Las luchas conjuntas de los trabajadores árabes y judíos antes de la partición de Palestina

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Los sionistas siempre han intentado bloquear todos los intentos de unidad de los trabajadores árabes y judíos. Sin embargo, durante las décadas previas a la formación del estado de Israel hubo muchos ejemplos de luchas conjuntas de trabajadores árabes y judíos en empresas mixtas e incluso intentos de formar sindicatos conjuntos. La historia niega el mito de que es imposible la unidad. Lo cierto es que los nacionalistas de ambos lados (judíos y árabes) han hecho todo lo posible para frustrar estos movs movimientos.

Apuntes sobre la historia del movimiento obrero en Medio Oriente

Los sionistas siempre han intentado bloquear todos los intentos de unidad de los trabajadores árabes y judíos. Sin embargo, durante las décadas previas a la formación del estado de Israel hubo muchos ejemplos de luchas conjuntas de trabajadores árabes y judíos en empresas mixtas e incluso intentos de formar sindicatos conjuntos. La historia niega el mito de que es imposible la unidad. Lo cierto es que los nacionalistas de ambos lados (judíos y árabes) han hecho todo lo posible para frustrar estos movimientos.

La mayoría de las personas, gracias al sistema educativo capitalista, piensa que la partición de Palestina por parte de la ONU en 1948, tenía como objetivo evitar un nuevo baño de sangre consecuencia de la guerra comunal entre árabes y judíos en Palestina y que el estado palestino no fue creado debido a los ataques árabes sobre Israel en mayo de 1948.
Por otro lado, tenemos las sectas autodenominadas marxistas (que hasta 1956 o 1967 apoyaban a Israel frente a los árabes basándose en que Israel supuestamente era un estado progresista gobernado por socialistas) que ahora dicen que todos los judíos israelíes forman un bloque reaccionario. Como veremos todas estas posiciones son sólo mitos.

El sionismo socialista

El sionista socialista más conocido es Ber Borojov (1881-1917), que fue quien puso las bases teóricas para esta doctrina, se trataba de una combinación de marxismo distorsionado con sionismo y que dio nacimiento al partido político conocido como: Po’alei Tziyon, que era el mayor partido socialista-sionista de Europa del Este y Palestina antes de la guerra. En 1906 Borojov publicó Nuestra Plataforma donde aplicaba su análisis general del nacionalismo a la cuestión judía.

Los judíos, según sus ideas, eran inasimilables y serían acosados independientemente del lugar donde vivieran la Diáspora, debido a su estructura social “anormal”. Abrumadoramente se concentraban en los márgenes de la vida económica nacional, en el pequeño comercio, empresas de servicios a pequeña escala, prestamistas y otras actividades por el estilo, en lugar de dedicarse a la agricultura y la industria primaria.

Incapaces de competir exitosamente en las economías dominadas por los no-judíos, despertaban el antisemitismo allí donde fueran, por esa razón las masas judías pequeño burguesas tuvieron que emigrar a Palestina, el único territorio donde podrían conseguir la normalidad económica convirtiéndose en trabajadores y agricultores. En Palestina el nuevo proletariado judío “normal”, finalmente, sería capaz de poner en práctica la lucha de clases y conseguir una sociedad socialista judía. Si a alguien se le ocurre decir que son los mismos argumentos que utilizan los antisemitas contra los judíos no estaría demasiado desencaminado.

El programa de Borojov tenía la intención de reclutar a aquellos judíos de izquierda activos en el movimiento socialista confusos ante la abierta contradicción entre el socialismo y el sionismo. Defendía que el sionismo era una etapa histórica necesaria en la consecución del socialismo.
Este programa pronto fue puesto a prueba en la propia Palestina. Estaba lleno de conceptos racistas sobre la “conquista del trabajo” (kibbush ha’avoda), “la fuerza de trabajo hebrea” (‘avoda ‘ivrit) y la “conquista de la tierra” (“Kibbush Adama”). En palabras simples, significaba echar a los campesinos pobres árabes de su tierra y a los trabajadores árabes de sus puestos de trabajo.

Los años veinte

Antes de la ocupación de Palestina por los imperialistas británicos, estos conceptos fueron utilizados para echar a los trabajadores árabes de los Moshavots (asentamientos agrícolas). Como la pequeña burguesía “socialista” sionista era incapaz de competir con los trabajadores árabes locales comenzaron a importar judíos de Yemen y el norte de África para convertirlos en una fuente de mano de obra barata. De aquí procede la malas relaciones que existen en Israel entre los judíos Askhenazi y los sefaradíes.

Con la llegada del colonialismo británico se creó un sector económico en Palestina donde trabajaban conjuntamente los trabajadores árabes y judíos. Este sector incluía los ferrocarriles, otras empresas y agencias gubernamentales como los sistemas telefónicos y telegráficos, el Departamento de Obras Públicas y las oficinas portuarias, así como las gobernaciones municipales en ciudades con poblaciones mixtas. Más tarde, las bases e instalaciones militares británicas y aliadas en Palestina se convertirían en una zona clave de interacción entre trabajadores judíos y árabes. También había varias empresas privadas que empleaban a trabajadores de ambas nacionalidades, incluidas empresas extranjeras como la filial en Haifa de la Iraq Petroleum Company, la refinería de petróleo de esa ciudad, la cantera de Nesher y la fábrica de cemento de la misma zona. En los años veinte la sociedad palestina árabe todavía era abrumadoramente rural. Sin embargo, el gran aumento demográfico natural, una crisis agraria profunda y nuevas oportunidades de empleo en las ciudades, provocaron una importante migración desde el campo hacia las zonas urbanas, especialmente a las ciudades costeras de Jaffa y Haifa. Según el censo, entre 1922 y 1931 la población árabe de Palestina creció un cuarenta por ciento, pero en el mismo período, la población árabe de Jaffa creció un 63% (de 27.249 a 44.638) y la de Haifa un 87% (de 18.240 a 34.148)1.

Estas migraciones incrementaron las filas de la clase obrera urbana, sobre todo en la construcción, obras públicas, puertos, ferrocarriles, manufactura a pequeña escala, empresas de servicios y en otras actividades. También surgió una capa de trabajadores calificados y semicalificados, especialmente en Haifa, que en este período estaba a punto de convertirse en el principal puerto y centro industrial de Palestina2. Además, algunos de los miembros de este estrato de trabajadores ya estaban empezando a interesarse por el sindicalismo.

Una organización sindical internacionalista aquí habría tenido posibilidades para trabajar entre los trabajadores judíos y árabes, habría sido una oportunidad de oro para unir a ambos en la lucha común de la clase obrera. Pero para el Histradut (Federación General Hebrea de Trabajadores en Eretz Israel), que se creó en 1920, la cuestión fue diferente.

Bajo la presión de los trabajadores judíos que trabajaban junto a los árabes y que querían un sindicato conjunto, el Histradut tuvo que tratar esta cuestión. Pero una organización unida entraba en contradicción con la política de la “fuerza de trabajo hebrea”, que en los años veinte era la política de los dos grandes partidos obreros-sionistas y del Histradut, que estaba dominado por ambos partidos3.

Los partidos sionistas “socialistas” que formaron el Histradut no estaban de acuerdo en sus tácticas con relación a los centros de trabajo mixtos. Berl Katznelson (1887-1944), una de las figuras dirigentes de Ahdut Haàvoda (y más tarde el MAPAI), en una reunión que tuvo lugar el 30 de diciembre de 1920, acababa de formarse el Histradut, expresó sus serias preocupaciones relacionadas con la posibilidad de que los trabajadores ferroviarios árabes quisieran unirse al RWA (Asociación de Ferroviarios del Histradut) y que eso llevara al sindicato a perder su carácter judío y sionista. Otros miembros del Comité Ejecutivo estaban de acuerdo con Katznelson en que los trabajadores judíos y árabes deberían estar en organizaciones separadas. Algunos incluso expresaron dudas ante la idea de ayudar a los trabajador árabes a organizarse, por temor a que los trabajadores árabes organizados se volvieran contra el sionismo.

