La lucha de clases en el Perú y la vigencia del pensamiento de Mariátegui

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”La misma palabra revolución, en esta América de las pequeñas revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista.” José Carlos Mariátegui, (Aniversario y balance, 1928).

En los últimos años hemos sido testigos de la lucha que se ha desatado en el sur del continente, misma que ha cimbrado la conciencia de miles, echándolos a las calles con una solo consigna: cambiar el estado de las cosas existente, y es que no es para menos la situación que se ha vivido recientemente.

Las masas han salido a luchar una y otra vez, en Chile, Ecuador, Brasil, Bolivia, Perú y en más países de Sudamérica, no por gusto, sino porque las condiciones de vida de la mayoría son abrumadoras, profundizándose por la pandemia COVID-19 y el confinamiento, que cabe decir, no todos tenemos la posibilidad de quedarnos en casa, por lo que para millones de trabajadores quedarse o no en casa se vuelve más una lucha por sobrevivir, ya que en cualquiera de los dos casos la probabilidad de morir es real (por inanición o por el virus).

Los movimientos que se han desarrollado y que hemos seguido con gran entusiasmo han sido magníficos, porque vemos el potencial existente en las masas de trabajadores, jóvenes, mujeres e incluso niños y ancianos, se ven las ganas de cambiar de raíz la sociedad, de terminar con los males que la aquejan. Pero falta un aspecto muy importante por definir y que necesitamos hacer lo más pronto posible porque los movimientos y la lucha por una mejor sociedad no han llegado a su fin, más bien, se podría decir que estamos viendo el inicio de nuevas movilizaciones. No solo en el Sur de América, también en Centro América, ya vimos los acontecimientos en Guatemala y en Honduras hay muchas cuentas pendientes con Juan Orlando Hernández. En México la lucha de las mujeres sigue imparable y en Estados Unidos con Biden una cosa u otra cambiará, pero nada en favor de los más desfavorecidos.

Y a lo que quiero llegar es que, cuando alguien sale a luchar sabe muy bien que no quiere, por ejemplo, la corrupción, el narcotráfico, la violencia, los feminicidios, la pobreza, el cambio climático, el alza en las tarifas del transporte o pagar nuevos impuestos, etc. Las razones son obvias, dado que lo vive todo el tiempo hasta que llega al hartazgo y decide que no más. Sin embargo, al salir a luchar (por lo que sabe bien que no quiere) no sabe qué es lo que quiere para el futuro, ni la forma para llegar a realizarlo.

En ocasiones los movimientos dan golpes muy fuertes que tambalean todo, que hace que caigan funcionarios, asambleístas o parlamentarios, incluso presidentes, y al no tener una claridad sobre lo que sigue, se cae en la trampa de las promesas, de los disque acuerdos, para que al paso de un tiempo las cosas sigan igual que antes. La burguesía es capaz de poner la cabeza de algún pez gordo de vez en cuando, incluso la de un presidente y con ello, dar algunas dadivas o reformas para demostrar que la “democracia” funciona, que el malo era el presidente o el acusado en cuestión.

Pero no se trata de reformar el capitalismo ni de maquillar su horrendo rostro, se trata de eliminarlo, de echarlo al basurero de la historia, la cuestión es ¿cómo lo logramos? ¿Por medio de elecciones, con una nueva constitución, con una asamblea nacional? Otra cuestión es ¿qué programa hay que defender? O ¿con qué medios?

Y para responder dichos cuestionamientos es necesario y casi obligatorio revisar un poco lo que ya ha sucedido con los gobiernos progresistas, sacar lecciones para el Perú y analizar la vigencia del pensamiento de José Carlos Mariátegui, no solo para el Perú, sino para toda América Latina.

La bancarrota del reformismo o de los gobiernos progresistas

Como ya dije los acontecimientos que han sacudido el sur del continente nos tienen que dar pauta para un análisis sobrio y serio, en el cabe hablar de los gobiernos progresistas en el sur del continente.

