La retirada de los principales partidos opositores burgueses de las elecciones legislativas del 4 de diciembre forma parte de toda una serie de acciones que marcan una nueva ofensiva desestabilizadora contra la revolución venezolana. La retirada de los principales partidos opositores burgueses de las elecciones legislativas del 4 de diciembre forma parte de toda una serie de acciones que marcan una nueva ofensiva desestabilizadora contra la revolución venezolana.
Pretenden minimizar la victoria de los candidatos bolivarianos diciendo que la abstención superó el 70%. Lo cierto es que las propias encuestas publicadas por los medios burgueses antes de las elecciones no daban a toda la oposición unida ni 30 escaños en la nueva Asamblea, es decir menos del 20%, por eso decidieron retirarse y no enfrentar una derrota humillante. Para gran parte de la población, que en un 70% apoya el gobierno del Presidente Chávez, las elecciones perdieron, por lo tanto, su interés al entender que la mayoría chavista en la Asamblea estaba garantizada tras la retirada de la posición, lo que desestímulo ampliamente la participación electoral.
Unidades de Batalla en defensa de la revolución
Las bases del movimiento revolucionario debemos movilizarnos y dar una respuesta masiva y organizada a esta nueva maniobra para barrer una vez más cualquier ilusión que pueda abrigar la contrarrevolución burguesa y el imperialismo de quebrar la voluntad de la clase obrera venezolana y los sectores populares de que esta revolución siga avanzando y lo haga en dirección al socialismo.
Pero no basta con acudir a las movilizaciones, debemos organizarnos en los centros de trabajo, estudio y en los barrios y responder a cualquier posible tentativa desestabilizadora. Los sindicatos y demás organizaciones populares deben convocar rápidamente a todos sus integrantes a reuniones y asambleas extraordinarias para discutir y aprobar planes de contingencia ante una agudización de las agresiones de la oposición burguesa. Las mismas milicias o reservas militares del pueblo en armas deben ser puestas en estado de alerta, como medida de precaución.
La central sindical clasista, UNT, debería hacer un llamado para celebrar asambleas en todos los centros de trabajo y conformar en los mismos Unidades de Batalla en defensa de la revolución, mediante la elección de delegados revocables en todo momento en cada taller, área de producción, etc. y asumir como tarea la de impedir cualquier acto de sabotaje económico que pueda intentar la contrarrevolución.
Estas Unidades de Batalla o Comités de Defensa de la revolución deberían coordinarse a nivel local, regional y nacional, junto a todos los demás sectores y fuerzas revolucionarias, en todas las zonas y centros de trabajo del país. Habría que mantener estos organismos unitarios de lucha mientras dure esta contingencia y luego desarrollarlos como Unidades de Batalla por el Socialismo que sirvan para organizar en cada centro de trabajo, barrio, etc. la lucha por profundizar la revolución y construir un genuino modelo socialista.
El boicot electoral y la contrarrevolución
Las elecciones legislativas de diciembre son un preámbulo de las Presidenciales de 2006 en las que todas las encuestas prevén una victoria aplastante de Hugo Chávez.
Los estrategas de la contrarrevolución y del imperialismo entienden perfectamente que el proceso revolucionario venezolano, con pasos adelante y atrás, sigue evolucionando hacia la izquierda y estimulando la movilización y radicalización de las propias masas. Están cada vez más preocupados por el discurso socialista de Chávez y algunas de las medidas en ese sentido que éste ha tomado: expropiaciones, medidas parciales de control obrero, creación de las llamadas Empresas de Producción Social (EPS), etc. A pesar de que muchas de estas medidas todavía están por definir totalmente y hay contradicciones en su aplicación, y de que existe un sector de dirigentes bolivarianos que también teme este giro a la izquierda e intenta frenar y descafeinar cualquier medida anticapitalista, los imperialistas y capitalistas temen que estas medidas y discursos socialistas animen aún más las expectativas, movilización y participación de las masas.
El imperialismo estadounidense teme la extensión de la revolución
Otro aspecto muy preocupante para el imperialismo es que Chávez se ha convertido en el principal referente de lucha contra el imperialismo para millones de jóvenes, trabajadores y campesinos en América Latina y en todo el mundo. Esto les ha convencido de que tienen que volver a pasar a la ofensiva e intentar una nueva campaña de desestabilización y calumnias contra la revolución venezolana que prepare el terreno para una futura intervención directa contra la misma.
Los contrarrevolucionarios burgueses cuentan con armas poderosas todavía: siguen controlando los bancos privados, monopolios como la Polar, CANTV, y otros, muchas empresas de construcción, transporte, etc. Siguen teniendo una buena parte de la tierra. Y también se apoyan en sectores burocráticos que existen en el aparato del Estado que, aunque en descomposición y recorrido por profundas contradicciones de clase, no ha sido sustituido por una nueva institucionalidad revolucionaria.
Sin embargo, nuestra fuerza es mucho mayor y podemos derrotar estos planes y cualquier nueva ofensiva contrarrevolucionaria de manera definitiva. Para ello es imprescindible sustituir el actual Estado por un nuevo Estado obrero, revolucionario, basado en comités elegibles y revocables en todo momento por asambleas revolucionarias de los trabajadores y los sectores populares. Junto a ello, es imprescindible expropiar los principales medios de producción (los bancos, monopolios y latifundios) y ponerlos bajo control de los trabajadores y las comunidades.
Los socialistas debemos luchar hoy mismo contra la arremetida que intentan los contrarrevolucionarios, pero esta lucha va indisolublemente ligada a la lucha por completar la revolución con el socialismo. Nuestra revolución sólo puede plantearse exitosamente como parte de la lucha internacional por el socialismo.