Elecciones en Haití

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Lejos de crear “estabilidad”, como pretendían los imperialistas, estas elecciones no resolverán nada y sólo provocarán más inestabilidad y conflictos, en última instancia, les saldrá el tiro por la culata.

El resultado se decidirá en las calles

El 7 de febrero, tras varios días de retrasos y contratiempos, Haití celebró sus primeras elecciones después del golpe de estado que echó del poder hace dos años a Jean Bertrand Aristide. El favorito en las elecciones era René Préval, un antiguo aliado de Aristide que también fue presidente entre 1996 y 2001. El anuncio de los resultados electorales se ha retrasado continuamente. Al principio iban a hacerse públicos el 9 o 10 de febrero. La fecha después se retrasó al sábado 11 de febrero y finalmente al domingo 12. En el momento de escribir este artículo no hay ningún anuncio oficial y la paciencia del pueblo haitiano se está agotando. Está claro que los resultados electorales se han “alterado”. Lejos de crear “estabilidad”, como pretendían los imperialistas, estas elecciones no resolverán nada y sólo provocarán más inestabilidad y conflictos, en última instancia, les saldrá el tiro por la culata.

“Construir la democracia”

Desde que EEUU, Canadá y Francia encabezaran el golpe de estado contra Aristide hace dos años, Haití se ha convertido en parte de la misión de la administración Bush para “construir la democracia”. Los imperialistas esperaban que estas elecciones trajeran estabilidad, que crearan una atmósfera favorable para sus intereses. Sólo había un problema: El partido Fanmi Lavalas y las masas que le apoyan. Incluso la prensa burguesa ha reconocido que el único candidato que podría ganar las elecciones era el que contara con el apoyo de los militantes del Lavalas, la mayor organización política de Haití. Sabiendo esto, los imperialistas y la elite dominante haitiana han hecho todo lo que han podido para aplastar el movimiento. Su líder, Aristide, está en el exilio. Otros destacados miembros que podían dirigir el movimiento están en la cárcel, incluido el padre Jean-Juste, el cantante So Anne e Yvon Neptuno, el primer ministro antes de la caída de Aristide.
Además, la fuerza ocupante de la ONU ha ayudado a la policía haitiana en sus redadas en Cité Soleil y Bel Air, dos suburbios de Puerto Príncipe y feudos del Lavalas. Nadie sabe cuánta gente ha muerto en estas redadas, pero el total es de cientos sino de miles. Muchos dirigentes de la base y de segunda fila del Lavas han sido asesinados en este reino de terror. Estaba claro desde el principio que si la elite dominante haitiana y los imperialistas querían conseguir sus objetivos en Haití, tendrían que aniquilar físicamente al Lavalas y las conquistas conseguidas durante la presidencia de Aristide. Con este objetivo se inició una campaña general de terror contra el Lavalas en todo el país tras el golpe contra Aristide.
La táctica parecía haber funcionado. El Lavalas estaba totalmente desorganizado. El movimiento estaba fracturado, parecía decapitado y sin dirección. Algunos querían presentar candidatos a estas elecciones. Otros se opusieron y anunciaron el boicot a las elecciones diciendo que sólo participarían cuando hubiera acabado la violencia contra el partido. Algunos del movimiento quisieron presentar al padre Jean-Juste como candidato presidencial del Lavalas. Como él estaba en prisión no se le permitió presentarse. Resulta escandaloso que los imperialistas sigan hablando de “construir la democracia” y no mencionen que el movimiento político más grande del país ha sido prohibido y sus líderes están languideciendo en prisión.
Para consternación de los imperialistas y la elite dominante René Péval anunció, justo antes de la fecha tope, que él se presentaría a presidente. Préval ha explicado que no tenía planeado presentarse a las elecciones hasta que 1.000 campesinos fueron a verle y le pidieron que lo hiciera. Este pequeño detalle demuestra el nivel de apoyo que tiene Préval entre la población haitiana. El Lavalas parece que se unió a su alrededor y dio marcha atrás en el boicot, anunciando que pedirían el voto a Préval. Esto prácticamente garantizaba su victoria electoral.
Ahora la administración Bush ha sido pillada en calzoncillos. Quieren “democracia” en Haití en la medida que puedan dictar qué tipo de democracia y como debe funcionar. Poco después de las elecciones, la administración estadounidense las alabó como un éxito, mientas que varios candidatos, incluido Préval, y ahora decenas de miles de personas en Cité Solei y Bel Air, acusaron a la Comisión Electoral de amañar los votos.
