"Salud, llegará un tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces, que ahora ahoga la muerte" (palabras pronunciadas por Albert Parsons, uno de los mártires de Chicago, antes de ser ahorcado)
A partir del congreso de 1884 de la American Federation of Labor, la organización del movimiento obrero norteamericano dio un gran paso adelante. Allí se resolvió exigir la jornada de ocho horas, poniendo como fecha de entrada en vigor el 1ro. de mayo de 1886.
La lucha por las ocho horas llevaba dos décadas en los EEUU, pero se había potenciado desde la gran crisis de 1882 que arrojó a millones de personas al desempleo. Y trajo consigo la reducción de los salarios, el aumento de los alquileres y productos básicos de consumo popular y el deterioro de las condiciones higiénicas de los trabajadores reduciendo su expectativa de vida a 30 años. Además se produjo el ingreso a la labor de mujeres y niños con sueldo del 30 por ciento del que se pagaba a los hombres. La jornada duraba de 10 a 15 horas, incluidos feriados y domingos.
La patronal logró la prohibición de realizar huelgas bajo pena de multa o prisión, y confeccionaba "listas negras" donde se incluían a los multados para que no volvieran a conseguir empleo.
Se obligaba a los obreros a firmar un compromiso de no incorporarse a ninguna organización obrera. Y si todo eso no era suficiente, se recurría a los carneros y a la represión.
En marzo de 1886 la lucha por la reducción de la jornada laboral desembocó en una huelga general donde participaron más de 320.000 obreros incluyendo a los negros y a los inmigrantes de todos los países. Había estallado la primera manifestación unitaria del proletariado en los EE.UU. Triunfaba la solidaridad de clase sobre las divisiones raciales.
Particular importancia tomó un grupo de Chicago ligado a un anarcosindicalismo muy influenciado por el marxismo. Su líder Albert Parsons adquirió trascendencia nacional. Junto con sus compañeros empezaron a organizar en una amplia región la tan esperada jornada del 1ro. de mayo. En las diversas marchas y mítines se iban incorporando también otras consignas: aumento de salarios, derecho de sindicalización, contra el trabajo infantil, igual salario por igual trabajo. Algunos huelguistas consiguieron reducciones en los horarios de trabajo en distintas empresas.
El 1ro. de mayo se realizó la mayor huelga de la historia de los EEUU. Hubo multitudinarias manifestaciones algunas de las cuales fueron reprimidas resultando varios muertos. Al día siguiente continuaron los enfrentamientos con la policía en varias ciudades creciendo el número de muertos. Pero el centro del movimiento era Chicago donde crecía la adhesión. Para el 3 de mayo toda la ciudad estaba paralizada. La policía asesinó a seis trabajadores tras un discurso de August Spies. Se convocó entonces para el día siguiente a un acto en la plaza de Haymarket.
Spies, Parsons y Fielden hablaron ante unos tres mil trabajadores condenando la explotación patronal y la represión de los días anteriores. Cuando la lluvia terminaba con el acto, la policía ordenó el desalojo de la plaza. En ese momento explotó una bomba matando a un oficial. Sus colegas respondieron indiscriminadamente matando a once personas e hiriendo a doscientas. La identidad del autor del atentado continúa siendo desconocida, probablemente un provocador policial con el fin de justificar la salvaje represión posterior.
En los días siguientes se desató una feroz represión. Se detuvo a los dirigentes obreros, se clausuraron sus periódicos, se prohibieron las reuniones. Parsons, que no había sido detenido, se presentó voluntariamente al conocer el destino de sus compañeros de lucha.
Los funcionarios judiciales no ocultaron su odio de clase ni que el juicio se hacía contra la lucha de los trabajadores. Se formó un tribunal con un jurado parcial, rechazando a aquellos miembros sospechosos de simpatizar con los obreros. Los acusados recibieron cargos de subversión y asesinato. Se contrataron testigos falsos que culparon incluso a dirigentes que ni siquiera estuvieron en la plaza. Siete de los acusados fueron condenados a muerte y Oscar Neebe a 15 años de prisión. Sus discursos de defensa fueron orgullosamente proletarios. Defendieron los derechos de los trabajadores y denunciaron al estado burgués.
La condena tuvo una enorme repercusión mundial. Las protestas llegaron desde todos los lugares. Se comenzaron a publicar las biografías de los condenados y les levantaron monumentos. Parsons, Spies, Fischer y Engel fueron ejecutados a fines de 1887. Louis Lingg, se "suicidó" horas antes de la ejecución. Doscientas mil personas concurrieron a los funerales. A Fielden y a Schwab le conmutaron la pena por prisión perpetua. Muchos años después el tribunal de Chicago revisó el juicio, y el gobernador John P. Altgeld exculpó a los ocho, liberando a los tres sobrevivientes.
En el 1er. Congreso de la II Internacional en 1889 se acordó decretar el 1ro. de mayo como Día de la Solidaridad Internacional de los Trabajadores en el que deben organizarse grandes manifestaciones en todas las ciudades del mundo por la reducción de la jornada laboral.
Pese a los intentos estatales, en complicidad con los dirigentes burocráticos y los reformistas, de transformar al 1ro. de mayo en una "festividad del trabajo" ocultando su carácter de clase, los trabajadores de hoy, orgullosamente, debemos ligar a esta tradición de heroica resistencia las reivindicaciones que los mártires de Chicago no dudarían en asumir y defender:
*reparto de las horas de trabajo disponibles para terminar con la desocupación
*supresión del empleo precario
*salarios y viviendas dignos
*fin de la discriminación laboral y social de la mujer trabajadora
Este es el camino mediante el cual como dijo Engels: "todos los trabajadores deben prepararse para la última lucha que ponga fin a todas las luchas", la Revolución Socialista.