Zoosemiótica de empresarios

He ahí ante los ojos un ejemplo extraordinario de la sensibilidad burguesa. He ahí el catecismo humanista de mentalidad burguesa. He ahí la intolerancia, la lesa humanidad, la base ideológica de la miseria y la barbarie. ¿Qué inventarán ahora para suavizar el insulto?

Animalias burguesas ¿Alimentando al perro [1] se acaba la miseria?

Donan comida para perros a los niños kenianos hambrientos [2]

Signos de “buena voluntad”. Esta es una de esas bofetadas que nos brinda la “Cultura Burguesa”. ¿Qué hacemos, nos quedamos atónitos, sonreímos cómplices y decimos “es una imbecilidad” y ya; conjurado el demonio? ¿Lo disculpamos con optimismo y superioridad de talante? ¿Aminoramos la importancia, elevamos la bondad, ponemos la otra mejilla? Si alguien piensa que esto es un “pensamiento aislado”, que es simplemente la expresión miserable (de un estúpido o estúpida) que se reduce únicamente a esa empresa y a esa persona dadivosa… comete un error garrafal. He ahí ante los ojos un ejemplo extraordinario de la sensibilidad burguesa. He ahí el catecismo humanista de mentalidad burguesa. He ahí la intolerancia, la lesa humanidad, la base ideológica de la miseria y la barbarie. ¿Qué inventarán ahora para suavizar el insulto?

Tras la oferta de comida canina para alimentar niños hay una “fe” ciega en la superioridad de clase y un contenido racista cuyo calibre es idéntico al de quién dona medicamentos caducos, ropa rota, sucia, inservible; es la moral del que da limosnas para poner a salvo su conciencia (y su capital). Es la moral de quien desvía los presupuestos para salud, educación, vivienda, alimentación y luego lo hace pasar como superávit fiscal. Es la misma moral de quienes defraudan la voluntad de los pueblos. Es exactamente la misma moral de clase de quienes firman los despidos de los trabajadores, es la moral de quienes censuran, amenazan y siembran miedo a diestra y siniestra. No se trata de una imbecilidad ingenua. Es nada menos que un signo de clase, un estandarte que portan en la Casa Blanca cuando de habla de Irak, de Afganistán, de Venezuela, de Cuba.

Esas “buenas personas” deambulan por el mundo con su ideología bienhechora y hacen hasta lo indecible para ocultar las canalladas asesinas que llevaron a la miseria más absoluta a los pueblos del mundo, justamente a los que más saquean, a los que más explotan. A estas horas sentirán que ganaron un lugar en el cielo y otro en la posteridad, miraran a sus nenes y a sus familias con ojos de triunfo, pero con humildad, dejándoles el legado de un ejemplo histórico de solidaridad con los más débiles. ¿Qué pensarán los obreros de sus fábricas? ¿Cómo se expresará tamaña solidaridad humanista en los libros de contabilidad, en los salarios de los trabajadores? Sólo por buscar más signos.

Hay en las cabezas de esas personas un caldo de cultivo ideológico elaborado con las mejores prendas de la ética y la estética burguesa. A estas horas ya hay millones de simpatizantes de la idea nutricionista para miserables, que andan por el mundo ideando excusas y argumentos suavizantes, ya hay chistes, y en algunos noticieros los locutores esbozaron una sonrisita socarrona, es decir, pudieron sonreír antes que indignarse. ¡Correcto!, para eso les pagan los monopolios mass media. ¿Dónde se anunciará esa comida para perros, cuánto pagarán? Exactamente con los mismos pivotes filosóficos con que Bush habló, en su discurso a la nación, sobre la maldad y cómo perseguirla… exactamente con la misma matriz de ideas con que se justifica el muro anti-inmigrantes en la frontera con México y el muro en Israel.