Los gobiernos de Lula-Rousseff, Cristina Fernández, Hugo Chávez-Nicolás Maduro, Rafael Correa y Evo Morales, llegaron al poder por medio de elecciones con un apoyo masivo, en el caso de Venezuela, el pueblo ha defendido en reiteradas ocasiones el proceso revolucionario, sin embargo, existen tres características muy concretas en todos los casos que menciono y que nos deben de orientar para saber qué es lo no debemos de plantear, pero veamos cuáles son esas características.

1) Todos los beneficios que fueron otorgados a los trabajadores, campesinos, indígenas, jóvenes y estudiantes, tanto hombres como mujeres, derivaron de los precios altos de los combustibles fósiles, de las materias primas que se exportaban principalmente a China y Europa, en el caso de China la crisis de 2008 se desarrolló de forma muy pausada, la ralentización de su economía durante la crisis no les afecto tanto ni de inmediato como al resto del mundo, lo que hizo que dichas economías se mantuvieran estables, pero la crisis alcanzó a China, y a los líderes europeos, Alemania y Francia. Las cosas cambiaron cuando la crisis se generalizó, cuando los precios del petróleo bajaron y las exportaciones se redujeron. Los recursos escasearon, por lo que no fue posible mantener el mismo ritmo en la entrega de beneficios en forma de programas sociales. Lo que significó que la oposición se fortaleciera ayudada por organismos internacionales como la OEA, y por poner un ejemplo de su intervención, tenemos el golpe de estado que derrocó a Evo Morales hace un poco más de un año.

2) La derecha en esos países fue marginada en un primer momento por el movimiento masivo e imponente, quedándose solamente con algunos puestos en los parlamentos o asambleas nacionales, pero supieron esperar. Cuando las cosas cambiaron y con la posibilidad de ser personajes públicos, pero sobre todo resentidos, no esperaron mucho para cuestionar el estado de cosas, al final capitalizaron el descontento en la reducción de los niveles de vida, en casi todos los países volvieron a gobernar o influyeron para un giro a la derecha en el gobierno, tal fue el caso de Lenin Moreno en el Ecuador. En el caso de Venezuela, que se ha mantenido, sobre todo por las masas de trabajadores, campesinos, estudiantes, mujeres, etc. (pero que después de varios años defendiendo la revolución existe cierto cansancio), es que el proyecto continúa, aunque hay que decirlo, muy tergiversado ya por Nicolás Maduro, y a pesar de los intentos de asesinato, invasión, la autoproclamación como presidente de Juan Guaido, que movilizó a los medios vendidos al imperialismo y un sinfín de cosas más, prefiere “dialogar” con la oposición y darles beneficios, en lugar de profundizar la revolución y erradicar el capitalismo en Venezuela.

3) La última característica es la más importante de todas, porque se aplicó de forma general en los países que ya he mencionado, es decir, no se acabó con el capitalismo, ni se le quitó poder a la burguesía, muy al contrario, se concilió con ellos, se habló de pluralidad, se les dio la pauta para confabular, en el caso de Venezuela los intentos de golpe de Estado han ido subiendo de intensidad, y en cada ocasión se ha llamado a conciliar, a dialogar, cuando obviamente lo que quiere la oposición es la cabeza de Maduro y volver la rueda de la historia como cuando gobernaba Carlos Andrés Pérez.

Los personajes que han ganado las elecciones y que han realizado cambios sustanciales en la vida de millones de personas, han creído que el capitalismo se puede reformar, que se puede convencer a la burguesía de ser más amables, de ser mejores personas, e incluso se ha tratado de trabajar con ellos, el caso de Evo Morales es muy relevante, concedió un sinfín de permisos a diversas empresas, en el afán de no “polarizar” y el resultado fue que le dieron la espalda cuando sus intereses estaban de por medio, no estaban dispuestos a seguir a la sombra, salieron a la luz y dieron un golpe de Estado de la mano de la OEA.

