Gran Bretaña en crisis: prepararse para explosiones revolucionarias

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La dimisión de Boris Johnson ha abierto un nuevo capítulo en la crisis del capitalismo británico. La clase obrera está despertando. Una nueva generación se está moviendo hacia la lucha. Debemos construir las fuerzas del marxismo para prepararnos para estos acontecimientos titánicos.

La situación mundial, el trasfondo para comprender los procesos en Gran Bretaña, es cada vez más turbulenta, a medida que la economía global se desliza hacia otra recesión.

Toda la situación se ha visto agravada por la guerra en Ucrania, que está teniendo consecuencias de largo alcance al hacer subir los precios del petróleo y el gas. Los estrategas serios del capitalismo están alarmados por este callejón sin salida.

“Este nuevo escenario mundial está creando enormes desafíos”, advirtió Martin Wolf en el Financial Times (28 de junio de 2022). “Es posible, quizás incluso probable, que el sistema mundial se desmorone”.

Esto quiere decir que vamos a vivir una agitación intensa a nivel internacional, enfrentamientos y luchas de clase de enorme escala, como lo ejemplifican los sucesos en Ecuador Sri Lanka. Las convulsiones revolucionarias están por todas partes a la orden del día.

Previsión frente a la sorpresa

Gran Bretaña, que alguna vez fue el país más estable de Europa, se ha convertido posiblemente en el más inestable. La situación del Reino Unido se ha vuelto cada vez más convulsa, política, económica y socialmente.

La desaparición del gobierno de Boris Johnson fue simplemente una parte de este hecho; un reflejo de la profundización de la crisis del capitalismo británico.

Cabe señalar que el análisis que hacía nuestra organización hace más de dos años y medio preveía la crisis actual.

En enero de 2020, un mes después de la histórica victoria de Johnson en las elecciones generales, que dieron a los tories su mayor victoria en cuatro décadas, escribíamos en el documento de Perspectivas Británicas de nuestra organización lo siguiente:

“La elección de un nuevo gobierno Tory liderado por Boris Johnson con una mayoría considerable representa el comienzo de otra etapa turbulenta en Gran Bretaña”.

Johnson, analizábamos entonces, “pronto se revelará como el jefe de un gobierno en crisis. La agitación será tal, que Johnson deseará no haber ganado nunca las elecciones”.

“Johnson se convertirá en el político tory más odiado de los últimos tiempos…”

“No es posible decir de antemano cuánto tiempo durará este gobierno tory. Estará en crisis y asediado por todos lados. Dada la crisis que enfrenta, es posible que no dure todo su mandato. Eventualmente, Boris podría cumplir su deseo y ‘morir con las botas puestas’ junto con su gobierno…

“Su gobierno será el más impopular de la historia reciente”.

Los comentaristas burgueses pronosticaban, por su lado, una década o más de gobierno conservador. Nuestra organización, una corriente marxista, pudo prever este desarrollo de los acontecimientos.

Nuestro método de análisis, basado en la teoría marxista, ofrece –en palabras de León Trotsky– “la ventaja de la previsión sobre el asombro”, mostrándose absolutamente válido.

Parálisis e inestabilidad

Esta predicción se basó en el abismo incurable que se abrió en la sociedad británica, aparentemente disfrazado por el resultado de las elecciones de 2019.

De hecho, el gobierno de Johnson se convirtió en el gobierno más inepto de la historia británica, dirigido por los representantes más miopes y estúpidos de la clase dominante.

Boris vino a personificar esta situación disfuncional. El ahora ex primer ministro ayudó a intensificar la crisis del capitalismo británico a todos los niveles con su egoísmo e imprudencia. En lugar de proporcionar estabilidad, las acciones de Johnson solo han creado una mayor inestabilidad.

Hasta el amargo final, mientras todo se derrumbaba a su alrededor, seguía aferrado a su cargo. Esta mentalidad de búnker provocó más perturbación entre la clase dominante y dentro del Partido Tory.

Incluso ahora, ha decidido unilateralmente permanecer como primer ministro interino, hasta que se elija un nuevo líder Tory. “Tiene que aceptar que está en el cargo, no en el poder”, afirmó Sir Bernard Jenkin, un conservador de alto rango que, sin embargo, intenta mantener la línea.

Esta parálisis parlamentaria en Gran Bretaña no tiene precedentes.

Convertido en polvo

No hace mucho, Johnson se jactaba de aspirar a un tercer mandato. Sus expectativas se desvanecieron rápidamente.

