¿Quién patrocina el terrorismo, Cuba o los EE.UU.?

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En otra escandalosa provocación, el 11 de enero, Estados Unidos decidió designar a Cuba como “Estado patrocinador del terrorismo”. La declaración, firmada por el secretario de Estado Mike Pompeo, se produce cuando a la administración Trump le quedan menos de 10 días en el cargo. No tiene ninguna base en la realidad y está claramente motivado por cálculos políticos cínicos y agresión imperialista.

Cuba fue designada como “estado patrocinador del terrorismo” en 1982 por la administración Reagan y eliminada de esa categoría unilateral imperialista estadounidense por Obama en 2015, como parte de su intento de cambiar los métodos utilizados por Washington para destruir la Revolución Cubana.

En el comunicado, Pompeo explica los motivos de la decisión. Las razones que alega no tienen fundamento alguno, ni siquiera desde el punto de vista de la lógica del imperialismo. Se dice que “Cuba ha rechazado las solicitudes de Colombia de extraditar a diez líderes del ELN [Ejército de Liberación Nacional] que viven en La Habana después de que el grupo se atribuyó la responsabilidad del atentado con bomba en enero de 2019 contra una academia de policía de Bogotá que mató a 22 personas y hirió a más de 87 personas ”.

Esto es correcto. Los dirigentes del ELN mencionados se encuentran en Cuba como parte de una delegación involucrada en las negociaciones de paz con el gobierno colombiano, que comenzaron en 2016. El atentado a la academia de policía de Bogotá en 2019 (que Cuba condenó públicamente) puso fin a las negociaciones de paz. El documento firmado por el ELN y el gobierno colombiano en 2016 establece lo que sucedería si las conversaciones de paz se rompen: a los miembros de la delegación del ELN en Cuba se les permitiría el paso seguro de regreso a los campamentos del ELN en Colombia. El documento de 11 puntos ha sido hecho público por los medios colombianos y es vinculante para el gobierno colombiano. El gobierno colombiano ha optado por ignorarlo y solicitar a Cuba la extradición de los líderes del ELN, a sabiendas de que La Habana no tiene más remedio que negarse. Noruega, que es uno de los países que actuaron como garantes de las conversaciones de paz, ha respaldado la posición de principios de Cuba. El débil y desacreditado gobierno colombiano de Iván Duque tiene sus propios motivos para querer poner al ELN en el centro del debate político, pero también está claro que, en este asunto, le está proporcionando a Trump una justificación para actuar contra Cuba.

El segundo argumento utilizado por Pompeo en su declaración se refiere a que Cuba alberga a “varios fugitivos estadounidenses de la justicia buscados o condenados por crímenes de violencia política”. Entre los mencionados se encuentra la activista de las Panteras Negras Assata Shakur, Ishmael Muslim Ali y el activista de la Nueva República Africana Charlie Hill. Se podría profundizar en cada uno de los casos (por ejemplo, Muslim Ali cumplió condena en Cuba por secuestrar el avión que lo llevó allí, mostrando la verdadera actitud de Cuba contra el terrorismo aéreo), pero esa no es la cuestión central aquí. Todos estos “fugitivos de la justicia estadounidense” fueron a Cuba a finales de la década de 1970 o principios de la de 1980. Se encontraban en Cuba en 2015 cuando Estados Unidos eliminó la designación de la isla como un “estado que alberga al terrorismo”. ¿Qué ha cambiado entre 2015 y ahora? En cuanto a la actitud del gobierno cubano hacia estas personas que han recibido asilo, nada ha cambiado. Lo que sí ha cambiado es la actitud del gobierno de Estados Unidos y el hecho de que Trump está a punto de ser expulsado de la Oficina Oval. 

Ataque político a la Revolución Cubana

La declaración de Estados Unidos contra Cuba no tiene ninguna base legal real y no es nada más que un ataque político contra la Revolución Cubana, a la que Pompeo añade Venezuela para completar la provocación. De hecho, como han señalado algunos comentaristas, el proceso que condujo a esta decisión fue impulsado por la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado en lugar de su Oficina de Contraterrorismo, en una infracción del procedimiento habitual.

En realidad, si vamos a examinar los hechos, es Cuba la que ha estado sujeta al terrorismo de Estados Unidos durante los últimos 60 años. Empezando con el desembarco en Playa Girón en 1961, el gobierno de los Estados Unidos ha llevado a cabo innumerables intentos para derrocar la revolución cubana, incluidos los más de 600 complots diferentes de la CIA para matar a Fidel Castro, actos de terrorismo contra turistas extranjeros en Cuba realizados por reaccionarios con sede en Miami, etc.

Si uno quiere saber qué país patrocina el terrorismo y alberga terroristas en el conflicto entre Cuba y Estados Unidos, basta con mirar la historia del ahora fallecido Posada Carrilles, responsable del ataque terrorista de 1976 que derribó un avión de pasajeros de Cubana de Aviación, matando a 73 personas que se encontraban a bordo. Posada Carriles nunca fue llevado ante la justicia en Estados Unidos por sus numerosos crímenes terroristas; de hecho, estaba en la nómina de la CIA. Washington rechazó repetidamente los intentos de los gobiernos de Venezuela y Cuba de extraditarlo. El caso de los Cinco héroes cubanos, encarcelados en Estados Unidos por denunciar redes terroristas anticubanas, es otro buen ejemplo de la auténtica actitud de Washington hacia el terrorismo.

