Respuestas a Axel Kicillof
El domingo 19 de julio, el ex ministro de economía de Cristina Fernández de Kirchner y actual candidato a gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, brindó una entrevista a la editorial Perfil, tratando de contestar las acusaciones de Guillermo Nielsen, quien lo había tildado de “marxista disfrazado de keynesiano”. Kicillof reconoció que, de joven, había leído los cuatro tomos de El Capital, de Karl Marx, agregando a continuación que nunca estuvo en organizaciones marxistas o trotskistas, que no le gustan las empresas en poder del estado, y terminó diciendo que “el capitalismo es exitoso”. Nuestro propósito es contestar esta última observación.
Una primera respuesta es que sí, el capitalismo es exitoso… para los grandes capitalistas que, desde la caída de la Unión Soviética han profundizado las prácticas de explotación más abyectas con el propósito de mantener y aumentar sus ganancias exorbitantes, haciendo que hayamos vuelto a la desigualdad de fines del siglo XIX, con su secuela de trabajo precarizado y, en muchos casos, en condiciones inhumanas, migración de producción cuando así conviene (el Rust Belt yanqui es un ejemplo), saqueo sin control de recursos naturales, contaminación, calentamiento global, y muchas otras calamidades. Sin ir más lejos, OXFAM ha informado que veintiséis personas poseen más riqueza que la mitad de la humanidad, que tan sólo 4 centavos por dólar de lo recaudado en impuestos, corresponden a gravámenes sobre la riqueza, y que, diariamente, 10.000 personas mueren por no tener atención médica. O sea, el éxito del capitalismo no es disfrutado por la clase obrera, que más bien lo sufre.
Pero una segunda respuesta, a nuestro juicio más realista y fundada, es, ¿realmente es exitoso el capitalismo? Y lo que observamos es que el capitalismo se ha desplazado luego de la etapa imperialista -fusión del capital industrial con el capital bancario- (que de todos modos inevitablemente sostiene por su voracidad de ganancias) a la más completa financiarización. El economista hindú Amartya Sen hizo notar que, en la crisis de 2008, los activos financieros mundiales eran veinte veces el producto bruto mundial, y hace unos años, la Unión de Bancos Suizos indicó que la masa financiera europea era diecisiete veces el producto bruto alemán. Esto, junto con los espectáculos de cotizaciones bursátiles de bancos que pierden dos tercios de su valor en una semana (¿en serio, ¿cuánto vale realmente?) nos muestra que estamos en una situación insostenible, donde el capitalismo, en lugar de liberar las fuerzas productivas como lo hizo en sus inicios, ahora las está ahogando lentamente; esto es visible en el porcentaje de desocupados o en el porcentaje de paro. También observamos que los capitales son cada vez más volátiles, y pasan de, digamos, el negocio sojero, a la compra de prostíbulos infantiles en Tailandia, según sean las ganancias y oportunidades. Mucho de esto fue predicho por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, por ejemplo. Además, el capitalismo está intrínsecamente amenazado por un fenómeno conocido como Caída de la Tasa Media de Ganancia, observado por Ricardo, que no pudo encontrar a qué se debe, y brillantemente demostrado por Marx en el tomo IV de El Capital (Marx dijo que era su mayor descubrimiento). Por supuesto, los economistas burgueses siempre lo han negado, incluso algunos autodenominados marxistas, como Thomas Pickety. Ahora bien, ¿qué nos dicen los hechos? Un trabajo encarado hace algunos años, en la cátedra de Crisis Sistémica de la Universidad Nacional de La Plata, midió la Tasa Media de Ganancia mundial y encontró que, efectivamente según lo dicho por Marx, está descendiendo, con oscilaciones, pero la tendencia es claramente descendente. Por supuesto podemos recomendar a Axel Kicillof que vuelva a releer El Capital, pero que esta vez preste más atención.
Por todo lo anterior, sólo podemos repetir la inmortal arenga del Manifiesto Comunista, “¡Proletarios del mundo, ‘únanse!”, que el futuro del capitalismo sólo puede ser la barbarie, y que el único éxito que el capitalismo le puede dar a la humanidad es terminar de forjar dialécticamente a las fuerzas revolucionarias que lo hagan desaparecer, junto con la propiedad privada de los medios de producción burguesa, y las relaciones jurídicas y comience el camino definitivo a un mundo sin clases, sin explotadores y sin explotados.