El Adhut Ha’avoda, dirigido por David Ben-Gurion (1886-1973) que más tarde se convirtió en el líder del movimiento sionista y en primer ministro de Israel, reaccionó de forma al diferente.

Ben-Gurion y sus colegas eran conscientes de que esta postura era muy peligrosa desde el punto de vista sionista. Las panaderías y pastelerías propiedad de los judíos en Jaffa y Tel Aviv empleaban a árabes y judíos. Los trabajadores árabes colaboraban con los trabajadores judíos en la organización de un sindicato de este sector. La iniciativa de desarrollar vínculos con los trabajadores árabes de las panaderías surgió entre las filas radicales de los trabajadores judíos de este sector, incluso en 1922 llegaron a declarar su sindicato como “internacional”, es decir, abierto a militantes judíos y árabes, y realmente consiguieron militantes árabes. Lo mismo ocurrió en los ferrocarriles donde los ferroviarios árabes presionaron a los dirigentes sindicales judíos para que dieran una respuesta clara a su oferta de colaboración; algunos de ellos incluso expresaron su interés en unirse al Histradut. La base de los ferroviarios judíos exigía lo mismo.

Ben-Gurion estaba preocupado porque si el Histradut no conseguía tener una postura política clara ante la cuestión de una organización sindical conjunta, especialmente entre los ferroviarios, entonces los ferroviarios judíos organizarían un sindicato de árabes y judíos plenamente integrados (“internacional”).

Ben-Gurion propuso que en todas las empresas que emplearan a trabajadores judíos y árabes (como los ferrocarriles, metalúrgicas y otras por el estilo), los sindicatos judíos organizaran a los trabajadores árabes en sindicatos vinculados a los sindicatos judíos, pero no como parte de ellos.

Ben-Gurion y su partido creían que en las empresas mixtas la solución eran los sindicatos vinculados pero separados. Pensaban que esto permitiría a los trabajadores judíos de las empresas mixtas mejorar su posición a través de la cooperación con sus compañeros árabes, mientras que al mismo tiempo conseguirían preservar el carácter exclusivista judío del Histradut y sus sindicatos, que de este modo estarían libres para llevar a cabo sus tareas sionistas (“nacionales”), incluida la lucha para la expulsión de los trabajadores árabes y su sustitución por una fuerza de trabajo hebrea.

En enero de 1922 el consejo del Histradut aprobó una resolución que declaraba los principios básicos de la organización conjunta de ferroviarios, entre otras cosas se hablaba de una “organización de trabajadores basada en secciones nacionales” y la “preservación de la Asociación de Trabajadores Ferroviarios Judíos como parte del Histradut”4.

Mientras que el Adhut Ha’avoda buscaba la creación de sindicatos “separados pero iguales”, el Hapo’el Hatza’ir’s, dominado por el MAPAI, continuaba sosteniendo que la tarea central del Histradut era materializar el proyecto sionista a través de la construcción en Palestina de una sociedad y economía judías separadas, era la justificación política de la “fuerza de trabajo hebrea” (¡sólo judíos!). La idea de Ben Gurion de crear una organización conjunta en los centros de trabajo mixtos y la organización de los trabajadores árabes resultó ser un sueño utópico imposible.
La postura del Hapo’el Hatza’ir’s fue desarrollada por Hayyim Arlosoroff en un ensayo publicado en 1927 titulado: Sobre la cuestión de la organización conjunta.

En su ensayo, Arlosoroff rechaza la noción de que una sólo organización conjunta conseguiría elevar significativamente el nivel salarial en Palestina y que de ese modo facilitaría la lucha del movimiento obrero hebreo consiguiendo que los trabajadores judíos fueran más competitivos que los trabajadores árabes. También estaba convencido de que el argumento que utilizaba Ben Gurion para justificar la política de sindicatos vinculados, basada en la suposición de que la clase obrera árabe sería una aliada del movimiento sionista contra el nacionalismo árabe, no era otra cosa que una fantasía.

Para apoyar su argumentación, Arlosoroff ponía el ejemplo de Sudáfrica, donde, como él veía, las condiciones eran muy parecidas a las que se enfrentaban los trabajadores judíos en Palestina. En Sudáfrica los trabajadores blancos eran incapaces de competir en un mercado laboral dominado por mano de obra africana e india barata y abundante. Por esa razón los blancos organizaron y utilizaron su influencia política para imponer una “barrera de color” que excluía a los no blancos de las tareas de supervisión y de los puestos de trabajo calificados y mejor pagados. Una organización conjunta nunca habría conseguido superar la dinámica del mercado laboral capitalista. La única salida a este dilema, insistía Arlosoroff, era que el movimiento obrero sionista dedicara sus recursos y energías a desarrollar un sector económico judío separado, que coexistiría con un sector árabe menos productivo y con salarios inferiores.

El Hapo’el Hatza’ir y el Adhut Ha’avoda pronto se encontraron con una oposición a su política dentro de la clase obrera judía.

Bajo el impacto de la Revolución Rusa, entre 1919 y 1921, los dirigentes del Po’alei Tziyon en Europa sufrieron una fuerte presión para entrar en la Internacional Comunista (Comintern). En lugar de unirse, empezaron unas largas negociaciones con la Internacional relacionadas con los términos en que se debería admitir a este partido. El principal obstáculo era el compromiso del Po’alei Tziyon con el sionismo, ideología rechazada por la Comintern (como la mayoría de los movimientos socialdemócratas anteriores a la guerra). En 1921 la Comintern declaró que el comunismo y el sionismo eran totalmente incompatibles e insistía en la aceptación total de las veintiún condiciones de admisión, incluida la renuncia al sionismo y la disolución de los partidos locales del Po’alei Tziyon para entrar en los partidos comunistas territoriales.

Esto provocó una serie de fusiones y escisiones, y la aparición de distintas tendencias políticas que, finalmente, cristalizaron en dos partidos. Uno era el Partido Comunista de Palestina (PCP), que en 1924 recibió el reconocimiento de la Comintern como su sección en Palestina. Este partido defendía el sindicalismo internacional. La segunda tendencia que surgió fue el Po’alei Tziyon Smol (Izquierda Po’alei Tziyon).

El Po’alei Tziyon Smol ocupaba la extrema izquierda del espectro sionista. A diferencia de Ben Gurion, este partido apoyaba la idea de sindicatos conjuntos, pero con un programa y dirección sionistas. Su idea era dejar las funciones económicas a los sindicatos, y al mismo tiempo, quitar cualquier papel político a los sindicatos, es decir, dejar la política a los sionistas.

“Sindicatos Vinculados”

Haifa experimentó un rápido crecimiento a mediados de los años veinte, en 1922 su población (con una cuarta parte de judíos) era de 25.000 habitantes, en 1931 se había duplicado. En el período entre guerras la ciudad no sólo se convirtió en el principal puerto de Palestina, también era un centro industrial importante. 5

La nueva fábrica de cemento Nesher, próxima a Haifa, fue creada en 1924-25 por Michael Pollack, un judío nacido en Georgia (Rusia), que hizo su fortuna con el petróleo de Bakú, huyó de Rusia después de la revolución y se estableció en París.

El trabajo de construcción de la fábrica Nesher lo llevaron a cabo trabajadores judíos suministrados por el Histradut y trabajadores egipcios contratados por un constructor local árabe. Los militantes del Histradut recibían 20 piastras por una jornada laboral de ocho horas diarias, mientras que los egipcios sólo recibían 10 piastras por una jornada de nueve o diez horas diarias. Estas diferencias salariales entre judíos y árabes, tanto para los calificados como para los no calificados, se convirtieron en algo habitual en Palestina durante todo este período. Era una política consciente del imperialismo británico y el Histradut destinada a dividir a los trabajadores en líneas étnicas. Las relaciones entre los 200 trabajadores judíos y los 80 egipcios fueron buenas durante todo el período de construcción de la fábrica.

También había empleados un puñado de militantes o simpatizantes del Partido Comunista de Palestina. Los comunistas no dudaron en defender una postura militante en las cuestiones laborales. En Nesher, como en otras partes, los comunistas atacaron al movimiento sionista por haber desplazado a los campesinos palestinos, denunciaban que la tierra sobre la que se estaba edificando la fábrica Nesher había sido expropiada.

