En los últimos días, una ola de fuertes tornados en EE. UU. ha acabando con la vida de numerosos trabajadores en sus lugares de trabajo, debido a la negativa de los empresarios a tomar las medidas mínimas para mantener seguros a los empleados. Tragedias como estas equivalen a asesinatos corporativos. Exponen la insensibilidad inherente al capitalismo, que sacrifica diariamente la vida de los trabajadores al altar de las ganancias.
En Illinois, el viernes pasado, seis trabajadores murieron por el colapso de un almacén de Amazon, luego de que las solicitudes de los trabajadores para irse durante la tormenta fueran rechazadas. Más tarde, el lunes, al menos ocho trabajadores de la fábrica de velas Mayfield Consumer Products en Kentucky perdieron la vida, no sin antes haber sido amenazados con el despido si abandonaban su puesto de trabajo para esconderse de la tormenta. En ambos casos, los trabajadores se vieron obligados a elegir entre sus vidas y sus medios de subsistencia.
En Illinois, el colapso del almacén de Amazon expuso una vez más el infame historial de salud y seguridad de la compañía.
“Soy trabajadora de Amazon en Kentucky, el tornado se desató a dos millas de mi casa y no tenía forma física de presentarme a mi turno de trabajo. Los de Recursos Humanos me dijeron que no tenían noticia de tornados en Kentucky y que no podían ayudarme dándome el día libre”.
Además de los cientos de trabajadores que han sufrido lesiones graves a lo largo de los últimos años debido a la falta de formación y al agotamiento por la imposición de objetivos inconcebibles, 20.000 empleados de Amazon se infectaron de COVID-19 en 2020, debido a las precauciones insuficientes que se tomaron en almacenes abarrotados.
Muchos de los sobrevivientes del tornado relataron no haber recibido de la empresa ni durante el trabajo ninguna formación para emergencias ni practicado simulacro de incendios o tornados. La principal razón de la falta de formación para emergencias es que reduce las ganancias. El tiempo dedicado a realizar simulacros de tornados en el trabajo podría dedicarse a empaquetar paquetes para su entrega. Está claro dónde se encuentran las prioridades de Amazon: explotar a sus trabajadores para no perder ninguna gota de beneficios.
Marcos Ceniceros, organizador de Warehouse Workers for Justice, que pidió una auditoría sobre prácticas de seguridad en Amazon, dijo: “Esta no es la primera vez que vemos sufrir a los trabajadores en Amazon y queremos asegurarnos de que la empresa no siga recortando presupuesto y poniendo en riesgo a los trabajadores “.
Amazon ha tenido una política de “no uso del teléfono” durante varios años. Aunque esta política fue revocada temporalmente al comienzo de la pandemia, ha habido informes de que se restableció extraoficialmente (para evitar la ‘inactividad’ y maximizar la productividad) en el almacén que colapsó. Por lo tanto, muchos trabajadores no tuvieron acceso al mundo exterior y, en consecuencia, no pudieron acceder a las últimas advertencias meteorológicas. Un trabajador de Amazon de otra instalación en Illinois le dijo a Bloomberg: “Después de estas muertes, no confío en absoluto en Amazon para velar por mi seguridad… Si instituyen la política de no usar teléfonos móviles, renuncio”.
Pero la razón principal de la tragedia fue que Amazon se negó a permitir que los trabajadores se fueran, a pesar del peligro de la tormenta.
Cherie Jones, la novia de Larry Virden, un camionero de Amazon que murió en el colapso, compartió su último intercambio de mensajes de texto con él: “Amazon no dejará irnos”. Virden murió a causa de la tormenta.
“Están saliendo a la luz detalles horribles del desastre en el almacén de Amazon de Illinois tras el tornado, donde al menos 6 trabajadores han perdido la vida en sus puestos de trabajo. Antes de morir, Larry Virden escribió este mensaje a su novia: “Amazon no dejará irnos”. Cuatro niños se han quedado sin padre.”
En un intercambio con el CEO de Operaciones Internacionales de Amazon en Twitter, una trabajadora de Kentucky explicaba que a pesar de que un tornado se había desatado a dos millas de su casa, la gerencia de su almacén no le dio permiso para ausentarse. Claramente, incluso los desastres naturales inminentes no se consideran una excusa digna para interrumpir el flujo de ganancias de Amazon.
Trabajadores de la fábrica de Mayfield Consumer Products en Kentucky están contando historias similares de condiciones de trabajo peligrosas. Múltiples sobrevivientes del desastre cuentan que pidieron a sus gerentes permiso para irse a casa y refugiarse antes de que llegara el tornado. Si sus peticiones hubieran sido reconocidas, es habría dado a los trabajadores varias horas para ponerse a salvo. En cambio, se obligó a la gente a acurrucarse en baños y pasillos, condiciones completamente inadecuadas dada la severidad de la tormenta que los gerentes sabían que se avecinaba.