Una vez más, esto sirve para subrayar el punto en el que nos encontramos: un período de giros bruscos y cambios repentinos en la situación. Dialécticamente, las cosas se están convirtiendo en su opuesto.

En realidad, esta extrema volatilidad de la sociedad británica es un claro indicio del comienzo de una situación prerrevolucionaria. No será de corta duración, sino prolongada, extendiéndose durante varios años.

La salida de Boris no ha hecho nada para mejorar las cosas para la clase dominante. Más bien, ha abierto ahora una guerra civil dentro del Partido Tory por su sucesor.

Mientras los burgueses intentan controlar la situación, la situación está preñada de incertidumbre. Fue precisamente la ceguera y la estupidez de los burgueses británicos las que los condujo a esta situación en primer lugar. Habían perdido el control de la situación, incluso de sus supuestos representantes políticos.

Los conservadores están en el proceso de elegir un nuevo líder al cierre de esta edición. Según el procedimiento actual, el grupo parlamentario del partido conservador se pondrá de acuerdo para nombrar a dos candidatos y uno de ellos será elegido por las bases del partido Tory.

Dadas sus opiniones extremadamente reaccionarias y ultrabrexit, muy a la derecha incluso de los parlamentarios conservadores, es probable que los miembros conservadores elijan al peor candidato desde el punto de vista del capitalismo británico. Después de todo, así es como Johnson terminó como líder.

Por lo tanto, la clase dominante podría terminar fácilmente en un lío más profundo que antes. Es por eso que se ha pedido que se dobleguen las reglas, para permitir que sean los parlamentarios conservadores quienes tomen la decisión final.

Si Starmer pudo destruir la democracia en el Partido Laborista, ¿por qué no pudieron hacer lo mismo en el Partido Tory? Pero parece que es demasiado tarde.

Con todo, quien sea que termine como líder no marcará una diferencia fundamental. Políticamente, Johnson ha logrado destrozar sin ayuda la suerte del Partido Tory. La mayoría de los comentaristas han descartado cualquier posibilidad de éxito de los conservadores en las próximas elecciones, especialmente con la crisis que se está viviendo.

Tormenta perfecta

La tarea del marxismo debe ser mirar más allá de la superficie de los acontecimientos; examinar los procesos generales y comprender sus ramificaciones.

La situación actual no tiene precedentes. La crisis actual es posiblemente la más grave de la historia británica, descrita por muchos como una tormenta perfecta.

La agitación en la cima coincide con la mayor contracción del nivel de vida en cuarenta años. Esto, a su vez, ha provocado el despertar de la clase trabajadora en Gran Bretaña, lo cual es de vital importancia.

Las consecuencias de la profunda recesión de 2008 tardaron varios años en superarse. Luego siguió una serie de terremotos políticos: el surgimiento del movimiento independentista escocés y el colapso del Partido Laborista al norte de la frontera; la elección de Jeremy Corbyn como líder laborista y la posterior afluencia de cientos de miles de nuevos miembros al partido; el resultado del referéndum del Brexit, seguido de la debacle del gobierno de Johnson.

Luego vino el colapso económico de 2020, desencadenado por la pandemia, que produjo la mayor caída del PIB del Reino Unido en más de 300 años.

La recuperación de la crisis del coronavirus no duró mucho. Niveles sin precedentes de estímulo gubernamental y dinero barato, junto con dislocaciones y cuellos de botella en la cadena de suministro, sembraron las semillas de una inflación vertiginosa.

La inflación ahora ha subido a niveles que no se veían desde hace cuarenta años. Para echar más sal a la herida, el aumento de los precios se está produciendo junto con una nueva recesión económica. El capitalismo británico, el enfermo de Europa, está siendo golpeado con especial dureza.

La economía del Reino Unido se encuentra en un estado lamentable y se está hundiendo rápidamente. Para todos los efectos, la economía se ha detenido. Y lo peor está por venir.

La OCDE predice que, el próximo año, Gran Bretaña será la economía con peor desempeño en los países del G20, además de Rusia. No habrá crecimiento, ya que la actividad económica se estanca.

La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria concluyó recientemente que los nuevos riesgos “se suman a una perspectiva problemática para éste y futuros gobiernos, conforme las finanzas públicas se encaminan a futuros impactos inevitables, mientras manejan múltiples presiones de desarrollo lento”.

Lo que quieren decir es que las enormes deudas acumuladas del gobierno son insostenibles y deben ser eliminadas. Esto significa recortes masivos al gasto público y ataques a los salarios como nunca antes se habían visto.