Cuando ya casi estaba terminada la fábrica estallaron las tensiones entre la dirección y los trabajadores judíos. Estos últimos estaban molestos con la negativa inflexible de la empresa a reconocer o negociar con su propio comité electo o con el Histradut, sindicato al que pertenecían. También querían un aumento salarial de 5 piastras y una hora menos de trabajo diario. Finalmente, los trabajadores de la construcción judíos fueron a la huelga. Rápidamente se dieron cuenta de que para ganar necesitaban el apoyo de los trabajadores egipcios. La dirección del Consejo de Trabajadores de Haifa y del Histradut se opusieron e intentaron impedir que los trabajadores egipcios secundaran la huelga, temían que su participación minara el objetivo a largo plazo del Histradut de conseguir una mano de obra exclusivamente judía, se trataba de mantener su doctrina de la “fuerza de trabajo hebrea”. Pero los trabajadores judíos decidieron buscar apoyo en otro sitio, y los egipcios, con peores condiciones salariales y laborales, rápidamente respondieron y se unieron a la huelga.

La huelga duró dos meses hasta que finalmente el propio Pollack envió un mensaje ordenando a sus agentes en Palestina que llegaran a un acuerdo. El Consejo de Trabajadores de Haifa rápidamente firmó el acuerdo y los trabajadores judíos consiguieron algunas de sus reivindicaciones. El acuerdo no decía nada de los trabajadores egipcios pero el Histradut insistió en que no era responsabilidad de ellos. Desafiando a sus dirigentes, los trabajadores judíos votaron (170 a 30) a favor de no regresar al trabajo a menos que se volviera a contratar a los trabajadores egipcios, algo a lo que se negaba la dirección de la empresa. El Histradut ignoró esta votación y presionó, con éxito, a los trabajadores judíos para que abandonaran la lucha y volvieran al trabajo. La mayoría de los egipcios fueron deportados a su país. Este sería el modelo durante los años siguientes.

A la luz de la política reaccionaria de los partidos sionistas “socialistas”, los comunistas iban ganando terreno entre los trabajadores judíos y árabes. Los comunistas ya contaban con cierto apoyo entre los ferroviarios judíos de Haifa, desde donde intentaban llegar a los ferroviarios árabes y a los demás. En otoño de 1924 el partido comenzó a publicar su propio periódico en árabe con el nombre de Haifa. Sus intentos de ganar apoyo en la comunidad árabe aumentaron debido a su clara postura antisionista, una de sus primeras manifestaciones fue una campaña para apoyar a los campesinos árabes que se resistían a los desalojos de su tierra en Afula, en el Valle de Jezreel, los terratenientes árabes se las habían vendido al Fondo Nacional Judío. El partido también intentaba ganar a los trabajadores judíos a través de un movimiento de “unidad de los trabajadores” (en hebreo se conoce como Ihud), manteniendo las recientes directrices de la Comintern donde se daba instrucciones a todos los partidos comunistas del mundo para que superaran su aislamiento mediante actividades conjuntas con socialdemócratas de izquierdas dentro del movimiento sindical, en lugar de la táctica del frente único leninista con la socialdemocracia. Aunque un año antes habían expulsado a los comunistas del Histradut, la defensa de la lucha de clases del partido y el sindicalismo internacionalista le permitió mantener algún apoyo entre los trabajadores judíos. En las elecciones de diciembre de 1925 al Yishuv (asamblea representativa), el partido consiguió el 8 por ciento de los votos, en las grandes ciudades consiguió más del 10 por ciento —un éxito electoral que los comunistas nunca más volvieron a conseguir en Palestina (ni en Israel).6

Al mismo tiempo, como reacción a la política de “fuerza de trabajo hebrea” del Histradut, comenzó a surgir un movimiento obrero árabe palestino independiente, la Sociedad de Trabajadores Árabes Palestinos (PAWS), creada en Haifa en la primavera de 1925.

La aparición del PAWS y la creciente influencia de los comunistas y el Po’alei Tziyon Smol, convencieron a los dirigentes del Histradut de que había llegado el momento de comenzar a organizar a los trabajadores árabes y atraerlos bajo su influencia7. Durante 1925, con fondos de su propio presupuesto y del Ejecutivo Sionista, el Histradut lanzó dos iniciativas destinadas a desarrollar lazos con la clase obrera árabe: un periódico en árabe y un “club” en Haifa cuya misión era contactar y después organizar a los trabajadores árabes.

Yitzhak Ben-Tzvi que más tarde se convertiría en el segundo presidente de Israel, se convirtió en el editor del nuevo periódico que apareció en abril de 1925, se llamaba Ittihad al-‘Ummal (Unidad Obrera).

El periódico contenía numerosos artículos de historia, ideología y conquistas del movimiento obrero sionista, explicando la estructura y las funciones del Histradut y sus varios componentes. El periódico también buscaba introducir a sus lectores al socialismo con la publicación de textos de Ferdinand Lasalle.

Un destino mejor le esperaba al “Club General de Trabajadores”. Fue utilizado para aumentar la influencia del sionismo entre los trabajadores calificados en el sector cristiano de la “ciudad vieja” de Haifa. Creó un sindicato de sastres y carpinteros calificados. En octubre de 1925 con el apoyo del Histradut organizó una huelga contra doce propietarios árabes. La huelga duró dos semanas y finalizó con algunas conquistas. Eso permitiría que el Histradut se presentase ante el movimiento socialista internacional como una organización que no sólo buscaba la construcción de una sociedad judía avanzada en Palestina, también como una organización que cuidaba a los trabajadores árabes.

La huelga de octubre de 1925 dirigida por el Club General de Trabajadores no marcó el principio, sino que fue un punto culminante en los intentos del Histradut de organizar a los trabajadores de Haifa en los años veinte. A pesar de toda la retórica sobre el apoyo a la organización de los trabajadores árabes, al Histradut sólo le preocupaban las consecuencias políticas a largo plazo de las huelgas y la organización sindical. Según su valoración la capa más organizada y con más conciencia de clase de los trabajadores árabes finalmente se volvería contra el sionismo.

En 1917 el Club prácticamente estaba moribundo. En ninguna otra parte de Palestina los esfuerzos del Histradut de desarrollar lazos con los trabajadores árabes alcanzaron los niveles conseguido en Haifa. En el verano de 1927 el periódico Filastin, fundado en Jaffa, preocupado por el declive de la influencia capitalista sobre los trabajadores árabes y haciéndose eco de la política nacionalista del Histradut, hizo un llamamiento a los trabajadores árabes para que abandonaran los sindicatos judíos y formaran sus propias organizaciones obreras árabes 8.

Antes de la tormenta

Los años treinta fueron iguales. En reacción a la política racista del Histradut, la Sociedad de Trabajadores Árabes Palestinos consiguió organizar el primer congreso nacional de trabajadores árabes en enero de 1930. En Haifa se reunieron sesenta y un delegados que representaban a 3.000 trabajadores. Casi la mitad de los delegados procedían de la misma Haifa y casi la mitad de éstos representaban a los ferroviarios que constituían la principal base de apoyo del PAWS. Pero también había pequeños contingentes de Jerusalén, Jaffa y otras ciudades que representaban a trabajadores de distintos sectores. Aunque varios sindicalistas árabes que pertenecían o simpatizaban con el Partido Comunista de Palestina ayudaron a organizar el congreso, en su mayoría estaba controlado por los elementos más conservadores. El congreso decidió crear un movimiento obrero nacional que se pusiera a la cabeza de la lucha por la mejora de los salarios y condiciones laborales de los trabajadores árabes y asegurara sus derechos. También declaró su oposición a la inmigración judía, al sionismo y su apoyo a la independencia de Palestina como un estado árabe.

Entre 1930 y 1936 los dirigentes del Histradut hicieron todo lo que pudieron para impedir la unidad de clase. En 1931 sabotearon la lucha conjunta de los trabajadores árabes y judíos: conductores de autobús y taxistas. Utilizaron la huelga para organizar a los conductores judíos en cooperativas. Como otros sectores de la economía palestina, el transporte cada vez estaba más segregado, con varias cooperativas grandes de camioneros y conductores de autobús afiliadas al Histradut que trabajaban en las ciudades y asentamientos judíos, mientras las empresas árabes trabajaban en las ciudades y pueblos árabes.

