UN FANTASMA RECORRE AMÉRICA

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Los fantasmas nunca mueren y el del comunismo muchísimo menos. Desde que fuera evocado por Marx y Engels hace siglo y medio, este fantasma revoltoso reaparece al olfatear augurios de revolución. Todos lo creíamos desaparecido, pero está de vuelta con nuevos bríos, un gran sombrero y sobre todo con muy buenas intenciones.

Llamado desde Cuba a la unidad de los socialistas revolucionarios

Los fantasmas nunca mueren y el del comunismo muchísimo menos. Desde que fuera evocado por Marx y Engels hace siglo y medio, este fantasma revoltoso reaparece al olfatear augurios de revolución. Todos lo creíamos desaparecido, pero está de vuelta con nuevos bríos, un gran sombrero y sobre todo con muy buenas intenciones.

Dijo Carlos Marx en el Manifiesto: “Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en Santa Cruzada para acosar a ese fantasma.” Pero que no se preocupe la vieja Europa…por el momento Este fantasma está de regreso en la jovencita América. Y es él el que acosa a todas las instituciones, a los sistemas y a los hombres inservibles del mundo. Para nada se siente acosado. Nunca fue más libre, ni más voluntarioso, ni más oportuno.

Una buena pista de su llegada fue el Primero de Mayo en La Habana: Mi hijo pequeño me preguntó en medio de la madrugada: “¿Y esa bandera roja mamá, de que país es?”. El Sol no se levantaba todavía, a no ser por el brillo inconfundible de sus ojos negros. Miré entonces la bandera que escoltaba mi privado primero de mayo: el radiante rojo y la Hoz y el Martillo del proletariado mundial que se extendían en el lienzo, hablaron por sí mismos: “A ningún país hijo mío. Precisamente al país donde no existirán los países, donde tan sólo existiremos seres humanos” respondí con orgullo, al constatar que en Cuba los niños de ocho años encuentran pertinente desfilar en las mañanas del Día Internacional de los Trabajadores…Y que después de muchos años lo hacíamos con la bandera bolchevique

Y es así: La consigna última de los Primeros de Mayos, cuando la clase trabajadora se acuerda un poco más de sí misma, es el llamado a la unidad proletaria. La muerte de la URSS ha salvado de una buena vez a esa bandera, la que parece estar acabadita de pintar, convocando a los revolucionarios una vez más.

Un millón trescientos mil cubanos desfilamos en La Habana, mas esta no es para nada una noticia. Estas calles se llenan de pueblo a la menor señal de combate ¿Qué hizo diferente esta convocatoria a las marchas anteriores?, ¿qué la diferenció sustancialmente de otras? Sin dudas fue su intenso contenido internacional.

Esta marcha cargada de color, sobre todo del color rojo, fue un buen colofón a varias de las intervenciones de Fidel hablando de los conflictos internacionales y sobre todo de la maravillosa visita de Hugo Chávez a nuestra isla. Y por encima de cualquier otra razón, por este movimiento rítmico de nuestras tierras. Sí, ahora sí… Es el pujo del parto que esperábamos, en la panza que se extiende desde el bendito Río Grande hasta mi amada Patagonia. Tan sólo tendríamos que ver si nos asisten buenos parteros.

De los discursos en La Habana el primero de Mayo, hubo sin dudas uno que llamó poderosamente mi atención. Fue el del padre del joven italiano asesinado en un hotel habanero por órdenes expresas de Posada Carriles. Giustino de Selmo, ese padre es ya un buen militante. Sin previa formación política, a no ser la intensa formación a la que obliga el dolor, reconoce ver a su hijo en nuestra patria y es por eso que dice: “Yo me quedo aquí, haciendo entender siempre, por todos los medios que la única alternativa de la humanidad es cambiar el sistema capitalista”. Este compañero, que ya no es señor, sino compañero, tuvo que ver morir a su hijo por causa de los que quieren hacer a un país volver atrás, para entender que no es posible otro camino que el socialismo. Al compañero de Selmo se le apareció fantasma del comunismo. Ya está en nuestro equipo.

