Siete días de protestas en Colombia: ¡fuera Duque!

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La situación en Colombia avanza muy rápidamente después del paro nacional del 21 de noviembre. Lo que era un paro de un día se convirtió en una protesta permanente y diaria que ya cumple una semana. La protesta no cesó a pesar del toque de queda y la militarización decretadas en la capital Bogotá (y en Cali) por el reaccionario gobierno de Duque. La muerte del joven Dylan Cruz, al que el ESMAD (Escuadrón Móvil Anti Disturbios) le disparó un bote de gas lacrimógeno directamente a la cabeza ha conmocionado al país. Como respuesta, el Comité Nacional de Paro decidió convocar a un nuevo paro nacional para el 27 de noviembre e incluir entre sus demandas el desmonte del ESMAD.

El paro nacional fue de nuevo masivo con grandes marchas en todas las ciudades más importantes. Decenas de miles marcharon en Cali, Medellín, Bucaramanga, Cúcuta y en la capital Bogotá donde llenaron durante horas la céntrica Plaza Bolívar, además de en decenas de otras ciudades del país. Pasadas las ocho de la noche todavía quedaban en Bogotá unas diez mil personas en la calle en tres puntos diferentes de concentración

Estamos presenciando la irrupción explosiva de las masas en la política. La compañera María J. Espinosa describe el ambiente que se vive en Bogotá: “Estos no son días normales. Cuando se va por la calle cada conversación tiene que ver con la situación del país. A nadie le dolió la ley seca del viernes. Una que otra cerveza se ve por ahí pero el fin de la jornada suele ser discutir los acontecimientos. Poco a poco y espontáneamente surgen iniciativas de organizar asambleas populares y que estas lleguen a coordinarse nacionalmente.”

Colombia seven days

Aunque las asambleas barriales surgieron espontáneamente del propio movimiento, ahora el Comité de Paro, compuesto por las principales sindicatos y organizaciones, ha llamado a “la realización de asambleas sindicales, comunales, populares y barriales todo el fin de semana en todo el país, para coordinar las tareas de movilización.” Se prepara además un encuentro nacional de comités de paro y organizaciones sociales para el 7 y 8 de diciembre.

En realidad hay un ambiente muy crítico y de desconfianza hacia las organizaciones, combinado con el temor de que el movimiento sea apropiado por arriba. Por ejemplo en la asamblea barrial del 26 de noviembre en Teusaquillo, Bogotá, se acordó que “las organizaciones nacionales no representan necesariamente a los territorios, ni al movimiento ciudadano que se viene manifestando”, se exigió que “el diálogo con el presidente debe ser transmitido por canales nacionales y/o por redes sociales vía streaming, para conocimiento de toda la ciudadanía” y finalmente se planteó “hacer de las asambleas populares cabildos abiertos”.

Esta es la misma tendencia al surgimiento de formas de auto-organización que vimos en el levantamiento en Ecuador el mes pasado y hemos visto ahora en Chile.

La represión policial continúa en todo el país. El martes 26 el ESMAD entró en la Universidad Nacional disparando a quemarropa y usando tanquetas blindadas contra una protesta pacífica de estudiantes. El mismo día en Medellín una persona vestida de paisano disparó con arma de fuego a los manifestantes, para ser luego retenido por la policía que lo trató de manera bastante amable. Pero el hecho es que la represión, que no ha detenido el movimiento, refleja la debilidad del gobierno.

Combinado con la política del garrote, Duque hizo también un llamado a una gran “conversación nacional”. El 26 de noviembre convocó al Comité de Paro a una reunión a las 7 de la mañana, pero cuando sus componentes se dieron cuenta que era un intento del gobierno de implicarles en su “conversación” y no de negociar el pliego petitorio, se levantaron de la mesa.

El gobierno de Duque, que fue elegido apenas en junio de 2018 con un 54% de los votos, se ha hecho extremadamente impopular, con una desaprobación que alcanza un 69%. Incluso feudos tradicionales del uribismo, como Medellín, dónde Duque sacó el 72% de los votos en la segunda vuelta de las presidenciales han vivido manifestaciones masivas y cacerolazos. 

El movimiento que se ha desatado en Colombia refleja el enorme descontento acumulado por las políticas económicas de los gobiernos de la derecha, la matanza de dirigentes sociales, la enorme desigualdad en la sociedad, los recortes en educación, etc. Colombia es el cuarto país más desigual del mundo según la OCDE, donde el 1% de la población concentra el 20% del ingreso.

Es posible que el gobierno trate de calmar al movimiento haciendo algunas concesiones menores. Por otra parte muchos reclaman un paro nacional indefinido para aumentar la presión contra el gobierno.