Desde que el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) lanzó la convocatoria para un Partido de la Izquierda Unificado (PIU) han pasado ya cinco meses.
Luego de 2 cartas en las que se establecían algunos ejes de debate, siendo la última en noviembre de 2018, nada hemos sabido acerca de dicha propuesta. Es decir, que desde hace 4 meses el “Partido Unificado” ha desaparecido del debate y la agitación del PTS.
Por nuestra parte publicamos una serie de artículos en respuesta a la propuesta. En primer lugar publicamos “Acto en Argentinos Juniors del Partido de los Trabajadores Socialistas ¡Decimos sí a la conformación de un gran partido de la izquierda unificado!” y luego “Respuesta a la convocatoria del PTS a la formación de un Partido de la izquierda unificado” y por ultimo escribimos “Sobre la construcción de un Partido de Izquierda Unificado y la segunda carta del PTS”
Como señalamos más arriba no hubo respuesta alguna a nuestra cartas, siendo el principal problema que vemos la ausencia total de pasos concretos para avanzar en la construcción del Partido de Izquierda Unificado con la consiguiente frustración en la vanguardia y de miles de luchadores que habían recogido el guante ante la necesidad concreta de contar con un partido de estas características.
Desde la Corriente Socialista Militante queremos retomar este debate trunco, ya que consideramos que existen factores que hacen prioritario la necesidad de contar, como punto de partida, con un PIU.
Por su parte los argumentos de uno de los socios del PTS no se hicieron esperar. Podemos ver el desarrollo de estas posiciones en el artículo del Comité Nacional del Partido Obrero “Por una campaña política del Frente de Izquierda” y en el video “Altamira Responde: ¿Qué opinas sobre la propuesta de partido único que realizó el PTS?“
Es claro que la posición de la dirigencia del Partido Obrero (PO) dilata el debate y las acciones concretas para materializar el PIU en base a un interés partidario que deja en segundo plano los intereses de los explotados, de la clase obrera y de la juventud.
Básicamente el PO dice sí, pero en la realidad concreta es no. Ya que plantea que si bien el debate acerca del PIU es viable este debe estar antecedido por la consolidación del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) en base a una campaña de agitación, ya que el FIT “sigue teniendo como gran asignatura pendiente erigirse en un frente único, intervenir en común en la lucha de clases y ser un factor activo de su desenvolvimiento.” Y agregan “Naturalmente, ni el FIT, ni ninguno de sus integrantes, tiene garantizado un desarrollo político sin pasar por la prueba de una intervención adecuada en la presente crisis de régimen”
Es decir para la dirigencia del Partido Obrero, todo debe dirimirse en la lucha de clases y en debates serios que tengan como objetivo fortalecer al FIT. Nosotros consideramos que es válido que cualquier organización del FIT tenga su propia agenda que contemple plenarios, actividades, actos públicos o que haga hincapié en consolidar el FIT como un verdadero frente entre las organizaciones que lo componen. Pero consideramos también que esto no debería darse bajo condición de dilatar, anular y cerrar el debate acerca de la necesidad que tenemos los revolucionarios de contar con un Partido Unificado de Izquierda.
La verdad es que el FIT lleva ya siete años de recorrido y sigue siendo una pequeña tendencia en el movimiento de masas, y que al ser un frente cerrado alienta la dispersión de la izquierda. En este sentido fue valorable la propuesta del PTS de abrir la discusión a la necesidad de avanzar hacia una instancia superior. Aunque esta propuesta se vio negada por el silencio posterior que plantea la duda acerca de si el PTS hizo jugar tal convocatoria para dirimir una disputa interna entre los integrantes del FIT, o si ante la presión del PO optaron por bajar tal debate.
Hoy más que nunca, la crisis de la humanidad puede reducirse a la crisis de la dirección revolucionaria del proletariado. Con esto no queremos decir que se trata de sacar a las direcciones actuales para ser simplemente reemplazadas por otras “de izquierda”, sino que se trata de construir una alternativa revolucionaria con firmeza en los principios y flexibilidad en las tácticas que se encuentre en condiciones de ganar a las ideas de la revolución a la vanguardia del movimiento de masas. Solo así podremos forjar nuevas direcciones que se encuentren en condiciones de conducir a los trabajadores, la juventud y demás sectores oprimidos en el único camino que puede resolver la crisis de la humanidad: el derrocamiento político de la burguesía y la toma del poder por parte de la clase obrera.