Los gobiernos progresistas, aunque tuvieron (Venezuela todavía tiene cierto apoyo) un enorme apoyo por parte de las masas en sus respectivos países, no supieron hacia dónde dirigirse, y es que para ello es necesario un programa claro, en que estén sentadas las bases para una transformación profunda, en donde se vele por los intereses de la mayoría de la sociedad, sin titubeos ni claroscuros. José Carlos Mariátegui, en ese sentido, es una figura fundamental, dado que aun en el caso de un país  fundamentalmente agrícola como lo era el Perú de principios de siglo supo ver que la opción socialista era la única para resolver los problemas  que  se presentan en toda revolución democrática,  decir que busca romper con los rezagos feudales y avanzar hacia un progreso auténticamente humano.  Para argumentar estas afirmaciones pasemos a revisar los acontecimientos recientes en el Perú.

Lucha de clases en el Perú

En cualquier parte del mundo el capitalismo se enfrenta a una severa crisis, pero también es cierto que, el capitalismo es capaz de reconfigurarse, aunque cada vez que se salva de una crisis prepara las condiciones para una nueva, más profunda y con mayores contradicciones que la anterior, trayendo consecuencias insoportables para la mayoría de la población.

Esto que menciono le cae como anillo al dedo al Perú, desde la proclamación de independencia el 28 de julio de 1821 hasta la fecha, el pueblo peruano ha luchado por mejoras en sus condiciones de vida, teniendo avances como en el resto de Latinoamérica, pero siempre bajo el yugo del capital y de la democracia burguesa.

Pero no hablaré de los acontecimientos que se han desarrollado a lo largo de la historia peruana, sino de los acontecimientos que en las recientes semanas han logrado la renuncia de Manuel Merino, que se le puede ligar a las administraciones heredadas de los 90’s, principalmente de Alberto Fujimori, uno de los ex presidentes más corruptos que ha tenido el Perú, y que actualmente se encuentra en prisión, purgando una condena de 25 años, acusado de un autogolpe de estado, delitos de corrupción y espionaje, peculado, homicidio calificado con alevosía y secuestro (las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, el secuestro de un periodista y un empresario), y usurpación de funciones.

Fujimori cumplía su condena, misma que fue postergada por el indulto humanitario que Pedro Pablo Kuczynski le concedió, a 10 años de la sentencia, pero que en realidad fue concedido porque Kuczynski estaba por ser destituido por el Congreso, pero se “salvo” de la destitución con los votos de abstención Kenji Fujimori y otros nueve legisladores del partido Fuerza Popular, lo que obviamente sacó el lado “humanitario” de Kuczynski, y pagó el favor con el indulto para Alberto Fujimori.

Aunque no le duró mucho el gusto, porque al final, y tan solo con dos años de gobierno, el mismo Kuczynski presentó su renuncia, ante la inminente destitución por la difusión de unos vídeos en los que Kuczynski aparece negociando la compra de votos con Kenji Fujimori. Lo curiosos de esto es que fue la misma Keiko Fujimori quien difundió los vídeos.

Lo que vemos aquí y que se ha repetido hasta el cansancio, es la más vil impunidad con la que se han manejado todos los gobiernos peruanos, evidenciando la podredumbre del sistema político peruano, mismo que se mantiene en la actualidad y que deja ver las limitantes de la democracia burguesa, de sus instituciones, y al mismo tiempo la bancarrota del capitalismo.

