Cuando EEUU discute el futuro de Irak con sus amigos y aliados del resto del mundo, el movimiento de oposición a la ocupación estadounidense crece y en él las tradiciones comunistas están reapareciendo. No sólo el fundamentalismo islámico está creciendo durante la posguerra.
La tradición comunista iraquí sigue viva
Cuando EEUU discute el futuro de Irak con sus amigos y aliados del resto del mundo, el movimiento de oposición a la ocupación estadounidense crece y en él las tradiciones comunistas están reapareciendo. No sólo el fundamentalismo islámico está creciendo durante la posguerra.
Este fin de semana, 21 y 22 de junio, más de mil empresarios y dirigentes políticos de todo el mundo se han reunido en Jordania en el Foro Económico Mundial para discutir la situación después de la última Guerra del Golfo. Cada uno de los discursos estaba lleno de promesas de un futuro brillante para el pueblo iraquí y Oriente Medio.
Sin embargo, cuando el gobernador estadounidense de Irak, Paul Bremer, comenzó a explicar los planes de EEUU para la reconstrucción de Irak, probablemente la mayoría de los gobernantes árabes comenzaron a temblar ante la perspectiva que se les avecina.
Los cambios, según Bremer, incluirán la introducción de nuevos derechos de propiedad y leyes antitrust, reducción de las ayudas, apertura del país al comercio e inversión extranjera y la privatización de todas las empresas públicas.
“Quiero decirles (a los empresarios) que soy optimista y creo que la coalición conseguirá transformar la economía iraquí, que pasará de ser un sistema cerrado y sin porvenir a convertirse en una empresa vibrante. Sin la disciplina del mercado, las empresas estatales no sólo fracasarán en la creación de valor, sino que lo destruirán” (Fuente: www.ipsnews.net) . En este “libre mercado”, como ya hemos explicado, aquellos que se llevarán la mayor parte de la torta serán los “mejores competidores”, es decir, las empresas estadounidenses.
Bremer no ignora que habrá problemas. “El impacto negativo de la transición sobre los trabajadores y pensionistas, que podrían verse afectados por el cierre de determinadas empresas públicas, se amortiguará con los ingresos del petróleo iraquí”.
¿Cómo se van a poder beneficiar los iraquíes de estos ingresos si se privatiza la empresa petrolera estatal? Probablemente lo que Bremer quiere decir (aunque no lo hace abiertamente) es que sólo recibirán las migajas. Está claro que después de la guerra militar, los estadounidenses están preparando la guerra económica, una guerra de clases que afectará a millones de iraquíes durante los próximos años.
Esto es lo qué realmente preocupa a los gobernantes árabes. No es que estos burgueses tengan una visión más “humanitaria”. Lo que temen son las consecuencias de la aparición de la lucha de clases y de una guerra de liberación nacional en Irak que se pueda extender a los estados fronterizos. También temen que los métodos que EEUU está utilizando en Irak mañana puedan ser utilizados contra ellos si no siguen los dictados de Washington.
Crecen las manifestaciones y los ataques guerrilleros
A pesar de los deseos de la administración estadounidense, está claro que la reconstrucción no está siguiendo el plan previsto. No sólo están seriamente dañados los servicios básicos, los retrasos también están afectando a la industria petrolera.
Irak reanudó las ventas de petróleo el pasado domingo, transportó tanques con crudo al puerto de Ceyhan (Turquía). Son las primeras exportaciones de petróleo iraquí desde que comenzó la invasión el pasado 20 de marzo. Pero el lunes a la mañana hubo una explosión en un oleoducto cerca de la frontera de Irak con Siria. Y el sábado hubo otra explosión en otro oleoducto en la ciudad de Hit, al norte del país. EEUU ha calificado estas explosiones como “actos de sabotaje”.
El resultado de estas bombas es que ahora los funcionarios iraquíes dicen que no podrán comenzar a llevar petróleo de los pozos de Kirkuk hasta Ceyhan porque el oleoducto está dañado. Lo más interesante es que la población no protesta frente a estos ataques, los iraquíes tienen un refrán que dice: “si ellos quieren robarnos el petróleo, lo mejor será destruirlo”.
Los ataques guerrilleros no se han detenido. Todo lo contrario, han aumentado y por primera vez están apareciendo grupos organizados, como es el caso de un grupo llamado Frente Nacional Iraquí de Fedaiyines. En un video emitido el sábado pasado, esta organización prometió intensificar sus ataques a las tropas estadounidenses hasta que abandonen Irak. El viernes en Bagdad hubo una manifestación con 20.000 personas frente al mando central de las fuerzas estadounidenses, protestaban por la ausencia de agua y electricidad.
A pesar de que en Irak hay más de 200.000 soldados “aliados”, lo que se puede ver es un gran vacío de poder. EEUU ha destruido el viejo aparato del estado de Sadam y no han podido sustituirlo por otro. En algunas zonas, las milicias chiítas están llenado ese vacío, pero en otras ciudades la situación no es tan favorable para los fundamentalistas.