Para desgracia de los imperialistas y la clase dominante local, las masas votaron aplastantemente a favor de Préval, algo que ellos no podían consentir. Una victoria de Préval significaría una derrota masiva del imperialismo en Haití, para el gobierno de Latortue y la elite local dominante. Algo debían hacer.

¿Quién es René Préval?

René Préval es un antiguo aliado de Aristide que sirvió como primer ministro durante el primer mandato de Aristide. Esta conexión directa con Aristide es lo que ha hecho que las masas hayan votado mayoritariamente por él, por eso los imperialistas y la elite dominante le temen y odian. Es visto como el adalid de los pobres y ha prometido crean empleos, mejorar la educación y fomentar la paz social para desarmar a las bandas armadas de los suburbios.
Los imperialistas temen que Préval continúe con la misma política que Aristide y que incluso pueda suponer su regreso. Amablemente le advirtieron de que si lo hacía, eso significaría violencia y derramamiento de sangre, que se enfrentaría al mismo destino que Aristide. Préval simplemente dijo que si Aristide desea regresar como ciudadano de Haití él no se lo iba a impedir.
La realidad es que Préval rompió hace mucho tiempo con Aristide. Aunque no se haya dicho públicamente sí que se sabe. Préval hace ya mucho tiempo que no militaba en el Lavalas y que había formado su propio partido, L’Espwa (Esperanza). Públicamente se distanció de Aristide y el Lavalas y las bandas armadas de Cité Soleil y Bel Aire públicamente la han apoyado. También cree que la fuerza de ocupación de la ONU debería quedarse “mientras sea necesario”, algo a lo que Aristide, el Lavalas y las “bandas” de los suburbios se oponen enérgicamente.
Como explicamos anteriormente, la administración Bush veía en Aristide una amenaza directa a sus intereses. Le pusieron en la lista junto a Chávez y Castro para echarle del poder. En realidad, la táctica utilizada en Haití para echar a Aristide del poder es muy similar a la que intentaron utilizar en Venezuela para echar a Chávez, incluía golpes de estado, cierres patronales, boicot electorales y el impulso de una “oposición democrática” (por no mencionar el hecho de que durante el golpe de Venezuela en 2002, Chávez fue sacado por la fuerza en avión, como ocurrió con Aristide en 2004). Haití fue utilizado por los imperialistas como un ejemplo para todos los países de América Latina, por si no seguían sus dictados y amenazaban los intereses del imperialismo de EEUU. Sin embargo, como ha demostrado Venezuela, la única manera de derrotar las maniobras del imperialismo es con la movilización de las masas. Esta es la razón clave que explica por qué Chávez aún sigue en el poder y Aristide no.
Aristide prometió a los imperialistas que implantaría reformas “neoliberales” y el Programa de Ajuste Estructural del FMI si regresaba al poder en 1994. Esto incluía la eliminación total de los aranceles a la exportación e importación, la venta de las industrias estatales de Haití, incluidos los servicios públicos, y otras medidas de austeridad. Aristide sufrió una dura presión de EEUU, el FMI y el Banco Mundial para que iniciara estas reformas, que obedientemente comenzó a cumplir cuando regresó al poder.
Sin embargo, las masas se opusieron ferozmente a las “reformas” propuestas. La eliminación de los aranceles destruyó los medios de vida de millones de campesinos y los productos extranjeros se vendían más baratos en el mercado. La población haitiana se opuso en particular al programa de privatización, que significaba la venta de las fábricas de harina y cemento, además de las empresas estatales de telefonía, electricidad y los puertos. Bajo la presión de las masas, Aristide sólo pudo quedarse a medio camino en su programa. Eliminó los aranceles y los controles a la importación, pero se negó a cumplir el programa de privatizaciones, eso le puso en conflicto directo con los imperialistas y la clase dominante haitiana.
Antes de que el conflicto llegara a su punto álgido, Aristide tuvo que irse. No se le permitió presentarse de nuevo porque la Constitución prohibía que un mismo candidato se presentarse dos veces consecutivas. Finalmente, cuando quedaba un día Aristide eligió de mala gana a su sucesor, apoyó a Préval (en ese momento ya estaban distanciados aunque la ruptura definitiva no llegaría hasta el período de Préval como presidente).
