Las recientes elecciones estudiantiles en la Universidad de Buenos Aires produjeron la novedad del avance de agrupaciones de izquierda independientes que rechazan el sectarismo, las aparateadas y el oportunismo como métodos políticos. Así, la Corriente “Julio Antonio Mella”, junto a otras agrupaciones, ganó los centros de Sociales y Exactas, luego de años de hegemonía de las alianzas del PO, MST, PTS, PCR y otros; sacó el segundo lugar en Filosofía y Letras, y se perfila como una fuerza que puede incidir fuertemente en el movimiento estudiantil.
Las recientes elecciones estudiantiles en la Universidad de Buenos Aires produjeron la novedad del avance de agrupaciones de izquierda independientes que rechazan el sectarismo, las aparateadas y el oportunismo como métodos políticos. Así, la Corriente “Julio Antonio Mella”, junto a otras agrupaciones, ganó los centros de Sociales y Exactas, luego de años de hegemonía de las alianzas del PO, MST, PTS, PCR y otros; sacó el segundo lugar en Filosofía y Letras, y se perfila como una fuerza que puede incidir fuertemente en el movimiento estudiantil.
Esta situación puede representar un avance para el conjunto del movimiento estudiantil, si de a poco se le va dando la espalda a los métodos ultras y oportunistas, típicos de los viejos aparatos, que lamentablemente hemos visto desarrollarse entre algunos grupos de la llamada izquierda revolucionaria. Y muestra la necesidad de construir un movimiento estudiantil atento a la experiencia concreta de los estudiantes que se proponga recuperar su potencial rebelde y movilizador.
Luego del Argentinazo, la izquierda ganó la dirección de la FUBA; este hecho reflejó que la revuelta popular se trasladaba a las facultades y que era necesario echar a las camarillas corruptas y traidoras de la Franja Morada. Pero en siete años de gestión el balance de la conducción de la FUBA, en manos del PO, MST, PCR, IS, y otros, deja mucho que desear. Pese a ciertos avances en la renovación y en la vinculación del movimiento estudiantil con las necesidades del conjunto de la sociedad, frecuentemente se utilizaron los centros de estudiantes como una fuente de recursos para los respectivos aparatos. La lógica de la gestión de estos partidos en la FUBA fue la de las quintitas autosuficientes, cada uno tenía su tajada y la gestionaba como mejor le parecía y, como si fuera poco, a espaldas de las necesidades y la experiencia de los estudiantes.
No fue otra cosa que la reproducción de sus métodos políticos sectarios y ultimatistas en el interior de la vida estudiantil. Con lo cual, para la inmensa mayoría de los estudiantes su actividad no generaba ningún interés ni conectaba con su experiencia cotidiana.
Y en cuanto a la política de estos partidos con respecto a la lucha por el cambio del Estatuto de la UBA, desarrollaron métodos completamente alejados del sentir de los estudiantes, métodos sustitucionistas propios de una ‘vanguardia iluminada’. De esa forma terminaron por dividir el campo popular al interior de la UBA y reforzaron al bloque reaccionario. Por supuesto, la autocrítica en estas organizaciones brilla por su ausencia. Para sus dirigentes es suficiente con acusar a los estudiantes de bajo nivel de conciencia. El problema es que las consecuencias de la gestión de estos partidos para el movimiento estudiantil son muy negativas.
Las excelentes elecciones de La Mella y otras agrupaciones de izquierda son una excelente noticia porque nos están mostrando que hay un proceso de renovación produciéndose, y que los estudiantes comprendieron la necesidad de otro método político para luchar por mayor presupuesto, por la reforma de los estatutos, contra los proyectos de arancelamiento indirecto, entre otras cosas.
Por eso, desde la Corriente Socialista El Militante saludamos a La Mella por los resultados obtenidos y hacemos nuestra apuesta por la construcción de un movimiento estudiantil no sectario ni ultimatista y que se proponga la perspectiva del socialismo como horizonte de lucha.