La crisis capitalista mundial impone condiciones de vida cada vez más difíciles para los trabajadores en todo el mundo. En Argentina esto se traduce en desempleo, despidos, suba de precios, rebajas salariales, intensificación de la explotación, etc.
Las patronales, planteando como excusa el freno de la economía, están imponiendo en los hechos la reforma laboral que no pudieron hacer pasar en el Congreso de la mano de Macri por la creciente movilización de los trabajadores y la juventud que se oponían en las calles poniendo un límite al ajuste de CAMBIEMOS.
Ante un Estado que intenta regular el capitalismo la lógica que se impone es la de los grandes empresarios, banqueros y terratenientes dueños de la economía del país.
Uno de los aspectos que más vienen sufriendo los trabajadores es el del llamado “Teletrabajo”. Es decir, el trabajo a distancia que transforma el hogar en una oficina o un aula precarizando la vida de las trabajadoras y trabajadores ya que esto implica en la practica la flexibilidad laboral pura y dura.
Los empleadores aumentan la carga horaria y traspasan cargas y responsabilidades sobre las espaldas de sus empleados, no pagan horas extras, exigen disponibilidad full time y amenazan con el fantasma del despido a quienes levantan la voz contra estos atropellos.
El teletrabajo es un giro de tuerca más a la explotación de la clase trabajadora y a la esclavitud familiar.
Sin límites de horas, sin transición entre la vida laboral y la familiar representa un fabuloso ahorro para las empresas y el Estado.
A pesar de la media sanción en la Cámara de Diputados a un proyecto de ley sobre teletrabajo que busca regular esta modalidad la situación actual no mejora para los miles y miles que se ven afectados por esta nueva modalidad de explotación que golpea con más fuerza a las mujeres ya que se ven presionadas, por el capitalismo patriarcal, a asumir además del trabajo la crianza de los hijos y las tareas del hogar. Y no solo eso, sino que también varios de los proyectos de ley elaborados lo que buscan es legalizar el teletrabajo para darle un marco jurídico que de algunas concesiones a los trabajadores pero que en última instancia termina siendo beneficioso para el empleador.
Para reflejar de una manera directa como se está imponiendo una reforma laboral de facto y cuáles son las condiciones de vida en esta crisis sanitaria, política y económica, compartimos la experiencia y el punto de vista de Malvina, trabajadora docente; Alma, trabajadora migrante; y Leónidas, trabajador de servicios informáticos.
Malvina Alvides (trabajadora docente-delegada SUTEBA)
Las /os trabajadores de la educación en nuestro país son de los que han sido mayoritariamente perjudicados en sus condiciones laborales, ante la situación de cuarentena por el covid19.
La sobrecarga laboral a través de clases virtuales full time, adaptaciones de los contenidos, revisión de las actividades en todo momento, invención de actividades formativas y de contención a los estudiantes en los formatos más variados hasta que los mismos empiecen a responder.
En un mundo capitalista donde cada vez se evidencian las desigualdades y diferencias también de nuestros alumnos en el acceso a una computadora o a un teléfono con internet, es una irrealidad que puedan seguir clases virtuales cuando los condicionantes de sobrevivencia en un importante porcentaje de los casos no son cumplimentados. En muchos hogares de la clase trabajadora conviven gran cantidad de personas todo el día por lo tanto la actividad de enseñar y aprender se hace intercalada con otras tareas de la vida cotidiana.
La exigencia para seguir sosteniendo una continuidad pedagógica como si nada hubiera pasado en la vida de las familias de nuestros estudiantes o en la vida de las docentes que también tienen hijos/as que alimentar y contener en esta difícil situación resulta cada vez más imposible. Por un lado, el Ministro de Educación de la Nación aconseja que no es momento de evaluar y por el otro los directivos de las escuelas piden planillas para completar como si no estuviéramos trabajando y elaborando estrategias de comunicación con nuestros estudiantes, esto crea desconfianza y mayor disciplina de nuestra tarea, tan característico desde sus orígenes en el sistema educativo nacional, generando más stress y afectándonos como trabajadoras/es.
