Partiendo de Lenin señalamos que el imperialismo se establece cuando:
“1) La concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este ‘capital financiero’, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes” (El Imperialismo, Fase superior del capitalismo).
Podríamos hablar de cada uno de los aspectos referidos a esta caracterización, pero en esta ocasión nos concentramos en el quinto, es decir el reparto mundial entre las potencias más importantes y más precisamente en lo que concierne a la región latinoamericana, más específicamente en el siglo XXI.
El pasado inmediato
El siglo XX vio surgir a los Estados Unidos como la potencia dominante en la región que se fue consolidando ante la imposibilidad del resto de potencias Europeas de sustituir el papel que antes jugó la monarquía española. En todas las regiones latinoamericanas a finales del siglo XIX fue la derrota de España en la guerra de independencia de Cuba la que marcó el carácter de la relación geopolítica norteamericana con el resto del continente, Cuba se convertía en un estado tutelado a partir de 1902 y solo la revolución de 1959 rompería esa condición.
La actitud del imperialismo estadounidense hacia América Latina estaba vinculada principalmente en aras de asegurar una especie de “espacio vital”, de frente a los países europeos y Japón, la diferencia para ese entonces era que los Estado Unidos no ejercían una soberanía directa sobre los países dominados sino lo había sobre la base de estados tutelados, aunque el proceso no estuvo exento de intervenciones militares directas.
Las masas latinoamericanas enfrentaban la ancestral opresión heredada de la colonia con las distintas formas de explotación que el imperialismo consideraba más adecuado para asegurar extraer la mayor cantidad de beneficios económicos.
Toda la historia del siglo XX representó un enfrentamiento. Por un lado veíamos el desarrollo del capitalismo dependiente, que el imperialismo patrocinó en las distintas regiones latinoamericanas y por el otro la lucha de las masas en pro de un futuro independiente, democrático, con igualdad de oportunidades y justicia social.
Los instrumentos de dominación
La presencia imperialista norteamericana se extendió paulatinamente por todo el continente, pero se consolidó al final de la segunda guerra mundial. Por la vía institucional lo hizo por medio de diversos mecanismos, que mencionaremos a continuación.
La confirmación de la OEA en 1948, un organismo al que el Che Guevara tituló el “ministerio de las colonias”.
El tratado Interamericano de asistencia recíproca (1947), que se supone es una alianza militar, la cual , como se demostró en la guerra de las Malvinas, solo sirvió como una cobertura la presencia militar norteamericana en la región.
Organismos financieros como El Banco Interamericano de Desarrollo que en combinación con el FMI y el Banco Mundial son instrumentos de usura, de chantaje y de control de la economía de cada país.
Incitativas como la “Alianza para el progreso” bajo el discurso de impulsar el desarrollo regional, solo eran un eslabón en una cadena que incluía la homogenización de las fuerzas armadas de cada país en función de los intereses norteamericanos, la forma mas abiertamente descarada de esta política fue la tristemente famosa “Escuela de las Américas”, maestra de la gran mayoría de los militares golpistas del siglo XX.
También hay que destacar el trabajo permanente de generación de intelectuales orgánicos, promotores, impulsores y feroces defensores del “modo de vida estadounidense” como ideal a seguir para cada país latinoamericano: jueces, senadores, periodistas, economistas, posibles estadistas, pero seguros educadores, que año tras año pasan de las universidades norteamericanas a jugar papeles de importancia en sus propios países.
Un apoyo al imperialismo, que suele terminar como su pata izquierda, es el reformismo con influencia de masas ya sea porque sus inconsistencias le hacen sucumbir abiertamente ante ellos o porque sus programas abren espacio para los ataques imperialistas que puedan tener éxito.
En lo fundamental, la política del imperialismo en la región no ha cambiado a lo largo de los años, su carácter principalmente económico ha sido defendido por diversos instrumentos destacándose uno por encima de otro en función de las circunstancias.
Sólo ha sido la lucha de masas de los trabajadores latinoamericanos, por medio de levantamientos y revoluciones, lo que ha derivado en el combate a las distintas opciones políticas de control imperial. Los dictadores de principios de siglo fueron sustituidos por civiles dóciles y cuando surgía alguna personalidad carismática que se identificaba demasiado con las causas sociales se le trataba de eliminar, en estos casos las oligarquías locales no dudaban en implementar todo tipo de medidas.