Tendríamos que ver si al asesino en serie Posada Carriles lo encuentran en Estados Unidos. Mas no lo creo, a no ser para desaparecerlo o enviarlo a Marte o a Saturno. La desfachatez con que actuó la ex presidenta Moscoso y todos los cómplices del imperialismo me da por pensar que la vergüenza y el sentido común vamos tener que importarlo del Casiopea o tal vez clonarlos a partir de nuestros buenos muertos. Eso sí siempre y cuando las guerras del Imperio nos dejen algún dinero sobrante y que el flamante y reaccionario Papa recién electo nos autorice (en nombre de Dios) usar la ciencia en virtud del progreso y no tan sólo en el de la destrucción.

Los reclamos de La Habana son reclamos mundiales Mi patria nació internacionalista, y es por eso que las notas de la Internacional que se escuchan en Cuba y mi bandera roja que nos sienta tan bien, son verdaderos atuendos en estos días. La Plaza de la Revolución es recinto mundial.

Me parecería justo que allá, cuando logremos estar juntos todos los comunistas, le otorguemos a la Plaza de la Revolución el título de “Patrimonio Revolucionario de la Humanidad”, deberíamos, además rescatar muchos sitios y convertirlos en patrimonio revolucionario de la humanidad, y volverlos a situar en el sitio de honor que les corresponde.

Fidel lanzó el reto: “Esta humanidad tiene ansias de Justicia”. Él no ha cambiado su discurso en lo esencial. El compromiso internacionalista de mi país desde aquel principio, desde que José Martí anunció que la independencia de la Isla de Cuba era apenas un trámite para lograr la libertad de nuestras tierras americanas, desde que un médico argentino asumió nuestra lucha y la construcción del socialismo en Cuba, con el solo pretexto para seguir luchando, Cuba es la llave (o una de ellas) de la revolución mundial. Los cubanos ayudamos a que el oprobioso Aparheit no se eternizara en el Madre África. Casi nadie se acuerda de eso. El fantasma comunista de 1848…, sí.

Las estrechas fronteras territoriales sólo serán importantes para los gobiernos, nunca para la revolución, que es a la larga la verdadera Constituyente. La Primera Declaración de la Habana en su octavo punto señala: “La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba reafirma su fe en que América Latina marchará pronto unida y vencedora, libre de las ataduras que convierten sus economías en riqueza enajenada al imperialismo norteamericano, y que se reimpide hacer oír su verdadera voz en las reuniones donde cancilleres domesticados hacen de coro infamante al amo despótico”. Esto se dijo en 1960. Lo dijo Fidel en esta misma Habana que retumbó en las calles vestida de rojo, y que sigue reclamando exactamente lo mismo y siempre con el mismo color.

Otra pista del fantasma está en la Venezuela bolivariana, donde es evidente que ha hecho tienda. No me quiero referir a los discursos sugestivos de su hermoso presidente, sino a lo que se respira en las organizaciones básicas de ese país, que deja sin aliento al más exigente de los académicos marxistas. El pueblo bolivariano, que no venezolano, no ha tenido que leerse las Tesis de Abril, para entablar en las calles de Venezuela una polémica sobre el socialismo y los enemigos de clase. La palabra socialismo entra por las mismas vías que Simón Bolívar. Hugo Chávez es tan sólo un portavoz de esa maravilla. Nunca se defendió con más pertinencia la idea de la revolución que en los barrios de Caracas…

Los organismos internacionales han quedado fuera de toda competencia para resolver los problemas del mundo, y ser creíbles. ¡Ni la OEA, ni la ONU ni el FMI ni tantas siglas más que existen!, todas a la larga son corruptas de per se, víctimas del capital imperialista que las financian. Lo único que le faltaba al “Cónclave” de la OEA fue el ridículo humito del incienso y el repicar ensordecedor de las campanas, cuando en ausencia de Cristo tuvimos Papa.