En 1932 utilizaron la huelga de cargadores para intentar sustituir a los trabajadores árabes por judíos. Los cargadores judíos, que trabajaban codo a codo con los huelguistas árabes, se negaron a actuar de rompehuelgas. El Histradut les prometió ayuda y ganar la huelga, pero sólo consiguieron algunas promesas verbales que luego no se cumplieron.

Después del final de la huelga, los cargadores y varios estibadores árabes se unieron al nuevo sindicato patrocinado por el Histradut (Sindicato de Trabajadores Portuarios judíos y árabes). Aunque los trabajadores judíos que se identificaban con el Hashomer Hatza’ir querían un sindicato internacionalista sin divisiones internas, el Histradut insistió en que el sindicato debería estar formado por dos secciones nacionales separadas.

El nuevo sindicato árabe que estaba controlado por el Histradut se llamaba Liga Obrera Palestina (PLL). Con la creación del PLL la dirección del Histradut cerraba cualquier posibilidad a que los trabajadores árabes pudieran pertenecer con igualdad de derechos a un transformado Histradut no sionista, como desde hacía tiempo demandaban el Po’alei Tziyon y los trabajadores árabes.
Durante todo el período restante, en realidad hasta 1959 cuando el Histradut decidió permitir la entrada con plenos derechos a los árabes, el PLL (que a partir de 1948 pasó a ser conocido como Liga Obrera de Israel) fue la organización donde se organizaron los trabajadores árabes bajo el control del Histradut.

La dirección del Histradut en 1933 saboteó la lucha conjunta de los trabajadores de la cantera de Nesher. Estos dirigentes estaban sometidos a la presión del Partido Comunista de Palestina y del Po’alei Tziyon Smol. El primero en su propaganda explicaba que el Histradut sionista de nuevo traicionaría a los trabajadores judíos y árabes, por eso defendía la creación de un comité de huelga independiente que dirigiera la lucha para igualar los salarios de los trabajadores árabes y judíos. La huelga de abril-mayo de 1933 marcó el principio del fin de la influencia del PLL en Nesher 9.

Lo mismo ocurrió en el puerto de Haifa donde el PLL nunca fue capaz de consolidar una base de apoyo estable entre los trabajadores árabes. El PAWS con razón podía utilizar el argumento de que el Histradut sólo quería expulsar a los trabajadores árabes de sus puestos de trabajo para sustituirlos por judíos. Los burócratas del Histradut culpaban a los comunistas judíos del fracaso del PLL porque los comunistas informaban a los árabes de la verdadera política del Histradut hacia los trabajadores árabes 10.

En 1934 en Jaffa el PLL consiguió algún éxito en la organización de los trabajadores árabes, especialmente entre los estibadores. Este éxito alarmó a los sindicalistas árabes y a sus aliados nacionalistas burgueses de la fracción Nashashibis que organizaron la Sociedad de Trabajadores Árabes (STA) a finales de julio de 1934. La STA hizo un llamamiento a los trabajadores árabes para que adoptaran las mismas armas que el Histradut creando sus propios piquetes y boicoteando los productos judíos.

A finales de febrero de 1935 los estibadores fueron a la huelga, al principio para protestar por el despido de un compañero después de una disputa con un capataz, y después para exigir la jornada laboral de ocho horas diarias, seis días de trabajo a la semana y aumentos salariales. Pero la huelga terminó en fracaso después de una semana, el Histradut no colaboró con los huelguistas. Debido a esto, a finales de 1935 la base de apoyo del PLL desapareció11. Después, en octubre de 1935, en Jaffa mientras descargaban de un barco un barril que supuestamente contenía cemento, éste estalló. Se encontró que contenía armas y municiones que llegaban a Palestina de contrabando y que su destinataria era la organización militar sionista: Hagana. Esto destruyó todos los lazos que quedaban entre el PLL y los estibadores de Jaffa.

El 22 de febrero de 1935 unos 150 trabajadores calificados de varios departamentos técnicos de la IPC (Iraqi Petroleum Company), formaron un comité de huelga y exigieron un salario mínimo de 15 piastras al día, la jornada laboral de ocho horas, seis días de trabajo semanales, el pago de las horas extras y otras reivindicaciones. Una semana después la huelga se había extendido hasta abarcar a 600 de los 800 trabajadores de la IPC, casi todos ellos árabes, pero incluso ni los pocos ingenieros estadounidenses que trabajaban en la fábrica, ni los trabajadores petroleros calificados fueron a trabajar.

Tanto el PAWS como el Histradut pronto se vieron implicados en la huelga. El PAWS contaba con el apoyo de la mayoría de los trabajadores. La oleada de militancia y solidaridad que provocaron las dos primeras semanas de huelga, obligaron a la colaboración entre el PAWS y el Histradut. Esta oleada asustó tanto a los nacionalistas de ambos bandos que utilizaron todo su poder para impedir la extensión de la huelga y obligaron a terminarla antes de tiempo.

La revuelta árabe y el sionismo obrero: 1936-1939

El 15 de abril de 1936 miembros de la organización guerrillera fundada por Shaykh ‘Izz al-Din al-Qassam asaltaron coches y autobuses cerca de Nablus asesinando a dos pasajeros judíos. Dos días más tarde un grupo paramilitar judío de extrema derecha se vengó asesinando a dos árabes. Estallaron protestas árabes por todo el país y poco a poco fueron adquiriendo el carácter de una insurrección popular anticolonial y antisionista.

Los activistas árabes nacionalistas rápidamente convocaron una huelga general en todo el país. La huelga se extendió rápidamente y surgieron nuevos “comités nacionales” que dirigían la lucha en las principales ciudades.

La elite política árabe fue tomada por sorpresa por todo esto e intentó controlar la energía popular aprovechando la huelga para formar un Comité Superior Árabe (CSA) donde estaban representados los principales partidos políticos, su presidente era Amin al-Husayni de Jerusalén.

La huelga general duró seis meses, hasta octubre de 1936, fue una de las huelgas generales más largas de la historia. Esta fue la primera etapa de la rebelión nacionalista árabe en contra del dominio británico y el sionismo, y no terminó hasta el verano de 1939. La dirección nacionalista temía perder el control de la rebelión en favor de los comunistas y querían ponerle fin lo antes posible. Pero estos temores eran infundados por razones que trataremos más adelante. La ausencia de una dirección obrera revolucionaria capaz de luchar contra el imperialismo británico y el sionismo llevó a la derrota de la insurrección, que realmente fue la primera Intifada.

La huelga general y el Histradut

Durante las rebeliones, los sionistas “socialistas” formaron sus unidades militares que colaboraron con el ejército británico para aplastar la insurrección. No menos importante es que también actuaron como rompehuelgas.

Los acontecimientos del puerto de Haifa donde trabajaban doscientos judíos a través de los contratistas, nos dan el ejemplo más claro del papel de rompehuelgas del Histradut. Los portuarios árabes que fueron a la huelga en abril fueron sustituidos por judíos. Esto creó dificultades para otros trabajadores árabes que carecían de una dirección revolucionaria capaz de dirigir una huelga conjunta, el líder local del PAWS, Abu Zayid’s, les dijo que si iban a la huelga sus empleos serían ocupados inmediatamente por trabajadores judíos. Pero no se trataba sólo de una opinión personal de Abu Zayid’s, la realidad era que tenían muchos negocios y relaciones personales con judíos, especialmente con la burocracia del Histradut, y hay pruebas de que la Agencia Judía en secreto le dio grandes sumas de dinero para que mantuviera abierto el puerto de Haifa 12.

En agosto, después de una campaña de amenazas y presión, algunos de los trabajadores portuarios árabes de Haifa finalmente continuaron con la huelga, junto con trabajadores ferroviarios, de Iraq Petroleum Company, de Shell, de varios ayuntamientos y del Departamento de Obras Públicas. Abu Zayid’s escapó al Líbano para huir de las amenazas de muerte de los nacionalistas.