Haciendo un recuento de los presidentes en las últimas décadas, ninguno se escapa de malos manejos, corrupción y demás crímenes cometidos en contra de los intereses de los trabajadores, el más sonado, como ya explique es Alberto Fujimori, le sigue Alejandro Toledo que fue arrestado en los EEUU y extraditado al país por corrupción, el caso de Alan García es dramático, pues se suicidó en cuanto se le dictó orden de aprehensión y la policía se dirigía a su domicilio por el caso Odebrecht, Ollanta Humala está en libertad condicional por el caso de corrupción que en Brasil se llamó Lava Jato (auto lavado) y que también se vincula a Odebrecht, Pedro Pablo Kuczynki fue destituido en 2018 está bajo arresto domiciliario, por lavado de dinero y por la difusión de los vídeos en los que negocia el indulto a Alberto Fujimori, el caso más reciente es el del presidente Martin Vizcarra, también acusado de soborno y corrupción.

En el caso de Vizcarra y su destitución se nota además de lo pestilente del sistema político, la hipocresía de la clase política, puesto que el parlamento peruano está plagado de déspotas corruptos, que lo único que buscan es cubrir sus propios crímenes y velar por los intereses de una clase parásita, no los de la mayoría de la población. Manuel Merino, quién asumió el interinato fue uno de los principales impulsores de la “vacancia” sobre Vizcarra, incluso se sabe que contactó a las Fuerzas Armadas para anunciar las medidas contra el presidente en funciones, cuando todavía el Congreso no se pronunciaba al respecto.

Este acercamiento demuestra que, aunque la destitución fue “legal”, puesto que obtuvo 105 votos de 130, Merino y sus secuaces tenían sus propios planes, hacerse de la presidencia, convocar elecciones y que las cosas no cambiarán ni un poco. Sin embargo, no contaban con la fuerza e indignación de las masas, que sin cortapisas decidieron tomar las calles de Lima y otras ciudades, en una enorme manifestación, se dice que la más grande en los últimos 20 años. Pero los manifestantes fueron muy claros, en algunos carteles se leía:

“Amo Perú, me avergüenzan los que gobiernan”. “Merino no es presidente”. “El Congreso es pandemia que no termina”. “Ni el Covid nos hizo tanto daño como Merino”.

La salida a las calles no fue en defensa de Vizcarra, eso también lo dejaron muy claro:

“No es por Vizcarra, es por nosotros. Este Congreso no me representa”

La crisis política que se desarrolló en unos pocos meses, pero que se venía arrastrando desde hace muchos años, llegó a su límite, las masas decidieron poner un punto final al gobierno provisional de Merino (que duro tan solo unos días), pero no en defensa de Vizcarra, como ya mencioné, sino por ellos mismos. En el Perú se vive en condiciones abrumadoras, profundizadas por las medidas económicas para sobrellevar la crisis sanitaria, lo que significa que se prevé una recesión de 12%, además de la desaparición de hasta tres millones de empleos, algo que afectará a los más desfavorecidos, pues el 70% de los peruanos trabaja de manera informal, para vivir con lo que gana cada día.

Algunas medidas son el subsidio de 35% a la planilla de las empresas para los trabajadores que tienen sueldo de hasta 1,500 soles, con dicho subsidio se “beneficiará” a unas 265,391 empresas, es decir, el gobierno peruano pagará el salario de los trabajadores, algo que suena bien, sin embargo, no lo es, porque a la vez permite el aplazamiento de depósito de Compensación por Tiempo de Servicio (CTS) por parte de las empresas, de mayo hasta noviembre 2020, dicho beneficio brinda a los trabajadores un “alivio” para que cuando la relación laboral termine, el trabajador pueda disponer de este fondo en lo que se encuentra desempleado.

Por otra parte, a los empresarios les dio una prórroga en la declaración y el pago mensual de impuestos correspondientes a los meses de febrero hasta agosto 2020, adicionalmente les dio una prórroga de hasta 4 meses de la declaración anual y pago del impuesto a la renta anual 2019.

Por lo tanto, las medidas tomadas por Vizcarra, obviamente no fueron en beneficio de los trabajadores, sino de la burguesía peruana. Según la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (SUNAFIL), desde mayo se recibieron denuncias de: servicios (inmobiliarios y alquileres), con 2,592 denuncias; transporte y almacenamiento, con 918 denuncias; comercio al por mayor y menor, con 704 denuncias; industrias manufactureras, con 648 denuncias y; otros, con 549 denuncias.