Allá cuando nos echaron a los cubanos de la OEA, con la inmensa mayoría de los gobiernos latinoamericanos a favor (con la exquisita excepción de México), había cantado el trovador Carlos Puebla con su inigualable ritmo “Cómo no me voy a reír de la OEA / Si es una cosa tan fea / tan fea que causa risa… Y todavía podemos reírnos de esa organización que anda desconcertada y como dijera Fidel recientemente, en lugar de andar tan preocupada porque un pueblo mande a un presidente a freír espárragos, debería preocuparse de cómo un presidente pudo alterar impunemente la constitución de un país, o de cómo andan sueltos los asesinos y los ladrones.

Los pueblos en América Latina no van a esperar por nadie para reclamar justicia. Ni por la decencia de los gobiernos en turno, ni por nuestra capacidad de unión revolucionaria, que cada día hace más falta. José Miguel Insulza salió victorioso en el Cónclave de la OEA, pero con él todos los trabalenguas:”Presidentes elegidos democráticamente, pero que gobiernan sin democracia”, o los famosos derechos humanos, que no se respetan en mi país, ¡Ah claro! Se me olvidaba que se respetan en Cuba, pero tan sólo en la desvergüenza de las cárceles de la Base Naval de Guantánamo.

En Cuba hemos vivido sin la OEA, y seguimos riéndonos de ella, como nos enseñó Carlos Puebla en los años sesenta…por ser tan fea. Los revolucionarios… los comunistas estamos ante la alternativa de construir nuestra unidad y actuar como el Frente Amplio Proletario al que aspiraba José Carlos Mariátegui.

Si no es así nuestro destino estará regido por la maldición de Casandra: La princesa griega condenada a prever el futuro sin derecho a intervenir en él. Casandra advirtió a los troyanos de muchos peligros, incluso del caballo de madera con el que los griegos entraron en la ciudad, pero fue desestimada como una loca Estaremos condenados con la maldición de Casandra, adelantando los movimientos populares, las crisis, el holocausto, pero sin tino, ni valor para intervenir en ellos.

Se están cumpliendo cual profecía, las palabras de Fidel en la II Declaración de la Habana: “Ahora esta masa anónima, esta América de color, sombría y taciturna que canta en todo el continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir (…) Ahora sí la Historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre su historia.”

Me encantaría escuchar la III Declaración de La Habana en los instantes actuales. Esta historia ya la están escribiendo los pueblos, sin apenas poder reunirse ¿Y los comunistas qué estaremos haciendo?

Ya se sabe qué hacer ante tanta impunidad y tanta miseria, pero no basta este despertar. Tenemos de nuestro lado el 50% de las soluciones, quizás el 50% más difícil de lograr. Requerimos, sin embargo el otro 50%, el que depende de nuestra acción conciente.

Dijo León Trotsky, no sin razón: “Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor." Hoy estamos necesitando, sin dudas una fábrica de pistones, pues el barco de la historia está a todo vapor.

Nunca antes ha sido más imprescindible la unidad revolucionaria. La unidad de los que aspiramos a derrocar al capitalismo en una región y un tiempo dado, sin embargo y paradójicamente, nunca antes sentimos que estos resortes estén más lejos.

No, no me confundo. Sé perfectamente que existen cientos de movimientos continentales luchando contra los desmanes del Capitalismo. Pero a lo que me refiero de forma concreta es precisamente al pistón de León Trotsky. A lo que me refiero es buscar los instrumentos para concebir el cauce de la revolución; aquel cauce del que hablaba Martí: “O se le abre el cauce a la revolución, o rompe la revolución sin cauce”.

Tres peligros fundamentales le veo a la proyección de una organización comunista continental.