Está claro que ese desplante nutriologo no es igual a los bombardeos de escuelas, hospitales y casas de civiles de Bush y compañía. Esta claro que la perra imbecilidad de un humanismo no es la misma que ya vimos en Hiroshima, Auswitch, Vietnam… Está claro que no siendo lo mismo tampoco es exactamente distinta. Es signo de una estructura ideológica muy compleja en franca putrefacción y con fiebres redentoras. Si nos callamos nos hacemos cómplices y cínicos. Aunque parezca una exageración.

Es ese un frente de lucha científica para toda crítica de la cultura, la comunicación y los signos burgueses. Es ese un campo de lucha que debe desmontar, paso a paso y donde se presenten, los componentes ideológicos de un enemigo de clase que está dispuesto a devastarlo todo a cambio de quedarse con la riqueza que nosotros producimos, es capaz de explotar en sandeces monumentales sin pudor alguno… y llevarlos a cabo. Si en el imaginario de esta “buenas almas” se admite la escena de niños comiéndose (agradecidos) la comida de los perros, y eso representa una solución basada en una idea magnífica, si además eso sirve para que no pocos hagan chistes y, patente o latentemente, se solidaricen con la idea, mientras, claro, continua la destrucción de las fuerzas productivas… entonces es la hora de incidir, organizadamente, en lo que sea preciso para terminar con un sistema económico, social y cultural que tolera semejantes degradaciones. ¿Es una exageración? La de ellos es mucho peor.

A estas alturas se antoja una oleada mundial de protestas. Esta es una. Se requiere y se convoca. Una protesta que sea capaz de no quedarse con la anécdota y mire el fondo, los trasfondos, una protesta que se suma a todas. Incluida claro la protesta contra todo lo que hace posible el hambre en Kenia (desde dentro y desde afuera) y en el mundo entero. Incluida la protesta contra lo que financia campeonatos de fútbol, armamento militar, publicidad para mascotas… y no resuelve el hambre, el desempleo, el abastecimiento de medicamentos… la miseria y la esclavitud. Una protesta y acción mundial que nos incluya a todos, que nos cuestione sobre el por qué existe gente capaz de imaginar a niños alimentados con comida de perro y que, también, cuestione cómo lo permitimos, cómo lo sobrevivimos y cómo lo resolveremos. Un debate político de fondo. A cara de perro como dicen algunos.

Si ellos tienen medios de comunicación, herramientas de producción simbólica para escupirle al rostro de la historia las soluciones al hambre más infelices, nosotros estamos obligados a ganar espacios para informarnos y reconstruirnos, para defendernos y no dejarnos derrotar por la degeneración burguesa que tanto se aplauden ellos mismos. Que no nos debiliten y no nos depriman. Si ellos tienen la desfachatez de insultar al mundo que arrastra la peor miseria de su historia, si por encima de la brutalidad que implica el hambre en países productores de alimentos… si por encima del dolor, la frustración, la rabia y la desesperación de los pueblos, esos muchachos ocurrentes quieren salvarse dándonos comida para perros; están dadas las condiciones para que pensemos juntos cómo nos libramos de estos degenerados que “conducen el mundo”. Cómo tomamos nosotros la dirección con un mapa hecho por todos y con rumbo a nuestra emancipación definitiva. Previa expropiación de toda forma de propiedad privada. Incluyendo las fábricas de alimentos para perros.

Esta idea desgraciada es para nosotros, también, un frente de lucha que se debe profundizar y ampliar hasta que se haga perfectamente visible el paisaje ideológico de la burguesía, sus ansias y sus manías, sus perversiones y sus patologías. Y contamos para eso con todos los signos que ellos emiten a diario, en vivo y a todo color, con impunidad absoluta y como si fuese un logro moral. No es otra cosa, es la narración enferma de un mundo enfermo de explotación, miseria y alienación. No nos ganará el silencio, aunque se incomoden algunos “académicos”, aunque se enojen los epistemólogos y las pedagogías del “buen gusto” burgués. No nos ganará el silencio. La anécdota de la comida para perros podría muy bien ser una más… otra que va los archivos para el anecdotario de la imbecilidad burguesa… y seguramente así será tratada por los genios comunicológicos. Pero desde nuestro frente de trabajo, nuestra lucha y militancia, la comida para perros destinada a los niños de Kenia, es (entre mil cosas) una declaración de guerra ideológica y nosotros estamos listos para esa lucha. Nada tenemos mejor que hacer. Y tendrán noticias nuestras. Los niños del mundo (y los adultos también) merecen una alimentación limpia, sana, justa, creativa, sabrosa y suficiente. Cómase ustedes sus galletas para perros.