Ese fue el verdadero significado del choque entre Boris Johnson y Rishi Sunak. El ex canciller quería reequilibrar las cuentas, pero Johnson se resistía, sabiendo lo impopulares que serían más recortes.

Sin embargo, sobre una base capitalista, no hay otro camino que la retracción salvaje contra los niveles de vida de la clase obrera.

Guerra de clases

Lo que estamos viendo no es simplemente una crisis gubernamental, sino una crisis de todo el régimen. Una gran mayoría de personas desprecia a todo el sistema capitalista.

La crisis del costo de vida, que acaba de comenzar, ha agregado un giro mortal a la situación. Todas las clases están siendo sacudidas de arriba abajo. El nivel de incertidumbre nunca ha sido tan grande.

A esto se suma el despertar de la clase obrera en Gran Bretaña, tras décadas de pasividad. La responsabilidad de esta aquiescencia recae en los líderes sindicales, quienes sembraron el desánimo en el conjunto de la clase trabajadora, actuando de freno ante cualquier lucha potencial.

Tal fue el reflujo en el plano industrial que el número total de trabajadores que se declararon en huelga en 2017 fue de apenas 30.000 a lo largo de todo el año, el más bajo registrado.

¡Cómo han cambiado las cosas! La actualidad está viviendo un estallido de huelgas y votos por la acción, a medida que la inflación comienza a hacer mella.

Recientemente, en solo una semana, 40.000 trabajadores ferroviarios se declararon en huelga , la primera acción nacional del sector ferroviario en treinta años.

Junto con los trabajadores ferroviarios, hemos visto movimientos hacia la acción industrial por parte de los trabajadores de autobuses, trabajadores de la basura, trabajadores de los aeropuertos, de la construcción y trabajadores postales. Funcionarios, profesores, e incluso abogados están en movimiento.

Los trabajadores de telecomunicaciones han votado el 96% a favor de la huelga. Los trabajadores de autobuses de Londres votaron en un 99% a favor de la huelga. Solo la organización Unite the Union está involucrada en alrededor de 100 disputas.

Muchos trabajadores no pueden darse el lujo de no ir a la huelga, ya que el costo de vida se ha disparado. Nuevas capas de trabajadores, que nunca antes habían hecho huelga, se unirán a la lucha.

Como resultado, la conciencia se está transformando. Habrá saltos en la conciencia, especialmente entre las capas frescas y la juventud. Muchos se endurecerán en la lucha y se politizarán.

Esto representa un punto de inflexión en la lucha de clases. Incluso el periódico Sun, el trapo de Murdoch, ofreció una portada que declaraba la ‘GUERRA DE CLASES’.

Caminando por la cuerda floja

El hambre llega a la hora de comer, como dicen. Las huelgas fomentarán más huelgas, que pueden generalizarse. La clase obrera retomará su confianza. Los líderes sindicales, de derecha e izquierda, estarán bajo una enorme presión para actuar.

Otra característica de la situación es el alto apoyo público a los huelguistas. Según una encuesta, el 70 % de los británicos apoya el derecho de los trabajadores ferroviarios a declararse en huelga.

Tal es la alarma en los círculos gobernantes, que un ministro del gabinete advirtió recientemente que el gobierno estaba caminando sobre una “cuerda floja” intentando mantener bajos los salarios sin provocar que múltiples sectores se declararan en huelga.

“Si nos equivocamos en esto, corremos el riesgo de entrar en una huelga general de facto que creará más turbulencias que amenazan con paralizar toda la economía”, afirmó este parlamentario tory.

Este potencial para una huelga general es inherente a la situación. En sus propias palabras, la clase dominante camina sobre la “cuerda floja”, y podría tropezar con una huelga general.

Los intentos del gobierno de utilizar trabajadores de agencia (mano de obra esquirola) solo agregarán combustible al fuego. Incluso las empresas que suministran trabajadores de agencias han advertido contra tales medidas.

El topo de la revolución

Tenemos que entender que nos enfrentamos a una explosión social en Gran Bretaña, ya que todas las contradicciones salen a la luz. El “viejo topo de la revolución”, por citar a Marx, se está enterrando debajo de la superficie ya perturbada de los acontecimientos.

El dramático aumento de los precios es una receta para un repunte masivo de la lucha de clases. Sección tras sección de trabajadores se ven obligados a entrar en la refriega. Los conductores de trenes y el personal de taquilla han votado para unirse al resto de los trabajadores ferroviarios en la acción.

A este escenario se suman las protestas que han bloqueado carreteras y autopistas por el aumento del precio del combustible, que un diario comparó con el inicio del movimiento de los ‘chalecos amarillos’ en Francia.