Las masas se levantaron una y otra vez y, por supuesto, la revolución cubana marcó un antes y un después porque su antiimperialismo derivó en una lucha abiertamente socialista que acabaría con el capitalismo. A partir de ella la posibilidad de surgimiento de movimientos insurreccionales que tomaran el poder pasaba a ser una realidad.
Las dictaduras militares
Tras la revolución cubana, la respuesta del imperialismo fue reestablecer como prioridad la opción militarista. Cuando los socios civiles del imperialismo parecían perder el control, los militares entraban a la acción por medio de sangrientos golpes militares.
No obstante, no se pudo impedir que en casos como Centroamérica volvieran a suceder acontecimientos victoriosos para las masas, ante lo cual es establecieron grupos mercenarios con financiamientos multimillonarios. Un análisis del modo en que los Estados Unidos armaron a la contra nicaragüense y aseguraron que los gobiernos reaccionarios de El Salvador, Guatemala y Honduras se mantuvieran, que implicó la creación y fortalecimiento de sus bases militares en la zona, nos mostraría mucho del verdadero rostro de la política estadounidense en América Latina.
La década de los noventa fue el escenario de la derrota de la opción abiertamente militarista en la región, las luchas democráticas acabaron por socavar a los regímenes autoritarios desde el Rio Bravo a la tierra de fuego, es entonces cuando se entra una fase de gobiernos democráticamente electos pero endeudados hasta el cuello, que aceptaban dócilmente que la política de cada país se dictara realmente en el FMI o el Banco Mundial. Es el periodo del capitalismo salvaje que representó una ofensiva contra cualquier conquista obtenida por los trabajadores en los periodos pasados
Al final las masas también se levantaron, siendo el triunfo de Hugo Chávez en 1998 el punto de arranque de una nueva ola revolucionaria que recorrió todo el continente. El imperialismo no pudo evitar el surgimiento de gobiernos que no estaban directamente bajo su control, creándose gobiernos llamados progresistas de muy diversos tipos en Latinoamérica que son combatidos con una combinación de presiones económicas, diplomáticas, generación de conflictos internos y hasta golpes de estado para contrarrestarlos y no dejar perder su influencia.
China, un nuevo actor
Una diferencia sustancial con las décadas pasadas es que el colapso de la URSS significó a su vez el fortalecimiento del imperialismo estadounidense. Si bien es verdad que el régimen soviético derivó en una caricatura burocrática que nada tenía que ver con el régimen de Lenin y Trotsky, no dejaba de ser un polo de atracción para naciones dominadas para deshacerse del yugo imperialista y procesos revolucionarios podrían ser atraídos al bloque estalinista. Contrario a eso lo que vimos posteriormente fue el paulatino giro de países como China al capitalismo.
Al mismo tiempo que se comenzaba a inscribir un nuevo periodo insurreccional en Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia, entre otros, emergía un nuevo actor en el terreno económico: China. Si bien países como europeos han buscado fortalecer su posición y sus inversiones en latinoameria no se compara el impacto de la la incorporación de china a la economía del mercado y al mercado mundial, quien jugaba una suerte de “imperialista bueno”, generando inversiones y mercado para la producción latinoamericana que sirviera para contrarrestar la influencia del imperialismo norteamericano.
Efectivamente, entre 2000 y 2008, China invirtió un total de 13 mil millones de dólares, entre 2009 y 2016 la suma ascendió a 75 mil millones de dólares, 50% de estas inversiones destinadas a Brasil y un 15% a Perú.
Solo en 2017 se invirtieron 18 mil millones de dólares, a partir de esa fecha China es el principal inversor externo de la región.
Para 2018 la suma total de inversiones se había disparado a los 306 mil millones de dólares.
Los chinos no son altruistas, a principios de la década de 2000 la proporción de exportación de América latina haca de China era del 1.5% respecto del total, en 2017 era del 10%. Pero las importaciones han pasado del 3% al 18% del total. En cuanto a su composición es como la que se da con cualquier país imperialista, se exportan materias primas, se exportan productos de alto valor agregado.
Este es el escenario de que marca la política imperialista norteamericana en la región, la cual pese a su franco declive sigue teniendo la voz cantante, tiene las almas y la mente de la burguesía y la absoluta mayoría de los intelectuales, sigue teniendo una relación privilegiada con los militares y particularmente 76 bases militares y ello se ha expresado en la política de intervención y de lucha en contra de las masas que los norteamericanos han impulsado y que a continuación reseñamos en líneas generales:
Centroamérica
En la historia de Centroamérica, que quedó indefensa tras su independencia formal ante la separación brutal que las oligarquias locales han hecho, el imperialismo usó los métodos más brutales y cínicos para someter a la región como invasiones cuasi esclavistas (Walker), intervenciones militares, despojos de tierras, creación de ejércitos locales bajo su tutoría, la creación del canal de Panamá, etc. La región se incorporó al mercado mundial con una agroindustria capitalista (que hasta la fecha sigue teniendo importancia en sus economías) dominada por el capital estadounidense teniendo como socios a los oligarcas locales.