Indignación en Kenia por una oferta neozelandesa de comida para perros
El ofrecimiento de ayuda alimentaria a Kenia por parte de una compañía neozelandesa que fabrica comida para perros ha indignado al Gobierno del país africano, que lo ha definido como un “insulto cultural”. “Los niños de Kenia no están tan desesperados como para comer alimentos para perros”, dijo el portavoz del Gobierno keniano, Alfred Mutua. Según el diario keniano Daily Nation, Christine Drummond, de la neozelandesa Mighty Mix Company, ofreció enviar comida en polvo para perros para los niños hambrientos, en un país que sufre una grave sequía. Sin embargo, podría tratarse de un malentendido. Drummond aseguró a la BBC que el alimento que ofrece “sin duda no es comida para perros”. “Es un alimento altamente energético lleno de nutrientes. Sabe riquísimo”, describió. Drummond asegura que es un alimento “formulado para gente especial, como la de Kenia, que lo necesita para mantenerse fuerte”. Según Mutua, el ofrecimiento es inaceptable, por el “significado que tienen los perros en nuestra cultura”. Ser llamado “perro” es uno de los peores insultos en Kenya, donde los canes no son animales domésticos.
http://www.elpais.es/articulo/elpporint/20060201elpepiint_14/Tes/internacional/Indignacion/Kenia/oferta/neozelandesa/comida/perros

Notas

1 Para conocer la empresa que fabrica comidas para perros. http://www.mightymix.co.nz/

2 Una mujer neozelandesa quiere donar 42 toneladas de comida para perros para ayudar a niños kenianos hambrientos, reveló el diario keniano Daily Nation. Christine Drummond, fundadora en Nueva Zelanda de una empresa que produce las galletas para perro “Mighty Mix”, hizo ese anuncio en un programa de televisión en su país, según el periódico. La comida, en forma de polvo que se mezcla con agua, es un preparado “lleno de nutrientes” y “sabe muy rico”, dijo Drummond, quien asegura que le gusta tanto que espolvorea la mezcla cada mañana en sus cereales. La mujer decidió enviar las 42 toneladas de comida para perros, con la que se podría alimentar a 160 huérfanos durante dos meses, a los niños que viven en la isla de Rusinga, en el Lago Victoria, después de que una amiga que visitó Kenia recientemente le contase la penosa situación que se vive allí. Aunque Drummond inicialmente pensó enviar directamente las galletas para perros, luego pensó que era mejor enviar 6.000 paquetes con los ingredientes de la mezcla. Los polvos contienen carne seca -ternera, cerdo y pollo-, pescado, cereales, huevo, ajo y harina, y al mezclarlos con agua se crea “un alimento sustancial”, explicó. Drummond pretende enviar el primer cargamento el próximo marzo, no como comida para perros sino como “suplemento nutricional”, pero no parece probable que el Gobierno keniano acepte que esa mercancía sea distribuido entre los niños. “De ningún modo va a permitir el Ministerio de Salud que comida para perros sea traída para el consumo humano”, dijo el director de Servicios Médicos, James Nyikal. El portavoz presidencial, Alfred Mutua, añadió que la ayuda alimentaria no se puede enviar tan alegremente, ya que debe cumplir los requisitos de la Oficina Keniana de Estándares. “Los niños kenianos no experimentan tal escasez de alimentos como para que tengan que acabar ingiriendo comida para perros”, estimó. http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_29514.html