el imperialismo norteamericano insiste en mantener su papel mundial y su ambición imperial de intervenir en cualquier lugar bajo el sol.
En opinión de Sun Tzu, la peor política de todas es el asedio de ciudades amuralladas. Dice lo siguiente:
“La peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una ciudad sólo se lleva a cabo como último recurso. Emplea no menos de tres meses en preparar tus artefactos y otros tres para coordinar los recursos para tu asedio. Nunca se debe atacar por cólera y con prisa. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan. Por lo tanto, un verdadero maestro de las artes marciales vence a otras fuerzas enemigas sin batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas y destruye a otros ejércitos sin emplear mucho tiempo. Un maestro experto en las artes marciales deshace los planes de los enemigos, estropea sus relaciones y alianzas, le corta los suministros o bloquea su camino, venciendo mediante estas tácticas sin necesidad de luchar”.
Desde la época de Sun Tzu la técnica de la guerra ha cambiado tanto que no se reconocería. Los ejércitos normalmente no asedian ciudades y éstas no tienen murallas. Si hay una ciudad en el camino simplemente se bombardea o destruye con una combinación de bombas, cohetes y artillería, ese fue el destino de Faluya, la primera Guernica del siglo XXI. Sin embargo, estos comentarios mantienen toda su validez en el caso de Iraq. Lo que está diciendo el maestro chino es: no te quedes atascado en actividades militares prolongadas como son los asedios, que sólo provocan bajas excesivas y son una hemorragia económica seria. Pero eso es precisamente lo que están haciendo los norteamericanos en Iraq.
Condiciones físicas
Según Sun Tzu, el arte de la guerra está gobernado por cinco factores constantes, que deben ser tenidos en cuenta en las deliberaciones, cuando se está buscando determinar las condiciones sobre el terreno. Los factores son los siguientes: (1) la doctrina; (2) el cielo; (3) el terreno; (4) el mando; (5) el método y la disciplina. Para decidir cuál de los dos ejércitos ganará es necesario responder a las siguientes preguntas:
“¿Qué dirigente es más sabio y capaz? ¿Qué comandante posee el mayor talento? ¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?”
Cuando Sun Tzu habla del cielo no habla de los dioses. En realidad, la religión no juega ningún papel en el arte de la guerra. Esta palabra significa noche y día, frío y calor, tiempo y estaciones. Es decir. Hace referencia a los factores climatológicos y geográficos, el tiempo y el terreno, etc.
“El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es fácil o difícil desplazarse, y si es campo abierto o lugares estrechos, y esto influencia las posibilidades de supervivencia”.
Las tropas de la coalición en Iraq están luchando en unas condiciones físicas desfavorables, en un terreno difícil al cual no están acostumbrados. Si los desiertos son difíciles, las calles abarrotadas y las callejuelas de Bagdad son aún peores. Cada casa se convierte en una potencial fortaleza enemiga, cada comercio en un potencial escondrijo para un francotirador. El calor, las moscas, los mosquitos, el polvo, empeoran las cosas, debilitando la moral de los soldados y aumentando su nerviosismo. Una ráfaga de fuego desde una ventana superior disparada por un asaltante invisible provoca una reacción nerviosa, con frecuencia implica la muerte de civiles, hombres, mujeres y niños. Esto no sirve para derrotar al enemigo sino que sólo acrecienta el odio de la población hacia las fuerzas ocupantes.
La moral
Además de los factores originales, la moral, el terreno, el clima, etc., añade lo siguiente:
“¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones? ¿Qué tropas son más fuertes? ¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas? ¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa? Mediante el estudio de estos siete factores, seré capaz de adivinar cuál de los dos bandos saldrá victorioso y cuál será derrotado.
El general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese general ha de ser mantenido al mando. Aquel que ignore mi consejo, ciertamente será derrotado. Ese debe ser destituido”.
Numéricamente, el ejército norteamericano debería ser más fuerte en tropas bien entrenadas. Pero esto por sí mismo no es suficiente para determinar el resultado. Napoleón explicaba la importancia vital que tiene la moral en la guerra. Podríamos añadir que la moral incluye no sólo la moral de los soldados en la línea de frente, sino también de los civiles en la retaguardia. Este factor hoy es incluso más importante de lo que lo era en China en tiempos de Sun Tzu, quien escribe:
“La moral significa aquello que hace que el pueblo esté en armonía con su gobernante, de modo que lo siga donde sea, sin temer por sus vidas ni a correr cualquier peligro”.
Esta es la primera condición para llevar a cabo una guerra victoriosa y es la primera que ha fallado para el gobierno de EEUU. La conducta en la guerra, basada en las mentiras que han quedado al descubierto, ha alejado a la opinión pública estadounidense, que ciertamente ya no apoya a Bush ni a su guerra. La hostilidad hacia la guerra en Iraq, el hecho de que es una guerra injusta, la idea de que “nuestros chicos están muriendo por nada”, a su vez se transmite a los soldados y mina su moral.