El imperialismo ejerce su dominio ya sea apoyando abiertamente a los regímenes leales a él cuando puede usarlos y sino por su enorme dominio económico que, dentro de los márgenes capitalistas, poco pueden hacer las inviables economías locales para hacerle frente.
Tras la pacificación de los conflictos armados, durante la década de los 90, la burguesía dejó de lado los gobiernos directamente dirigidos por militares para ahora ser dirigidos por partidos directamente oligárquicos. Esto coincidió con una ofensiva de ataques, privatizaciones, despojo de tierras y recursos naturales a favor del gran capital. La aplicación de ese programa, con todas las consecuencias negativas que ha conllevado contra los trabajadores, significó el desprestigio de las principales partidos de la burguesía que derivaron en escisiones y el ascenso de nuevas fuerzas a los gobiernos. Venezuela se convirtió en un referente y en un momento determinado era más factible buscar una alianza con el gobierno bolivariano que con el imperialismo.
Manuel Zelaya en Honduras, aun viniendo del partido Liberal, de tinte burgués, aplicó reformas a favor de las masas, estableció alianza con el gobierno de Chávez y dio los primeros pasos para realizar una asamblea constituyente. Eso lo llevó a un enfrentamiento abierto con la oligarquía y el imperialismo mismo. Fue derrocado por un golpe de Estado oligárquico que el imperialismo terminó apoyando.
Ha pasado más de una década de gobiernos golpistas que en realidad son débiles pues no pueden prohibir las elecciones ni a la oposición a la vez que se enfrentan reiteradamente a las protestas revolucionarias de las masas.
Estos gobiernos golpistas (Micheletti, Lobo y Juan Orlando Hernández) se sostienen por dos factores ligados entre si: la represión de las fuerzas armadas y el apoyo del imperialismo. Pese a que se han realizado fraudes electorales con todo descaro, el imperialismo ha usado organismos como la OEA para por un lado apasiguar las protestas de las masas con promesas de respeto a la legalidad y finalmente han terminado avalando en última instancia dichos fraudes permitiendo se perpetúen los golpistas oligarcas en el poder.
En el caso de Guatemala cada cartucho de la burguesía fue quemado y se generó un descredito generalizado de sus partidos e instituciones que también que no pudo ser llenado a la izquierda, lo que llevaría a las protestas que derribarían a Otto Pérez Molina. Sin embargo, la OEA, “garante de la democracia”, nuevamente intervino para que el proceso se condujera por canales seguros realizando nuevas elecciones en las que Jimmy Morales toma el control del gobierno. Fue un cambio para que nada cambiara y eso se demostró en las protestas que el 25 de noviembre pasado que culminarían con la quema del parlamento. La ausencia de un partido revolucionario de los trabajadores (en Guatemala ni siquiera se cuenta ahora con un partido reformista de masas) facilita las maniobras imperialistas que no dejan de tener la limitante de no contar con gobierno sólidos locales en que apoyarse.
En el caso de El Salvador en 2010 el partido oligárquico ARENA fue derrotado y se formó un gobierno de coalición Mauricio Funes-FMLN. 5 años después, la ex guerrilla llevaría a la presidencia a un ex comandante guerrillero, Salvador Sánchez Cerén. El gobierno no estaba bajo la dirección directa de la oligarquía aliada de los EEUU. ¿Cómo actuó el imperialismo y la burguesía? Por un lado usando el aparato estatal que aun estaba bajo su control directo para boicotear, por ejemplo, lo mas visible fue que el poder judicial y los parlamentarios de la derecha echaron abajo varias medidas que afectarían económicamente al gobierno. El Salvador depende plenamente de la economía estadounidense (inversiones, remesas, exportación de fuerza laboral vía migración, prestamos internacionales) y por otro lado el FMLN en el gobierno no planteó un programa socialista que aspirara a acabar con la explotación sino el impulsar programas sociales dentro de los márgenes del sistema imperante dependiendo de prestamos internacionales.