El informe recopila alrededor de veinte denuncias sobre decisiones empresariales que han puesto en riesgo a los trabajadores y a las comunidades en el contexto de la pandemia. Backus, Shougang, GSS y el club El Golf se encuentran comprometidos por exponer a riesgo de contagio a sus trabajadores al continuar sus labores durante la cuarentena.

Otros casos involucran a EsSalud por la falta de materiales adecuados de protección a su personal de salud. Cineplanet, UCSUR, Suiza Lab, El Corralito, La Bomboniere, Inca Rail, Graña y Montero, UNICON, etc. tienen denuncias sobre despidos, cese de relaciones laborales o “suspensión perfecta” de labores sin goce de haber.

Las medidas tomadas por el gobierno estuvieron en sintonía con las exigencias de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Conifep), pues pedían al gobierno que les permitiera implementar la suspensión perfecta de labores, pero se adelantaron al Gobierno y cursaron a sus trabajadores comunicaciones internas informándoles de la medida, que implicó la paralización del vínculo laboral entre personal y empleador y del pago de remuneraciones mientras dure la emergencia sanitaria. El informe también incluye un análisis de la situación en algunos sectores y regiones especialmente vulnerables. Entre estos, se analiza la situación en el sector minero, el sector agroexportador y en las actividades extractivas en la Amazonía. En todos esos sectores, se identifican prácticas que ponen en riesgo la salud de los trabajadores y de las comunidades.

En cuanto a la pandemia, en los últimos días de noviembre se registró un total 35,923 personas fallecidas a nivel nacional a causa del COVID-19, según informó el Ministerio de Salud (Minsa), en lo que respecta a la cantidad de casos positivos de la enfermedad, se indicó que la cifra asciende a 962,530 también a nivel nacional.

Como vemos las manifestaciones tienen un trasfondo mayor, en el que destaca la desigualdad, la carencia, la pobreza y un sinfín de calamidades para el pueblo peruano, así que las movilizaciones que vimos y seguramente se mantendrán por algún tiempo en el Perú no es otra cosa que la lucha de clases abierta entre el pueblo trabajador, la burguesía y sus representantes en el Congreso.

La pronta caída de Merino demuestra el gran poder que se desató en las calles, el enorme coraje, pero también la valentía de enfrentarse a la represión del sistema, que se aferra con uñas y dientes, y que como ya dije anteriormente, la burguesía es capaz de sacrificar a Merino y a quién sea necesario para mantener intacto el estado de cosas en Perú.

Pero la incapacidad de la burguesía para enfrentar las tareas de proporcionar a las masas al menos una esperanza en el futuro no son  solo recientes como veremos a continuación.

Perú: desarrollo desigual y combinado

El desarrollo del capitalismo en Perú, se repite como en el resto de países atrasados, el impulso del capitalismo peruano se desarrolla de una forma desigual, en la que se van combinando otras formaciones económicas, se combina la agricultura de subsistencia con la supervivencia de formas de la comunidad primitiva con propiedad colectiva de la tierra, la agricultura capitalista de exportación en la que se emplean formas de trabajo forzado con el desarrollo de una industria altamente desarrollada en pequeños enclaves económicos, los cuales se regían con normas de explotación capitalista.

Trotsky, en su libro “La historia de la revolución rusa”, dice esto acerca del desarrollo desigual y combinado:

“Azotados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados se ven obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible comprender la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera que sea su grado.”

Lo anterior es importante por la caracterización del Perú, dado que bajo el capitalismo no existe una salida viable ni duradera para las masas, porque el papel de la burguesía en los países atrasados siempre ha sido de dependencia del Estado y del imperialismo, en nuestros países no ha existido eso de la “burguesía progresista”, por lo que la tarea de la transformación de la sociedad recae indudablemente en el pueblo trabajador.