Las tropas norteamericanas en Iraq no creen que estén luchando una guerra justa. Aquellos que al principio podían creerlo, pronto se convencieron de lo contrario a través de su propia experiencia. Pronto se dieron cuenta de que la población iraquí los ve como invasores extranjeros, no como libertadores, y quieren verlos fuera de Iraq. Las tropas estadounidenses, por tanto, no tienen incentivo para luchar y morir por una causa en la que no creen. Por otro lado, los combatientes de la resistencia creen fervorosamente en por qué están luchando y están dispuestos a morir, si es necesario, para conseguir su objetivo. La primera condición para ganar una guerra está por tanto ausente.
La cuestión de la disciplina en última instancia está determinada por la cuestión de la moral. Las tropas de la coalición obedecen mecánicamente órdenes, pero su corazón no, por eso no lucharán eficazmente. Ven pocas recompensas para lo que están haciendo y mayoritariamente ven su estancia en Iraq como un castigo. Cuanto más tengan que servir en Iraq, y cada vez con más frecuencia, menos dispuestos estarán a luchar. En contraste, los iraquíes están luchando por su país, sus familias y su futuro. Están motivados para luchar y esto crea una disciplina interna y una disposición al sacrificio que, en última instancia, les da la victoria sobre las fuerzas de la coalición mejor armadas y más profesionales.
Es verdad que los norteamericanos tienen armas superiores y la ventaja de la tecnología moderna, satélites, visión nocturna, etc. Pero los insurgentes tienen la ventaja del apoyo de la población, de la que son indistinguibles, de la que pueden salir para luchar y después de nuevo desaparecer. Métodos como los atentados suicidas son la “respuesta del hombre pobre” al armamento sofisticado. Es la respuesta final porque dice que el insurgente está dispuesto a morir por la causa.
“Trata bien a los prisioneros”
Sobre el tratamiento a los prisioneros Sun Tzu dice:
“Los soldados prisioneros deben ser bien tratados, para conseguir que en el futuro luchen para ti. A esto se llama vencer al adversario e incrementar, por añadidura, tus propias fuerzas”.
En la prolongada guerra protagonizada por el Ejército de Liberación Popular de Mao Tse Tung, éste siguió este buen consejo. Los numerosos prisioneros capturados por el ELP no eran golpeados ni torturados, les dieron comida y los Comisarios del Ejército Rojo les daban charlas. Cuando se confiscaba la tierra a los terratenientes se repartían parcelas de tierra a los soldados del ejército de Chiang Kai Shek. Eran liberados y enviados a casa. Las noticias de la revolución agraria se extendieron como un reguero de pólvora y el ejército de Chiang tuvo la tasa de deserciones más altas de la historia de cualquier ejército.
Esto fue posible porque el Ejército Rojo llevó a cabo una lucha revolucionaria. Pero como explicaba Clausewitz, la guerra es la continuación de la política por otros medios. Una guerra revolucionaria se puede hacer con métodos revolucionarios, pero una guerra imperialista injusta sólo se pude realizar con los métodos de represión más brutales. Esto, sin embargo, es contraproducente.
Las fuerzas de la coalición tratan a sus prisioneros con una enorme brutalidad, como reveló el escándalo de Abu Ghraib ante los ojos del mundo entero. Prisioneros indefensos golpeados, atacados sexualmente, humillados y violados por sus torturadores. Esta tortura tiene un elemento racista y esto es bastante natural. El imperialismo es la esencia destilada del capitalismo y el racismo es la esencia destilada del imperialismo. Las tropas norteamericanas, que los medios de comunicación mundiales intentan presentar como los “libertadores de Iraq”, consideran a la población iraquí como especie racialmente inferior, y la tratan de la manera correspondiente. El efecto inevitable es aumentar cada vez más el número de reclutas para la insurgencia.
Sin embargo, el ejército norteamericano no tiene el monopolio de la brutalidad. Acaba de terminar un juicio a soldados británicos acusados de torturar y asesinar a un prisionero iraquí. Los soldados entraron en un hotel de Basora, donde supuestamente había armas ocultas. Entonces arrestaron al personal del hotel, que fue llevado a un centro de detención donde fueron golpeados y torturados brutalmente. Un hombre, casado y con hijos, fue golpeado hasta la muerte. Uno de los soldados británicos entretenía a sus compañeros golpeando a los prisioneros indefensos hasta que gritaban. A esto lo llamaba su “coro”. Esto quedó grabado en un vídeo de uno de estos “caballeros” como si fuera un recuerdo, como un vídeo de vacaciones. Aunque la prueba estaba más allá de toda duda, el resultado del juicio fue la absolución de todos los acusados. Estas son las bendiciones de la civilización que las fuerzas de la coalición han llevado al pueblo de Iraq. ¡Y después se extrañan de que los iraquíes quieran que se vayan!