Hay que sumar que hubo una fuerte campaña de desprestigio apoyada en inconsistencias de los gobernantes, que si se hubiera aplicado un programa de clase consecuente no hubiera tenido eco. Ante la imposibilidad de evitar que gobiernos de izquierda lleguen al gobierno el imperialismo se ashleyha apoyado en las inconsistencias de los lideres reformistas para desacreditarlos, las masas han visto la verdadera política reformista con todos sus límites.
En el caso de Nicaragua el imperialismo logró derrocar al gobierno sandinista en 1990 que a su vez había barrido con el régimen títere de los Somoza en 1979. El imperialismo, sin embargo, no pudo evitar que con el el contexto de giro a la izquierda en América Latina regresaran al poder. Éste es un régimen peculiar pues tiene un origen revolucionario y antiimperialista así como una base de apoyo de obreros y campesinos en un país con una burguesía débil y dividida, pero que desde su origen planteó una política de conciliación de clase bajo la ilusión de poder crear una tercera vía pero que en realidad, aunque existen aun conquistas de la revolución, sigue imperando el capitalismo y sus contradicciones llevando a procesos de degeneración de elementos de la dirección.
Si aspiras a reformar el sistema y no a derrocarlo al final terminas aceptando el sistema y sus contradicciones. El imperialismo (a través de las instituciones financieras internacionales como el FMI, el BCIE, entre otros) también presionó al gobierno de Ortega para aplicar reformas a las pensiones lo cual generó descontento y un levantamiento popular en 2018 que el imperialismo trató de utilizar para fomentar la división y asestar un golpe de Estado, aliándose con la reacción local y aprovechando el legitimo descontento contra esta medida antiobrera de Ortega. Lo que se necesitaba era un programa consecuente de defensa de los intereses de los trabajadores y un combate abierto contra la reacción imperialista.
Hay quien habla de golpes blandos en América latina que incluyen la división hacia el apoyo de los gobiernos de izquierda. Los reformistas critican estas protestas ya sea que vengan de demandas legitimas de la juventud, las mujeres o la clase obrera. La forma mas eficaz de combatir cualquier intento de la reacción de dividir es con un consecuente programa revolucionario antiimperialista, anticapitalista y socialista.
Cuba
El imperialismo desde 1959 tiene claro su objetivo hacia Cuba: derrotar la revolución. Las ofensivas frontales, tanto militares como terroristas, sólo han cohesionado al pueblo cubano, su método tradicional fue el boicot económico y el aislamiento de la revolución. Con Barak Obama hubo un cambio en la táctica, reestableció las relaciones diplomáticas, se visitó Cuba, se levantaron algunas restricciones económicas sin levantar el embargo que favorecieron el envío de remesas y al tuismo y se comenzaron tratos con posiblidad de . Lenin dijo que las mercancias baratas de occidente eran mas letales para la revolución, eso es aplicable para Cuba. Ésto estaba teniendo un efecto político importante que estaba, apoyando en las nuevas clases creadas por la apertura de la economía cubana en las reformas de los ultimos años, un eco y potencial base de apoyo.
Con Trump no sólo se regreso a la vieja táctica del garrote sino que se intensificó, hechando atrás las moderadas medidas de Obama, aplicando permanentemente sanciones económicas y endureciendo el bloqueo, buscando la asfixia economica. Un ejemplo ilustrativo de su política es que ha activado el apartado III de la Ley Helms Burton que da derecho a la vieja burguesía a reclamar sus propiedades expropiadas tras la revolución de 1959.
En la estrategia imperialista en América Latina, Cuba sigue siendo un punto clave. Su derrota significaría un ejemplo que buscarían usar para desmoralizar las luchas de la región. La revolución cubana esta bajo acoso permanente y tiene peligros tambié internos tras las reformas emprendidas en los últimos años que están significando una ampliación de la desigualdad, pero también tiene fortalezas. Es necesaria una política de internacionalismo proletario para sacar la revolución del aislamiento, extendiéndola, a la par de implementar una verdadera democracia y control obrero en la economía y el Estado.
Venezuela
El imperialismo tiene un poder colosal, sin embargo tiene también limites y eso se ha expresado claramente en Venezuela. Hugo Chávez intentó llevar adelante un programa democrático avanzado con algunas concesiones para las masas populares. A diferencia de otros gobiernos latinoamericanos él fue más consecuente en la defensa de este programa lo que lo llevó a enfrentamientos abiertos con el imperialismo y sus siempre aliados oligarcas locales. El capitalismo, en su actual etapa de decadencia, no acepta reformas por mínimas que sean. Todas las fuerzas de la reacción se unieron e hicieron un golpe de Estado contra Chavez en 2002 pero las masas hicieron un levantamiento revolucionario de tal magnitud que no hubo fuerza en el mundo de contenerlo y regresaron a Chávez a la presidencia. Él en vez de aplaastar a la reacción les extendió la mano y el resultado fue un intento tras otro de derrocarlo. Chávez llegó a la correcta conclusión que no había otra salida que el socialismo, sin embargo esa tarea se quedó inconclusa y eso ha generado múltiples contradicciones.