Decididas a impedir el cierre de estas empresas vitales, las autoridades británicas desplegaron destacamentos militares para proteger a los rompehuelgas del Histradut, además utilizaron a los ingenieros de la Royal Navy para poner en funcionamiento los trenes.

Esta intervención enérgica de las autoridades británicas y el Histradut consiguió mantener en funcionamiento el puerto y los ferrocarriles de Haifa, mientras que el temor de los huelguistas a perder sus empleos en favor de los trabajadores judíos los convenció para regresar al trabajo en diez días.

Esto permitió al Histradut conseguir sus otros objetivos largamente codiciados. A finales de 1936 la Agencia Judía convenció a las autoridades portuarias de Haifa para que emplearan directamente a trabajadores judíos, en lugar de recurrir a contratistas, de este modo desplazaban a los trabajadores árabes.

En la cantera de Nesher, la huelga general y el interés del gobierno en detenerla, hicieron posible que el Histradut consiguiera la introducción de trabajadores judíos.

El 4 de mayo de 1936 Hacohen, el máximo dirigente del Histradut, acompañado de oficiales de la policía, llevó a la cantera a cincuenta trabajadores judíos miembros del cercano Kibbutz Yagur. Después de recibir la promesa de Hacohen de que sus empleos estarían asegurados y que sus salarios subirían, los trabajadores árabes aceptaron sin resistencia la introducción de trabajadores judíos. Sin embargo, la influencia del PAWS en la cantera pronto desapareció y el PLL ganó a los trabajadores árabes. Más tarde se convirtió en una organización exclusivamente judía.
La rebelión también permitió al Histradut imponer la fuerza de trabajo hebrea en otros lugares, como en la cantera de Majdal Yaba (Migdal Tzedek). A finales de 1936, ante la insistencia del Histradut, todos los trabajadores árabes de Majdal Yaba fueron despedidos y sustituidos por trabajadores judíos. Como ya habían hecho antes en dos ocasiones, los trabajadores árabes despedidos organizaron una protesta, pero esta vez las autoridades británicas se pusieron detrás del Histradut y un gran contingente policial acabó con la resistencia árabe.

Lo mismo ocurrió en las plantaciones de cítricos del moshavot. Durante la huelga casi todos los trabajadores árabes se negaron a trabajar y sus puestos fueron ocupados por trabajadores judíos movilizados y enviados por el Histradut.

El Partido Comunista de Palestina, que en ese momento había adoptado la estrategia del frente popular buscando una burguesía “progresista” que no existía, estaba paralizado y dividido. Algunos de sus activistas y dirigentes árabes iban detrás de la dirección nacionalista árabe intentado formar parte activa en la lucha armada, pero al hacer esto perdían su identidad comunista sin conseguir influir significativamente en el carácter o dirección de la rebelión. El apoyo del partido a la rebelión llevó a muchos de sus militantes judíos a abandonar el partido, mientras que la mayoría de los que se quedaron se organizaron en una “sección judía” autónoma, que crecía cada vez más alejada de la dirección predominantemente árabe del partido y cada vez estaba más ansiosa por superar su aislamiento del Yishuv girando hacia una posición menos antisionista. Al final de la rebelión los componentes árabes y judíos del PCP estaba más separados provocando varias escisiones y finalmente el colapso del PCP como un partido árabe-judío unificado.

1945-1948

Después de la guerra se extendió el fermento revolucionario por toda Europa, Asia, Oriente Medio y otras partes del mundo. Los imperialistas no podían intervenir con acciones militares. Necesitaban otros métodos para imponer su orden. Recibieron la ayuda de los socialdemócratas y de los partidos comunistas bajo la dirección de Stalin que buscaba un acercamiento con el imperialismo estadounidense. La guerra de 1948 en Palestina fue una de las estratagemas que llevaron a la reimposición del orden imperialista.

A diferencia de la dirección burguesa oficial del movimiento nacionalista árabe palestino, todavía dominada por la fracción de Husaynis, la Liga de Liberación Nacional (los comunistas árabes después de la escisión) y su nuevo frente sindical, el Congreso Árabe de Trabajadores (CAT), insistieron en preservar la distinción entre el sionismo y las masas judías de Palestina.

Al-Ittihad, el periódico en lengua árabe de la Liga de Liberación Nacional (LLN), sostenía que los reaccionarios que habían dirigido el movimiento en el pasado habían facilitado al movimiento sionista el mantenimiento de su control sobre las masas judías de Palestina, asustándolas con el espectro del dominio y violencia árabes 13.

La LLN tenían razón al insistir no sólo en que se podía ganar a las masas judías y alejándolas de su lealtad al sionismo, el movimiento revolucionario árabe debía ofrecer a los judíos un lugar seguro en el futuro, también tenían razón al insistir en la colaboración entre la clases obreras árabe y judía como la clave para conseguir la independencia de Palestina. Sin embargo, esta posición entraba en contradicción con la teoría reformista de las dos etapas (primero el estado democrático y después el socialista). Sólo había dos alternativas. O triunfaba la revolución socialista o la derrota sería terrible.

La dirección de la LLN y el CAT se comprometían con la coexistencia árabe-judía, especialmente con la solidaridad obrera, y contribuyó a mejorar las relaciones entre las organizaciones obreras árabes y judías en Palestina. El objetivo central de la postura de los comunistas árabes era atacar a los nacionalistas conservadores árabes y a los sionistas.

Al mismo tiempo, la insistencia de la LLN en distinguir entre el sionismo y el Yishuv (la comunidad judía) tenía poco o ningún interés para la gran mayoría de judíos palestinos, muy pocos querían vivir con una forma de gobierno mayoritariamente árabe que prometiera reconocer sus derechos como minoría oficialmente reconocida.

Había sectores importantes en el Yishuv que hasta finales de 1947 todavía sostenía que la creación de un estado soberano judío en Palestina era inalcanzable, ya fuera por la oposición árabe o porque violaría los derechos árabes en el país, o por las dos cosas. El más importante de estos sectores era el Hashomer Hatza’ir y el partido hermano, la Liga Socialista, que en 1946 se había fusionado con el Partido de los Trabajadores Hashomer Hatza’ir 14.

El Hashomer Hatza’ir (junto con algunos sionistas liberales) rechazaron la reivindicación oficial sionista de un estado en una parte o en toda Palestina y en su lugar propusieron el establecimiento de una Palestina indivisa en un estado binacional donde los árabes y los judíos tuvieran paridad política independientemente de su número.

Era claramente un programa reformista, pero a la base de estas fuerzas se la podía ganar para una solución real en la forma de una Federación Socialista donde los árabes y los judíos disfrutaran de autogestión en un estado común gobernado por la clase obrera.

Los comunistas árabes no eran las únicas fuerzas que buscaban la lucha de clases conjunta. Incluso el PAWS que había experimentado un crecimiento significativo en el período posterior a la guerra, también quería cooperar con los trabajadores judíos, incluso aunque estuvieran organizados en el Histradut, en la medida que este último no entrara en conflicto con el PAWS y que estuviera dispuesto a actuar en un frente único contra el opresor común.

Dado el interés árabe en la cooperación, incluso la dirección del Histradut sufría la presión de sus propias filas para que actuara junto con los trabajadores árabes. La total parálisis en la que había caído la PLL (el “sindicato” árabe del Histradut) en 1945, demostró de forma concluyente la inutilidad de los esfuerzos del Histradut por minar los sindicatos árabes y organizar a los trabajadores árabes bajo su égida.

Esto llevó a la dirección del Histradut a admitir, o al menos a declararlo públicamente, que para proteger o mejorar a todos los judíos empleados en empresas mixtas no había alternativa a la cooperación con los sindicatos árabes.

Cuando Jamal al-Husayni reorganizó el CSA en abril de 1946, nombró a Sami Taha, el dirigente del PAWS, miembro del CSA. Al incluir a Taha en el CSA, Jamal al-Husayni quería debilitar y aislar al CAT y la LLN (comunistas), ya que eran poco apreciadas sus críticas al conservadurismo de la dirección nacionalista, a su autoritarismo e ineficacia, como tampoco eran bien recibidas su defensa de la democracia, de la reforma social y de la solidaridad entre los trabajadores árabes y judíos.

