Desde El Militante queremos ofrecer al lector, en sucesivos números, una serie de notas referidas al programa socialista. La idea es que las mismas tengan una relación con los acontecimientos de la lucha de clases y que nuestro aporte sirva para la comprensión de diferentes planteos políticos.
La cuestión del Salario
Desde El Militante queremos ofrecer al lector, en sucesivos números, una serie de notas referidas al programa socialista. La idea es que las mismas tengan una relación con los acontecimientos de la lucha de clases y que nuestro aporte sirva para la comprensión de diferentes planteos políticos.
El salario que le es abonado al obrero parece retribuir la totalidad del trabajo efectuado. Pero el salario cumple la función de ocultar el trabajo impago, que se guarda el capitalista. Es sobre esta ficción que se levanta todo el edificio de la legislación de las relaciones laborales, los contratos de trabajo, etc. Se trata de una mistificación que cumple la función de mantener a los obreros encadenados a la explotación capitalista. ¿Por qué? ¿Cómo se compone el salario?
El propietario de los medios de producción, el capitalista, compra la fuerza de trabajo. Como todas las otras mercancías, la fuerza de trabajo es valorizada de acuerdo con la cantidad de trabajo invertida en ella; esto es, de los medios de subsistencia necesarios para la vida y la reproducción del trabajador. Pero el consumo de esta mercancía -fuerza de trabajo- se produce mediante el trabajo, que crea nuevos valores. La cantidad de esos valores es mayor que la que recibe el propio trabajador y gasta en su conservación. El capitalista compra fuerza de trabajo para explotarla. Esa explotación es la fuente de la desigualdad.
A la parte del producto que contribuye a la subsistencia del trabajador la llama Marx trabajo necesario; a la parte excedente que produce el trabajador la llama plusvalía.
La lucha de los trabajadores por mejorar sus condiciones de vida, puede hacernos acceder a conquistas estables; pero lo que el capitalismo da con una mano lo quita con la otra: el aumento del poder adquisitivo del salario no significa necesariamente que haya disminuido la explotación del obrero, es decir la plusvalía de los capitalistas. Se hace necesario, entonces, tener en cuenta la noción de salario relativo que mide la proporción en que los trabajadores se apoderan de la riqueza por ellos creada.
La tendencia a la caída del salario relativo -por el aumento de la explotación del trabajo- constituye una ley del capitalismo, sistema que se caracteriza por la acumulación de la riqueza social en un polo (burguesía) y de la miseria social en el otro (trabajadores).
Ante la crisis estructural del capitalismo y la degradación profunda y creciente de la clase obrera, Trotsky en “El Programa de Transición”, explica de una manera clara que la única consigna que puede impedir esa degradación en las condiciones de vida de los trabajadores es la escala móvil de salarios. Contra la carestía de la vida, los contratos colectivos deben garantizar el aumento de los salarios correlativamente con la elevación del precio de los artículos de consumo. Se trata de garantizar, como mínimo, que el salario pueda cubrir los medios de subsistencia de la familia obrera.
Es por esta razón que los marxistas exigimos que, como mínimo, el salario debe cubrir el costo de la canasta familiar, que en nuestro país está estimada actualmente en $1.950. Esto no es una locura. De hecho, hasta mediados de los 70 (antes de la dictadura militar) el salario promedio del obrero argentino equivalía en aquel entonces al costo de dicha canasta familiar. Teniendo en cuenta que el salario promedio actual de un obrero argentino se estima en los $900, eso nos da una idea de cuánto nuestra clase ha retrocedido en su poder adquisitivo y cuánto se han degradado nuestras condiciones de vida.
Pero también el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, se muestra ineludible ante la desocupación creciente. El derecho al trabajo es el único derecho que tiene el obrero en una sociedad fundada sobre la explotación. Contra la desocupación, contra la flexibilización laboral y la superexplotación manteniendo un salario que cubra las necesidades de subsistencia de la familia esta consigna unifica en mutua solidaridad a los trabajadores ocupados y desocupados.
La lucha de clases no es otra cosa que la lucha por la plusvalía. Quien posee la plusvalía es el dueño de la situación, posee la riqueza, posee el poder del Estado, tiene la llave de la iglesia, los tribunales, de las ciencias y de las artes
Léon Trotsky