Muchas docentes nos preguntamos todos los días como es la vida de nuestros estudiantes encerrados en sus casas, padres que no tienen un trabajo formal por lo tanto no pueden salir a realizar una changa, mujeres, niños/as y jóvenes conviviendo con situaciones de violencia y sin posibilidades de escapatoria o denuncia por estar inmersos en el encierro por la cuarentena.
A su vez estas modalidades de teletrabajo o virtualidad dan el pie para mayor incidencia del empresariado dueño de internet en la escuela pública.
Los docentes hemos venido movilizándonos en defensa de nuestros derechos y de la educación publica por iniciativa de los delegados de la Multicolor ante la no convocatoria de la Celeste. Exigimos urgente reapertura de paritarias con cláusula gatillo, salario de emergencia de $30,000, por el aumento de los cupos de los comedores porque no alcanzan para la totalidad de las familias y son cada 15 días, cobertura de cargos provisionales y suplentes con actos públicos virtuales Necesitamos trabajar y los alumnos necesitan tener docentes a cargo y esto no siempre sucede. Miles de chicas y chicos no tienen educación en la Provincia de Buenos Aires.
Muchos creen que el problema de esto fue la pandemia, pero en realidad esta crisis es del capitalismo es así que como trabajadores de la educación debemos denunciar no solo nuestra explotación laboral, sino el hambre, la desigualdad, la miseria, si queremos un mundo mejor para nosotras/os y nuestros estudiantes hay que construir otro modelo más justo y humanitario que termine por fin con el capitalismo.
Leónidas (Trabajador de servicios informáticos)
Las diferentes crisis que venimos atravesando terminan resultando una solución para las famosas multinacionales, bancos, y acreedores que se benefician devorándose entre ellos. Sosteniendo así un sistema explotador y asalariado que a su vez termina en mayor devaluación del hombre y la mujer bajo la racionalidad del mercado. La alianza de la banca con las compañías tercerizadas de servicios informáticos, que nominalmente son consultoras IT, permite que los trabajadores de este sector estén a disposición de grandes compañías. Ante una modalidad de trabajo más conocida como “home office” también se crean herramientas de monitoreo y seguimiento del trabajador, una muestra más de sometimiento del hombre y la mujer del nuevo milenio en este sistema de producción capitalista.
En Europa según la OIT, señala a los países escandinavos como la región donde mejor ha resultado la modalidad del teletrabajo, una economía completamente diferente a la de un país sudamericano, y, sin embargo, la misma Europa carece de una jurisprudencia y mecanismos legales en defensa del trabajador.
Llegar al punto de medir la importancia de desconectarse o no de una computadora termina afectando al trabajador en términos de explotación, rompiendo sus vínculos sociales, fomentando una sociedad cada vez más individualizada, estresando a las sociedades más modernas, creando mayor dependencia de los fármacos, y en general, enfermando a la sociedad.
La economía real sigue estando presente pero no es de ésta que se beneficia el sistema capitalista sino del sistema asalariado y precario. Hoy en día, la empresa envía por “delivery“ la silla y notebook para mantener al empleado cómodamente conectado o mejor dicho “ocupado” y el primero sigue llevándose su ganancia.
Alma (Trabajadora migrante)
Los migrantes, los excluidos del teletrabajo
La migración es un fenómeno cada vez más pronunciado en nuestro continente, la movilidad de personas en busca de mejores condiciones de vida es un pan de cada día. La realidad es que los migrantes son una masa de mano trabajadora barata y siempre en condiciones más precarias que la nativa, desarrollando así en su gran mayoría trabajos informales, sin contratos, ni ninguna seguridad social; el informe más reciente publicado por la ONU declara que en argentina residen 2.212.879 migrantes quienes representan el 4,9 % de la población, siendo las comunidades paraguaya, boliviana y chilena las más numerosas, en los últimos años, el número de inmigrantes que viven en Argentina, ha aumentado en un 2,23%, venezolanos y senegaleses son los más llamativos por la gran cantidad que ha llegado en los últimos años.