En 1945 la refinería de Haifa empleaba a unos mil trabajadores, convirtiéndola en uno de los mayores centros de trabajo de Haifa (y de toda Palestina). El PAWS tenían una base fuerte entre los trabajadores árabes de la refinería, aunque su rival, el FATULS (dirigido por los comunistas) también tenía un apoyo significativo; sólo treinta trabajadores árabes pertenecían al PLL. Aunque los judíos sólo eran un tercio de la fuerza laboral de la refinería, eran una proporción mucho más alta entre los trabajos calificados y de oficina; sólo la mitad de los trabajadores judíos de la refinería pertenecían al Histradut, posiblemente por su política racista. La industria petrolera y las refinerías eran los sectores más avanzados de la economía palestina.

La huelga general de abril de 1946

En abril de 1946 tuvo lugar el episodio más dramático e importante de acción conjunta entre trabajadores árabes y judíos en la historia de Palestina. Los trabajadores del sector postal, telefónico y telegráfico fueron los responsables de iniciar una huelga sin precedentes de trabajadores públicos. Los directivos del servicio postal desde hacía tiempo venían rechazando o ignorando las reivindicaciones de los trabajadores, dirigidos por Sami Taha (PAWS) y Yehezkel Abramov (Secretario General del Sindicato Internacional Ferroviario, Postal y Telegráfico). Estos planearon en Tel Aviv una huelga, principalmente de trabajadores judíos del sector postal y telegráfico; la fecha de la huelga sería el 9 de abril de 1946. En este sector los sindicalistas árabes y judíos tenían muchos años de experiencia de trabajo conjunto y las relaciones eran muy buenas.

Cuando llegó el día los trabajadores, incluso treinta o cuarenta trabajadores árabes de la oficina postal de Tel Aviv fueron a la huelga. Al día siguiente todos los trabajadores postales de Palestina dejaron de trabajar. Las negociaciones comenzaron rápidamente y los administración estuvo dispuesta a dar concesiones importantes; el Histradut recomendó a los trabajadores que aceptaran la oferta y pusieran fin a la huelga. Como en otras ocasiones, el Histradut temía que la huelga pudiera minar la campaña sionista que estaba en camino de obligar al gobierno británico a abrir Palestina a la inmigración. Sin embargo, la base de los trabajadores postales, que habían perdido su fe en las promesas oficiales, no estaba dispuesta a aceptar el acuerdo y votó abrumadoramente por el rechazo de la oferta de la administración y por continuar la huelga. La militancia se extendió rápidamente y el 14 de abril los trabajadores ferroviarios, árabes y judíos, fueron a la huelga. Estaban decididos a resistir los intentos de control de la administración y a enfrentarse a sus propios dirigentes obreros que no habían respetado su autonomía ni consiguieron lo que ellos solicitaban.

De este modo, los ferroviarios árabes y judíos (miembros del IU y del AURW) a través la unidad en la lucha consiguieron paralizar todo el sistema ferroviario del país. Nunca antes se había producido una huelga general de esta magnitud entre los trabajadores postales y ferroviarios de Palestina. Lo más importante es que trabajadores gubernamentales de cuello blanco, de nivel medio y bajo también participaron en la huelga.

El 15 de abril de 1946, menos de una semana después de que entraran en huelga los trabajadores postales de Tel Aviv, fueron a la huelga unos 23.000 trabajadores públicos. Por un momento parecía que decenas de miles de trabajadores empleados en las bases militares británicas junto con los trabajadores petroleros de Haifa podían unirse a la huelga. Los comunistas árabes y judíos esperaban que esto ocurriera. El 18 de abril la LLN y el Partido Comunista de Palestina publicaron un panfleto conjunto convocando a los trabajadores de las refinerías, bases militares y ayuntamientos a que se unieran a la huelga general, al mismo tiempo que condenaba al “gobierno imperialista” de Palestina por dedicar más de una quinta parte de su presupuesto anual a la policía y las prisiones, y sólo un 8 por ciento a educación, sanidad y bienestar social. Sin embargo, tanto el Histradut como el PAWS hicieron todo lo posible para detener la huelga e impedir que se extendiera, garantizando sus empleos a los trabajadores de las refinerías y las bases. El Histradut sólo estaba preocupado por sus objetivos sionistas. Taha recibió una llamaba telefónica desde la sede central de la Liga Árabe en el Cairo y le aconsejaron que no fuera demasiado lejos en la cooperación con los judíos, a raíz de lo cual intentó calmar la militancia de los trabajadores árabes e impidió que los trabajadores del petróleo se unieran a la huelga.
Los sindicalistas árabes de izquierda estaban particularmente furiosos con lo que consideraban un sabotaje de la huelga por parte de Sami Taha. Al-Ittihad en este período denunciaba sarcásticamente a los “sindicalistas honorables” del PAWS que se han visto obligados por su deseo de salvar a sus hermanos obreros árabes de las garras del Histradut sionista, también denunciaba sus maquinaciones para intervenir en la huelga, utilizando el argumento habitual: la única forma de frustrar los intentos del Histradut y aislarlo de las masas es exigiendo que los trabajadores regresen al trabajo ¡con la excusa de que la huelga hacía el juego al Histradut y a su dirección!

La LLN y el PCP advirtieron contra los “elementos derrotistas y reaccionarios, tanto árabes como judíos”, declararon que la huelga era “un golpe contra la política imperialista de ‘divide y vencerás’ ”, que era una bofetada en la cara de aquellos ideólogos chovinistas que propagaban la división nacional”. Mishmar, el órgano del Hashomer Hatza’ir, también apoyaba la huelga y sostenía que ésta demostraba las posibilidades y la eficacia de la colaboración árabe y judía.

Sin embargo, en lugar de una lucha de clases revolucionaria, con la ayuda de la dirección del Histradut, la extrema derecha sionista, los nacionalistas árabes, los dirigentes conservadores del PAWS y, sobre todo, con la presión ejercida por Stalin y compañía, los imperialistas pudieron sofocar la lucha de clases y crear las condiciones para los acontecimientos sangrientos de finales de 1947 y 1948 conocidos como Nakba.

Es una ley histórica que cuando la lucha de clases avanza en dirección a la revolución y los trabajadores carecen de una dirección revolucionaria para llevar a cabo la revolución socialista, el resultado a menudo es una derrota terrible.

La decisión de la ONU de dividir el país era el viejo truco de “divide y vencerás”. Fue una violación del derecho a la autodeterminación de la mayoría árabe nativa del país por una Palestina indivisa. Provocó el endurecimiento de las líneas nacionalistas entre, y dentro de, las comunidades árabe y judía. Acabó con la unidad de clase que se había manifestado intensamente en el período anterior.

El 12 de septiembre de 1947 fue asesinado Sami Taha en las afueras de su casa de Haifa. Nunca se detuvo al asesino pero se cree que fue asesinado por orden de Amin al-Husayni, como parte de una campaña nacionalista para intentar controlar a la comunidad árabe.

El PAWS nunca tuvo la oportunidad de recuperarse del asesinato de su secretario y figura pública más conocida. El CAT y la LLN no tuvieron un destino mucho mejor. Cayeron víctimas del estalinismo internacional y de la política de los estalinistas locales.

Para sorpresa y desazón de la LLN, y de los comunistas árabes en otras partes de Oriente Medio, en la primavera de 1947 el gobierno soviético comenzó a alejarse de su anterior postura sobre Palestina y el sionismo. Y en el otoño del mismo año abandonó todo y apoyó la partición.
En mayo de 1947, en un discurso sobre la cuestión palestina pronunciado en la Asamblea General de la ONU, el representante soviético, Andrei Gromiko, concluyó su discurso diciendo que si árabes y judíos no encontraban la forma de coexistir pacíficamente dentro del marco de un solo estado, entonces la partición sería la única solución justa y viable.

Los dirigentes de la LLN hicieron todo lo posible para evitar que se materializase el discurso de Gromiko, pero tampoco podían ignorar la decisión explícita de la Unión Soviética, en octubre de 1947 el UNSCOP recomendó la partición de Palestina en dos estados, árabe y judío, independientes.