Pero, ¿qué camino seguir?, y es que dentro del movimiento de las masas siempre hay diversas posturas, una de ellas es creer que el capitalismo se puede reformar, pero eso es igual a querer dar de comer lechuga a un tigre, y esperar que éste no ataque a su cuidador. Otra alternativa es volcarse al nacionalismo, el centrar todos los esfuerzos “por la nación”, incluidos los derechos de los trabajadores, mismos que han sido obtenidos a sangre y fuego, eso equivale a llamar a la unidad nacional, una gran farsa para los que han salido a las calles y que han logrado la caída de Merino, porque esa “unidad nacional” es pan con lo mismo. Otra opción es algo más extrema, volver la rueda de la historia y buscar la grandeza del pueblo Inca, volver a las formas tradicionales de organización, y aunque no se debe de negar la importancia de los pueblos indígenas, es imposible volver al pasado.

¿Entonces, qué hacer, hacía dónde avanzar? El único camino que queda es avanzar en la lucha por una mejor sociedad, y ese camino no es otro que el de la lucha por el socialismo, y en Perú existe un enorme referente, José Carlos Mariátegui, uno de los más grandes teóricos marxistas latinoamericanos del siglo pasado.

Mariátegui nos da elementos desde una perspectiva genuinamente marxista e internacionalista, alejada del nacionalismo, indigenismo, revisionismo estéril y de la caricatura estalinista, males muy arraigados y que hay que combatir para dotar a la clase trabajadora de una verdadera explicación, pero sobre todo de una salida real a la crisis que hoy se enfrenta en Perú.

Mariátegui y la actualidad de su pensamiento

La teoría de la revolución permanente explica que en los países coloniales y semi-coloniales, en los que ni siquiera se han materializado las reivindicaciones ni solucionado los problemas pendientes de la revolución democrática burguesa (la independencia económico-política, es desarrollo de una industria nacional, la reforma agraria, construcción de un estado democrático, la separación iglesia del estado, etc.),  no queda otra alternativa que no sea la acción revolucionaria del proletariado, que, en alianza y dirigiendo a las masas campesinas, solucionará esos problemas, pero sin detenerse en las medidas democrático-burguesas, sino dando a la revolución un carácter permanente hacia el socialismo.

Como ya expliqué, la burguesía es incapaz de llevar a cabo las tareas democrático burguesas por el atraso de la sociedad y por la dependencia económica, es más una burguesía parasita, que vive del Estado y de la más vil explotación. El mejor ejemplo de la teoría de la revolución permanente fue la revolución rusa. Una vez derrocado el zar, la burguesía rusa no supo ni pudo cumplir con ninguna de las expectativas de las masas e incluso defendió y continuó en la guerra imperialista. Fue obra de los obreros y campesinos rusos la toma del poder y con ello la solución de los problemas que a la burguesía le quedaron grandes.

Un acercamiento de lo anterior es la caracterización que tenía Mariátegui de la burguesía peruana:

“La clase terrateniente no ha logrado transformarse en una burguesía capitalista, patrona de la economía nacional. La minería, el comercio, los transportes, se encuentran en manos del capital extranjero. Los latifundistas se han contentado con servir de intermediarios a éste, en la producción de algodón y azúcar. Este sistema económico, ha mantenido en la agricultura, una organización semifeudal que constituye el más pesado lastre del desarrollo del país”.

Por lo tanto, para Mariátegui la salida no se encuentra en la “burguesía progresista”, sino en la clase trabajadora:

(…) “el destino colonial del país reanuda su proceso. La emancipación de la economía del país es posible únicamente por la acción de las masas proletarias, solidarias con la lucha anti-imperialista mundial. Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir”.