Préval llegó al poder (fue presidente entre 1996 y 2001 y fue el único presidente de la historia haitiana que agotó totalmente su mandato) e inmediatamente comenzó a implntar otras medidas del paquete del FMI, incluida la reducción de las subvenciones al combustible. Sufrió una enorme presión de los imperialistas para que acabara este programa, se le pidió que hiciera el trabajo sucio. En 1996, Préval invitó al ministro de privatización boliviano a Haití para que hiciera propaganda a favor de la privatización. Esta visita se realizó en medio de una masiva movilización de los trabajadores y campesinos bolivianos contra la privatización, el inicio del proceso que llevaría a la huelga general insurreccional del año pasado y la reciente victoria electoral de Evo Morales.
Préval también implantó un programa de reforma agraria, que finalmente acabó en fracaso porque nos campesinos no podían sobrevivir con las pequeñas parcelas de tierra que recibieron.
Haití era cada vez un país más polarizado con la cuestión de la privatización. Los trabajadores y campesinos comenzaron a movilizarse contra ella. Hubo grandes manifestaciones en todo el país. El papel del imperialismo en Haití es evidente para todo el que pueda ver. Los imperialistas negaron paquetes de ayuda vitales valorados en cientos de millones de dólares a menos que Haití aceptara cumplir todo el programa del FMI. El primer ministro de Préval apareció durante dos horas en la televisión explicando que el Banco Mundial, el FMI y el Banco para el Desarrollo Inter-Americano no entregarían 150 millones de dólares hasta que Haití no “cumpliera las condiciones que exigía el ajuste estructural” y advirtió que tendría “consecuencias calamitosas” si la población haitiana continuaba resistiéndose a la privatización y a otras reformas “neoliberales”.
Esto llevó a una crisis general en Haití. La Organización Política Lavalas (OPL) se dividió, Aristide formó el Fanmi Lavalas y el resto de la OPL, que tenía la mayoría en el Senado y la Asamblea Nacional, se pasó a llamar Organización del Pueblo en Lucha. En las elecciones al senado sólo votó el 5 por ciento de la población en medio de acusaciones de fraude. La administración de Préval se negó a reconocer los resultados. Finalmente, suspendería el congreso y dos tercios del senado por decreto. Como no había congreso ni primer ministro, el proceso de privatización se detuvo.
Finalmente Aristide regresó al poder, consiguiendo una victoria masiva en las elecciones presidenciales de finales de 2000 (boicoteadas por la oposición). Aristide necesitaba complacer a los imperialistas para garantizar la inversión extranjera y la ayuda externa, sin la que Haití no podía funcionar.
Sin embargo, también estaba bajo la presión de las masas para que implantara una serie de reformas y se opusiera a los ajustes estructurales imperialistas. Sin el apoyo de las masas pobres de Haití, Aristide estaba acabado. Aristide creía que podría equilibrarse entre dos fuerzas contrarias irreconciliables, algo que demostraría ser imposible.
Cuando Aristide continuó con el proceso de privatización y abrió zonas de libre comercio como exigían los imperialistas, también comenzó a firmar acuerdos con Castro y Chávez. El gobierno de Chávez le ofreció petróleo a precios más bajos que los del mercado, además 800 médicos cubanos fueron enviados a Haití para iniciar un programa de sanidad social para los pobres, que también incluía la renovación y construcción de clínicas y hospitales. Se construyeron cientos de nuevas escuelas (se construyeron más escuelas entre 1994-2004 que desde 1804 a 1994). Se inició un programa de escolarización universal que permitiría que todos los niños tuvieran acceso a la educación. Comenzó una campaña nacional de alfabetización que abrió unos 20.000 centros educativos para adultos, 100.000 aprendieron a leer y escribir, la tasa de analfabetismo se redujo del 85 al 55 por ciento entre 1996 y 2003. Aristide subió el salario mínimo en 1994 y en 2003 se dobló. También comenzó un programa social de vivienda y la reforma del sistema legal. Estas reformas se han vuelto en su contrario con el régimen de Latortue.