Nasiriya es una ciudad con más de 1.200.000 habitantes, la mayoría chiítas. Esta ciudad vivió una de las batallas más feroces de la guerra. Pero también es una ciudad con grandes tradiciones militantes. En 1958 el Partido Comunista Iraquí consiguió más del 60 por ciento de los votos. Con Sadam Hussein muchos dirigentes de izquierda y religiosos pagaron con su vida su oposición al régimen.
Un alto funcionario de la ciudad explicó hace poco algo que revela el enorme potencial que existe en Irak para un movimiento de izquierda. En una entrevista publicada en el periódico italiano Il Manifesto, decía lo siguiente: “El Partido Comunista debería tomar la situación en sus manos, tomar las armas y frenar a todos los ladrones. En su lugar, está todavía sentado en sus cuarteles generales, ¿qué esperan?”
La periodista italiana revela todos los prejuicios reformistas cuando responde a este funcionario: “¡pero si todos los partidos políticos estuvieran armados sería una guerra civil!” El funcionario responde: “No estoy hablando de todos los partidos, estoy hablando del Partido Comunista y si hiciera un llamamiento toda la ciudad lo seguiría. Nadie sigue a los islamistas. Esta es la ciudad de Fahed al-Khaled, el fundador del Partido Comunista”. (Il Manifesto, 22/6/03).
Desgraciadamente, los dirigentes del Partido Comunista no tienen la intención de seguir este consejo. El Secretario del Partido Comunista, Said Sahib el Hossuna, regresó hace poco de un largo exilio en Siria y en el mismo artículo explicaba: “Todo el mundo está en contra de la ocupación, pero la ocupación es un hecho. Cuando tengamos un gobierno será el momento de negociar pacíficamente su salida [la de EEUU]”.
¡Es una actitud completamente legalista! “¡Cuando tengamos un gobierno!” Pasa por alto que EEUU sólo permitirá la existencia de un gobierno títere. Un verdadero gobierno del pueblo sólo podría existir si se obliga a los estadounidenses a abandonar el país, y sólo lo pueden conseguir las masas.
La tarea inmediata es formar consejos obreros y campesinos con el objetivo inmediato de echar al ejército estadounidense y permitir que los trabajadores iraquíes gobiernen su propio país.
Todos los partidos de Nasiriya han creado un comité coordinador y han nombrado a un gobernador, Taklif Mohammed al-Manshaad. Es un líder secular que acaba de regresar de Londres. En el mismo artículo antes mencionado se citan sus palabras: “Si las fuerzas de coalición nos piden crear una fuerza para garantizar la seguridad, podríamos hacerlo en siete días, garantizaría la paz y la seguridad en toda la provincia, incluso en el futuro”. (Ibíd). En otras palabras, “¡podríamos tomar el poder pero no queremos!” Debemos esperar el permiso de EEUU.
La actitud de estos dirigentes nos recuerda al comportamiento de los dirigentes de los partidos Comunista y Socialista en Italia después del final de la Segunda Guerra Mundial. Tenían a su disposición unas fuerzas inmensas. Contaban con 300.000 partisanos armados, principalmente en el norte de Italia. El estado burgués había colapsado. En lugar de aprovechar esta oportunidad histórica para acabar con el capitalismo, esperaron y colaboraron con las fuerzas armadas estadounidenses y británicas (entraron en el gobierno de unidad nacional con los demócrata cristianos) para restablecer el poder burgués, la policía y el ejército. Finalmente, los demócrata cristianos, apoyados y asesorados por el imperialismo estadounidense, agradecieron su “ayuda” a los partidos de izquierda y los echaron del gobierno, cuando ya no los necesitaban para controlar a las masas. Después siguieron años de derrotas y represión para la clase obrera italiana, durante las décadas del cincuenta y una gran parte de la del sesenta. Este período finalizó con el movimiento de los trabajadores de finales de los años sesenta.
Si los actuales dirigentes del Partido Comunista Iraquí no cambian de rumbo, sólo conseguirán contribuir a un destino similar para los trabajadores de Irak. Los jóvenes y trabajadores iraquíes quieren un cambio radical. Sadam se ha ido, pero eso no es suficiente. Ahora quieren el verdadero control de sus vidas y en particular quieren que se marchen los imperialistas estadounidenses.
Como podemos ver, la intervención imperialista en Irak lejos de resolver los problemas sólo ha servido para incendiar toda la región. El ejemplo son los acontecimientos en Irán, aunque no es el único país donde se han producido protestas. En todo Oriente Medio existe el potencial para un movimiento de masas. A las masas se les abren nuevas oportunidades.
Sin embargo, para cambiar la sociedad no basta con la existencia de este potencial, hay que aprender las lecciones del pasado y esa es la primera tarea de los revolucionarios.
23 de junio de 2003