Como desarrollaremos más abajo la situación política se vienen agudizando, lo que le da cierto sentido de urgencia al debate. La historia nos ha enseñado que no se puede improvisar un partido revolucionario cuando llegan los choques decisivos de la lucha de clases, como no se puede improvisar un cuartel general una vez que la guerra ya ha estallado. Los sucesos del Argentinazo en diciembre de 2001 reafirmaron amargamente esto que planteamos. Las situaciones revolucionarias, en general, no duran mucho tiempo, los trabajadores no pueden estar eternamente movilizados y en estado de fermento. O existe un partido con autoridad sobre las masas que muestre una salida o la oportunidad se desperdiciará virando hacia situaciones reaccionarias o hacia canales seguros que salvaguarden al Estado capitalista. Por lo tanto la existencia de un partido revolucionario con autoridad de masas es condición necesaria para que una situación revolucionaria se desarrolle de manera exitosa.
Esto nos muestra que no podemos dejar que la lucha de clases determine como se va a ir configurando el partido revolucionario. Debemos dar pasos firmes a través del debate fraterno, basado en el centralismo democrático y la existencia de tendencias, entre las diversas organizaciones de izquierda que se reivindican anticapitalistas, socialistas y defienden la necesidad de contar con un partido revolucionario que plantee de manera abierta y clara la necesidad de tomar el poder, derrotar a la burguesía como clase social dominante, liquidar al Estado burgués y avanzar hacia una democracia obrera que ponga en pie una economía planificada bajo control de los trabajadores.
La situación política y la necesidad de un partido revolucionario
A más de una década del inicio de la crisis capitalista mundial la situación política global es un hervidero. Cada intento de la burguesía por restablecer el equilibrio económico se transforma en un desequilibrio a nivel político.
En América Latina la tensa situación entre los capitalistas y los movimientos de masas, amortiguados de manera relativa por las direcciones reformistas y las direcciones sindicales vendidas al capital, se agudiza día a día.
La ofensiva de los capitalistas en Argentina encuentra una firme voluntad de lucha por parte de los trabajadores y la juventud que se encuentran en un estado de movilización casi permanente. Aunque la realidad concreta arroja que la mayor parte de las veces los conflictos son dirigidos por direcciones que no son consecuentes en organizar, coordinar y llevar a los trabajadores a un plan de lucha hasta derrotar al macrismo, lógicamente esto sucede debido a que estas direcciones se encuentran atadas a salidas políticas que solo proponen gestionar la crisis del capitalismo. A su vez esta situación se agudiza en la medida en que no existe en el país un partido revolucionario con autoridad sobre el movimiento. Así mismo las continuas movilizaciones nos muestran que poco a poco las masas van haciendo su experiencia preparando los futuros choques decisivos, pero este camino no estará privado de avances y retrocesos según la situación económica y por ende política se vaya desarrollando.
En última instancia, la situación en el país, esta signada por el hecho que todo el arco político que representa a las diferentes facciones capitalistas, como no podía ser de otra manera, sostienen la viabilidad de la gobernabilidad para así garantizar la supervivencia del capitalismo.
En Venezuela vemos la agresión imperialista al pueblo venezolano como parte de una reconfiguración política en la que la clase dominante de EEUU, en medio de una encarnizada guerra comercial con China, busca recuperar el terreno perdido en América Latina a manos de China y Rusia durante el ciclo de los gobiernos post neoliberales.
La profundidad de la crisis es tal que el déficit comercial de EE UU se ha disparado al máximo de los últimos 10 años empujado por el proteccionismo de Trump.
En Brasil los ataques se profundizan con la reciente ley de reforma previsional antiobrera presentada por Bolsonaro. Los capitalistas están decididos a ir de la mano de la extrema derecha para apalancar sus ganancias y transferir la crisis a las espaldas del pueblo.
En Haití las protestas masivas que exigen la renuncia del presidente Jovenel Moïse han paralizado completamente el país desde hace unas semanas, los choques con la policía han provocado múltiples lesiones y muertes. La economía del país esta derrumbada de la mano de las “recomendaciones” del FMI.
En Europa la situación no es menos inestable. La crisis abierta en torno al Brexit amenaza con sacudir la ya frágil economía europea. La patronal europea BusinessEurope pidió este miércoles al Reino Unido que descarte la posibilidad de una salida de la Unión Europea (UE) sin acuerdo y manifestó que se encuentra “extremadamente preocupada”. No es para menos, esta crisis inevitable sacudirá a la política y a la sociedad británica hasta sus cimientos.
Por no hablar de Francia en donde la burguesía se encuentra tratando de reponerse del shock abierto tras la irrupción de los chalecos amarillos que puso al país en el umbral de una crisis revolucionaria, o el Estado Español donde la burguesía preocupada ve deslizarse la estabilidad social, ya precaria, hacia abajo provocando el adelantamiento electoral por parte del gobierno de Pedro Sánchez.