El primero es el peligro recurrente del sectarismo. Esa pesadilla que nos inmoviliza con las masas y nos reduce a estrechísimas banderas de partidos breves que sostienen de manera cándida su hegemonía ideológica, que se adhieren a un pensador marxista u a otro: El que actualmente no sienta imprescindible las lecturas de absolutamente todas las tendencias revolucionarias no tiene derecho de llamarse comunista. Quien no encuentre en cada una de las experiencias revolucionarias, triunfantes o no, un sentimiento de entusiasmo, nos es prescindible. La incapacidad de asociarse en virtud de un mismo empeño es otra de las maldiciones, aparte de la de Casandra, a que nos arrastró la cada vez más despreciable práctica “socialista” del siglo XX

En segundo lugar y tan o más peligroso es el polo opuesto: A lo que llamo reformismo de izquierda. La sacrosanta horizontalidad. Donde se habla, se critica al imperialismo, a las oligarquías, pero quedándonos en el canto y en la patética lamentación. Si dos posiciones apuntan al mismo enemigo, deberán de igual manera para ser efectivas, cruzar sus respectivas líneas de pensamiento. No tiene caso que desde el inicio hasta el final de los tiempos permanezcan paralelas entre sí. El monólogo nos está sobrando. Lo dice José Carlos Mariátegui mucho mejor: “Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y libertarios. Todos tenemos el deber de sembrar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas. Todos tenemos el deber de alejar al proletariado de las asambleas amarillas y de las falsas "instituciones representativas". Y estamos llenos de asambleas amarillas.

Y en tercer lugar está, por supuesto, el no hacer nada, en quedarnos con los brazos cruzados y los libros abiertos, describiendo cómo Nerón quema a Roma. Es la maldición de Casandra. En un impresionante artículo del compañero Juan Luis Berterretche titulado: “América Latina El arte de la fuga: De la cañonera al helicóptero” se describe de manera precisa la tácita contradicción que pesa sobre nosotros: El rol protagónico que han desempeñado los pueblos en la contagiosa destitución de los jefes de gobierno, y nuestra incapacidad orgánica para llegar a puerto. Allí expresa: ”La deficiente fuerza político-organizativa de la izquierda socialista y revolucionaria en el continente, frenó e impidió la conexión necesaria entre los diversos movimientos sociales radicales y sus dinámicas políticas de mudanza profunda. En esta fase, falta todavía una dirección social y política anticapitalista y antiimperialista que pueda disputar la conducción del gobierno y del estado, a las elites y a las clases dominantes. Esta dirección social y política se hace imprescindible para un cambio radical de la sociedad”

Así es exactamente. Nunca antes en la historia estuvo más clara la situación perfecta para la transformación de la sociedad capitalista y simultáneamente nuestra incapacidad para hacerla colapsar en revolución. Los versos de la Internacional que se escuchan en La Habana los primeros de mayo y en un montón de fechas alentadoras más, reza: “Cambiemos al mundo de base, hundiendo al imperio burgués”.

Se trata de eso, nada más y nada menos, de destruir el imperio burgués, cuya aberración pestilente es el imperialismo norteamericano, el cual es consecuencia de la sórdida sociedad capitalista y no su causa…como muchos creen.

Es por eso que hoy más que nunca todas las organizaciones socialistas o anti capitalistas (como eufemísticamente quieren llamarse) debemos y podemos además, plantearnos de conjunto tareas inmediatas, a mediano, y a largo plazo que puedan ejercer el papel aunque sea tibio, del imaginario pistón de Trotsky.

El sueño de una organización comunista continental empieza a perfilarse como necesidad imperante. Una organización de organizaciones. Pero como lo planteaba Mariátegui en 1924, sin parlamentarismos inútiles y con el objetivo preciso de luchar por el socialismo. El epicentro deberá ser Nuestra América, donde francamente hoy se abre el escenario de la revolución.

Les confieso que es apenas un sueño, pero como siempre, los sueños nos marcan el camino de la realidad

Estamos muy cerca de tomar de una buena vez y para siempre el Cielo por Asalto.

Nuestros mayores no van a perdonarnos, esta vez, dejar pasar por la ventana la revolución que arrastra el fantasma del comunismo en espumoso vuelo.

Este fantasma que a gritos está pidiendo, a pesar de nuestra indecisión, asilo en Nuestra América. Y de aquí a las estrellas

¡Proletarios de todos los países unios!