Además de recibir poca o ninguna protección en la fábrica, los trabajadores que pidieron irse se enfrentaron a amenazas de despido por parte de la gerencia. McKayla Emery, quien trabajaba en la fábrica, informó que a quienes pedían permiso para refugiarse en casa se les decía: “Si te vas, es más probable que te despidan”. Otro trabajador relató: “La situación era mala. Todos estaban incómodos”, y su jefe les dijo: “No podéis iros. No podéis iros. Tenéis que quedaros aquí”.
Mark Saxton, que operaba un montacargas en la fábrica de Mayfield Consumer Products, describió la política confusa y descuidada de la administración:
“Deberíamos haber podido irnos … Llegó la primera advertencia, y simplemente nos hicieron ir al pasillo. Después de la advertencia, nos hicieron volver al trabajo. Nunca nos ofrecieron ir a casa”. Elijah Johnson, un trabajador de la fábrica de 20 años, declaró: “Pedí irme y me dijeron que me despedirían”. Después de preguntar si me despedirían por irme para protegerme del tornado que se avecinaba, Johnson informa que simplemente le dijeron: “Sí”. Los trabajadores sobrevivientes incluso han descrito cómo la gerencia pasó lista en medio de la tormenta para averiguar si alguien había salido de la fábrica, lo que implica que los que no estaban presentes serían despedidos.
Como era de esperar, los portavoces de Mayfield Consumer Products han negado todas las irregularidades por parte de la empresa. Un portavoz tildó los relatos anteriores sobre las amenazas contra los trabajadores de “absolutamente falsos”, diciendo que los trabajadores “pueden irse en cualquier momento que quieran y pueden regresar al día siguiente”. En otras palabras, la compañía afirma no solo que todos los trabajadores sobrevivientes de la fábrica están diciendo simultáneamente la misma mentira sobre que se les impidió ir a casa, ¡sino que también inventaron la misma historia de cómo se les dijo a los que se fueron que serían despedidos!
Coaccionar a los trabajadores para que permanezcan en su puesto de trabajo a pesar de saber que hacerlo representa una amenaza directa para la vida de esos trabajadores, hace que estos empresarios sean culpables de asesinato. El hecho de que, incluso ahora, la empresa intente culpar a los propios trabajadores muertos, solo demuestra lo absolutamente despiadado que fue este acto de asesinato.
Por muy repugnante que haya sido la respuesta de la dirección de la empresa, no debería sorprendernos mucho. La fábrica era el tercer empleador más grande de la región y sus ganancias se mantienen a costa de condiciones de trabajo extremadamente malas. Salarios desde 8 dólares la hora, y muchos trabajos con turnos de 10 a 12 horas. Las horas extraordinarias obligatorias son algo común. El trabajo penitenciario también es típico, varios reclusos de la cárcel local del condado de Graves estaban presentes el día del tornado; a ninguno de ellos se le permitió salir.
En el período previo a la Navidad, el momento en que la demanda de las velas que produce la fábrica alcanza su punto máximo, la empresa claramente no iba a permitir ningún parón, ni siquiera temporal. Hacerlo habría impactado en sus beneficios. El senador James Comer, representante en el área, describió que la fábrica ha estado “funcionando 24 horas al día, 7 días a la semana” en el período reciente.
Los trabajadores han sido tratados como meros engranajes de una máquina en el mejor de los casos. Cuando se produjo el desastre, se siguió exprimiendo a los trabajadores para conseguir la mayor productividad posible. Para la clase capitalista, los trabajadores son reemplazables. Si un trabajador muere, no es de su incumbencia: pueden ser reemplazados.
Ha habido una efusión masiva de solidaridad de la clase trabajadora en todo Kentucky y otras regiones, en respuesta a la crueldad a la que estos trabajadores estuvieron sujetos. Un residente resumió el estado de ánimo de indignación: “No hay razón para que perdamos miembros de la familia, porque las empresas estadounidenses quieren un dólar”. Jarred Holmes, un trabajador de la fábrica que estaba en casa ese día, expresó el alcance de la pérdida que él y otros han sentido: “Trabajé con estas personas. Hablé con esta gente. Traté de establecer conexiones con estas personas. Y no sé si uno de mis amigos se ha ido”.
Después del ‘Octubre de huelgas’ y de una ola huelguística que incluyó a las empresas John Deere, Kelloggs, Nabisco, Kaiser Permanente y otros lugares, cientos de miles de trabajadores en todo el país se están dando cuenta de su fuerza y librando una lucha de clases a un nivel superior. Los trabajadores fueron utilizados como carne de cañón para los empresarios mientras se desataba la pandemia. Se han sacrificado en cantidades incalculables por el hambre de ganancias de las grandes empresas. Ahora se está obligando a los trabajadores a pagar las consecuencias económicas de la crisis en forma de disminución de sus salarios por la inflación y se niegan a resignarse. Los trabajadores están contraatacando.
Estos acontecimientos solo expondrán aún más la crueldad insensible en el corazón del sistema capitalista. En última instancia, estos tornados no fueron un mero “desastre natural”. Cada muerte es responsabilidad de la miopía de las grandes empresas y su frenética sed de beneficios. Solo derrocando el capitalismo en su totalidad y entregando el control de la economía a la clase trabajadora podremos poner fin a la devastación sin sentido del sistema actual.