Al igual que en Cuba, la estrategia imperialista es derrocar al gobierno bolivariano y dar una lección a los explotados de América Latina, sin embargo en Venezuela no se ha acabado con el capitalismo y eso es un arma clara a favor del imperialismo. Los ataques han sido una combinación de francos golpes de estado, paros patronales, guarimbas, intentos de crear gobiernos paralelos, invasiones desde Colombia y boicots económicos.
Así como en el pasado hicieron en Nicaragua y en el gobierno de Allende en Chile, el imperialismo y la oligarquía usan su poder económico para boicotear la economía, acaparando mercancías, exportándolas, reaccionando contra cualquier control de precios, etc. El resultado de querer controlar una economía que sigue siendo capitalista lleva al boicot de la burguesía, hiperinflación y escasez para las masas.
Ante el fracaso de los intentos de de derrocar a los gobiernos bolivarianos con un golpe fulminante, el imperialismo actúa con una lucha de desgaste hacia las masas, financiando a la oposición y continuando con intentos de derrocarlo. La única forma de evitar que tarde o temprano uno de esos golpes cumpla su objetivo es con la aplicación de un programa verdaderamente socialista pero el gobierno de Maduro va en el camino de dar cada vez más concesiones al capital lo que plantea la necesidad de construir una alternativa verdaderamente revolucionaria emanada de las bases de los explotados y oprimidos del país.
Ecuador
Si bien las intentonas golpistas en el siglo XXI no han implicado prioritariamente acciones militares directas, la participación de las fuerzas represivas siempre ha jugado el papel de espada de Democles.
En Ecuador, por ejemplo, luego de una sucesión de presidentes derrocados por el pueblo por fin en enero de 2007 arribó a la presidencia un dirigente que se podría inscribir dentro del espectro de que inició la revolución bolivariana de Venezuela; Rafael Correa, el cual prácticamente de inmediato impulsó la redacción de una nueva constitución, la cual se aprobó en 2008.
Como en todos los gobiernos que llegaron al poder como subproducto de la rebelión de las masas latinoamericanas de principios del siglo XXI, el régimen de Correa pretendía una serie de reformas para imponer ciertos limites a la oligarquía y establecer medidas redistributivas para la población. A los ojos de cualquier burgués inteligente esto más que minar las bases del sistema capitalista contribuía a su legitimización, no obstante, ni siquiera este giro podría ser soportado por el régimen establecido el cual tiene como su principal beneficiaria la oligarquía ligada con el imperialismo, la cual había llegado tal grado de entreguismo que había establecido al dólar como moneda de circulación desde el año 2000.
Desde la aprobación de la nueva constitución la campaña de medios en contra del gobierno de Correa no aplacaba, pero fue con el pretexto de la modificación del estatus de las fuerzas policiales en 2010 cuando se generó un motín que estuvo a punto de significar la ciada del presidente, el cual estuvo por algunas horas aislado por los amotinados a los que se sumaron algunos elementos de la fuerza Aérea.
La movilización de las masas sumadas a la acción de la tropa afín al presidente logro liberar a Correa se su detención arbitraria y finalmente sofocar la rebelión la cual significo la muerte de 8 personas y decenas de heridos.
El poder judicial a la larga libero a todos los implicados en el atentado, dando muestra que estaba dispuesta avalar la intentona de haber salido airosa.
La estrategia golpista tuvo que esperar hasta la salida de Rafael Correa en mayo de 2017, a partir de entonces aprovechando la traición de su sucesor Lenin Moreno se estableció una estrategia de persecución política en contra de Correa y seguidores que hasta la fecha ha significado la eliminación, detención o exilio de las principales figuras de la revolución ciudadana.