Aristide también comenzó a negociar con Cuba y Venezuela la formación de un bloque comercial regional que se opusiera al ALCA y a la dominación de EEUU del Caribe y América Latina. Los imperialistas ya habían tenido suficiente. La crisis mundial del capitalismo significaba que los imperialistas y la clase dominante de Haití no podían ni siquiera permitir estas reformas y además no tolerarían más intentos de estos países de formar un bloque contra los intereses de EEUU. En un intento desesperado para evitar la extensión de la izquierda en América Latina, EEUU y otras potencias imperialistas decidieron que debían echar a Aristide (junto con Chávez y Castro).
Las masas estaban furiosas y horrorizadas por la privatización que introdujo Aristide y otras medidas adoptadas para satisfacer al imperialismo, pero no podían decir lo mismo de las conquistas sociales. Este hecho explica la lealtad de las masas hacia Aristide. Otro factor importante fue la oposición cada vez más rabiosa, formada por los propietarios de las fábricas y dirigentes de los escuadrones de la muerte. Las masas haitianas querían impedirles llegar al poder a toca costa. Para las masas, Aristide representaba sus intereses, a pesar del paquete del FMI. Si la oposición llegaba al poder esto significaría regresar al pasado.
Cuando Préval anunció sus intenciones de presentarse a presidente el año pasado, no importaba lo que hubiera hecho en el pasado, lo veían como un aliado de Aristide, le veían como su candidato y una aplastante mayoría le apoyó. Los pobres también recordaban que él inició un programa de obras públicas e intentó desarrollar la infraestructura. Los imperialistas y la clase dominante haitiana ahora temen que pueda convertirse en un segundo Aristide, un hombre que bajo la presión de las masas pueda ir mucho más allá de lo que realmente pretende. Temen que Préval no implante sus programas de “reformas”, y dado el actual giro a la izquierda en América Latina y el Caribe, temen que también se pueda convertir en una amenaza para sus intereses.

La cuestión de las bandas armadas

Una de las grandes cuestiones en Haití es las bandas armadas de Cité Soleil y Bel Air. Los medios de comunicación burgueses intentan constantemente explicar que Aristide era un dictador corrupto que se basaba en el apoyo de estas “bandas” armadas”, que las utilizaba para acabar con la oposición. La realidad es que la gente de las “bandas” urbanas apoyaba a Aristide y al Lavalas debido a los beneficios sociales que recibían. Estas personas sabían que si Aristide era derrocado, ellos serían los próximos objetivos. En 2003 y 2004 el gobierno Aristide se enfrentó a una creciente oposición y a incursiones armadas de la oposición desde la República Dominicana. La fuerza policial haitiana estaba sobrepasada. Aristide probablemente comenzó a basarse en las “bandas” como su última defensa contra un golpe de estado. Cuando los paramilitares armados y los escuadrones de la muerte se acercaban a Puerto Príncipe en febrero de 2004, los seguidores de Aristide en Bel Air y Cité Soleil levantaron barricadas y prepararon la defensa de la ciudad. Esperaban un llamamiento a las armas. Al final, Aristide no consiguió movilizar a las masas y las bandas fueron derrotadas, probablemente creyendo que EEUU y sus aliados les salvarían como ocurrió en el pasado.
Es probable que estas bandas no sean exactamente lo que intentan hacernos creer los medios de comunicación burgueses, como se pudo ver en las noticias que llegaron desde Haití la semana pasada. Muchos de los miembros y líderes de estas bandas armadas fueron entrevistados por la prensa y se describían como activistas comunitarios. Las “bandas” son seguidores armados del Lavalas y armados para su autodefensa. La población de estos suburbios lleva años viviendo en la opresión y el terror, la cuestión de la autodefensa de los pobres es un elemento clave en esta cuestión. No se van a sentar tranquilamente a esperar que los escuadrones de la muerte y los Tonton Macoutes regresen para masacrarles.
Posiblemente en ellas haya más de un elemento criminal, incluido todo tipo de rivalidades y problemas que conlleva, también ha habido secuestros y otras cosas similares en Haití desde el golpe. Sin embargo, no existe ninguna prueba de que los responsables de los secuestros sean las mismas personas que forman las “bandas” de seguidores del Lavalas.