En África la convulsión también se acrecienta. En Argelia más de quince millones de personas han salido a las calles intentando derribar al odiado presidente Abdulaziz Buteflika. Semanas de movilización y desafío al régimen han aumentado la conciencia de las masas. Años de ajuste, saqueos y precariedad se encontraban bajo la superficie esperando expresarse.
Este breve repaso por algunos de los puntos nodales de la situación política mundial muestran la ebullición política y social que recorre el mundo como respuesta de las masas al ajuste sin fin que proponen los capitalistas para salir de la crisis de sobreproducción que ellos mismo produjeron.
Sin lugar a dudas la crisis capitalista de 2008 ha marcado un parteaguas en la historia moderna. El capitalismo se encuentra entrampado en una crisis sistémica, que está empujando al mundo hacia la barbarie. Ajuste permanente, guerra, depredación medioambiental es el futuro que ya llego.
La crisis del sistema capitalista que tuvo al mundo sumergido en una guerra entre bandidos imperialistas en 1945 y el régimen que la burguesía puso en pie a posterior, sobre millones de cadáveres, está colapsando. La crisis de sobreproducción solo puede ser resuelta derrotando a los trabajadores a nivel mundial para avanzar en una destrucción sostenida de fuerzas productivas y mercancías.
Por su parte la respuesta de la juventud obrera, trabajadora y estudiante no se ha hecho esperar. Se comprueba entonces aquello de que a cada acción siempre se opone una reacción igual pero de sentido contrario.
La preocupación de la clase dominante ante esto se ve expresada en diversos síntomas, como ser el documento oficial de la Casa Blanca “Los posibles costes del socialismo”, que reconoce la creciente popularidad del socialismo en los Estados Unidos entre la juventud o las declaraciones del propio Trump que afirmo que “Estados Unidos nunca será un país socialista”.
La tapa de la revista The Economist que advierte sobre el “auge del socialismo millenial” o la editorial del diario La Nación, en nuestro país, que se titula “Estertores póstumos de la Estrella Roja” van por el mismo andarivel.
Esto es un claro reflejo del escenario que se avecina poco a poco. En el marco de un recrudecimiento de las contradicciones que anidan en el seno de la sociedad y su expresión en una crisis que siempre amenaza desde la vuelta de la esquina, azuzada por la guerra comercial, el proteccionismo, las nuevas burbujas especulativas y por el temblor del Brexit que calienta las tensiones inter imperialistas. Mientras el FMI alerta de la nueva mega crisis de deuda que se está gestando rápidamente en los países neocoloniales, y corrige todos sus pronósticos de crecimiento a la baja. Receta acabada para la intensificación de todo tipo de tensiones. La vieja normalidad se ha acabado, hemos entrado en una época de crisis, guerra, revolución y contrarrevolución. La necesidad de avanzar en un Partido Unificado de la Izquierda en Argentina como parte de la construcción del Partido Socialista de la Revolución Mundial nunca pudo estar más clara.
¿Qué necesitamos?
La crisis del régimen se expresa en nuestro país, la región y el mundo como la crisis del reformismo. Ante el actual escenario no hay reformas que puedan ofrecer, sino que por el contrario solo pueden ser garantes de un ajuste “moderado” que pone a las masas a elegir entre morir de un disparo certero o morir envenenadas lentamente.
Ahora bien esto no significa que el reformismo este muerto en términos políticos, ya que este aún sigue despertando ilusiones en grandes sectores de la vanguardia política y sindical. La ausencia de un partido revolucionario con inserción y autoridad justamente facilita el camino para las opciones reformistas que quedan ante los ojos de las masas como la única opción viable.
Es sabido que muchas veces un gobierno, partido o movimiento pude vivir mucho más allá de las condiciones o correlación de fuerzas que le dio origen. Solo durante los choques bruscos y la aproximación sucesiva, las masas van sacando conclusiones y asimilando experiencia. Por lo tanto es necesario que los revolucionarios acompañemos estos procesos con claridad y delimitación ideológica pero sin la arrogancia sectaria que cierra el dialogo planteando que los movimientos nacionales y los regímenes oligárquicos son lo mismo. Solo un ultraizquierdista trasnochado podría plantear que Maduro y Guaido son lo mismo en Venezuela, que daba igual Bolsonaro o Haddad en Brasil o que en El Salvador daba lo mismo gane Arena o no.