Los insurgentes y el arte de la guerra
Sun Tzu dice:
“El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, se ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.
Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarlo durante un tiempo cuando es más fuerte”.
En Iraq todos estos preceptos se siguen al pie de la letra, por parte de los insurgentes. Están llevando a cabo una táctica clásica de guerra de guerrillas, la única táctica posible cuando el enemigo disfruta de una clara superioridad militar. Igual que el ejército regular colonial norteamericano que luchó y derrotó a los británicos en el siglo XVIII, los insurgentes iraquíes, por utilizar una expresión de Engels, se niegan a bailar el minué con el enemigo, sino que se basan en la táctica relámpago. Evitan la táctica de batalla campal donde necesariamente serían derrotados, y atacan al enemigo donde no está preparado, aparecen donde nadie los espera.
Sun Tzu añadía:
“Antiguamente, los guerreros expertos se hacían a sí mismos invencibles en primer lugar, y después aguardaban para descubrir la vulnerabilidad de sus adversarios. Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás. La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario. Por esto, los guerreros expertos pueden ser invencibles, pero no pueden hacer que sus adversarios sean vulnerables”.
Una vez más esto es aplicable, no a las fuerzas de la coalición, sino a los insurgentes iraquíes. Sun Tzu dice:
“Los expertos en defensa se esconden en las profundidades de la tierra; los expertos en maniobras de ataque se esconden en las más elevadas alturas del cielo. De esta manera pueden protegerse y lograr la victoria total”.
Los insurgentes se ocultan en los rincones más profundos, no de la tierra, sino de la población, surgen rápidamente para atacar y después desaparecen de nuevo.
Sun Tzu decía que:
“Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.
Si tus fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible. Si tus fuerzas son inferiores, mantente continuamente en guardia, pues la más pequeña falla te acarrearía las peores consecuencias. Trata de mantenerte al abrigo y evita en lo posible un enfrentamiento abierto con él; la prudencia y la firmeza de un pequeño número de personas pueden llegar a cansar y a dominar incluso a numerosos ejércitos”.
Una vez más, estas tácticas se están aplicando en Iraq, pero no por los norteamericanos, sino por los insurgentes. Las guerrillas evitan las batallas abiertas con fuerzas norteamericanas superiores y sólo atacan cuando tienen ventaja. Esto es visto como cobardía y traición por parte de los estadounidenses, que olvidan que son precisamente las mismas tácticas utilizadas por sus antecesores en la lucha para expulsar a las fuerzas ocupantes británicas en la Guerra de la Independencia.
Sobre los aliados
“Por tanto, si ignoras los planes de tus rivales, no puedes hacer alianzas precisas”.
Este es un consejo excelente, que los estadounidenses harían bien en seguir. Para encubrir la verdad desnuda de la agresión norteamericana contra Iraq, Bush rápidamente reunió la llamada Coalición de la Voluntad. Pero muchos de sus aliados no estaban dispuestos a luchar en serio una vez quedó claro que la guerra en Iraq iba a durar tanto tiempo. España tuvo que retirar sus tropas después de que el pueblo español echara bruscamente al gobierno de derecha de Aznar. Ahora Blair ha tenido que anunciar su abandono, principalmente como resultado de la debacle en Iraq, no está claro cuanto durará allí el contingente británico.
Las cosas no van mejor para los demás “aliados” de EEUU. Francia tiene su propia agenda en Oriente Medio, que entra en conflicto abierto con los de EEUU. Alemania no muestra inclinación alguna a participar y ya tiene suficientes problemas debido al mantenimiento de sus tropas en Afganistán.
Las cosas van aún peor para Turquía, un aliado clave en la región. Los norteamericanos dependen mucho de sus bases en Turquía para el transporte de tropas y suministros. Pero durante la invasión, Turquía puso objeciones al uso de estas bases, esto recordó a Washington que Ankara tiene sus propios intereses en la región, que no siempre corresponden con los de EEUU. Los turcos se oponían al establecimiento de una región kurda autónoma en el norte de Iraq, porque acusan a los kurdos iraquíes de apoyar a los rebeldes kurdos dentro de Turquía. Pero los kurdos son el principal aliado estadounidense en Iraq y Washington no puede perderlos. Esto representa para Bush una contradicción irresoluble.