El resultado fue una escisión en la dirección de la LLN que incluía a muchos comunistas veteranos que habían seguido lealmente la línea de Moscú durante años. Algunos de los dirigentes de la LLN siguieron la nueva línea soviética, aceptaron la partición y más tarde denunciarían la intervención militar de los estados árabes para evitar la creación de un estado judío; otros rechazaron la nueva línea e intentaron participar en la lucha contra la creación del estado judío. La LLN y el CAT comenzaron su declive debido a varios factores: la escisión, la supresión del periódico de la organización, Al-Ittihad, por las autoridades británicas en febrero de 1948, y después, durante los meses siguientes, el desarraigo y el desplazamiento de gran parte de la población árabe de Palestina.

En la primavera de 1948 los activistas del CAT ayudaron a organizar unidades locales de autodefensa en Haifa y Gaza para proteger a los vecindarios, pero fueron aplastados por las fuerzas organizadas de los sionistas “socialistas”.
A diferencia de sus homólogos árabes, los comunistas judíos en Palestina rápidamente se adhirieron a la nueva línea soviética y organizaron el apoyo a la guerra reaccionaria. El Hashomer Hatza’ir pasó por un proceso similar y también cayó en una postura binacionalista. Con el Ahdut Ha’avoda formaría un nuevo partido, el MAPM y sus militantes jugaron un papel destacado en la dirección de la milicia del Yishuv (la Hagana), y en la formación militar de la elite de la Hagana, el PALMAH, que llevó a cabo muchas atrocidades contra los palestinos.

El verdadero objetivo de la partición quedó claro con el incidente sangriento ocurrido durante el primer mes de violencia árabe-judía que estalló inmediatamente después de la decisión de la ONU de dividir el país. No sólo implicó a los trabajadores de las empresas mixtas, también ocurrió en un lugar que contaba con una historia importante de colaboración entre sindicalistas árabes y judíos.

El lugar en cuestión es la refinería de Haifa. Este era un centro clave de la actividad de la clase obrera. Fue el centro de la lucha de clases que estalló después de la guerra y donde los trabajadores y sindicalistas árabes habían jugado un papel importante. No era una sorpresa dada la composición de la fuerza laboral y su elevado nivel de organización.

Las buenas relaciones que existían anteriormente se evaporaron durante el otoño de 1947. Después de que la Asamblea General de la ONU aprobara la partición, los trabajadores judíos y árabes de la refinería comenzaron a estar cada vez más preocupados por su seguridad.

El martes 30 de diciembre de 1947, la organización terrorista judía de extrema derecha, ETZEL, estrelló un coche bomba contra varios cientos de árabes que estaban a las afueras de la puerta principal de la refinería de Haifa esperando encontrar empleo como trabajadores temporales. Murieron seis personas y cuarenta y dos resultaron heridas.
A los pocos minutos de estallar la bomba en la puerta de la refinería, algunos árabes de los que se encontraban allí entraron en la refinería y, junto con algunos de los trabajadores árabes, comenzaron a atacar a los trabajadores judíos. Los soldados británicos y la policía tardaron una hora en llegar, en ese tiempo murieron asesinados cuarenta y un judíos y otros cuarenta y nueva resultaron heridos.
Fue la masacre de civiles más grande que había presenciado Palestina desde que un mes antes la ONU aprobara la partición. Incluso el informe del comité judío que investigó la masacre tuvo que admitir que “sólo hubo incidentes aislados de trabajadores árabes con trabajadores judíos de cuello blanco, y empleados que de distintas formas avisaron e incluso salvaron a varios judíos, sus compañeros”, y añadía que “los trabajadores árabes de la empresa no intervinieron en el alboroto y un número significativo de trabajadores y empleados no participó en él”.

La Agencia Judía, dirección oficial del Yishuv, denunció al ETZEL por este “acto de locura” que había provocado la catástrofe en la refinería de Haifa, pero al mismo tiempo decidió emular al ETZEL y en secreto autorizó a la Hagana para que hiciera lo mismo. Un día después de la masacre de la refinería, militantes de la fuerza de choque de la Hagana, el PALMAH, atacaron el pueblo de Balad al-Shaykh, cerca de Haifa, allí vivían varios trabajadores árabes de la refinería. Los judíos asesinaron a seis hombres, mujeres y niños además de destrozar decenas de casas.

El contraste entre la postura oficial de la dirección del Yishuv y su respuesta real a la masacre de la refinería no pasó inadvertida para los árabes. Cuando Eli-yahu Agassi visitó Haifa a principios de abril de 1948, un trabajador árabe le increpó y le dijo: “Los conocemos judíos. Pregonan una cosa y en la práctica hacen otra. ¿Cuál era el crimen que cometieron los trabajadores árabes en Hawasa y Balad al-Shaykn a los que atacó y masacró vuestra gente por la noche?” 13

Durante el mes de diciembre de 1947 las tensiones entre los trabajadores ferroviarios árabes y judíos alcanzaron un punto culminante, a pesar de los esfuerzos de los sindicalistas árabes y judíos por mantener la paz. Cuando llegaron las noticias del atentado en la refinería estallaron las tensiones entre algunos de los trabajadores árabes más jóvenes y exaltados que dejaron de trabajar, pararon las máquinas y comenzaron a dotarse de cualquier arma improvisada que tuvieran a mano. Durante algunos momentos muy tensos parecía que la masacre de la refinería podía repetirse en los talleres ferroviarios. Pero los sindicalistas árabes, incluidos activistas veteranos del PAWS como Sa’id Qawwas y simpatizantes del CAT intervinieron rápidamente para evitar la violencia. Corrieron un gran riesgo personal al intentar parar a los exaltados y mantuvieron el orden hasta que llegaron a un acuerdo con los trabajadores judíos para que abandonaran el trabajo y regresaran a sus casas.

Un sindicalista judío más tarde declaró: “sin ninguna sombra de duda gracias al valor que han mostrado los trabajadores [sindicalistas árabes] en la refinería tuvimos suerte ese día” 15.

No es casualidad que la intervención de los sindicalistas árabes para evitar la violencia contra los judíos en los talleres ferroviarios no mereciese la atención de la prensa sionista.

La partición, y las atrocidades que la acompañaron, destrozaron la visión de la solidaridad obrera árabe-judía que sólo unos meses antes había inspirado a tanta gente. El 14 de mayo de 1948, cuando formalmente se creó el estado de Israel, varios cientos de miles de árabes huyeron por temor al terrorismo judío o fueron expulsados de sus casas, tierras y centros de trabajo. De este modo el problema de los refugiados y la falta de un estado palestino era un hecho consumado antes de mayo de 1948.

Sin embargo, hubo una pequeña voz que levantó la bandera del verdadero marxismo revolucionario. Y ésta fue la Liga Comunista Revolucionaria, la organización de los trotskistas en Palestina. Aunque este grupo era demasiado pequeño para tener un impacto significativo en los acontecimientos que se estaban desarrollando, sí mantuvo una posición de principios y se opuso desde una perspectiva marxista a la partición. Su órgano, Kol Hama’amad (La voz de la clase), en mayo de 1948 decía entre otras cosas lo siguiente:

“No hace tanto tiempo que los trabajadores árabes y judíos iban unidos a las huelgas contra el opresor extranjero. Esta lucha común ha terminado. Hoy se incita a los trabajadores a que se maten entre sí. Los incitadores han triunfado. Los sionistas dicen que británicos quieren frustrar la partición utilizando el ‘terrorismo’ árabe. ¡Como si esta lucha comunal no fuera un instrumento a través del cual se lleva a cabo la partición! Era fácil para los imperialistas prever que estarían satisfechos con el curso de los acontecimientos… La función de la ONU fue endulzar el plato amargo cocinado en la cocina imperialista, disfrazarlo, en palabra de Bevin, con la tontería de la ‘conciencia del mundo que ha dictado sentencia’. Exactamente. Y los diplomáticos de los países menores bailaban la melodía que imponía el dólar… Los dirigentes de la Liga Árabe reaccionaron ante la partición con discursos llenos de amenazas y… entusiasmo. En realidad, para ellos un estado sionista es un don de Alá. Al llamar al trabajador a la ‘guerra santa para salvar Palestina’, se supone que ahogarán sus gritos de pan, tierra y libertad… En Palestina el dominio feudal desde hace tiempo empezó a perder terreno. Durante la guerra, la clase obrera árabe fue creciendo en número y conciencia política. Los trabajadores árabes y judíos luchaban conjuntamente contra el opresor extranjero, y contra él iban unidos a la huelga. Surgió un fuerte sindicato de izquierda, la ‘Asociación de Trabajadores de los Árabes de Palestina’ que hizo bien al intentar librarse de la influencia de los husseins. El asesinato de su líder, Sami Taha, fue perpetrado por asesinos a sueldo del Comité Superior Árabe que no podía permitir que esto ocurriese. La oleada patriótica nada entre dos aguas nada confortables. Los partidos sionistas ‘socialistas’ pronto ‘corrigieron’ sus frases antiimperialistas y su ‘terca’ resistencia a la ‘división del país en pedazos’, desde entonces dieron un apoyo entusiasta y pleno a la política imperialista de la partición. Esa era una cuestión insignificante, simplemente una cuestión de cambio sionista de táctica.