En cualquier caso, sin estas bandas el Lavalas hace ya tiempo que habría sido aplastado por el gobierno de Latortue y los pobres de estos barrios vivirían una mayor pesadilla de terror. Inmediatamente después del golpe de estado en 2004, los escuadrones de la muerte y los paramilitares fueron enviados a los suburbios para asesinar a los seguidores del Lavalas. Murieron cientos sino miles. Estas personas están defendiéndose activamente y luchando contra la ocupación. La fuerza de ocupación de la ONU está formada por 9.000 soldados que han sido incapaces de echarlas (la ONU anunció que las elecciones se pudieron celebrar en calma porque esa semana las tropas de la ONU sólo habían disparado 900 balas en Cité Soleil frente a las ¡4.000 de la semana anterior! Si esto dice algo, lo que nos habla es de la situación general y el papel de las tropas de la ONU). Las bandas sabían que si Aristide era derrocado ellas serían las siguientes, desde la ocupación han sido uno de los principales objetivos de las fuerzas de ocupación (frente a ellos están los asesinos y escuadrones de la muerte que derrocaron un gobierno elegido democráticamente y algunos se han presentado a estas elecciones).
Préval ha dicho que quiere desarmar a las bandas proporcionando educación y empleo. Charles Baker, propietario de una fábrica y miembro del Grupo de los 184 (que ayudó a organizar el golpe contra Aristide), cuya principal consigna electoral era: “Orden, disciplina y trabajo”, y Leslie Magigat, un antiguo presidente y favorito del sector privado y los imperialistas, han defendido una acción armada dura contra las bandas (no debemos olvidar que Urano Texeira da Matta Bacellar, el general brasileño a cargo de la misión de la ONU fue asesinado en Haití por la presión que hizo para emprender una acción dura contra las bandas). La “acción dura” contra las bandas significa guerra a los pobres y los suburbios de Puerto Príncipe, significa la masacre y la aniquilación física de los oponentes más fuertes al imperialismo y la ocupación. Dadas las opciones, es fácil ver a quién apoyan las “bandas”.
Un habitante de Cité Soleil explicaba: “Necesitamos escuelas, necesitamos comida, pero todo lo que hacen es dispararnos”. Cité Soleil en gran medida estaba tranquila la semana anterior y posterior de las elecciones porque podían así movilizar el voto a Préval. Las “bandas” han jugado un papel clave en la movilización del voto a Préval, y en la organización y dirección de las manifestaciones contra la manipulación electoral. Un periódico incluso llegó a entrevistar a uno de sus dirigentes quien dijo que las bandas se desarmarían si Préval ganaba las elecciones:
“Algunos miembros de la banda de Cité Soleil dijeron que los crímenes habían bajado porque ellos querían garantizar el voto pacífico a Préval, quien niega enérgicamente vínculos con los grupos armados. El líder del grupo, Nicolás Augudson, a.k.a. General Toutou, incluso dijo que las bandas entregarán sus armas si gana Préval.
‘Préval traerá escuelas, carreteras y empleos. También conseguirá el desarme burgués’, eijo Toutou, un hombre de 24 años que se define como un activista comunitario, durante una entrevista en un callejón lleno de carteles de Préval y pintadas sobre Aristide”. ( http://www.newsday.com/news/nationworld/world/ny-wohaiti0212,0,7872650.story?coll=ny-top-neadlines
De la cita anterior es fácil ver lo que quieren la población de Haití y estas “bandas armadas”, no quieren la violencia, el derramamiento de sangre o el crimen, sino empleos, una vivienda digna, educación y una vida decente. Correctamente dicen que mientras la burguesía está armada a ellos les atacan, no desarmarán y tienen derecho a defenderse.

La derrota del imperialismo y la revolución en América Latina

Préval era el favorito en la campaña electoral. En Cité Soleil y Bel Air los carteles de Préval estaban allí donde antes estaban los de Aristide. El Lavalas comenzó a movilizar a los pobres en los suburbios para que votase a Préval. Aunque había 33 candidatos electorales, incluidos otros anteriores presidentes y golpistas, incluido Guy Philippe, Préval les sacaba treinta puntos en las encuestas antes de las elecciones. Sus dos rivales más próximos, Charles Baker, el propietario de la fábrica tenía aproximadamente el 10 por ciento de los votos y Leslie Manigat, el candidato favorito de los imperialitas y del sector privado, tenían aún menos expectativas de votos.