Esta ira y amargura también se está extendiendo a la clase media, especialmente a los propietarios de pequeñas empresas afectadas por estos costos masivos. Muchos estarán al borde de la bancarrota.

Un sector tras otro se enfrenta a estos graves problemas. Millones de trabajadores, obligados a trabajar por cuenta propia, se enfrentan a dificultades cada vez mayores.

La clase dominante comprende los peligros a los que se enfrenta, pero parece impotente para hacer algo al respecto. Es posible que hayan llegado a la conclusión de que los conservadores suponen una responsabilidad y, por lo tanto, pueden presionar para que se celebren elecciones generales anticipadas, empujando a Keir Starmer al número 10. Después de todo, él es un fiel agente del capitalismo.

Pero, dado el callejón sin salida del capitalismo británico, una administración Starmer solo sería otro gobierno de crisis.

Crisis de dirección

El último período ha demostrado la total falta de agallas de las ‘izquierdas’, en el Partido Laborista y los sindicatos. La ‘izquierda’ en el Partido Laborista ha sido completamente derrotada. Parece que la ‘izquierda’ en Unison, a menos que cambie drásticamente, se dirige en la misma dirección.

Ahora hay un abismo que separa las clases. No hay base material para la paz social. Por el contrario, en los próximos tres, cinco o diez años surgirán inevitablemente luchas de clases más grandes que nunca antes en la historia del capitalismo británico.

Nosotros, como única fuerza marxista revolucionaria preparada para llegar hasta el final, debemos prepararnos para esta perspectiva.

Como explicó Trotsky, la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria. Los actuales líderes de izquierda se hacen ilusiones de que pueden operar efectivamente dentro de los confines del capitalismo, a pesar de su completo estancamiento. Desafortunadamente, no tienen perspectiva ni comprensión de cómo cambiar la sociedad. Como consecuencia, actúan como un freno para la clase obrera.

Aparte, los diversos grupos sectarios también están en crisis, zigzagueando entre el oportunismo y el ultraizquierdismo, y cediendo a las últimas modas. Sus perspectivas han fracasado ante los acontecimientos, y en gran medida se han convertido en una fuerza envejecida confinada a los márgenes del movimiento obrero.

Los marxistas deben continuar orientándose, en particular, hacia la nueva juventud revolucionaria, que no ha sido aplastada por el pasado. El estudio y formación en las ideas y métodos del marxismo pueden desempeñar un papel indispensable y proporcionar cuadros valiosos para el futuro. Sobre todo, esta nueva generación de activistas debe prepararse contra el veneno de la política de identidad.

“Quien tiene la juventud, tiene el futuro”, explicó Lenin. Estamos totalmente de acuerdo.

Las fuerzas del marxismo

Todas las condiciones objetivas han madurado para una explosión social. Por lo tanto, la construcción del factor subjetivo, la dirección revolucionaria, sigue

Cada uno de nuestros lectores y simpatizantes debe comprender plenamente la situación en la que estamos inmersos y las tareas que se derivan de ella. Cada compañero debe hacerse consciente de la importancia de buscar nuevos camaradas y enfocarse en construir la organización sobre bases firmes. Esta tarea requiere entusiasmo y audacia.

Nos hemos propuesto consolidar 1.000 compañeros para nuestro próximo congreso. Esto significa reclutar las capas de trabajadores y jóvenes radicalizados que acuden a nosotros. En las condiciones actuales, todos estarán de acuerdo en que se trata de una tarea muy modesta.

En Gran Bretaña, ya hemos logrado grandes avances a escala nacional, rejuveneciendo y renovando la organización de arriba a abajo. Debemos construir sobre esto. Con 1.000 cuadros, teórica organizativamente fortalecidos, tendríamos el marco necesario para contar con 10.000 nuevos miembros en el período que se abre.

Por supuesto, el proceso que se desarrolla en Gran Bretaña no será una línea recta. Habrá muchos flujos y reflujos en la lucha de clases; derrotas como avances. Pero la clase obrera, bajo el empuje de los acontecimientos, podrá avanzar más deprisa que retroceder.

La crisis del capitalismo mundial, y especialmente del capitalismo británico, abrirá el período más radical y revolucionario de la historia británica. Las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky se convertirán en las ideas a las que aspiran los sectores avanzados de la clase obrera.

Esto abrirá el camino para la construcción de una organización marxista de masas; la construcción del partido revolucionario.

La Corriente Marxista Internacional tiene las ideas y la capacidad para convertir esto en una realidad. Debemos estar a la altura de los desafíos y las tareas que nos plantea la historia.