Se esperaba que el Partido Comunista de Palestina tomara una posición diferente. ¿No habían advertido constantemente de los resultados terribles que tendría la creación de un estado judío? ‘La partición necesariamente será un desastre para los judíos y los árabes… la partición es un plan imperialista destinado a facilitar el dominio británico..’ (palabras del PCP ante la Comisión de Investigación Anglo-Estadounidense el 25 de marzo de 1946). El secretario del partido mantuvo lealmente esta postura en julio de 1947 cuando ante la comisión de la ONU dijo lo siguiente: ‘Nos negamos a la partición a quemarropa, este plan va en detrimento de los intereses de los dos pueblos’. Sin embargo, después cambiaron radicalmente de postura con el beneplácito de los representantes soviéticos.

Los estalinistas árabes, la ‘Liga de Liberación Nacional’, no actuaron mucho mejor que sus homólogos judíos. Tampoco lo hicieron muy bien al justificar el apoyo ruso al estado judío. Los trabajadores árabes no podían aceptar esta política. Sabían lo que suponía la interferencia soviética: romper la unidad obrera palestina y traicionarla. Después de la declaración de Zarrapkin favorable a la partición, la Liga de Liberación Nacional se encontró rodeada de hostilidad y desprecio… Los dos campos hoy movilizan a las masas bajo la máscara de la ‘autodefensa’. ‘¡Nos han atacado, debemos defendernos!’, dicen los sionistas. ‘¡Debemos parar el peligro de la conquista judía!`, dice el Comité Superior Árabe. ¿Quién dice la verdad?

La guerra es la continuación de la política por otros medios. La guerra dirigida por los feudalistas árabes es sólo la continuación de su guerra reaccionaria contra el trabajador que lucha por liberarse de la explotación y la opresión. Para los efendis la `salvación de Palestina` significa salvaguardar sus beneficios a expensas de los trabajadores y fellahin, manteniendo su dominio autocrático en la ciudad y en el campo, aplastando las organizaciones proletarias y la solidaridad de clase internacional.

La guerra de los sionistas es la continuación de su política expansionista basada en la discriminación de dos pueblos: defienden el kibbush avoda (expulsión de la mano de obra árabe), el kibbush adama (expulsión de los fellah), boicot a los productos árabes, ‘dominio hebreo’. El conflicto militar es el dominio directo de los conquistadores sionistas.

En reacción a las masacres y las expulsiones de los palestinos, Yacob Halprin, miembro del PCP que más tarde fue trotskista, escribió una declaración en nombre del Comité de Trabajadores Judío. En esta declaración comparaba los crímenes de los sionistas contra los palestinos, con los crímenes de los nazis contra los judíos. Terminaba su declaración con reivindicaciones que reflejaban un programa revolucionario:

Larga vida a la solidaridad internacional de la clase obrera.
Larga vida a la lucha solidaria de los trabajadores y campesinos pobres en los estados árabes.
Larga vida a la Federación Socialista de todos los estados árabes libres del yugo imperialista.
Larga vida a la autonomía judía en una Palestina socialista.
Larga vida a la revolución socialista mundial”.

29 de noviembre de 1948 [publicado en la IV Internacional] 16

La tarea hoy es recuperar aquellas tradiciones de unidad entre trabajadores árabes y judíos y trabajar hacia una solución de clase para el conflicto palestino-israelí, esto sólo se puede conseguir sobre la base de la lucha por el socialismo y el derrocamiento de los regímenes reaccionarios de ambos lados.

Junio de 2003

NOTAS

1. Gobierno de Palestina. Un examen de Palestina. Jerusalén. 1946. vol. 1, pp. 141-148.
Desgraciadamente el censo del gobierno catalogaba a la población por religión en lugar de hacerlo por nacionalidad o etnia. Debido a esto, las cifras que cito para los árabes en realidad son las sumas de musulmanes y cristianos, y por lo tanto incluye a cristianos no árabes o armenios. Dada la proporción relativamente pequeña de los cristianos no árabes y el número total de cristianos, creo que las cifras son válidas. Tampoco dice que el crecimiento urbano fue muy desigual durante los años veinte: las ciudades del interior crecieron más lentamente que Jaffa y Haifa, mientras que la población de Gaza parece estancarse.
2. Rachelle Taqqu. Campesinos en obreros: migración obrera interna y la comunidad árabe bajo el Mandato. Aparece en Joel Migdal, ev., Palestinian Society y Politics (Princeton, N.J., 1980), pp. 261-85. Sobre Haifa ver May Seikaly. La comunidad árabe de Haifa, 1918-1936. Un estudio de la transformación. (Sommerville College, Oxford University, 1983).
3. Sobre las campañas obreras hebreas durante los años veinte y treinta ver a Shapira, Hama’avak, y Steven Glazer, Propaganda y piquetes del Histradut por la ‘fuerza de trabajo hebrea’ (Georgetown University. 1991).
4. Histradut (Hava’ad Hapo’el). Din veheshbon lave’ida hashlishit shel hahistradut (Tel Aviv, 1927).
5. Gobierno de Palestina. Un examen de Palestina. Vol. 1, p. 148.
6. Sobre los comunistas en Palestina durante los años veinte ver: Nahman List. Tzadak hakomintern. Heshet. Nos. 18, 20, 22, 24, 27, 30, 34 (1963-67).
7. S/EC/H, 23 de marzo de 1925 y EC/H, 1 de abril de 1925. Kuntres. Nº 301 (29 de abril de 1927).
8. Filastin. 19 de agosto de 1927.
9. AA 208/1200. Din veheshvon memo’etzet po’alei Nesher. AA. Entrevista con Agassi, 22 de febrero de 1972. Po’alei Tziyon Smol. Leshe’alot Harega (Tel Aviv, 1933).
10. Ver por ejemplo, CZA S25/3120. Shvitat hastevedorim.
11. AA 208/4495
12. Black. Sionism, 34-65- Un informe oficial de las actividades del Histradut en Haifa en 1933-39 decía que “las relaciones establecidas en los años anteriores con los trabajadores y empresarios en el puerto de Haifa, fueron extremadamente beneficiosas como uno de los factores directos para impedir la huelga en el puerto de Haifa…”. Mo’etzet Po’alei Haiga. Histradut behaifa. 245.
13. Al-Ittihad. 14 de enero, 8 de julio de 1945.
14. Ver la prensa palestina de diciembre de 1947 a enero de 1948, y AA 219/146, informe de Agassi del 4-7 de abril de 1948. Acerca del ataque sobre Balad al-Shaykh, ver a Benny Morris, The Birth of the Palestinian Refugee Problem, 1947-49 (Cambridge, Gran Bretaña. 1987). 41-42, 156. Y Khalidi. All That Remains, 152-4.
15. HH/AC 13/90/1, Bulitin (del Hakibbutz Ha’artzi-Hashomer Hatza’ir Arab Department), 10 de abril de 1948. El sindicalista citado con toda seguridad es Efrayyim Krisher.
16. The Reds. Partido Comunista de Israel, p. 498. 1991. S. Dotan (en hebreo).