Cuando comenzaron a circular los resultados electorales la semana pasada, se anunció que Préval había recibido aproximadamente el 63 por ciento de los votos. Algunos informes incluso decían que era el 65 por ciento. Manigat había recibido un 11-12 por ciento y Baker un 6-7 por ciento. Estas cifras dan una imagen clara de la correlación de fuerzas en Haití. Baker y Manigat inmediatamente hicieron acusaciones de fraude electoral. Exigieron una investigación del fraude porque según ellos, entre otras irregularidades, había personas que votaron muchas veces (ahora que Préval no ha “ganado” tan mayoritariamente, Manigat públicamente dice: “No podemos permitir que la violencia guíe el proceso. Debemos respetar la Constitución. Debemos ir a la segunda vuelta. Es cristalino”).
Los pobres en los suburbios ya se han quejado de que la Comisión Electoral les ponía muchas dificultades para votar. En Cité Soleil y otros núcleos urbanos dijeron que era “demasiado peligro” poner urnas electorales y muchas personas tuvieron que andar millas para poder votar (situaron los colegios electorales lo más lejos posible de los suburbios). Las elecciones estuvieron plagadas de problemas, como largas olas, no había suficientes trabajadores electorales, incluso se cambiaron colegios electorales de lugar el mismo día de las elecciones. Dada la ausencia de infraestructura, era muy fácil amañar los resultados electorales. Muchas de las urnas se llevaron en mula a los centros de recuento donde los observadores electorales realmente no pudieron vigilar el proceso.
Según pasaba la semana caída el porcentaje de Préval. Pronto cayó por debajo del 50 por ciento y ahora es del 48,7 por ciento. Ayer dos miembros de la comisión electoral públicamente dijeron que los resultados electorales se estaban manipulando. A uno se le había negado el acceso a la información sobre el proceso de recuento y ahora ha pedido una investigación. Hay acusaciones de papeletas de Préval invalidadas arbitrariamente y que muchos de los feudos de Préval misteriosamente desaparecieron. Unas 80.000 papeletas (un 4 por ciento del total) estaban en blanco y deberían haberse invalidado, pero se han añadido al recuento total, por esa razón los porcentajes totales de todos los candidatos cayeron (consiguiendo que Préval bajara del 50 por ciento necesario para ganar). Otro miembro de la comisión electoral explicó en la radio que Jacques Bernard, director de la comisión electoral, estaba liberando resultados sin consultar a la comisión y nadie sabía de donde sacaba esos resultados. A pesar de todo esto, la ONU continúa diciendo que las elecciones fueron “limpias”.
Préval ganó precisamente porque consiguió el apoyo del Lavalas, los trabajadores y los pobres de las ciudades haitianas. Las masas veían el voto a Préval como un voto a Aristide y a su política social. Las masas claramente lo vieron y lo expresaron abiertamente. Creen que él traerá carreteras, empleos, vivienda, escuelas y paz social, le identifican con las conquistas sociales del pasado y una esperanza de futuro. La elite dominante de Haití y los imperialistas le temen precisamente debido a su apoyo entre las masas. Temen que bajo la presión de las masas vaya más allá a la izquierda de lo que realmente él preferiría ir.
Una victoria de Préval es también una derrota de los imperialistas y la elite dominante haitiana, que esperaban tener el poder político directo tras el derrocamiento de Aristide. Ahora han fracasado e intentan manipular los votos. El voto al Préval es un voto a Aristide, es un voto contra el gobierno de Latortue, contra el golpe de estado, contra la ocupación de la ONU y contra el imperialismo estadounidense. Sería una derrota importante para el imperialismo y sólo daría a las masas más confianza para seguir luchando. También será una derrota importante para la clase dominante haitiana. Aunque las cosas pueden complicarse y estar nada claras en Haití, algunas cosas si lo están. La clase dominante haitiana, los empresarios y terrateniente, saben exactamente donde están sus intereses. Venden sus textiles y otros productos al mercado estadounidense. Su poder se basa exclusivamente en el imperialismo norteamericano. La elite dominante haitiana no sería nada sin el apoyo y los privilegios de los representantes directos del poder imperialista en Haití. “El árbitro final de la política interior de Haití es el embajador de EEUU porque él tiene la capacidad de bloquear los fondos internacionales”. ( http://www.alertnet.org/thenews/newsdesk/N10377357.htm en este artículo del The New York Times (disponible en Indymedia) que detalla el papel de EEUU en el golpe que derrocó a Arístide)
Los acontecimientos que se están produciendo en Haití no se pueden ver aislados. Deben ser vistos como una parte integral del proceso revolucionario que se está desarrollando por toda América Latina y el Caribe. Haití debe ser un ejemplo para todo el continente. La ocupación de Haití cuenta con la presencia de Brasil, Argentina y Chile, ahora con gobiernos de izquierda o progresistas, gobiernos que están participando activamente en la contrarrevolución en Haití. Esta participación estaba diseñada para recuperar la confianza en el programa imperialista para el continente y demostrar a las masas que están girando a la izquierda que el imperialismo estadounidense puede “construir la democracia”. También era un colchón de seguridad por si las cosas iban mal, la culpa recaería sobre los gobiernos de izquierda, desacreditándoles.