Más allá del tema de las relaciones Cuba-Estados Unidos, Washington tiene un largo historial de participación directa en acciones terroristas en otros países y de patrocinio de grupos y organizaciones terroristas, desde los asesinos muyahidines en la guerra de Afganistán (los precursores de los talibanes y Al Qaeda), a los sanguinarios contras en Nicaragua. El imperialismo estadounidense ha utilizado regularmente métodos terroristas para eliminar a jefes de estado extranjeros que no se plegaban ante los intereses del capital estadounidense, desde el derrocamiento de Arbenz en Guatemala y Salvador Allende en Chile hasta el asesinato de Patrice Lumumba en el Congo. La lista es interminable.

¿Cuáles son entonces las verdaderas razones de esta decisión de última hora de Trump y Pompeo? Cuba (y Venezuela) se han convertido en temas políticos muy importantes en la política estadounidense y particularmente en el crucial estado de Florida, que Trump ganó en las elecciones presidenciales. La comunidad cubana reaccionaria en Miami juega un papel clave tanto en el Partido Republicano como en el Demócrata en el estado y, por lo tanto, complacer la rabiosa demagogia anticomunista de la Guerra Fría es una parte importante de los intentos de Trump por solidificar su base de apoyo.

Además de esto, en las últimas semanas, Pompeo ha salido a la ofensiva para dejar un claro legado reaccionario de la administración Trump en asuntos exteriores, desde las relaciones con China, hasta la guerra en Yemen. Cuba es parte de esto. La medida está diseñada para complicar cualquier intento del nuevo presidente electo de volver a la doctrina de Obama hacia la isla. Si Biden quisiera sacar a Cuba de la lista de “estados patrocinadores del terrorismo”, se necesitarían un procedimiento farragoso de meses de revisión implicando varias agencias. 

¡Manos fuera de Cuba!

Seamos claros, no es que Obama fuera amigo de la Revolución Cubana. Todo lo contrario. Sin embargo, Obama representaba un sector de la clase dominante de Estados Unidos que se dio cuenta de que 60 años de intentos de derrocar la revolución mediante fuerza bruta habían fracasado, y quizás se necesitaban tácticas diferentes. Calcularon que la apertura de las relaciones económicas lograría los mismos fines (poner fin a la revolución cubana) por diferentes medios: a través de la penetración de las relaciones capitalistas.

La decisión de poner a Cuba en la lista de “estados patrocinadores del terrorismo” llega al final de cuatro años en los que la administración Trump no solo ha revertido las medidas tomadas bajo Obama, sino que ha fortalecido el bloqueo y embargo contra la isla caribeña a un nivel sin precedentes. Un compañero cubano con el que hablé comentaba:

“Los ataques de la administración Trump no se han limitado a revertir las medidas de Obama y la activación del Capítulo III de la ley Helms-Burton. Quizás ha sido la administración que más medidas ha tomado para endurecer el bloqueo y que ha intentado con más ferocidad estrangular las fuentes de ingresos de la economía cubana. La persecución de todas las transacciones y operaciones financieras internacionales en Cuba ha sido brutal. Casi todos los meses, y en los últimos tiempos, casi todas las semanas, hay nuevas sanciones y medidas que endurecen el bloqueo contra Cuba “.

Las medidas punitivas introducidas por Estados Unidos han llevado al cese de actividades de Western Union en la isla, haciendo que el tan importante envío de remesas sea mucho más difícil.

Algunos comentaristas han argumentado que, en este contexto, la designación de Cuba como “Estado patrocinador del terrorismo” tendrá poco impacto práctico. Eso no es cierto. La declaración de Pompeo especifica que “la designación de hoy somete a Cuba a sanciones que penalizan a personas y países que realizan cierto comercio con Cuba, restringen la ayuda exterior de Estados Unidos, prohíben las exportaciones y ventas de defensa e imponen ciertos controles a las exportaciones de artículos de doble uso ”. Eso ya sería bastante malo de por sí. Pero además, la decisión enviará una poderosa señal a las empresas y negocios de todo el mundo (no solo en los EE.UU.), de que las transacciones financieras y las relaciones económicas con Cuba estarán sujetas a una nivel adicional de escrutinio. Según el presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, John Kavulich, esto agregará “otro, entre muchos desincentivos para buscar oportunidades para exportar, importar o brindar servicios a Cuba”.

Si tomamos una definición de diccionario del terrorismo como “el uso ilegal de la violencia y la intimidación, especialmente contra la población civil, para conseguir objetivos políticos”, entonces, claramente, las acciones del imperialismo de Estados Unidos contra la Revolución Cubana son precisamente actos de terrorismo.

Este último ataque se produce en un momento en que Cuba enfrenta su crisis económica más severa desde la caída del estalinismo en la URSS, con una caída del PIB en 2020 del 11 por ciento, según el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil. Esta crisis es el resultado de una combinación de factores, incluida la pandemia Covid-19 y su impacto en el turismo, pero se ha visto muy agravada por las medidas de Washington. Como resultado, la dirigencia cubana ha introducido una serie de medidas que se habían discutido durante años, que equivalen a debilitar la planificación estatal y hacer concesiones al mercado capitalista, como hemos explicado en otro artículo.

En el fondo, el continuo asalto del imperialismo estadounidense, está motivado por el hecho de que, hace 62 años, el pueblo cubano – los obreros, los campesinos y los pobres – decidieron liberarse de su dominación. Además, la Revolución Cubana expropió el capitalismo por primera vez en el hemisferio occidental, a 90 millas de distancia de la potencia imperialista más poderosa de la tierra, y hasta el día de hoy sigue siendo una fuente de inspiración para los trabajadores y los oprimidos de América Latina y del mundo.

Como marxistas revolucionarios defendemos y apoyamos incondicionalmente a la Revolución Cubana contra el imperialismo y contra la amenaza de la restauración capitalista. Es deber de todos los socialistas, no, de todos los demócratas, rechazar este último ataque y decir alto y fuerte: ¡manos fuera de Cuba!