La informalidad en las que llegan y lo burocrático de los trámites migratorios, entre otras dificultades propias de la migración colocan a estas personas en un limbo legal, en condición de indocumentados, sumándole el no poseer experiencia previa comprobable en el plano laboral, así es como los migrantes vienen a desarrollar labores manuales de baja calificación, de remuneraciones bajas, en condiciones de informalidad, el cuidado de niños, enfermos, adultos mayores, limpieza, atención y venta en locales pequeños, son los más frecuentes, siendo un eslabón más bajo la venta ambulante en su mayoría desarrollado por los migrantes afrodescendientes, ya que estos sufren mayor dificultad a la hora de legalizarse en el país.
Argentina que atraviesa una crisis profunda desde hace años, ahora se enfrenta a una pandemia mundial que ha acelerado esta crisis al borde del default, en el que se han disparado los precios de los productos básicos, a la par que los despidos, sumado a una devaluación encubierta a través de la suba de los distintos tipos de “dólares”,
Ante esto el Estado ha impulsado una asignación económica de $10.000 como ayuda para los hogares más golpeados y los sectores más postergados; estas asignaciones, créditos y ayudas no incluyen a los 2 millones de inmigrantes residentes, colocándoos en muchos casos en situación de calle, en un país desconocido, en una época de invierno, sin los medios y condiciones mínimos para la subsistencia de miles de familias, hombres, mujeres, niños y ancianos que viven al filo de la incertidumbre y sin la más remota posibilidad de regresar a sus países de origen.
A estas penurias no escapan los migrantes más antiguos ya que en su mayoría desarrollan trabajos manuales (cuidado de personas, limpieza, venta, transporte informal, entre otros) paralizados por la pandemia, esto nos lleva a pensar en el teletrabajo como opción para “hacer algo de plata”, pero en la práctica los migrantes viven en condiciones tan o más precarias que sus trabajos, hacinados en casas, hoteles, o cualquier vivienda en las que cada habitación es ocupada por una familia, viven con lo básico, sin medios tecnológicos e incluso sin servicio de internet, lo que hace imposible siquiera asomar la idea de un trabajo remoto de este tipo, lo que de antemano los excluye de esta actividad.
Desprotegidos, desempleados y sin ningún estado o instancia que les brinde protección ante la pandemia son los migrantes ciudadanos de segunda categoría al borde de la indigencia, vulnerables al virus, al hambre, a la miseria, esta es una realidad que se repite en todos los países receptores; la verdad es que los migrantes son parte de la clase trabajadora que moviliza la economía y genera la riqueza, las tareas que realizan son fundamentales para el funcionamiento del país y es su derecho acceder a los beneficios que con sus manos ayudan a construir.
¿Cuál es la salida?
Como vemos a través de estos 3 relatos las condiciones de vida generales de los trabajadores vienen en franco retroceso a pesar de las políticas de contención que viene desplegando el Frente de Todos. Las nuevas modalidades de intensificación de la explotación sean a través de nuevas formas como el teletrabajo, a través de la intensificación de los ritmos de trabajo combinados con las rebajas salariales o directamente la desocupación cuentan con la complicidad o pasividad de los dirigentes de las centrales obreras.
Ante este escenario la necesidad de organizarse para frenar y hacer retroceder a las patronales que ajustan hay que ligarla a la necesidad de darle una perspectiva a esa organización que plantee que la lucha no solo es en el plano económico y reivindicativo, sino que es sobre todo en el plano político ya que es el capitalismo argentino en crisis, como parte de la crisis global, el que impone el ajuste. Por lo tanto, solo la lucha política por poner en pie un Partido de Trabajadores, que lleve adelante una política de clase puede darnos a los de abajo una herramienta propia para poner un freno a la reforma laboral que nos imponen los patrones en los hechos.
En esta perspectiva es fundamental que los cuerpos de delegados, las comisiones internas, y las bases de los sindicatos tomen en sus manos esta tarea.