Un elemento adicional y completamente fascinante es que Mariátegui llegó a estas conclusiones solo, no conocía los textos de Trotsky ni de Lenin sobre este tema, lo que lo pone muy por encima de otros “teóricos” latinoamericanos, ya que supo aplicar de una forma excelsa el método marxista, a la muy compleja realidad peruana.

Un aspecto que es muy relevante es la cuestión indígena y campesina, desde el marxismo decimos que la clase revolucionaria es el proletariado, y eso ha traído falsas concepciones de esta idea. Una de ellas es que a las masas campesinas e indígenas se les relega a un papel meramente auxiliar, pero no podría ser de otra forma, dado que el papel que juega el proletario en la actualidad en la producción bajo el capitalismo es medular, adicionalmente que el campesinado suele tambalearse entre apoyar a la burguesía o al proletariado. Pero sin duda la solución plena y definitiva de la cuestión agraria y de la cuestión de la opresión nacional, solo puede llegar con la adopción de las más audaces medidas revolucionarias, por eso una de las tareas más importantes es sumar a la lucha por el socialismo a los indígenas, a los campesinos pobres, a los proletarios agrícolas o jornaleros, establecer un solo programa de lucha y un común acuerdo contra los explotadores y por un gobierno obrero-campesino.

Mariátegui supo comprender esto, e incluso fue más allá, rompió prejuicios liberales e incluso de cierta izquierda, al afrontar el gran problema revolucionario constituido por la opresión nacional de las mayorías indígenas de países como Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala, México etc. La cuestión nacional indígena, lejos de ser un problema histórico, para José Carlos ésta representaba un enorme potencial revolucionario:

“la reivindicación indígena carece de concreción histórica mientras se mantiene en un plano filosófico o cultural. Para adquirirla -esto es para adquirir realidad, corporeidad, – necesita convertirse en reivindicación económica y política. El socialismo nos ha enseñado a plantear el problema indígena en nuevos términos. Hemos dejado de considerarlo abstractamente como problema étnico o moral para reconocerlo concretamente como problema social, económico y político. Y entonces, lo hemos sentido, por primera vez, esclarecido y demarcado.”

La opresión nacional y explotación social de los indios es para Mariátegui un problema político concreto antes que una cuestión teórica. Como problema político concreto su solución pasa por los propios indios que Mariátegui justamente considera el aliado natural del proletariado urbano en la lucha por el socialismo, única vía para la emancipación tanto del obrero como del indígena.

El mismo destaca que “no menos del 90 por ciento de la población indígena así considerada, trabaja en la agricultura. El desarrollo de la industria minera ha traído como consecuencia, en los últimos tiempos, un empleo creciente de la mano de obra indígena en la minería. Pero una parte de los obreros mineros continúan siendo agricultores. Son indios de «comunidades» que pasan la mayor parte del año en las minas; pero que en la época de las labores agrícolas retoman a sus pequeñas parcelas, insuficientes para su subsistencia”.

Esta situación sigue repitiéndose en Perú y para Mariátegui la vía concreta para la solución de la cuestión indígena era la formación de vanguardias entre los indígenas proletarizados o semiproletarizados, para que puedan organizar a sus comunidades, venciendo la resistencia de estas frente a “predicadores” mestizos, hispanohablantes y blancoides. Para ello era necesario en primer lugar educar a los cuadros políticos para vencer sus prejuicios hacia los indios. “No es raro – escribía Mariátegui – encontrar entre los propios elementos de la ciudad que se proclaman revolucionarios, el prejuicio de la inferioridad del indio y la resistencia a reconocer este prejuicio como una simple herencia o contagio mental del ambiente”.

Asimismo, no debemos de caer en el lado opuesto, si bien la población indígena forma parte de la mano de obra que utiliza la burguesía para su beneficio, no radica en ellos el potencial revolucionario, ni tampoco hay que caer en el paternalismo occidental, que al defender al indígena lo mistifica y lo pone bajo su tutela:

“Del prejuicio de la inferioridad de la raza indígenas, empieza a pasarse al extremo opuesto: el de que la creación de una nueva cultura americana será esencialmente obra de las fuerzas raciales autóctonas. Suscribir estas tesis es caer en el más absurdo e ingenuo misticismo.”

