El gobierno ha decidido reabrir las actividades económicas “no esenciales” esta semana, despreciando la opinión científica contraria de los expertos epidemiólogos y el sentir natural de la mayoría de los trabajadores afectados. El gobierno ha cedido así ante la patronal, condenando a miles de familias trabajadoras al riesgo del contagio y al de perder más seres queridos.
Estos días nos hemos despertado escuchando nuevamente el ruido de las obras de construcción, y miles de trabajadores han tenido que volver en los angostos espacios de sus fábricas y despachos cuando las muertes diarias aún son considerables, más de 500, y la tendencia de contagios, si bien está cayendo, podría remontar con la apertura de la actividad económica no esencial. Esto ocurre mientras todos los datos apuntan, sobre todo los que llegan desde la zona más industrializada de Italia como el caso famoso de la provincia de Bérgamo, que la mayoría de contagios suceden en el lugar de trabajo y en el transporte público.
Nos dicen que “la economía no puede quedarse en hibernación” y que la economía española, como la de otros países del sur de Europa, perdería su competitividad frente a los países del norte. Pero, analicemos bien para quién la economía no puede parar: ¿para los trabajadores que tienen que poner su salud en riesgo, o para los capitalistas que no quieren perder ni un euro de sus beneficios siderales? Hemos visto que el gobierno ha destinado millones de euros en ayudas a las grandes empresas y migajas a la clase trabajadora; pero no, los capitalistas quieren más y el gobierno acata. No quieren renunciar ni a un minuto más de explotación de sus trabajadores, cueste lo que cueste.
El gobierno nos dice también que “en los sectores que vuelven a trabajar habrá un estricto protocolo de seguridad”, cuando sabemos que hasta en las fábricas del sector esencial los empresarios tratan de evadir todo protocolo de seguridad, ocultándose tras explicaciones vergonzosas, como en el caso de Adecco en Procavi, cerca de Sevilla. En la mayoría de plantas es imposible mantener la distancia de seguridad, por la misma estructura de la cadena de producción, así también como en muchas obras de construcción. Además aún no han llegado todas las mascarillas de protección FFP2 que el gobierno dice que quiere distribuir a los que vuelven al trabajo, mientras sabemos que faltan EPIs a los trabajadores sanitarios que están en primera línea.
La verdad es que el gobierno del PSOE-UP es incapaz de defender consecuentemente a las familias trabajadoras que les dieron su más honesta confianza en las urnas. Es incapaz de hacer frente a la patronal y de facto está aplicando todos sus dictámenes. Abren las fábricas, pero nos avisan que “el confinamiento sigue en pie”. Es decir, trasladan únicamente a la conducta individual de cada uno de nosotros la batalla contra el virus, cuando sabemos que no es así. Se puede ir al trabajo en un lugar cerrado y desprotegido pero no se puede ir a caminar en un espacio exterior abierto y amplio. Hay que tener en cuenta que los estudios científicos nos dicen que la inmensa mayoría de los contagios se producen por un contacto continuado (más de 15 minutos) con una persona infectada en un lugar cerrado.
La conducta del Gobierno español es una mezcla de propaganda mediática engañosa, errores pueriles y servidumbre ante el capital del IBEX 35. Este, que es el comportamiento natural de la derecha y de los gobiernos regionales que ésta dirige, no debería ser el de un gobierno que se reclama de izquierdas y defensor de las familias trabajadoras. Abren las actividades económicas innecesaria antes de que baje la curva de los contagios, antes de tener los dispositivos de protección para todo los trabajadores y, sobretodo, antes de tener un plan claro para detectar y aislar a los nuevo contagiados como se hace en Corea del Sur, Taiwán y otros países. Pero no, no dejan ni a los niños dar una vuelta en el parque con uno de sus padres, condenándolos a un innecesario sufrimiento psicológico. Su ineptitud política nos puede condenar a un repunte de los contagios, frustrando así el esfuerzo de millones de trabajadores que han respetado las normas de cuarentena y de distanciamiento social hasta ahora.
Mientras el gobierno falla, la clase trabajadora demuestra su fuerza y capacidad de organización desde abajo con los grupos de solidaridad de barrio y sobretodo con el esfuerzo de los trabajadores sanitarios a los que llaman héroes pero que después insultan con un “complemento de peligrosidad” de apenas 33,88 euros!
Desde hoy, los sindicatos tendrían que organizar la respuesta, comenzando con la realización de asambleas en los centros de trabajo para discutir la situación, hasta el punto de llamar a una huelga general para proteger la salud de las familias trabajadoras. El ejemplo de los trabajadores de Airbus, Michelin y otras fábricas al principio del confinamiento tendría que mostrarnos el camino, como así el de los trabajadores norteamericanos de Amazon o los italianos de la FIAT. Nosotros trabajamos y nosotros decidimos. Por eso, no es aceptable la inacción que estamos observando en las cúpulas sindicales. Están obligadas a organizar una respuesta. Si no lo hacen, los trabajadores mismos deben organizarse desde abajo en sus empresas, con asambleas, resoluciones y paros de la actividad para forzar a las direcciones sindicales a declarar dicha huelga general.
La epidemia no la ganaremos con automóviles, ni con aviones, ni con bombas, ni con nada que no sea necesario a la emergencia sanitaria del momento. La ganaremos con el control democrático directo de las fábricas por parte de los trabajadores, para hacer respetar las normas de seguridad y convertir la producción de industrias no esenciales en la producción de respiradores, EPIs, pruebas diagnósticas y fármacos. La ganaremos detectando los nuevos contagiados con pruebas masivas y aislándolos en estructuras donde se pueda llevar a cabo una cuarentena eficaz, expropiando hoteles y pisos vacíos. La ganaremos potenciando la sanidad pública reinvirtiendo dinero del presupuesto militar y aplicando un impuesto especial como mínimo del 10% a los capitalistas. La ganaremos garantizando condiciones laborales dignas y protegidas al personal sanitario, y expropiando todas las clínicas privadas que se lucran de las tragedias de miles de personas. La ganaremos potenciando la investigación pública y socializándola a nivel internacional, para avanzar sin obstáculos hacia la detección y elaboración de un tratamiento eficaz y de una vacuna que pueda protegernos con éxito. Todo ello implica un cambio radical del sistema económico y político.
El sistema de mercado ha demostrado su fracaso total ante la crisis de la COVID19. Miles están muriendo y millones están perdiendo su trabajo, condenados a un miseria progresiva. Solo una sociedad racionalmente planificada en el interés de la mayoría puede salvarnos de la barbarie que estamos viviendo. ¡Lucha con nosotros para la transformación socialista de la sociedad!