La reanudación de las hostilidades del PKK kurdo dentro de Turquía ha elevado la tensión en la frontera. El ejército turco dice que el PKK tiene bases dentro de la zona kurda de Iraq y está buscando una excusa para invadir. Es un secreto a voces que Turquía tiene ambiciones territoriales en el norte de Iraq, sobre todo en la zona petrolera que rodea Mosul y Kirkuk. Estas son zonas kurdas, donde ya han habido conflictos intensos entre kurdos y árabes, suníes y chiíes. Existe el peligro de la ruptura de Iraq, que sería explotada por Turquía, Irán y Siria. Este no es un escenario agradable para Washington.
El colapso de Iraq también ha llevado al fortalecimiento de la influencia iraní, tanto dentro de Iraq como en toda la región. Esto no es bien recibido por EEUU y menos aceptable para Arabia Saudí e Israel. Es parte de la razón de la creciente tensión entre EEUU e Irán por la cuestión nuclear. Esto puede llevar a nuevas y violentas explosiones que no estaban previstas por Washington pero que se han creado debido a sus acciones, porque tienen la misma delicadeza que un elefante en una tienda de porcelana.
“En el arte práctico de la guerra, es mejor conservar el territorio del enemigo entero e intacto, arrasar y destruir no es bueno. Es mejor capturar un ejército entero que destruirlo, capturar un regimiento, un destacamento o una compañía entera que destruirlos”.
En cuanto a mantener intacto el territorio del enemigo, el efecto de la invasión ha sido exactamente el contario. Como hemos visto, los norteamericanos han causado la violencia sectaria fratricida entre chiíes y suníes, han puesto en movimiento un proceso que perfectamente podría llevar a la ruptura de Iraq en líneas religiosas y lingüísticas. Esto llevará a más derramamiento de sangre, mucho peor que todo lo que hemos visto hasta ahora.
Cómo ganar sin luchar
Sun Tzu decía:
“De ahí que luchar y conquistar en todas vuestras batallas no es la suprema excelencia, la suprema excelencia consiste en romper la resistencia del enemigo sin luchar”.
Napoleón decía que la guerra era la más complicada de todas las ecuaciones. Su resultado siempre es incierto y el precio del fracaso puede ser muy alto. Por lo tanto, recomendaba a los ejércitos y las naciones evitar la lucha a menos que fuera absolutamente necesario. Irónicamente expresa la misma sabiduría el lema del cuerpo de marines norteamericano: “Habla suavemente y lleva un gran palo”. El lema de la actual administración estadounidense es: “Grita al máximo de tu voz y golpea todo lo que se mueva con un gran palo”.
El verdadero arte de la guerra es conseguir tus objetivos sin disparar un solo tiro. Podría ser posible conseguirlo a través del uso de la diplomacia, una rama bastante importante de la guerra, aunque la diplomacia efectiva siempre depende, en última instancia, de que se utilice la amenaza de la fuerza. De la misma manera, el éxito de las negociaciones en las luchas industriales depende de la amenaza de la acción huelguística. Algunas veces la simple amenaza de huelga es suficiente para que los empresarios cedan. Elegir el momento correcto, tener en cuenta la situación, los beneficios de la empresa, la fuerza del sentimiento de unidad en el centro de trabajo, etc., ese es el arte de la guerra aplicado a la lucha industrial. La huelga será necesaria o no, dependiendo de estos factores.
Sin duda el imperialismo norteamericano podría haber puesto sus manos en el petróleo iraquí sin tener todos estos problemas y el costo de la guerra. Hay otros muchos métodos para conseguir este objetivo. Pero George W. Bush y la camarilla derechista republicana de la Casa Blanca, estaban absolutamente decididos a ir a la guerra. Tenían planes para la invasión de Iraq y el derrocamiento de Sadam Hussein mucho antes del 11 de septiembre, en realidad, mucho antes de la elección de Bush junior. En las mentes febriles de estos fanáticos, la estrategia general del imperialismo norteamericano de dominio del mundo adquirió una forma extrema y fantástica. Incluso se enloquecieron al creer que todo lo que hacía falta era invadir e introducir la “democracia” en Iraq y que todo Oriente Medio caería en los brazos de EEUU, de la noche a la mañana.
“No cometer errores es lo que establece una victoria segura, pero eso significa conquistar a un enemigo que ya está derrotado”.
George Bush ha cometido todos los errores concebibles, y unos cuantos inconcebibles. Y en la guerra, se paga un precio muy caro por los errores.
Por citar a un famoso estadista francés, esto era peor que un crimen, era un error. Los imperialistas norteamericanos tuvieron muchas oportunidades para corregir este error. La burguesía europea, con más experiencia, les avisaba constantemente contra la invasión. Sólo el patético títere Blair decía “amén” a todo lo que salía de la Casa Blanca. Ahora las carreras de Bush y Blair están en ruinas junto con todas sus ilusiones sobre el “nuevo Iraq”. Esto habría ido mucho mejor si se hubieran tomado la molestia de leer a Sun Tzu.
Londres, 20 de marzo de 2007