Nos encontramos en un momento histórico de la humanidad, de guerras imperialistas, rebeliones populares, crisis económicas, ambientales y humanitarias (profundizadas por la pandemia), y donde podemos observar, sobre todo, el carácter de clase de los Estados que descargan sobre millones de hombres y mujeres de a pie la crisis de un sistema que se encuentra agotado.
Ante este panorama, se nos presenta dos opciones: la salida capitalista -más mega devaluación, más ajuste y más miseria-, es decir, la continuidad del plan de ajuste y miseria pergeñado por el FMI y de sus gobiernos serviles; o bien la lucha organizada para llegar al Socialismo, o sea, con una economía planificada y dirigida por los trabajadores.
Según datos del Indec el 54,2% de nuestra juventud está bajo la línea de la pobreza; el 24% no estudia ni trabaja, y un 70% se encuentra trabajando bajo condiciones de precariedad.
En las escuelas secundarias no hay docentes y autoridades, porque no pueden concursar cargos y horas; los comedores son insuficientes, la infraestructura se cae a pedazos por falta de mantenimiento y por ende la falta de presupuesto para educación, que contemple además las becas. En el nivel superior los estudiantes se ven obligados a trabajar para solventar los estudios, trabajos que no les alcanza para sostener la vida y el estudio. En caso de terminar la carrera de grado, más de las veces no pueden trabajar en lo que se han especializado con tanto esfuerzo, debiendo optar por cargos laborales desjerarquizados, tomando en cuenta que no hay un desarrollo pleno de la industria ni su expresión en la educación.
Las escuelas nocturnas son las últimas en la lista, asisten estudiantes, trabajadores en negro, siendo padres de familias, muchos con problemas de adicciones y con salarios que no llegan ni al cuarto de la canasta familiar. Por este camino se incrementa la deserción y es auspiciada por el gobierno que ayuda a los empresarios con mano de obra barata y joven.
En el escalón más bajo de esta juventud, están los más marginados, sumidos en las drogas que les vende la policía, los tranzas entre políticos, empresarios y el Estado, que ven esfumarse lo mejor de sus vidas, hacinados en barrios sin los mínimos servicios básicos.
Otra parte de responsabilidad por la falta de independencia política de la juventud, la tienen las organizaciones piqueteras de izquierda o centro izquierda, en las que solo muestran como salida económica, los planes de asistencia social que estas manejan. Los dirigentes, en vez de aprovechar la oportunidad de formarlos y politizarlos, los utilizan como ganado en una perspectiva electoralista y de monedero. De esta manera solventan sus rentas y generan una conciencia en los jóvenes con la idea de que “hacer política”, es luchar por un puesto o un plan y no luchar contra el sistema que los oprime y explota.
La política parlamentarista que sostienen se muestra de manera equivocada, adaptada al régimen democrático burgués, planteando la salida a través de proyectos de leyes, con la idea de sumar más escaños en el parlamento o señalando como salida la lucha por una asamblea constituyente para sostener el oxidado andamiaje del Estado, en vez de agitar la lucha por un gobierno de los obreros trabajadores y la juventud.
Por eso, ante el vaciamiento de la Educación, el trabajo precarizado, la drogadicción como forma de vida y la política alejada de las luchas obreras y revolucionarias:
- Llamamos a la juventud a organizarse junto a la Corriente Socialista Militante-CMI, a intervenir en cada aula, en cada barrio o fábrica, fomentando el debate sincero, a formarse políticamente en un partido revolucionario para dejar de ser carne de cañón, para hacerle frente a la catástrofe humanitaria creada por este sistema y sus variantes de derecha y los reformismos de izquierda.
- Llamamos a la juventud a formarse en la sólida roca de la teoría marxista. Necesitamos un método científico para estudiar la realidad que queremos transformar. Y sabemos que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Entendemos la teoría como una guía para la acción, no alcanza con ser una corriente que lucha. Es necesario tener un programa para vencer. El marxismo nos aporta ese programa.
- Llamamos la atención a los jóvenes inquietos con su espíritu de lucha a apoyarse en las rebeliones docentes, estatales y de desocupados para unir los reclamos y encaminarse hacia la huelga general y a la construcción del Partido Revolucionario que necesitamos y que nos lleve a disputar el porvenir de la humanidad.