Los imperialistas y la elite dominante haitiana necesitaban tiempo. No podían permitir que Préval ganara en la primera vuelta, esto les dejaría en una situación muy débil. Pero no pueden amañar abiertamente las elecciones. No hay forma de que Préval pierda las elecciones. Todo el mundo sabía que iba a ganar. Todo el mundo sabía que las masas votarían abrumadoramente a Préval. Dándole sólo el 50 por ciento los imperialistas, conscientes de su popularidad, esperaban ganar tiempo hasta la segunda vuelta. Ésta no se celebrará hasta el 19 de marzo. Hasta ese momento, pueden ocurrir varias cosas. Las masas, provocadas por el fraude electoral saldrán a las calles, esto ya ha ocurrido. Los imperialistas y el gobierno de Latortue pueden excusarse en la “inestabilidad” y la “violencia” para suspender la segunda vuelta. Esto les permitiría declarar el estado de emergencia en todo el país y suspender todas las elecciones. Si la segunda vuelta sigue adelante, la mayoría de los candidatos ya han dicho que apoyaran al contrincante de Préval. Esto irá acompañado de una ingente campaña propagandística en contra de Préval, intentarán desacreditarle y volver las elecciones a su favor. Puede que amañen la segunda vuelta o, quién sabe, quizá Préval tenga una “accidente desafortunado” y no pueda presentarse. Los imperialistas y la clase dominante haitiana jugarán un papel en esto, harán todo lo posible y lo que tengan en su poder para impedir que Préval gane las elecciones.
Sin embargo, los planes de los imperialistas quedarán en nada. Subestiman el papel de las masas. La crisis en Haití en última instancia será decidida por las masas. Durante los dos últimos años han tenido mucha paciencia. Sufrieron el golpe de estado y la destitución de Aristide, han sufrido la ocupación de la ONU y las redadas, al gobierno de Latortue. Han aceptado pacientemente las leyes y participado en el proceso electoral. Pero no permitirán que a su candidato le roben la victoria. Como explicó un manifestante: “Nos dijeron que fuésemos a votar en paz y lo hicimos. Ahora quieren robarnos las elecciones. Pero no se lo permitiremos”. (The New York Times. 14/2/2006).
El domingo, cuando la Comisión Electoral suspendió la rueda de prensa para anunciar los resultados electorales, las masas salieron a las calles. Las manifestaciones más limitadas del sábado se hicieron generalizadas el domingo. Las masas salieron de los suburbios y se dirigieron a la ciudad reuniéndose ante la sede de la Comisión Electoral, rompiendo los carteles de los otros candidatos y exigiendo que Préval fuera declarado ganador.
El lunes, decenas de miles de personas salieron a las calles. Se levantaron barricadas en Puerto Príncipe y llegaron informes de que las tropas de la ONU habían disparado contra los manifestantes. Llegaron también noticias de varios heridos y al menos dos muertos. Puerto Príncipe quedó totalmente paralizada.
El ambiente de las masas se puede ver claramente en algunas de las citas aparecidas en la prensa burguesa. Estas citas son de trabajadores, parados y activistas comunitarios, demuestran claramente algunas de las conclusiones avanzadas que está sacando la población.
“¡El gobierno está intentando robar las elecciones de los pobres!”
“¡La revolución está comenzando!”
“No habrá segunda vuelta. Paralizaremos este país”.
“Votamos pacíficamente. Pero si no tenemos a Préval el país explotará”.
“En las próximas horas vamos a sacar a un millón de personas a las calles. La población no quiere esto”.
“No habéis visto nada. Vamos a demostrar de lo que es capaz el pueblo”.