Brasil
En Brasil el proceso del golpe de estado de implemento tomando como base una combinación de parlamentarios y jueces, en 2014 Dilma, del Partido del Trabajo había logrado ser electa para un segundo mandato por un estrecho margen. No obstante la crisis económica en Brasil no amainaba y la gran burguesía brasileña decidió que un presidente del PT ya no era útil, los escándalos de corrupción amenazaban con implicar a diversas esferas y sectores de pode brasileños y contemplaron la ofensiva contra las máximas personalidades del PT; Lula y Dilma como una manera de desviar la atención. Por quince años tanto Lula como Dilma había hecho un trabajo intenso para mantener los privilegios de la gran burguesía, pero al mismo tiempo habían abierto a puerta a las inversiones chinas socavando la presencia norteamericana, además habían suscrito un pacto con otras potencias además de China como India, Rusia y Sudáfrica ( BRICS) lo cual data desde 2006, en pleno auge del gobierno de Lula.
Aprovechando el desgaste de los sucesivos mandatos del PT emprendieron una acusación de corrupción que derivo en juicio político y en la destitución de Dilma e mayo de 2016. La acusación se centraba en que “no hizo lo suficiente” para combatir la corrupción.
Sin duda el PT es culpable sobre todo de convivir y adecuarse a las necesidades de la burguesía brasileña por encima de las de las masas, a pesar de eso buenos servicios los intereses imperialistas coludidos con la oligarquía consideraron que ya era suficiente.
Lo que ha sucedido, es decir la elección de Bolsonaro muestra que en el fondo la crisis política se ha tornado permanente y que ningún partido burgués es capaz de ponerse al mando
Bolivia
En el caso de Bolivia la actitud contrarrevolucionaria se la extrema derecha se mostró desde el momento mismo de la llegad al poder de Evo Morales el cual implementó una política de industrialización de corte keynesiano que tuvo ciertos efectos en el macro del tremendo atraso que vivían las fuerzas productivas bolivianas en el momento en que el MAS entró al gobierno en 2005.
Si se mira en retrospectiva los diez años anteriores al MAS habían constituido una batalla de clases que estaba cada vez llegando a extremos más agudos, la entrada del más significó cierto respiro, pero ello no significó ningún cambio de fondo. En ese contexto la autoridad política de Evo Morales se fue socavando más aun cunado decide postularse a un nuevo mandato más allá de lo que la constitución señalaba, esto dio el pretexto “legal” para destacar una nueva ofensiva mediática que se combinó con la intervención descarada de la OEA en contra del régimen de Morales.
Las elecciones de 2019 fueron ganadas por el MAS de Morales, pero no con el margen abrumador de otros tiempos. En el fondo no importaba el resultado, rápidamente se combinó la acción de los grupos de extrema derecha con el desconocimiento de la OEA y la rebelión, primero policiaca y luego militar para obligar a Evo Morales a renunciar.
Ni el MAS ni Morales se estacaron por su actitud enérgica para combatir el golpe, más bien dejaron que las masas encabezaran la resistencia sin dirección de tal modo que a la larga el golpe se consolido.
Al final bastó un año de gobierno de usurpación y decenas de muertos para que las masas se volvieran a decantar por el MAS. Sin duda toda una demostración que ante situaciones de explosividad social las masas tratan de acudir a sus organizaciones tradicionales para enfrentar los nuevos retos
El golpe propinado por las masas al régimen impuesto es también un golpe al imperialismo y a sus agentes de dentro y de fuera de Bolivia, no óbstate no exime al MAS de la responsabilidad dar una y otra vez respiros al capitalismo y con el a las fuerzas reaccionarias que esperaran nuevas oportunidades para actuar.
Conclusión
Pese al evidente debilitamiento del imperialismo norteamericano en la región, es claro que sus intenciones de intervenir son tan fuertes como antes y que sigue empleando todos los medios posibles para desgastar, socavar o derribar a los regímenes que se considere no cumplen con las condiciones de sometimiento.
En este contexto la capacidad de reacción de las masas se ha incrementado y sus acciones adquieren un carácter cada vez más simultaneo en cada país, como lo demostraron los acontecimientos de finales de 2019 en Chile, Ecuador, Colombia y Argentina y que en fechas reciente se han presentado también en Perú y Guatemala, solo por citar algunos.
La impotencia del imperialismo para establecer sus políticas es cada vez más evidente, no obstante, es una fuerza que no se debe subestimar y hoy en di es el eje de la resistencia de toda la burguesía regional en contra de la revolución
Muchos escenarios se presentarán y nuevos actores intervendrán, entre ellos el chino, que paulatinamente pasara de la intervención puramente económica a la política, no obstante, se abrirán nuevas oportunidades para que las masas nuevamente se atrevan a luchar y a lograr victorias.
El imperialismo tendrá su fin, la lucha de los pueblos no.