Este año se escuchará naturalmente hablar hasta el cansancio del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, antesala de la Declaración de la Independencia de 1816 de la dominación española. Como todo proceso de cambio social y revolucionario, esto no era casual: casi todo el continente americano estaba -al inicio del siglo XIX- en pie de guerra contra la corona española.
Este año se escuchará naturalmente hablar hasta el cansancio del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, antesala de la Declaración de la Independencia de 1816 de la dominación española.
Como todo proceso de cambio social y revolucionario, esto no era casual: casi todo el continente americano estaba -al inicio del siglo XIX- en pie de guerra contra la corona española.
Encuadrado esto además, dentro de la poderosa revolución burguesa en Europa. Las ideas de la Revolución francesa habían encendido en las mentes de los jóvenes cultos americanos. Libertad, Igualdad y Fraternidad, motorizaron las acciones revolucionarias de una parte minoritaria de aquellos patriotas.
Esto no oculta el hecho de que la mayoría de ellos -de manera consciente o no- actuaron para los grandes intereses de las entonces potencias de ultramar (Inglaterra, Francia, Portugal y España) gobernadas o acechadas por la naciente burguesía europea.
Contradictoriamente, los primeros patriotas -algunos quizá no tan patriotas- a veces buscaron el favor de estas potencias, y en otras ocasiones las combatieron.
De manera muy esquemática hoy, con mejor información, y con el rigor histórico que desenterró la verdad oculta por la historia oficial en pos de sus intereses, podría decirse que la actual configuración geográfica y política de América Latina -balcanización- fue moldeada mayormente por Inglaterra en detrimento de la España colonialista de entonces y a favor de su necesidad de apertura de nuevos mercados. Y una vez más esto no podía ser casual: vanguardia con la gran revolución del siglo XVII, que impuso el régimen de monarquía parlamentaria, material y socialmente Inglaterra (al igual que Francia) era el motor de la poderosa burguesía.
Canning, hizo famosa una frase en intercambio de correspondencia con Lord Granville: "los hechos están ejecutados, la cuña está puesta. Hispanoamérica es libre y, si sabemos dirigir bien el negocio, es inglesa".
Sin embargo, aunque cruzada por los intereses más encontrados y aun bajo influencia de éstos, la idea de una Patria distinta de la del opresor, dueña de su destino, y más justa e igualitaria, es decir una revolución política pero también social, sí animó a un grupo de los primeros patriotas
Pero ninguno de ellos a través de la historia, pudo derrotar al peor enemigo de la independencia, libertad e igualdad americanas: los falsos patriotas, los americanos que hasta el día de hoy no han dudado un instante en derramar sangre americana en pos de sus negocios, desde Domingo Anchorena tendero en la colonia, pasando por Rivadavia, Mitre, Roca, los Martínez de Hoz, los Bullrich, Larreta, etc. Una burguesía que, como clase -además de entrar bastante tarde a la historia, no hizo más que enriquecerse enquistada de manera parasitaria al desarrollo del Estado argentino y en contubernio permanente con el capitalismo de los países centrales. En 1910, la oligarquía -en una orgía de lujo y despilfarro- se adueñó del centenario patrio, enterrando aún más la verdad histórica.
Hoy el gobierno se propone continuador de la contradictoria gesta de 1810 pagando deuda externa, favoreciendo negocios millonarios para unos pocos; en tanto lo mismo propone la derecha oligárquica y clerical, patriota en su piel, sumisa y genuflexa al imperialismo en su sangre y huesos.
Desde El Militante haremos nuestro aporte desde una visión marxista, es decir desde el Materialismo histórico, para comprender los sucesos que llenan este Bicentenario, discernir por qué llegamos a él en las actuales condiciones, y cómo leer estos hechos de cara a la lucha por el socialismo, que es la lucha por terminar con la explotación del hombre por el hombre, en Argentina, en América y el mundo todo.