Y continua:

“las posibilidades de que el indio se eleve material e intelectualmente dependen del cambio de las condiciones económico sociales. No están determinadas por la raza sino por la economía y la política.”

Para Mariátegui el potencial revolucionario de los pueblos indígenas no se ponía en tela de juicio, especialmente en su carácter de campesinos oprimidos por relaciones semifeudales en un contexto de capitalismo dependiente latinoamericano, por lo que se volvía una necesidad unir la lucha de los trabajadores urbanos socialistas con la de los campesinos oprimidos por el feudalismo, las tradiciones de trabajo en común y explotación colectiva de la tierra podían jugar un papel de facilitador de la lucha en común contra el poder central, en todos los casos era capitalista en términos políticos, aunque se sirviese de métodos y relaciones semifeudales en el campo.

Sin embargo, no se necesitaba llevar al indígena del semifeudalismo al capitalismo, pues en la vía de los hechos era lo mismo, sino que se trataba de luchar directamente por un régimen socialista:

“hay que dar a las poblaciones indígenas o negras esclavizadas certidumbre de que solamente un gobierno de obreros y campesinos de todas las razas que habitan el territorio, los emancipará verdaderamente, ya que este solamente podrá extinguir el régimen de los latifundios y el régimen industrial capitalista y librarlo definitivamente de la opresión imperialista”.

Por otro lado, no existe en Mariátegui la idea de la desaparición de las comunidades indígenas como un medio de su emancipación, para Mariátegui la existencia misma de las comunidades ha sido un foco de resistencia que en el marco de una revolución socialista y podrían facilitar la realización del programa revolucionario en el campo, al contrario del disperso campesinado tradicional:

“Las comunidades, que han demostrado bajo la opresión más dura condiciones de resistencia y persistencia realmente asombrosas, representan un factor natural de socialización de la tierra (…) la comunidad puede transformarse en cooperativa”.

En suma, la posición de Mariátegui es la base para una aproximación correcta sobre la problemática indígena, la cual está en la lógica de rescatar toda la riqueza cultural, ello incluye a las distintas lenguas y tradiciones, que coadyuven al desarrollo colectivo de la sociedad, pero no de manera aislada, no por encima o primero que el conjunto de los demás trabajadores. Fiel a la tradición marxista la lucha campesina y la lucha de los pueblos indígenas, incluyendo la lucha por su autodeterminación, solo es posible en la lucha por el socialismo.

A manera de conclusión

Los años han pasado, sin embargo, la trascendencia e importancia de las ideas de Mariátegui ha sobrevivido al paso del tiempo y siguen siendo una referencia obligada para entender el problema de la revolución latinoamericana y para establecer un programa acorde con las necesidades de las masas, que como en Perú se enfrentan a movilizaciones históricas, en las que se pone de manifiesto unas enormes ansias de transformar la realidad que tanto les aqueja.

De los nacionalistas como Haya de la Torre y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) o los estalinistas hoy sólo quedan caricaturas que son en sí mismos son un burdo remedo de lo que aspiraron ser, mientras tanto Mariátegui es una referencia y una fuente de conocimientos para las nuevas generaciones que se disponen a reemprender la tarea que el emprendió con gran entusiasmo, pero que la enfermedad y su pronta muerte no lo dejo profundizar.

Para hacer un mejor balance de la importancia de José Carlos Mariátegui dejo los siguientes enlaces, de los que fue sacada gran parte de la información sobre el pensamiento de Mariátegui, y que considero serán de gran ayuda.

https://www.marxist.com/mairategui-y-la-revolucion-permanente.htm

https://old.laizquierdasocialista.org/node/389