“Si nos empujan demasiado regresaremos a 1804”.
“Si estas elecciones no son limpias y si la persona a quien quiere la población no gana, quemaremos las casas y rodarán cabezas”. (Estas palabras nos recuerdan la batalla del general haitiano Jean-Jacques Dessalines, quien dirigió la rebelión contra las tropas francesas y coloniales en 1802 con el grito de batalla: “Cortar cabezas y quemar sus casas”).
Las referencias a la revolución de 1804 revelan que las tradiciones revolucionarias de Haití siguen vibrantes y fuertes. El futuro de Haití estará en las tradiciones revolucionarias del pasado. La revolución de 1804 todavía es un brillante ejemplo de la heroica lucha por la emancipación para el pueblo de Haití y para el resto del mundo. El pueblo haitiano debe regresar a estas tradiciones y luchar contra el capitalismo y la opresión. Las masas pobres esclavizadas de Haití lucharon valientemente contra los poderosos imperios francés, británico y español, consiguieron su libertad del imperialismo y la esclavitud. La única salida para los trabajadores, campesinos y pobres de Haití es llevar a cabo otra revolución, una revolución socialista que libere Haití del capitalismo y la esclavitud imperialista. Haití no puede hacer esto por sí sola, con la revolución de América Latina en el orden del día, el pueblo haitiano debe mirar a Venezuela, Bolivia y a otras partes para unirse en una lucha unida contra la opresión imperialista.
Las elecciones en Haití no resolverán nada. Si Préval gana y no sigue el dictado de los imperialistas y la clase dominante, harán todo lo que puedan para acabar con él, pero las masas tomarán las calles para defenderle. Si las elecciones son amañadas y gana uno de los candidatos burgueses, las masas saldrán para acabar con su presidencia. Con las masas en las calles, desafiando directamente el poder del imperialismo y la clase dominante, está claro que la cuestión de las elecciones se decidirá en las calles. La lucha de clases está muy agudizada en Haití, las contradicciones son intensas y la polarización es tan grande que no hay camino intermedio. La elección para el pueblo de Haití es entre socialismo o barbarie.
Junto a sus derrotas en Venezuela y otras partes, el imperialismo estadounidense ha sufrido otra derrota en Haití, pero aquí no se termina todo. Las masas haitianas ahora están en el camino de derrotar el golpe reaccionario de hace dos años, aunque cueste un largo período de tiempo, como hicieron las masas derrocando el golpe de 2002 en Venezuela. Es posible que la lucha de las masas haitianas requiera un período de tiempo largo, como en Venezuela. Pero una vez más, la cuestión de la revolución haitiana no termina aquí.
Las masas pobres y trabajadoras de Haití sólo pueden basarse en sí mismas. Las masas, una vez movilizadas y en las calles, tendrán el poder. Ninguna fuerza de ocupación o paramilitar podrá detenerlas. La clase dominante y los imperialistas se verán impotentes. Frente al movimiento de las masas, las fuerzas de la contrarrevolución quedarán debilitadas. Intentarán todo tipo de trucos, “parlamentarios” y otros, para frenar los procesos revolucionarios y aplastar el movimiento de masas. El intento de amañar las elecciones se debe convertir en una lucha generalizada contra el capitalismo y el imperialismo.
Sin embargo, sin una dirección revolucionaria que guíe y dirija esa lucha, la energía de las masas se puede disipar, “como el vapor no se puede encerrar en una caja de pistones”. Los sectores más avanzados y capas de la juventud, la clase obrera, los pobres urbanos y los campesinos, deben unirse y construir una verdadera organización revolucionaria marxista en Haití, un partido capaz de intervenir en estos acontecimientos y dirigir a las masas haitianas hasta el poder.
La revolución está en el orden del día en toda América Latina y el Caribe. Las fuerzas de la reacción están debilitadas. Los trabajadores y los campesinos se están poniendo en pie. Las masas de Haití se están levantando y quieren tomar su destino en sus manos e imponer su voluntad a la sociedad. Sin embargo, el movimiento no se puede quedar en la cuestión de las elecciones o estar satisfechos con una victoria sobre el imperialismo en el caso de que declaren ganador a Préval. El movimiento debe seguir adelante, como sus ancestros revolucionarios, esos “héroes de la emancipación humana”, hacia una transformación fundamental de la sociedad.