Esta interpretación mecánica además de incorrecta cierra cualquier posibilidad de acercamiento a las masas y su vanguardia. No hay que confundir la independencia de clase en términos de programa y en relación al Estado capitalista, que independencia política con relación a las masas y su vanguardia y decimos esto ya que más de las veces encontramos a la izquierda, aquella que apenas es una tendencia en el movimiento de masas, absteniéndose de participar de movilizaciones, o realizando otras en paralelo, renunciando a la lucha política, con el fundamento que las mismas son convocadas por el arco reformista sea en lo político o en lo sindical. Entonces el abstencionismo de participar en estas convocatorias y la intervención confusa de los tribunos parlamentarios hacia la vanguardia, mezclando democracia obrera con democracia burguesa, cayendo en los cantos de sirena de la democracia parlamentaria como última estación del desarrollo de la humanidad, son dos caras de una misma moneda. Sectarismo y oportunismo resulta el corolario de una política que se demuestra infructuosa de llegar a los millones de trabajadores y jóvenes de nuestro país y así formar un poderoso partido obrero revolucionario.
Dejemos hablar a Lenin: “Si quieres ayudar a las ‘masas’ y ganarte la simpatía y el apoyo de las ‘masas’, no debes temer las dificultades o provocaciones, insultos y persecuciones por parte de los ‘dirigentes’ (que por ser oportunistas y socialchovinistas están, en muchos casos, directa o indirectamente vinculados a la burguesía y a la policía), sino que debes en cualquier caso trabajar en cualquier sitio donde estén las masas. Tienes que ser capaz de cualquier sacrificio, de superar los mayores obstáculos, para poder hacer propaganda y agitación sistemáticamente, perseverantemente y persistentemente en esas instituciones, sociedades y asociaciones, incluso las más reaccionarias -donde estén las masas proletarias o semiproletarias”. Lenin, La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo
Irónicamente estos prejuicios que se agitan permanentemente desde un sector de la izquierda trotskista son absolutamente ajenos a la propia política que tanto Trotsky como Lenin defendieron al construir el Partido Bolchevique como un ala del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.
Yendo más atrás en el tiempo vemos que tampoco fueron los métodos de Marx o Engels. Tomemos un breve párrafo de la carta de Engels a Florence K. Wischnewetski del 27 de enero de 1887: “…Cuando nosotros regresamos a Alemania en la primavera de 1848, nos unimos al Partido Democrático porque éste era el único medio posible de llegar a la clase obrera; fuimos el ala más avanzada de ese partido, pero al fin y al cabo un ala. Cuando Marx fundó la Internacional, redactó el Reglamento de manera que pudieran ingresar todos los obreros socialistas de esa época: proudhonianos, lerouxistas e incluso el sector más avanzado de las Trade Unions inglesas; y fue sólo gracias a esta amplitud que la Internacional llegó a ser lo que fue: el medio para disolver y absorber gradualmente a todas esas sectas secundarias… Si de 1864 a 1873 hubiésemos insistido en trabajar sólo con quienes adoptaban nuestra plataforma ¿dónde estaríamos hoy? Creo que toda nuestra experiencia ha demostrado que es posible trabajar junto con el movimiento general de la clase obrera en cada una de sus etapas sin ceder u ocultar nuestra propia posición, e incluso nuestra organización, y temo que si nuestros camaradas alemanes en Norteamérica eligen una línea distinta cometerán un grave error”.Podríamos hacer un libro entero con citas similares, aunque está claro que cada una tiene su contexto, sin cambiar la esencia del planteo.
Por esto mismo afirmamos que para construir el partido, no es suficiente con tener ideas correctas. Es necesario desarrollar las tácticas adecuadas para ligarnos a las masas y principalmente al ala más radicalizada, a su vanguardia, para que cuando éstas hagan su experiencia en la lucha de clases, nuestras ideas se traduzcan en fuerza material para la revolución. Para esto es necesario el debate y la acción sobre la táctica del frente único y la independencia de clase, ya que esto no se encuentra implícito simplemente proclamando un partido independiente. Por todo esto consideramos que la tarea de poner en pie un Partido de la Izquierda Unificado sería un primer paso en el sentido correcto para comenzar a romper años de aislamiento, fortalecer a la izquierda revolucionaria en el país, comenzar a revertir la dispersión y establecer un punto de referencia claro para todos los sectores en lucha.
Esperamos fervientemente que esta auspiciosa convocatoria vuelva a ser parte del debate actual y no quede simplemente en el olvido por internas y celos de aparato que nunca se terminan de entender bien. La experiencia de diciembre de 2001 debe servirnos como un gran llamado de atención.
La situación es apremiante. No tenemos tiempo que perder: ¡Avancemos hacia un partido unificado de la izquierda!
Desde la Corriente Socialista Militante, sección Argentina de la Corriente Marxista Internacional nos ponemos a disposición de todas las organizaciones, compañeros y compañeras que quieran discutir estas ideas y dar pasos firmes en su concreción.
Basta de palabras.
Manos a la obra.