Después de un periplo por los cielos de América, Evo Morales está aterrizando en México, país que le ha concedido asilo político por razones humanitarias.
Evo se había refugiado en el Chapare, entre los cocaleros de los cuales surgió. De ahí, sólo los militares podían sacarlo y han sido justamente los militares a autorizar su salida, lo cual dice claramente, como ha afirmado el canciller mexicano, quién manda hoy en Bolivia, y, añadimos nosotros, bajo cuales condiciones de incertidumbre, divisiones y polarización. Asimismo, las peripecias del avión de las FFAA de México y el cierre de los espacios aéreos de los países vecinos, muestran también toda la presión del imperialismo.
Evo se fue, mientras en El Alto, el Chapare, algunos ayllus entre Oruro y Potosí y municipios como Yapacaní, su base se levantaba. En sus primer discurso en tierra mexicana ha revelado que había una recompensa para el militar que lo capture. Su vida corría el mismo peligro que la de centenares de dirigentes sociales y sindicales o de diputados del MAS. Su último mensaje de pacificación aludía claramente al levantamiento de las whipalas de El Alto, donde una nación y no un partido llamaba a la guerra civil.
Los militares han salido a las calles en operaciones conjuntas con la policía. Hay un estado de sitio de facto en varias partes del país. La senadora Jeanine Añez, sobre la cual recaería la sucesión constitucional, ha revelado que el general Kaliman no quería involucrarse. Incluso en la conferencia de prensa que anunciaba su salida a las calles, el Alto Mando se formó frente a los periodistas, se retiró, y luego volvió para leer el comunicado. Hay divisiones, pero por debajo del Alto Mando, nombrado por Evo, hay la presión de la burguesía reaccionaria, clerical, latifundista, a la cual pertenecen Añez y Camacho, de los falangistas y evidentemente también de mandos militares.
Ha habido intimidaciones y renuncias forzadas de autoridades del MAS. Pero hay también fiscales, militares, policías, funcionarios, burócratas y autoridades que han cambiado camiseta en minutos para perseguir con obsequiosa diligencia a otros masistas y quedar bien con los que vienen. Este espectáculo repugnante demuestra, una vez más, que no se puede poner el Estado burgués al servicio de las luchas sociales; el poder debe ser ejercido directamente por la clase trabajadora, como clase productora, junto al pueblo trabajador mediante asambleas, delegados revocables y milicias populares. Hay que decir esto porque la lucha que empieza será larga y lo peor que podríamos hacer es cometer los mismos errores, renovar las ilusiones en el imperialismo (OEA) o el Estado burgués, que nos han precipitado en esta crisis.
El 5 de noviembre escribimos: “al estado actual está claro que si Evo cae ahora será por manos de Camacho (es decir el ala más conservadora y reaccionaria de la burguesía cruceña) y de gorilas”. Y así fue. Pero, por las característica de esta que definimos “revolución de colores” que encubre el golpe burgués mezclando fraseología liberal con reivindicaciones populares que le dan una base de masas, los golpistas necesitan mantener una apariencia democrática, como le pide también el imperialismo mediante la OEA, para tener un modelo exportable de golpe. Además no hay, por ahora, disponibilidad del alto mando a asumir formalmente el poder. Pero la asamblea legislativa no logra sesionar.
La bancada del MAS ha denunciado públicamente el golpe, pero ha pedido garantías, personales y familiares, una especie de desarme general, para poder sesionar y permitir la sucesión constitucional. En estos términos y con Evo en México es muy difícil ver en estas declaraciones una estrategia de contraofensiva. Huarachi, hablando por una COB destrozada por su misma política burocrática y falta de independencia de clases, ha dado 24 horas a los actores políticos para “pacificar el país con la sucesión constitucional”. Es decir: ha dado 24 horas a los golpistas para terminar el trabajo. Así las bases sociales que Evo había movilizado frente a la oposición, pero conteniendo su lucha por su confianza en el Estado burgués y los organismos imperialistas internacionales (OEA), se movilizan ahora sin dirección ni consignas claras.
La abrogación del DS 3738 sobre la entrega del litio que pedía Potosí, demostró que la única manera para separar a la base popular del movimiento cívico hubiera sido llevar la batalla en el seno de la burguesía. Pero esta decisión fue tardía, cuando esta base popular había sido completamente absorbida dentro del movimiento cívico burgués. De hecho, no es Camacho quien asumió el discurso del “gobierno entreguista a las multinacionales” que hace Pumari, sino Pumari que ha empezado a hablar de “reportar Dios en el Palacio Quemado” como Camacho.
Sin embargo Evo nunca señaló a la burguesía como autora del golpe, ni ahora desde México, ni en su carta de renuncia. En cambio Camacho pidió la renuncia del presidente del gremio empresarial nacional, representante de la fracción burguesa que estaba conciliando con Evo. Está claro que la burguesía reaccionaria va a por un ajuste de cuentas que no perdona ni en su propia clase. Pero es justamente esta idea de apoyarse en la fracción conciliadora de la burguesía lo que ha alienado el apoyo popular del MAS y le ha impedido y le impide contraatacar como correspondería.
Los alteños que bajaron hoy exigiendo el respeto a la whipala rechazan el nombramiento de Añez, que es de la derecha rural más extrema y racista y no reconoce la bandera indígena como símbolo patrio. Muchos de los estribillos de esta marcha pedían un presidente militar. Un oficial del ejército, para apaciguar los ánimos, se puso al medio de la marcha en el obelisco paceño e hizo entonar el himno nacional. En Bolivia tenemos una larga tradición de bonapartismo militar en su variante, por así decirlo, de “izquierda”: Belzú, Toro, Busch, Villarroel, JJ Torres.
Si bien se puede entender que sectores populares, sin dirección ni política ni de clases, puedan hoy ver viable un gobierno militar de este tipo, sería un completo suicidio para la izquierda ver en este algo mínimamente progresista. Los militares hoy podrían hacer solo concesiones simbólicas a las masas, como las whipalas, e impedir que Añez, con lo que representa, asuma el poder. Pero no podrían evitar “pacificar” para que todas las Añez de este país sigan con este poder.
Ahora mientras escribimos, Añez se acaba de declarar Presidenta interina sin la bancada del MAS, la cual, como Evo, pretendía negociar mientras perdía fuerza para hacerlo al declararse disponible. Sin embargo, la burguesía reaccionaria, ha forzado la interpretación constitucional con sus métodos autoritarios, considerando que la ausencia de Evo y su asilo en México eximen de la necesidad que su renuncia sea aprobada. Así, sin embargo, siguen manteniendo el país convulsionado. El golpe no se ha consolidado.
Las perspectivas están abiertas y se enmarcan todas en lo que venimos diciendo desde el primer día de esta crisis: “el país está profundamente dividido y en adelante podrá ser gobernado solo o con métodos revolucionarios o con métodos autoritarios y acuerdos sellados a espalda y en contra de la lucha del pueblo”. El golpe triunfó porque no se han adoptado métodos revolucionarios para combatirlo y se sigue manteniendo a pesar de las dificultades por la falta de una dirección política y de clase. La necesidad de construirla es urgente y a esto hemos dedicado y dedicamos el esfuerzo de claridad y demostración de la validez del marxismo que cualquier puede ver reflejado en la corrección y la coherencia de todas las perspectivas que le hemos compartido en nuestras páginas.